
León XIV proclama “el diálogo como forma de vida” ante representantes de todas las religiones del mundo

El Vaticano conmemora el 60 aniversario de la Declaración ‘Nostra Aetate’ sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas del Vaticano II
La Declaración ‘Nostra Aetate’ sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas del Vaticano II, cumple 60 años y en el Vaticano se ha celebrado por todo lo alto en un acto en el que han participado representantes de las religiones del mundo, los miembros del cuerpo diplomático y un buen grupo de católicos comprometidos con el diálogo interreligioso. El Dicasterio para el Diálogo Interreligioso y de la Comisión para las Relaciones Religiosas con el Judaísmo organizaron una velada “para celebrar seis décadas de diálogo, amistad y cooperación entre los seguidores de las religiones del mundo, inspirados en la Declaración ‘Nostra Aetate’, uno de los documentos más innovadores del Concilio Vaticano II”.
En el Aula Pablo VI del Vaticano se han congregado líderes y representantes del judaísmo, el islam, el hinduismo, el jainismo, el sijismo, el budismo, el zoroastrismo, confucianismo, taoísmo, sintoísmo y religiones tradicionales africanas que han podido saludar al papa León XIV que ha pronunciado un discurso al que ha seguido de una oración silenciosa por la paz. Para el pontífice, “hace 60 años se plantó una semilla de esperanza para el diálogo interreligioso”.
El diálogo como forma de fida
“Hoy, su presencia atestigua que esta semilla ha crecido hasta convertirse en un árbol poderoso, cuyas ramas se extienden a lo largo y ancho, ofreciendo cobijo y dando los ricos frutos de la comprensión, la amistad, la cooperación y la paz”, proclamó el pontífice precisamente ante un árbol situado para la ocasión en el escenario de la sala de audiencias. Este texto, para el Papa, “nos abrió los ojos a un principio simple pero profundo: el diálogo no es una táctica o una herramienta, sino una forma de vida, un viaje del corazón que transforma a todos los implicados, al que escucha y al que habla”.
Y es que, prosiguió, el diálogo auténtico “no comienza en el compromiso sino en la convicción, en las raíces profundas de nuestra propia creencia que nos da la fuerza para llegar a los demás en el amor”. En este sentido recordó a quienes han trabajado en esta clave y han sido incluso “mártires por el diálogo, que se opusieron a la violencia y al odio”. Pero recalcó que este mensaje sigue siendo “de gran actualidad” ya que las religiones siguen intentando responder a “la inquietud del corazón humano”; y por ello la Iglesia católica “no rechaza nada de lo que hay de verdadero y santo en estas religiones.”
Para León XIV “no podemos invocar verdaderamente a Dios, Padre de todos, si nos negamos a tratar fraternalmente a cualquier hombre o mujer creados a imagen de Dios”. Así, manifestó su deseo de abrir “una nueva relación entre la Iglesia y el judaísmo” puesto que todos los líderes religiosos “comparten una responsabilidad sagrada: ayudar a nuestros pueblos a liberarse de las cadenas de los prejuicios, la ira y el odio; ayudarles a elevarse por encima del egoísmo y el egocentrismo; ayudarles a superar la codicia que destruye tanto el espíritu humano como la tierra”. Para ello invitó a desarrollar la profecía siendo “voces que denuncien la violencia y la injusticia, sanen la división y proclamen la paz para todos nuestros hermanos y hermanas”, llevando “esperanza a una humanidad que a menudo se ve tentada por la desesperación”.

Ramon Llull, místico del diálogo y testimonio para hoy

Queridos diocesanos,
querida iglesia de Urgell,
El próximo 27 de noviembre se celebra la memoria litúrgica del beato Ramon Llull. En medio de los cambios de nuestro tiempo, el Señor nos regala figuras que iluminan el camino. Una de ellas es Ramon Llull, laico, esposo, padre, pensador y misionero, que dejó que Cristo transformara radicalmente su vida.
Nacido en la Mallorca del siglo XIII, conoció la vida de la corte y el éxito fácil, pero la contemplación insistente de Cristo crucificado le cambió el corazón: comprendió que aquel amor lo reclamaba por completo. Desde entonces abrazó la oración, el estudio y la penitencia, buscando en todo la voluntad de Dios.
Su corazón se hizo místico: en el Libro del Amigo y el Amado vemos el diálogo ardiente entre Dios y el alma. Para Llull, Dios no es una idea, sino un Tú cercano. Su labor intelectual, sus viajes y sufrimientos brotan de este centro de fuego. También nuestra Iglesia necesita hoy hombres y mujeres heridos por el amor de Dios, porque sin mística no hay misión que perdure.
Ramon fue pionero del diálogo con otras religiones. Aprendió árabe, estudió el pensamiento musulmán y judío, viajó al norte de África. Quería convencer, no imponer; confiaba en la fuerza de la verdad y de la caridad, confiaba en la razón iluminada por la fe. Así anticipa el diálogo interreligioso que la Iglesia promueve hoy: respeto sincero al otro, reconocimiento de lo que hay de bueno en su fe, y anuncio humilde pero claro de Jesucristo.
Al mismo tiempo, se mantuvo firme en sus convicciones cristianas. No rebajó la Trinidad ni la cruz para resultar aceptable. La misma fe que lo hacía dialogante lo hacía valiente. Nos ayuda a evitar tanto el fundamentalismo agresivo como la tibieza relativista: identidad clara y corazón abierto.Su figura ofrece pistas valiosas para nuestra Iglesia actual: redescubrir la vocación laical en primera línea; integrar fe y razón, evangelio y cultura; vivir un diálogo interreligioso que no renuncie a la misión; cuidar los espacios de oración y de adoración; anunciar a Cristo en el lenguaje real de nuestro pueblo y de las nuevas generaciones.
Confiemos a la Virgen María este deseo de renovación. Que, como Ramon Llull, sepamos unir contemplación y anuncio, firmeza en la fe y ternura en el diálogo.
Con estas letras os deseo un feliz día del beato Ramon Llull y una buena lectura del Libro del Amigo y el Amado, de Vuestro servidor
Ramon Llull, el erudito medieval que se convirtió en profeta de la informática

Imagínate que tienes una teoría que te permite deducir todas y cada una de las cosas verdaderas sobre el mundo. ¿Qué harías con ella?
Pues alrededor del final del siglo XIII, un europeo llamado Ramon Llull creía que había elaborado tal teoría, y no le hizo mucho bien: fue linchado, encarcelado y amenazado con ser ejecutado.
Eso se debió a que para Llull, quien nació en la isla española de Mallorca, el uso adecuado de una teoría como la suya era demostrarle a todos, usando lógica pura, que el Dios cristiano era el único verdadero.
Aunque puede sonar como un fanático de la época de las Cruzadas, su idea fundamental era extraordinaria.
Verdades irrefutables
Llull pensaba que la verdad podría ser automatizada.

Desarrolló un esquema partiendo de unas pocas verdades o «axiomas» básicos sobre los que todos podían estar de acuerdo y, combinándolos en diferentes permutaciones, creyó que podía derivar todas las demás afirmaciones verdaderas.
Su plan para convertir a infieles al cristianismo era presentarles una lógica que no pudieran refutar.
Sin embargo hoy en día Ramon Llull no es aclamado como un profeta de la fe cristiana -como podría esperarse-, sino como el profeta de una rama de las matemáticas y la informática llamada combinatoria.
Sus teorías fueron el comienzo de una investigación muy profunda sobre la forma en que el mundo encaja.
Llull en su mundo
Incluso para los estándares medievales, Llull era un verdadero todoterreno.
Estudió las ciencias de su época – aritmética y geometría, astronomía y medicina-; compuso poesía caballeresca en la tradición trovadora del sur de Europa; escribió algunas de las primeras novelas europeas ambientadas en su propio tiempo; y fue, además, teólogo.

Después de su muerte desarrolló una reputación de místico y alquimista, aunque probablemente eso se deba a la costumbre medieval de los autores anónimos de atribuir sus libros a alguien más famoso.
Nació en Palma en Mallorca, probablemente en 1232, en un momento en el que Mallorca era uno de los lugares más cosmopolitas de Europa y estaba en el centro de una próspera red comercial del Mediterráneo.
El gran asunto de la época en esta parte del mundo era la interacción entre las tierras cristianas y la cultura islámica del norte de África.
El reino de Aragón estaba tomando lentamente el este la Península Ibérica, generalmente por la fuerza, de manos de quienes entonces llamaban moros o sarracenos.
Pero al mismo tiempo, había un intenso comercio entre esos dos mundos, no solo de bienes, sino también de ideas, con traductores europeos viajando a las tierras árabes para descubrir y traducir las obras de otros eruditos.
De licencioso a creyente
Por su propia admisión, Llull fue todo menos devoto en su juventud: según dijo, había sido «licencioso y mundano».
Nacido en una familia rica y posiblemente noble, pasaba sus días cortejando a las mujeres con canciones de amor y poemas. Pero un día, según contó, mientras estaba haciendo exactamente eso, tuvo una visión de Cristo en la cruz.

La revelación se repitió una y otra vez, y al principio lo aterrorizó. Pero luego se dio cuenta de que Dios lo estaba llamando a su servicio, y se propuso convertir a los sarracenos al cristianismo.
Hoy en día, ese impulso de la cristiandad medieval de «convertir a los paganos», con la espada de ser necesario, es controvertido.
Pero lo que Llull decidió fue hacer su trabajo misionero con el diálogo, así que aprendió árabe y leyó el Corán para poder debatir y comunicarse adecuadamente.
Lo malo fue que compró un sirviente musulmán -esencialmente un esclavo- para que le enseñara árabe, y en una ocasión lo golpeó por decir una blasfemia. El sirviente respondió de igual forma pero hirió gravemente a su amo y terminó en la cárcel, donde se ahorcó.
Una teoría medieval de todo
Llull pensó que para que ser convincente, necesitaba mostrar cómo la fe cristiana y sus «misterios» -como la doctrina de la Trinidad- formaban el conjunto básico de verdades a partir de las cuales todo lo que vemos y experimentamos, todo el conocimiento humano, podía ser explicado.
Algo así como una teoría medieval de todo.
Para lograrlo, se propuso convertirse en una de las personas más sabias de la cristiandad, y aprendió todo lo que pudo sobre todo lo que se sabía.

Finalmente, alrededor de la década de 1270, comenzó a armar su gran esquema, al que simplemente llamó el «Gran Arte» y que se conoció como el Arte Lluliano.
No es algo fácil de describir, en parte porque hoy parece una idea un tanto extraña.
Intentémoslo.
Para Martin Gardner, el gran escritor moderno de las matemáticas, Llull era como uno de esos «excéntricos que se convierten en los fundadores de las sectas», un embaucador que gira ruedas mágicas para invocar fórmulas vacías disfrazadas de verdades profundas.
Pero eso es injusto.
Lo que realmente estaba haciendo Llull era parecido a lo que el antiguo matemático griego Euclides hizo para probar teoremas matemáticos partiendo de un conjunto de axiomas básicos, usando la lógica y el cálculo, un enfoque que los matemáticos todavía usan hoy en día.
Solo que los axiomas de Llull no eran cosas como «dos líneas paralelas nunca se cruzarán», sino «Dios es uno» y «Dios es eterno». Estos, razonó, eran principios en los que cristianos, musulmanes y judíos estarían de acuerdo.

El arte lluliano consistía en usar diagramas y manipulaciones mecánicas, incluidas ruedas giratorias concéntricas, para combinar estos axiomas de manera que se transformaran en declaraciones más complejas sobre el mundo, no solo el espiritual sino también el material que estudiaban los filósofos naturales.
Y representaba los axiomas de una manera que nadie lo había hecho antes: con una notación simbólica en la que a cada uno se le asignaba una letra, formando una especie de alfabeto del pensamiento humano.
El Arte era una especie de «ciencia de todas las ciencias», una clave para la forma en que todo el conocimiento estaba racionalmente ordenado.
Y sea cual fuera tu fe, no serías más capaz de refutar esas verdades lógicas de la misma manera que no podías refutar la geometría de Euclides, creía Llull.
Era un enfoque sin confrontación: no se trataba de «mi libro sagrado contra el tuyo», sino de razón clara y fría.
Su lógica falló

Como sin duda habrás adivinado, no resultó tan fácil.
A pesar de sentir grandes temores por su seguridad, Llull viajó a las tierras sarracenas armado con sus diagramas.
Fue a Túnez en la costa norte de África y, al principio, los musulmanes parecían felices de debatir, pero en gran parte porque ellos querían convertir a Llull al islam, no al revés.
Al final, aunque algunos pidieron que lo ejecutaran, el gobernante de Túnez decretó que lo expulsaran, y que si alguna vez volvía a pisar la ciudad, sería lapidado.
Después de pasar varios años viajando por Europa, estudiando en París y tratando de obtener el apoyo del Papa, Llull intentó nuevamente en la ciudad de lo que hoy es Bugía, en Argelia.
Pero le fue peor: después de debatir con un imán musulmán, se dice que fue golpeado por una multitud y arrojado a la cárcel donde languideció durante medio año antes de ser expulsado nuevamente.

Sin embargo, no se dio por vencido.
En 1314, a la notable edad de 81 años, volvió a navegar de Mallorca a Túnez… donde no le fue tan mal como era de esperar.
Aunque algunas historias dicen que fue apedreado y martirizado, la verdad es que para entonces Túnez se había vuelto cosmopolita y lo que le pasó a Llull fue que murió de viejo a principios de 1316, quizás en Túnez o navegando de regreso a Mallorca, y fue enterrado en Palma.
El arte de las combinaciones
Después de la Peste Negra del siglo XIV y luego del Renacimiento, los logros intelectuales de la Edad Media tendieron a eclipsarse.
Pero Ramon Llull encontró algunos entusiastas partidarios del racionalismo de la Revolución Científica. En particular, el matemático y filósofo alemán Gottfried Leibniz, quien se inspiró en la idea de Llull de crear un alfabeto simbólico del pensamiento humano que pudiera combinarse de acuerdo con reglas lógicas para generar teoremas y proposiciones más complejos a partir de los más simples.
Explicó este concepto en un libro de 1666 llamado «Disertación sobre el arte de las combinaciones».
El interés de Leibniz en esa mecanización del conocimiento como una aritmética de combinaciones también lo llevó a inventar uno de los primeros dispositivos de cálculo mecánico: un precursor de las máquinas de cálculo que finalmente condujeron a la computadora.
El Arte de Llull es, de hecho, lo que los informáticos hoy en día llaman un sistema generativo: un tipo de lenguaje en el que los elementos básicos se combinan según las reglas para hacer declaraciones complejas.

Y al usar un código simbólico para representar esos elementos, a lo que más se parece su sistema es a un lenguaje informático moderno, donde se combinan instrucciones y operaciones simples para realizar cálculos complicados.
Pero la codificación por computadora es apenas un aspecto de este «arte de combinaciones», esa rama de las matemáticas llamada combinatoria.
Engañosamente simple
La combinatoria ha sido llamada «el arte de organizar los objetos de acuerdo con reglas específicas».
Es realmente una forma de hacer dos preguntas engañosamente simples: ¿cuántos hay y cómo podemos organizarlos?
Preguntas como esta surgen en todo tipo de ciencias: en los esfuerzos por comprender la evolución y los genes, las computadoras, los gráficos y el lenguaje, por ejemplo.
Si los objetos son, por ejemplo, átomos, el arte de la combinatoria te permite descubrir qué tipos de moléculas y sustancias son posibles en el mundo.
Si son los invitados a tu boda, la combinatoria te indicará cómo organizarlos en las mesas para la cena.
Es más: muchos juegos son ejercicios de combinatoria, desde el ajedrez y el sudoku.
Lull fue el profeta medieval de una rama de las matemáticas tan amplia que, en realidad, nadie sabe dónde comienza ni dónde termina.
Fuente: BBC News, Mundo
Francisco, Clara y el ejército invisible: León XIV plasma el Evangelio de los pobres en nombres propios

«El Papa cita estos ejemplos no para exhibir erudición, sino para mostrar que la Iglesia tiene rostro y memoria, y que su compromiso con los últimos es una herencia viva, plural, fecunda y, sobre todo, insoslayable»
«León XIV expone abiertamente su intención al hacer este recorrido por los ‘santos de los pobres’: ‘He decidido recordar esta bimilenaria historia de atención eclesial a los pobres y con los pobres para mostrar que esta forma parte esencial del camino ininterrumpido de la Iglesia'»
«Citando a santos, madres, maestros, hospitalarios y mártires anónimos, León XIV convierte Dilexi te en una exhortación de carne y hueso»
«Al centrar su exhortación en estas figuras que representan el rostro misericordioso de la Iglesia y en la opción preferencial por los pobres, León XIV reafirma que la santidad cristiana no es abstracta ni lejana, sino encarnada y comprometida con los últimos»
León XIV hace de Dilexi te una exhortación coral y encarnada. Por sus páginas desfilan decenas de nombres—santos universales, fundadores, místicas, pastores encarnados en lo social y mártires anónimos—que configuran el verdadero pilar de la opción preferencial por los pobres. El Papa cita estos ejemplos no para exhibir erudición, sino para mostrar que la Iglesia tiene rostro y memoria, y que su compromiso con los últimos es una herencia viva, plural, fecunda y, sobre todo, insoslayable.
La herencia de Francisco: una Iglesia en salida y con los pobres como vicarios de Cristo
Francisco fue el último gran referente citado y el principal inspirador de esta línea misionera. Como explica León XIV:
«He recibido como herencia un proyecto que mi predecesor, Francisco, estaba preparando para mostrar la conexioˊn profunda entre el amor de Cristo y la llamada a acercarnos a los pobres».

Francisco, en su magisterio, colocó la opción preferencial por los pobres en el centro de la misión eclesial, no como una elección política o ideológica, sino como el corazón evangélico. En palabras suyas:
«La opción preferencial por los pobres está en el centro del Evangelio»
Fue Francisco quien lanzó la Iglesia a salir hacia las periferias, comprendiendo al pobre no solo como receptor de limosnas, sino como vicario de Cristo, presencia sacramental que Jesús quiso en carne y hueso para transformar al mundo.
Elenco de figuras citado por ámbitos
1. Caridad práctica y pobreza evangélica
San Francisco de Asís: «La figura luminosa del Poverello nunca dejará de inspirarnos. Fue él, hace ocho siglos, quien provocó un renacimiento evangélico entre los cristianos y en la sociedad de su tiempo… La figura de Francisco sigue movilizando el ánimo de los creyentes» (n.7).

Santa Clara de Asís: Fundadora de las clarisas y custodia del ideal radical de la pobreza, «su lucha espiritual consistió en mantener fielmente el ideal de la pobreza radical. Con firmeza, obtuvo del Papa Gregorio IX el llamado Privilegium Paupertatis» (n.65).
Carlos de Foucauld: Místico contemporáneo, encarnó la entrega silenciosa en los márgenes. León XIV lo cita para subrayar el valor de servir «entre los más humildes» (n.79).
2. Padres de la Iglesia
San Juan Crisóstomo: Referente de caridad profética. «Dios no necesita vasos de oro, sino almas de oro. Si los fieles no encuentran a Cristo en los pobres, tampoco lo hallarán en el altar» (n.41).
San Gregorio Magno: Modelo de caridad pastoral: «Todos los días, si lo buscamos, hallamos a Lázaro… Ved que a todas horas se presentan los pobres y que ahora nos piden ellos, que luego vendrán como intercesores nuestros» (n.108).

San Agustín, San Ambrosio y San Basilio: Padres que “ligaron la caridad al verdadero culto y la comunidad al servicio de los últimos” (n.43-44, 54-55). Ambrosio: «La limosna es justicia restaurada, no un gesto paternalista» (n.43).
3. Educación y dignidad de los pequeños
San José de Calasanz: Fundador de la primera escuela popular gratuita de Europa. «Impresionado por la falta de instrucción de los jóvenes pobres, creó la primera escuela pública popular gratuita de Europa» (n.69).
San Juan Bautista de La Salle: Pionero de la educación fraterna y gratuita para obreros y campesinos. «El aula era un lugar para el desarrollo humano, pero también para la conversión» (n.69).
San Marcelino Champagnat y San Juan Bosco: Educadores que pusieron la escuela y el oratorio al servicio de los jóvenes obreros y vulnerables (n.70).

4. Caridad sanitaria y hospitalidad
San Camilo de Lelis y San Juan de Dios: Creadores de órdenes hospitalarias, encarnaron: «el servicio con total dedicación… para poderlo servir con todo amor caritativo, en el alma y en el cuerpo» (n.50).
Santa Luisa de Marillac: Fundadora de las Hijas de la Caridad. Citada como ejemplo de servicio a los «pobres enfermos en los hospitales» (n.51).
Santa Teresa de Calcuta, Santa Dulce de los Pobres, Hermana Emmanuelle: Encarnaron la compasión radical: “descubrieron que los más pobres no son meros objetos de compasión, sino maestros del Evangelio” (n.79).
5. Migración y acogida
San Juan Bautista Scalabrini y Santa Francisca Xavier Cabrini: Santos de la migración, «protectores y madres de migrantes modernos» (n.74).

Santa Katharine Drexel, Madre Cabrini: Misioneras entre «los grupos más desfavorecidos de Norteamérica» (n.79).
6. Liberación y redención de cautivos
Órdenes trinitaria y mercedaria: Fundadas para liberar a los cautivos. «Dieron testimonio de que la caridad puede ser heroica» (n.60).
Monjes de san Benito y San Basilio: «La hospitalidad era parte integrante de la espiritualidad monástica» (n.53-54).
7. Magisterio episcopal y martirio social
San Óscar Romero: Testigo y mártir de la opción por los pobres; citado como centro de la opción pastoral de América Latina (n.89).
Conferencias episcopales latinoamericanas (Medellín, Puebla, Aparecida): Referidas para confirmar la opción preferencial y profética.

8. Movimientos populares, laicos y mártires anónimos
La exhortación cita “los líderes laicos perseguidos, monjes, trabajadores y mujeres consagradas, voluntarios y mártires anónimos”, y reconoce: «quienes han escogido vivir entre los pobres… deben ser reconocidos entre las formas más altas de vida evangélica” (n.111).
El objetivo de citar estos nombres
En el capítulo 5, número 103, León XIV expone abiertamente su intención al hacer este recorrido por los ‘santos de los pobres’:
“He decidido recordar esta bimilenaria historia de atención eclesial a los pobres y con los pobres para mostrar que esta forma parte esencial del camino ininterrumpido de la Iglesia. El amor a los pobres es un elemento esencial de la historia de Dios con nosotros y, desde el corazón de la Iglesia, prorrumpe como una llamada continua en los corazones de los creyentes”.
Citando a santos, madres, maestros, hospitalarios y mártires anónimos, León XIV convierte Dilexi te en una exhortación de carne y hueso. Cada nombre es una invitación a sumergirse en la herencia viva de la Iglesia, que solo puede renovarse si camina, sirve y transforma el mundo de la mano de quienes hicieron de la caridad y la justicia su razón de vivir.

Dilexi te no es sólo un documento doctrinal, sino una llamada exigente a vivir el Evangelio acompañando e impulsando a los más vulnerables, convirtiendo la fe en gestos de justicia, amor y misericordia.
El enfoque pastoral y espiritual de Dilexi te se sostiene sobre estos pilares de santidad social: la memoria viva de santos y mártires que encarnaron en sus vidas la cercanía, la defensa y la lucha al lado de los pobres y excluidos. Estos testimonios conforman la tradición eclesial que León XIV llama a renovar y encarnar en la Iglesia presente, para que la fe sea inseparable del amor eficaz y profético.
Así se precisa dónde está el corazón vibrante de la Iglesia: en la opción radical por los pobres, siguiendo la enseñanza y el ejemplo de Jesús, que nos invita a reconocerlo en ellos y a abrir puertas sin prejuicios, recordándonos que “la Iglesia no puede bloquear el camino al Espíritu, ni cerrar la puerta a nadie, ni siquiera a los ‘marcianos’.”
Al centrar su exhortación en estas figuras que representan el rostro misericordioso de la Iglesia y en la opción preferencial por los pobres, León XIV reafirma que la santidad cristiana no es abstracta ni lejana, sino encarnada y comprometida con los últimos.

Esta comunidad de santos y humildes servidores del Evangelio es la piedra angular del mensaje que el Papa quiere que ilumine la tarea de la Iglesia hoy: un amor efectivo que transforma estructuras y acoge a cada persona como un hijo amado de Dios, confirmando que “la Iglesia no puede bloquear el camino al Espíritu, ni cerrar la puerta a nadie, ni siquiera a los ‘marcianos’”.
¿Por qué TODAS las religiones nacieron en Oriente?
0RACION DE ABANDONO”Inspirada en la Oración de san Carlos Foucauld

San Carlos de FOUCAULD, una vida desconcertante

“La vida de Carlos de Foucauld fue una sucesión de movimientos dislocados, de épocas de las que cada una es como volver del revés la anterior, que traen consigo un nuevo punto de partida, a veces un absoluto volver a empezar.” A. Chatelard (Hermano de Jesús).
NACIMIENTO: 1858
- 15 de septiembre de 1858, en Estrasburgo, en una familia noble, que tiene como divisa “No retroceder” (“Jamais arrière”). Bautismo.
INFANCIA – JUVENTUD: 1858 – 1876
- Carlos tiene una hermana, María, tres años menor que él.
- Mueren sus padres, en corto plazo, en 1864. Carlos llevará por ello una herida muy honda.
- Los huérfanos son confiados al abuelo materno, coronel Morlet, bondadoso pero débil.
«Yo, que estuve rodeado desde mi infancia de tantas gracias, hijo de una madre santa…» Nov. 1897
- Tras la guerra franco-alemana de 1870, Francia pierde Alsacia y Lorena. La familia deja Estrasburgo y se va a Nancy, optando por la nacionalidad francesa.
- Estudios secundarios en Nancy, y luego en París, en los Jesuitas, donde hace el Bachillerato y comienza el año de preparación para Saint Cyr (Academia Militar). Por perezoso e indisciplinado lo expulsan a mitad de curso. Carlos sitúa su pérdida de la fe al final de sus estudios de secundaria, hacia los 16 años.
VIDA MILITAR: 1876 – 1881
- 1876: ingresa en Saint Cyr.
- 1878: Muere su abuelo en marzo; hereda una enorme fortuna, que irá dilapidando. Ingresa en octubre en la Academia de Caballería de Saumur; saldrá en 1879, con el puesto 87º sobre 87.
«Me iba alejando de Vos, Señor, cada vez más. Toda fe había desaparecido de mi vida» Retiro, Nov. 1897
- En la Academia lleva una vida de juerguista y multiplica los actos de indisciplina y excentricidad (p.ej,, estando de guardia deja su puesto, se disfraza de pordiosero…). Dibuja y se cultiva, leyendo mucho.
- 1879: De guarnición en Pont-à-Mousson, derrocha más y más su dinero, vive a lo grande, y se lía con una joven de mala reputación, Mimí.
- Su Regimiento es enviado a Argelia. Se lleva a Mimí, haciéndola pasar por su mujer. Cuando se descubre el engaño, el ejército le ordena que la despida. Carlos se niega y prefiere pasar a la reserva, por «indisciplina acompañada de notoria mala conducta». Se vuelve a Francia, a vivir en Evian.
- 1881: Se entera de que su Regimiento participa en una peligrosa campaña en Argelia. Deja a Mimí, solicita el reingreso y se une a sus camaradas.
Durante ocho meses demuestra ser un excelente oficial, apreciado tanto por los jefes como por los soldados.
VIAJES DE EXPLORACIÓN: 1882 – 1886
- Seducido por el África del Norte, pide la baja en el ejército y se traslada a Argel para preparar científicamente un viaje de exploración de Marruecos. Estudia árabe y hebreo.
«El Islam me ha provocado una honda convulsión» Carta del 8 Ene 1901
- Junio de 1883 – mayo de 1884: Recorre clandestinamente Marruecos, disfrazado de rabino, con el Rabino Mardoqueo como guía. Su vida peligra en varias ocasiones. Queda impresionado por la fe y la oración de los Musulmanes.
- 1884: Carlos de Foucauld tiene novia en Argel, pero rompe el compromiso porque su familia se opone a este matrimonio.
- 1885: recibe la medalla de oro de la Sociedad francesa de Geografía, por el informe de su exploración de Marruecos.
- 1885 – 1886: Viaja por los oasis del sur de Argelia y de Túnez.
- 1886: Vuelto a Francia; reencuentro con su familia, especialmente con su prima Marie de Bondy.
- Escribe el libro «Reconnaissance au Maroc».
- Vive austeramente como un asceta.
- Se interroga acerca de la vida interior y la espiritualidad. Sin fe, entra en los templos, y repite esta extraña oración: «Dios mío, si existes, haz que te conozca».
CONVERSIÓN: 1886 – 1889
- 1886, finales de octubre: entra en la iglesia de San Agustín, en París, para pedirle al P. Huvelin (a quien conoció por Marie de Bondy) que le dé clases de religión.
- El P. Huvelin le dice que se confiese y comulgue a continuación.
VIDA RELIGIOSA: 1889 – 1897
- 1890, 16 de enero: ingresa en la Trapa de Ntra. Sra. de las Nieves, en Francia.
- Seis meses después, parte para Akbés (Siria), a una Trapa mucho más pobre.
«Mi vocación religiosa data del mismo momento de mi conversión: Dios es tan grande…». Agosto, 1901
- Hace un primer proyecto de congregación religiosa “a su manera”. «Suspiro por Nazaret», escribe.
- Solicita la dispensa de sus votos. En octubre de 1896 le envían a estudiar a Roma.
- Enero 1897: El Abad general de los Trapenses le deja libre para seguir su vocación.
NAZARET: 1897 – 1900
- Desde marzo de 1897 vive en Nazaret, como criado de las Clarisas. Vive en una caseta, fuera de la clausura.
«Para parecerse aún más a Jesús…» agosto, 1901
- «Obtuve permiso para irme solo a Nazaret y vivir allí incógnito, como obrero, de mi trabajo cotidiano. Soledad – oración – adoración – meditación del Evangelio – trabajo humilde».
«Por el solo hecho de celebrar la Misa…, daré a Dios la mayor gloria y haré a los hombres el mayor bien» Carta de abril de 1901
- Se queda allí 4 años. Poco a poco, las Clarisas y su confesor, el P. Huvelin, lo convencen para que pida la ordenación sacerdotal.
- Vuelve a Francia, a Ntra. Sra. de las Nieves, para prepararse.
- 9 de junio de 1901: se ordena sacerdote.
BENI-ABBÉS Y LOS RECORRIDOS ENTRE LOS TUAREG: 1901 – 1906
- 1901, septiembre: Carlos de Foucauld llega a Argel. Va a establecerse en Beni-Abbés, donde construye una fraternidad para fundar una comunidad de monjes.
- Alerta a sus amigos y a las autoridades sobre el drama de los esclavos.
- Rescata algunos esclavos.
«Continuar en el Sahara la vida oculta de Jesús en Nazaret, no para predicar sino para vivir en la soledad, la pobreza, el trabajo humilde de Jesús». Abril, 1904
- 1905: Realiza varios recorridos por territorio de los Tuareg.
- Aprende su lengua.
- Nunca hasta entonces ha llegado ningún sacerdote hasta ellos.
- Redacta para ellos un catecismo y comienza a traducir el Evangelio.
- 1906: Se le agrega un compañero, por fin. Pero muy pronto el hno. Miguel cae enfermo y se va.
TAMANRASSET – 3 VIAJES A FRANCIA: 1907 – 1916
- 1907, julio: Carlos se instala en Tamanrasset. Emprende un enorme trabajo científico sobre el idioma de los Tuareg, sus cantos, sus poemas. Toma a uno del país como ayudante.
«Mi apostolado debe ser el de la bondad. Que al verme, digan: “Si este hombre es bueno… su religión debe ser buena”». 1909
- Es el único cristiano. No le está permitido celebrar la Eucaristía. Pero decide quedarse… por aquellos hombres. Esto durará seis meses. Obtendrá autorización para celebrar solo, pero no para tener la Reserva eucarística.
- 1908, enero: enferma de agotamiento. Los Tuareg lo salvan, compartiendo la poca leche de cabra que queda en una época de gran sequía. Carlos está en la impotencia, dependiente de sus vecinos… Se da cuenta de que la amistad, el amor a los hermanos, pasa por el intercambio, la reciprocidad.
- 1909 – 1911 – 1913: Hace tres viajes a Francia para presentar su proyecto «de unión de hermanos y hermanas del Sagrado Corazón», asociación para la conversión de los infieles. «Cristianos fervorosos, de cualquier condición, capaces de dar a conocer con su ejemplo la religión cristiana, de dar a “ver” el Evangelio con su vida» (Reglamento – Consejos. 1911 – 1913).
- Estalla la guerra en Europa. Carlos de Foucauld permanece en Tamanrasset por consejo de Laperrine, un militar amigo suyo.
- 1915: El desierto se agita: amenazadoras incursiones de marroquíes, Senusitas de Libia.
ÚLTIMO AÑO – MUERTE: 1916
- Se construye un fortín en Tamanrasset para proteger a la población. Carlos de Foucauld se traslada allí, solo, esperando alojar a la gente de los alrededores en caso de peligro.
«Nuestro anonadamiento es el medio más poderoso que tenemos para unirnos a Jesús y hacer bien a las almas». Carta de 1º de diciembre, a Marie de Bondy
- Continúa trabajando en los poemas y proverbios Tuareg.
- 1º de diciembre de 1916: Unos Tuareg de influencia senusista, lo sacan del fortín, se apoderan de él y lo atan.
- Durante el saqueo, inesperadamente se anuncia que vienen algunos soldados. Es el desbarajuste… Hay un disparo. Lo matan. Sus despojos son enterrados en el foso que rodea el fortín.
«Cuando el grano de trigo caído en tierra no muere, se queda solo; si muere, da mucho fruto; yo no he muerto, así que estoy solo… Pida por mi conversión, para que muriendo, dé fruto». a Suzanne Perret
- A su muerte, Carlos de Foucauld está solo… o casi. En Francia, son 49 los inscritos en la Unión de hermanos y hermanas del Sagrado Corazón de Jesús, que consiguió fuese aprobada por las autoridades religiosas.
- En 2005: 19 grupos distintos, de laicos, sacerdotes, religiosos o religiosas viven el Evangelio por todo el mundo ayudados por las intuiciones de Carlos de Foucauld.
Leer documento completo en PDF: San Carlos de FOUCAULD, una vida desconcertante
Ateos en busca de la espiritualidad

¿Que distinción hay entre el ateo y el agnóstico?
Aun cuando pudiera parecer que la definición de ateísmo como toda postura teórica o vital que niega la existencia de Dios confiere a dicho término un significado preciso, lo cierto es que la propia diversidad de las concepciones humanas acerca de Dios otorga a su negación una necesaria ambigüedad.
A lo largo de la historia, de hecho, el calificativo ‘ateo’ se ha empleado a menudo de forma peyorativa contra personas o comunidades que en nada respondían al concepto moderno de ateísmo. Así, Sócrates, cuyas concepciones han influido decisivamente en el desarrollo de la espiritualidad occidental, fue acusado de ateo por no creer en las divinidades atenienses. Desde otra perspectiva, para el creyente de una fe monoteísta el hecho de que una persona no admita la existencia de un Dios único, libre y personal, pero sí afirme su creencia en alguna otra realidad trascendente, Dios o Ser Supremo, es muy posible que no suponga ninguna diferencia respecto a su convicción de que dicha persona es atea. Un acercamiento a la comprensión del ateísmo exige, pues, un análisis del significado histórico del término, de sus relaciones con aquellas otras posiciones, filosóficas o religiosas, a las que se ha identificado u opuesto, e, indisolublemente unido a lo anterior, de las diferentes formas de ateísmo.
Ateísmo en la filosofía occidental
Antigüedad. La dificultad de aplicar el concepto actual de ateísmo a pensadores de otras épocas resulta patente ya en el primer filósofo griego conocido, Tales de Mileto, quien identificaba el principio vital con el agua; según se ponga el énfasis en la noción de principio o en la del agua como entidad física, tal afirmación puede entenderse como trascendente o meramente materialista. Entre los sofistas, Critias denunció las religiones como invenciones de los políticos para poner freno a los pueblos, y en el siglo III a.C. Evémero apuntó una interpretación racionalista de la religión considerando a los dioses como antiguos héroes divinizados.
Para Platón, la peor forma de ateísmo es la de los malvados que creen poder propiciarse a la divinidad mediante donaciones y ofrendas para justificar sus injusticias. Entre los ateos materialistas de la antigüedad fueron particularmente radicales los griegos Demócrito y Epicuro, y el romano Lucrecio. De Epicuro es el célebre argumento: si Dios quiere suprimir el mal y no puede, es impotente; si puede y no quiere, es envidioso; si ni quiere ni puede, es envidioso e impotente; si quiere y puede, ¿por qué no lo hace? Para los estoicos, Dios, Razón, Hado y Naturaleza constituyen una misma cosa; pero su panteísmo fundamenta una cálida y profunda religiosidad.
Renacimiento y racionalismo. En la edad media se apuntaron indicios de algunas posiciones ateas, pero la organización política y social impidió su formulación explícita. Serían las nuevas concepciones del Renacimiento, con sus intereses antropocéntricos, su vuelta a calibrar todas las cosas según la medida del hombre, su paganismo cultural, su descubrimiento de la naturaleza y del método científico, las que diluyeron la concepción teológica medieval y orientaron a numerosos pensadores hacia el materialismo, el panteísmo o el deísmo, doctrinas estas dos que posteriormente se tratarán en su relación con el ateísmo.
Así, a caballo entre los siglos XV y XVI, el italiano Pietro Pomponazzi negó la inmortalidad del alma humana y, veladamente, la existencia de Dios. Su compatriota Maquiavelo independizó la política de la religión, y consideró ésta un instrumento del poder: más debe Roma a Numa, que le dio las primeras ordenanzas religiosas, que a su mismo fundador, Rómulo. Otro italiano, Giordano Bruno, fue quemado en la hoguera en el 1600, acusado de ateo por sus tesis panteístas, en las que identificaba a Dios con el uno infinito. En el siglo siguiente, el judío holandés Baruch de Spinoza fue acusado de ateísmo por asemejar Dios a la sustancia.
Ilustración. El movimiento cultural del siglo XVIII conocido como Ilustración se presentaba como continuación del Renacimiento en su racionalismo y antropocentrismo, aunque la medida humana ya no era la del sabio o el artista, sino la de todo ciudadano, al que se dirigía la Enciclopedia. Los ingleses adoptaron el deísmo -el Dios de la razón meramente humana-; David Hume, como empirista, rechazó toda metafísica y por tanto las pruebas racionales de la existencia de Dios, pero declaró aceptar como hombre la irracionalidad de la fe, nacida del miedo a lo desconocido. Los franceses siguieron dos corrientes distintas: la más radical, la del materialismo ateo, estaba representada por Denis Diderot, entre otros, y la corriente deísta fue significativamente expuesta por Voltaire, para quien Dios era el ‘Geómetra Eterno’. En Alemania, Kant negó la posibilidad de la prueba metafísica de la existencia de Dios, pero la estableció claramente en los postulados de la razón práctica. La religión de Hegel era pura intelectualidad, y ha sido interpretada como teísta, como panteísta y como atea.
Ateísmo moderno. Desde mediados del siglo XIX, el ateísmo se hizo más explícito e incluso militante. El alemán Ludwig Feuerbach dio la vuelta a la dialéctica hegeliana, concediendo la primacía a la sensación frente a la razón. Paralelamente invirtió la relación Dios-hombre. No es Dios quien ha creado al hombre a Su imagen y semejanza; es el hombre quien ha proyectado sus mejores cualidades sobre la pantalla del concepto de Dios.
Marx, en sus tesis sobre Feuerbach, criticó que la filosofía se hubiera limitado a interpretar el mundo en vez de tratar de cambiarlo. El estudio de la historia llevó a Marx a la conclusión de que las estructuras sociales se van construyendo como muros protectores para evitar el cambio de las relaciones de producción: la religión es el opio, el consuelo adormecedor del pueblo.
Nietzsche, desde una postura más existencialista, no proclamó la inexistencia de Dios, sino la muerte de Dios a manos de los hombres, provocando con ello un cambio de valores que prepara la llegada del superhombre.
Ya en el siglo XX, el ateísmo se expresaría de las más diversas formas. Para el psicoanalista austriaco Sigmund Freud, la religión es una proyección simbólica del subconsciente, en la que Dios ocupa la imagen paterna. Para el positivismo lógico del círculo de Viena, las proposiciones ‘Dios existe’ o ‘Dios no existe’ carecen de sentido, y sobre ellas no es posible emitir juicio alguno. Para Jean-Paul Sartre, el ateísmo es un presupuesto existencial, necesario a fin de salvar la libertad humana.
Concepto filosófico y religioso
Tipos de ateísmo. Muy concisamente puede decirse que el ateísmo está constituido por todas aquellas doctrinas o actitudes que niegan la existencia de Dios. Si se trata meramente de actitudes, resulta un ateísmo práctico. Si se prescinde totalmente de Dios al formar una teoría sobre el hombre y el universo, tendremos un ateísmo teórico negativo. Si se niega explícitamente su existencia, como hacen los materialistas, se tratará de un ateísmo teórico positivo. Esta última concepción, que niega no ya la existencia de Dios, sino la de cualquier realidad que no sea la meramente física, es la que generalmente se asocia al concepto de ateísmo, y por tanto constituye la mejor referencia para apuntar las diferencias entre ésta y otras doctrinas filosóficas.
Ateísmo y otras posturas filosóficas y religiosas. En primer lugar, es preciso distinguir el ateísmo de otras dos doctrinas que a menudo se solapan con él: agnosticismo y escepticismo. Algunos pensadores no niegan ni afirman la existencia de Dios, pero consideran que no es posible llegar a ninguna conclusión acerca de ello. Estos pensadores son denominados agnósticos, y entre ellos se puede contar a los positivistas, que sólo afirman lo que es objeto de la experiencia. Otros niegan la posibilidad de conocer cualquier verdad -son los escépticos- y por consiguiente niegan la posibilidad de conocer la existencia de Dios. Así pues, el ateo se diferencia del agnóstico en que no admite siquiera la mera posibilidad de la existencia de Dios, y del escéptico en que, aunque niegue a Dios, sí admite la posibilidad de conocimiento.
Por otra parte, las doctrinas que afirman la existencia de Dios han dado lugar a tres posturas básicas: el teísmo, característico de las religiones monoteístas, afirma la existencia de un Dios único, personal y trascendente; el panteísmo identifica a Dios con el todo; el deísmo cree en un Dios que ha creado el mundo y le ha dado sus leyes, pero que no interviene en el acontecer posterior a la creación y del que no es posible conocer nada. Panteístas y deístas, sin embargo, han sido frecuentemente acusados de ateísmo por los teístas.
Ateísmo y panteísmo, ciertamente, comparten la noción de la no existencia de un Dios trascendente. El panteísmo, sin embargo, en su variante más común, no tiende a definir la naturaleza del todo, ni considera que su naturaleza última haya de ser necesariamente material, sino que a menudo le atribuye un carácter espiritual. En este sentido, pues, el ateísmo y el panteísmo difieren, pero no es menos cierto que desde el punto de vista teísta resulta justificada su asimilación, pues ambos rechazan la noción de un Dios personal creador del mundo. Mucho menos lógico parece que puedan ser considerados como ateos los deístas, que admiten explícitamente la existencia de un Dios supremo conocido por la razón, aunque prescindan de cualquier elemento sobrenatural y nieguen su comunicación con los hombres.
Posibilidad de un ateísmo religioso. A raíz de la segunda guerra mundial surgió entre los protestantes un movimiento religioso denominado ‘teólogos de la muerte de Dios’ -o también, cristianos ateos- que intentó depurar la idea de Dios de lo que se consideraban adherencias culturales espurias, de los temores que enturbian la búsqueda del verdadero Dios. Para estos pensadores, como el suizo Karl Barth, el teísmo corre el riesgo de creer que ha aprehendido el infinito, que ha expresado lo inefable; es decir, apenas evita el convertir a Dios en un ídolo. Al precisar con inflexibilidad lógica su lenguaje sobre Dios, destruye su misterio, cosifica a Dios. Por el contrario, el ateísmo, al rechazar por incomprensible el concepto de infinito, le devuelve su carga de misterio. Así pues, resulta preciso destruir al Dios metafísico, para facilitar la busca del Dios vivo: las actitudes de auténtico amor -descubiertas por algunos de ellos en los campos de concentración- son mejor vehículo de comunicación que los conceptos.
El concepto de ateísmo, en suma, sólo adquiere significado cabal en cuanto opuesto a determinada doctrina y a un concepto específico de la divinidad. En último extremo, ante la imposibilidad de precisar un concepto de dios común a todas las religiones, suelen ser cuestiones no estrictamente relacionadas con la existencia o no de una realidad superior -como la no creencia en la inmortalidad personal- las que hacen que una persona sea considerada atea.
P. Miguel A. Fuentes, IVE
«Símbolo de Paz» en Uruguay

Judíos, musulmanes y cristianos crean el mayor símbolo de paz del mundo en Villa Serrana
Representantes de las tres religiones abrahámicas se unieron para construir el espacio que aspira a entrar en el Récord Guinness.
Foto: EFE.
Integrantes de las comunidades judía, musulmana y cristiana se reunieron este domingo a trabajar en el símbolo de paz que homenajea en Uruguay al Papa Francisco y a las tres religiones abrahámicas.
Este se encuentra ubicado en una zona turística rural de la localidad de Villa Serrana y en este momento aspira a abrir la categoría de símbolo de paz interreligioso más grande del mundo en el Récord Guinness.
En diálogo con la Agencia EFE, Alberto Wakrat, miembro del grupo Nuevas Generaciones del Congreso Judío Latinoamericano, apuntó que el proceso de construcción del símbolo fue “muy lindo” e hizo hincapié en el significado de reunirse a trabajar con representantes de otras religiones.
“Significa que podemos salir del discurso y llevar a la práctica acciones que demuestran que podemos tender puentes, trabajar por un mundo mejor y podemos potenciarnos en lo que nos une y en lo que tenemos similitudes”, enfatizó.Asimismo, resaltó que el mensaje que se busca dar es que el valor del ser humano está “por arriba de cualquier otro interés” y que las religiones llegaron el mundo “para unir y no para dividir”.
En tanto, Yousaf Khan, presidente de la Comunidad Musulmana Ahmadía en Uruguay, también resaltó a EFE lo importante reunirse con representantes de otras religiones.
“Nosotros los musulmanes creemos en todas las religiones abrahámicas y respetamos las demás religiones en diferentes partes del mundo”, enfatizó.
Y agregó: “El lema de nuestra comunidad es amor para todos y odio para nadie. Ese es el mensaje de mi parte”.
Con este símbolo, que será inaugurado el 9 de octubre y sirve para “aprender y respetar” las religiones de otro, el matrimonio uruguayo conformado por Omar Caballero y Noelia Franco buscó agradecer al Papa Francisco por haberlos casado en el Vaticano.entro de una circunferencia de piedra de más de 20.000 metros cuadrados que está dividida en cuatro partes iguales por una cruz gigante, quienes visitan el lugar encuentran un jardín colectivo que recuerda al cristianismo, al judaísmo y al islam.
Cada uno de los sectores tendrá la vegetación correspondiente a las distintas religiones: vid para el judaísmo, palmeras con dátiles para el islam y olivos para el cristianismo. Algunas de estas ya fueron plantadas y otras lo serán en un futuro cercano.
El proyecto de ‘El Secreto en las Sierras‘ se materializó en septiembre de 2022, tras un viaje llevado a cabo por la pareja a Jerusalén, un lugar donde sintieron que las tres religiones convivían en paz, en consonancia con el mensaje de respeto transmitido por el papa.
De hecho, Francisco conoció y bendijo el proyecto cuando Franco viajó en 2023 al Vaticano a mostrárselo.
EFE
A PROPÓSITO DE “EN EL CORAZÓN DE LAS MASAS” DE RENÉ VOILLAUME

MICHEL NURDIN, HTO DE J. (1)
1. En el corazón de las masas es el libro que dio a conocer a René Voillaume como autor espiritual y como fundador. También es el libro que ha centrado y dominado el primer periodo que distinguimos de la obra (literaria) de René Voillaume, aquella que corresponde a esta refundación de la Fraternidad de los hermanitos de Jesús tras la Segunda Guerra mundial, y que se extiende hasta Vaticano II (incluido).Es un periodo “fuente”. En el corazón de las masas se sitúa en un conjunto poco conocido – con los retiros fundacionales de la Fraternidad secular, Una regla de vida (1950), conferencias a veces algo molestas de lo cual tenemos algunos ecos en el primer volumen de Cartas a las Fraternidades. Durante el segundo periodo, post conciliar, el autor espiritual se hace más clásico y su enseñanza está sin duda alguna más espontáneamente en concordancia con su fondo personal.
2. Au coeur de masses tiene una génesis. El libro aparece primero en Aix en Provence, en julio 1949, bajo la forma de fascículos fotocopiados. El conjunto es titulado: “La espiritualidad de las fraternidades del P. Foucauld” Esta publicación responde a necesidades internas apremiantes: hay que explicar la nueva orientación de la Fraternidad; ella atrae la atención en los medios católicos franceses porque está en consonancia con la renovación apostólica-misionera entonces activa. Al mismo tiempo, hay que iniciar la formación religiosa de los recién llegados, cada vez más numerosos: mientras que desde 1933 a 1945 solamente hubo diez entradas en la fraternidad de El Abiodh (Argelia), hubo ocho en 1946, otras tantas en 1947, trece en 1948, quince en 1950, etc.
Esta edición artesanal – que pronto estará agotada – tiene por título “Recopilación de conferencias y textos diversos”. Estos textos son leídos por los cercanos a René Voillaume; y estiman – como le escribe Mons. de Provenchères, el 7 de agosto 1948 – que “su lectura sería beneficiosa, incluso para otros además de los hermanitos” En sus recuerdos, el padre piensa que él empezó a considerar la publicación de sus conferencias en abril 1947, después de una visita a Mons. Richaud, y que se llegó a una decisión en el primavera 1948; pero añade que su aparición en Cerf, “sólo tendrá lugar dos años más tarde”. Hay que decir que en la época los editores religiosos se mostraban más bien reticentes ante manuscritos de “espiritualidad”; el título de las policopias no era muy atractivo.
Los diversos textos así reunidos se extienden sobre varios años. Aquí, yo quisiera simplemente atraer la atención sobre las conferencias que figuran a la cabeza de la edición policopiada. Fueron dadas a los novicios, en El Abiodh, en los últimos meses de 1946, al regreso de una estancia en Francia sobre las cuales habría que detenerse. Tres de las conferencias se refieren al “Misterio de Nazaret” – en la vida de Jesús, en la del P. de Foucauld, en la de los religiosos que se dedicaban a ella; el manuscrito de la cuarta conferencia (8 de diciembre) tiene un título que interroga: “¿son los Hermanitos contemplativos?” En sus recuerdos, René Voillaume escribe que este texto sobre la vida contemplativa constituía junto con el de “Nazaret, forma de vida religiosa”, “la carta fundacional de la fraternidad obrera” que verá la luz seis meses más tarde (1º de mayo 1947).
En cuanto a la reflexión sobre el misterio de “Nazaret” hay que observar que estas siguen a las conclusiones que René Voillaume había sacado, dos años antes (junio 1944), de su balance de diez años vividos en El Abiodh, balance hecho al término de una seria crisis interna: los hermanos sentían entonces un profundo malestar respecto a su fidelidad al P. de Foucauld quien, hay que decirlo, no les facilitaba las cosas; en efecto, la fidelidad a lo que él vivió recortaba la fidelidad a lo que había escrito (la Regla de 1899, en especial) pero está lejos de identificarse con ella!… Enumerando “lo que faltaba”, René Voillaume escribe: una presencia suficiente de alma y de espíritu del P. de Foucauld; un cierto sentido de la pobreza y del trabajo; una profundización mayor del gran misterio de la vida escondida de Nazaret” (manuscrito de Djebel Aissa, cap.V)
3. En el Corazón de las Masas saldrá de la imprenta el 30 de diciembre de 1950, con un título propuesto por Michel Carrouges. El texto es el de la edición policopiada, revisada (algunos ángulos son redondeados) y aumentados con dos mensajes importantes del prior a sus hermanos. El libro aparece en las Ediciones du Cerf, en la colección “Rencontres”, las cuales no admitían ni tratados de teología ni escritos de espiritualidad sino testimonios de renovación a la obra en la Iglesia de Francia, con títulos “significativos”: ¿Francia país de misión?, ¿Resurgimiento o declive del clero francés?, etc.
El libro es bien acogido por los censores patentados y más aún por el público puesto que desde el final del año (1951), se prevé un suplemento que será publicado bajo el título: Que ellos sean uno. Y en abril 1952, aparece la segunda edición: será En el corazón de las masas en su forma definitiva, la más conocida, por no decir la única conocida. Aligerada del lado de las meditaciones, el texto se ha enriquecido con dos grandes cartas del prior a sus hermanos: una sobre la obediencia religiosa, que desencadenará una controversia entre los teólogos; la otra sobre “la oración de los pobres”, esta carta remplaza el texto sobre “la vida contemplativa de las fraternidades” – lo cual sentirá René Voillaume porque “trata del mismo tema pero bajo otro punto de vista. Hubiese sido preferible unir los textos”
Constituido de esta manera, el libro tendrá una bella carrera: 50 mil en 1955, 115 mil en la colección “Foi Vivante”, el P. Bro quiso marcar el volumen 100 mil (nº 100-101) en 1969. Sin hablar de las traducciones: la primera italiana, en 1953, con un prefacio de Mons. Montini (futuro papa Pablo VI) que no será publicado porque en esa época, no convenía; la quinceava y la última en chino (Taiwán 1985); hay que hacer notar las dos traducciones “clandestinas” en 1969, en húngaro y checo.
De ahí mi última observación, que es una pregunta: ¿por qué una difusión así, cuando el subtítulo del libro precisa bien que se trata de “la vida religiosa de los Hermanitos del P. de Foucauld ?
4. He recogido algunos elementos de respuesta a esta pregunta en las publicaciones de la época. Algunos tienen un Valor ante todo informativo, y no me voy a detener en ellos. Otros ponen en juego valores que me parecen aún perfectamente válidos hoy, aún viviendo en un mundo humano y eclesial profundamente diferente, que tiene otro lenguaje y otras preocupaciones o “problemas”.
a) En la reseña que da “La Vida Espiritual” (abril 1951, p. 431 -433), el P. Bonduelle estima que “El Corazón de las Masas” presenta “una vida religiosa que se construye en una total renovación y en plena correspondencia con el estado concreto de una civilización en alza”. Cualquiera que sea la respuesta que nosotros, hermanitos, hayamos podido dar a las esperanzas presentadas en el libro de René Voillaume, es un hecho que éste incitaba, indirectamente, al mundo de los religiosos y religiosas a una reflexión sobre su situación y sus prácticas a mediados del siglo XX. Una docena de años antes del decreto Perfectae caritatis de Vaticano II, a su manera, En el Corazón de las Masas invitaba a más realismo y transparencia evangélica. No es necesario detenerse sobre este punto que sin duda alguna no es el más significativo.
b) Puesto que esta reseña se detiene más sobre los problemas de vida religiosa, su final capta la atención e incluso sorprende. Ella amplía singularmente los horizontes: “se dirige a los cristianos (subrayado en el texto) y se deja ver la extrema valía cristiana de una vida vivida en el espíritu de Tamanrasset”. Diez años más tarde, en Christus (1961, p. 100), el P. Courel escribirá: [en el momento de la aparición de En el Corazón de las masas] “algunos quisieron ver un verdadero manifiesto proclamando una especie de revolución respecto a la concepción tradicional de la vida religiosa. Ciertamente eso era decir demasiado. Pero sigue siendo cierto que ese libro ayudó a más de un sacerdote y a más de un laico en su esfuerzo de oración y en su búsqueda de la pobreza”. Volveré a ello al terminar. Pero si tantos cristianos, clérigos y laicos, han sido sensibles al soplo evangélico de “En el Corazón de las Masas” (y lo han dado a conocer), no es solamente porque éste se sitúa en el dinamismo de la vocación bautismal. Según mi parecer, es también porque es más fácilmente “perceptible”, en el caso de la vocación de los hermanitos de Jesús: vocación no especializada eclesialmente (carga pastoral, educacional, etc) y que deja en la condición humana común.
c) Este soplo evangélico tiene su fuente en el radicalismo del beato Carlos de Foucauld. Esto es lo que dice a su manera (en 1953, p. 75), la reseña publicada en la Revista de ascética y mística (que entonces era la gran revista de teología espiritual de la Compañía de Jesús): “El P. Voillaume hace revivir la experiencia del P. Carlos de Foucauld. Él desaparece ante esta autoridad excepcional. Pero interpreta al ermitaño muerto sin dejar discípulo inmediato con una inteligencia que supera en mucho la simple lectura de los textos” El crítico, que se une aquí a lo que Mons. Richaud escribía a René Voillaume, el 2 de marzo de 1948 (“Tengo la impresión que Ud. entresaca lo mas enriquecedor y subyacente en el mensaje espiritual del P. de Foucauld”), añadiendo: “Nadie se sorprenderá de ver su libro tan rápidamente convertido en el breviario espiritual de muchos sacerdotes y numerosos militantes católicos”. No hay que olvidar tampoco que al término de la guerra que había visto la promoción 128 de San Cyr bautizada con su nombre, el P. Foucauld conoció un gran reconocimiento en Francia (publicaciones del P. Gorré, exposición en los Invalides, el artículo de Madeleine Delbrêl “Por qué amamos al P. Foucauld” en La Vie Espiritual de noviembre 1946,etc). Es en este contexto en el cual aparece “En el corazón de las masas y, seguidamente, habrá como un juego de espejos entre el autor y aquél que le inspiraba y que la Iglesia acaba de beatificar.
d) Terminaré rápidamente con el elemento de respuesta a la pregunta hecha que es sin duda alguna la más decisiva para comprender el impacto que tuvo En el Corazón de las Masas. Puede ser presentado con la fórmula de Mons. de Provenchères, en su prefacio al libro, resumiendo el mensaje del hermano Carlos de Jesús: “Presencia a Dios – Presencia a los hombres”. Por lo que respecta a la búsqueda de Dios y de los caminos que ella exige, o bien impone, al hombre reconciliado con Dios por Jesucristo, propiamente hablando, En el Corazón de las Masas no es innovación alguna. Los caminos propuestos integran la presencia a los hombres y son remodelados aquí o allá; pero, puesto que Dios es Dios, siempre es sobre Él que ellos deben “medirse”. La novedad se sitúa más bien del lado de la presencia a los hombres y más concretamente, si así puede decirse, del lado de la “humanidad” de esta presencia (su peso y su realismo humano). Si esta novedad permanece relativa puesto que no se refiere sino a la vida religiosa tradicional, ella no deja de tener interés o incidencia para los laicos. A título de contra ejemplo, se podría recordar aquí la declaración de un cardenal del Santo Oficio estimando que el sacerdote trabajando en fábrica (puesto que es de él de quien se trata) “recibe la influencia del ambiente nefasto para su vida espiritual”, poniendo en peligro su fe y sus costumbres

En la charla sobre “la vida contemplativa de las fraternidades”, René Voillaume recuerda la evolución de las formas de vida religiosa contemplativa; ésta “tiende a salir del claustro y a penetrar en la vida cotidiana de los humanos”; “ya no se trata solamente de encontrar a Dios solo sino de llegar a una asimilación de vida con el Corazón de Jesús Salvador y Redentor del mundo” (1ª edición, p. 193 – 194). Una nota al pie de página lleva al Humanismo integral: diez años antes (1936), Jacques Maritain, defendiendo “el impacto temporal del Evangelio”, defendía también la santificación de la vida secular y “un nuevo estilo de santidad” exigida por nuestra era de civilización; y al término de la guerra, en 1945, su defensa se hará aún más insistente.
En cuanto a las charlas sobre “Nazaret”, ellas nos muestran cómo, para nosotros hermanitos, “la salida del claustro” se hará por el camino que abre el P. de Foucauld. Hay que observar que René Voillaume no se compromete entonces en las reconstituciones de la vida de Jesús en Nazaret, ya sean, más o menos imaginativas, del P. de Foucauld, o las nuestras. Él nos lleva al misterio de Nazaret, fuente de exigencias y de libertad para aquél que se compromete a seguir a Jesús el Nazareno. Para Jesús, efectivamente, y para él solo, “el estado de vida ha sido el objeto de una opción soberanamente libre y personal que denota un amor de preferencia y también una voluntad de enseñarnos algo por medio de esa opción”. En otros términos, Dios, al darnos (Jn 3, 16), al entregarnos (Rom 8, 32) a su único Hijo en la Persona de Jesús de Nazaret, nos enseña algo de su mirada sobre el mundo de los hombres, de su Designio de salvación y más concretamente de los caminos y las formas por las cuales Él sigue con su Designio, algo de su amor por cada uno de nosotros y su predilección por los pequeños y los pobres. Al mismo tiempo, él nos enseña algo de la respuesta que espera de nosotros, cristianos, personal y eclesialmente.
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(1) Reflexiones propuestas el 18 de noviembre 2005, en el momento de la presentación de la biografía de René Voillaume por Marcel LAUNAY, René Voillaume, contemplación y acción y de la biografía espiritual de Hermanita Magdeleine, ambas publicadas en las Ediciones de Cerf en 2005. Ellas se inscriben en los márgenes del noveno capítulo del libro de Marcel Launay.


