Hermano Charles de Foucauld: “El santo de al lado”

ENTREVISTA

POR SARAH-CHRISTINE BOURIHANE

La Palabra habló con el padre Bernard Ardura , presidente del Comité Pontificio para las Ciencias Históricas del Vaticano y postulador de la causa de canonización de Carlos de Foucauld (1858-1916). Canonizado el 15 de mayo, el ermitaño del Sahara está menos lejos de nosotros de lo que se podría pensar.

Francés de origen, Charles de Foucauld tuvo una búsqueda radical que lo llevó al Sahara durante 15 años, donde fue asesinado. ¿Por qué tal exilio?

Inicialmente, Charles de Foucauld no era pagano, sino cristiano. Es un cristiano que pierde la fe, desde hace 12 años. Dice que ya no cree en nada. Es un hombre que redescubre la fe, o más exactamente, la persona de Jesucristo.

Cuando va a ver al padre Huvelin a una iglesia de París, le pide unas lecciones de religión. ¿Qué le dice el sacerdote? “Confiesa y ponte de rodillas. Él la envía a comulgar inmediatamente. Charles de Foucauld comprende desde ese momento que su vida tendrá que ser enteramente con Jesús, desde el principio y hasta el final.

Habrá etapas, como en toda vida, donde la fe deberá crecer y purificarse.

Primero comprende que seguir a Jesús significará seguirlo casi físicamente. Ingresó en la Abadía de Notre-Dame-des-Neiges, en Ardèche. Se dice que la vida de los cistercienses es la más cercana a la de Jesús por su austeridad, el silencio, el lugar dado a la oración, la pobreza.

Pero eso no es suficiente para él. Por eso va a ir a Tierra Santa: quiere vivir donde vivió Jesús. Es un paso más en su vida.

Entonces comprenderá que seguir a Jesús e imitarlo no está ligado sólo a un contexto geográfico, que uno puede encontrarlo en cualquier parte. Elige ir al encuentro de Jesús entre los más abandonados, los más pobres y los más desconocidos de todos. Así se encuentra en el Sahara.

¿Qué opina de la idea de que Charles de Foucauld fuera un colonizador o un agente al servicio de las operaciones militares francesas?

Basta leer su vida para ver que amaba demasiado a los musulmanes para comportarse como un colonialista. Pero hay que leer su vida e interpretar sus escritos en la cultura de su tiempo. La cultura unánimemente compartida de su tiempo es que Europa es un continente civilizado que debe llevar la civilización a los países subdesarrollados.

Sin embargo, podemos decir que se distinguió del comportamiento de los administradores militares o civiles. Su acción se dio a nivel cultural, a través del trabajo que hizo sobre la lengua local. O en el trabajo del apostolado, centrado esencialmente en la presencia, el testimonio, la acogida. Porque en cada hombre y en cada mujer encontró a Cristo.

¿Qué relación tenía con el pueblo tuareg?

Simplemente vivía con sus vecinos. Mantuvo relaciones fraternales y amistosas con ellos. Los vio rezar y supieron que estaba de rodillas en su pequeño oratorio, que también él rezaba.

Se definirá como misionero, pero es un misionero que no va a predicar de palabra. Predicará con el ejemplo, con su caridad y su capacidad de hospitalidad.

Ya había conocido musulmanes en el pasado durante su estancia en Marruecos. Su fidelidad a la oración, renovada siete veces al día, lo marcó profundamente. A ellos les debe esta apertura del corazón a un más allá, a una trascendencia.

Se definirá como misionero, pero es un misionero que no va a predicar de palabra. Predicará con el ejemplo, con su caridad y su capacidad de hospitalidad.

Los musulmanes lo tienen en tal consideración que incluso lo llaman “el morabito”. Cuando está gravemente enfermo, son ellos quienes lo salvarán.

¿Había un profetismo en la vocación de Charles de Foucauld? ¿Es su mensaje también un mensaje para Quebec?

Las canonizaciones tienen lugar en Roma. Esto significa que es secundario que Carlos de Foucauld sea francés: se convierte en santo para toda la Iglesia. Para la Iglesia universal, es el tesoro común; en el credo decimos que creemos en la comunión de los santos.

Vemos que practicó el diálogo interreligioso antes de que existiera. Cómo ? A través del diálogo concreto en la vida cotidiana. En este informe, es el santo de al lado.

Es una gran lección la que nos deja Charles de Foucauld: querer conocer al otro para amarlo, y cuanto más lo amamos, más lo conocemos.

Y también, parece que Carlos de Foucauld es como el patrón celestial de los “entrantes”, es decir de los que, como él, han perdido la fe y redescubren a Cristo.

Su carrera estuvo marcada por los fracasos: la negativa de sus superiores a aceptar su llamado al radicalismo, el fracaso en fundar una comunidad religiosa. ¿Cómo han contribuido estas pruebas a transformarlo?

Tenía planes que no llegaron a buen término. Hay varios momentos, además, que han sido muy duros para él. Por ejemplo, en las antiguas reglas litúrgicas, un sacerdote no podía celebrar misa sin tener al menos un servidor. Por eso permaneció mucho tiempo sin celebrar Misa ni tener permiso para mantener la presencia del Santísimo Sacramento en el sagrario.

Era parte de su camino de purificación. En Roma, en la Basílica de San Pedro, se encuentra la estatua de la Piedad de Miguel Ángel. ¿Sabes lo que dijo Miguel Ángel? “La estatua ya estaba en el bloque de mármol, solo saqué lo que sobraba. »

La Piedad de Miguel Ángel. Foto: Juan M. Romero.

El santo que conocemos es el Carlos de Foucauld que ha sido podado, como hace el viticultor con sus viñas.

Esto es lo que le sucedió a él y lo que probablemente sucederá en la vida de cualquier hombre y cualquier mujer. Poco a poco llegan circunstancias especiales que nos hacen tener que renunciar a lo que no es imprescindible.

¿Por qué Charles de Foucauld se hizo tan popular, cuando vivía de una manera desconocida para todos en el desierto?

En su tiempo, escribimos mucho. Hoy llamamos. Charles de Foucauld escribió miles de cartas a sus amigos, a los miembros de su familia, a los soldados, a su obispo. Sus escritos han sido un medio de difusión precisamente de este carisma, porque es un carisma muy particular, fundado en el amor. Y el amor nunca pasará, nos dice la escritura.

El carisma de alguien es algo que ha recibido, no sólo para sí mismo, sino para compartirlo. Es lo que queda, después de que la persona ha desaparecido, y que puede ser experimentado por los demás. Son muy pocos los que viven donde vivió Charles de Foucauld en el Sahara, pero hay miles en el mundo que viven de su espiritualidad.

Charles de Foucauld tuvo un fuerte desafío para vivir el ascetismo. ¿Cómo podemos unirnos en nuestra vida ordinaria a esta forma radical de santidad?

Debemos ser santos en el ejercicio de nuestro deber de estado, en las circunstancias en que Dios nos ha puesto. Como hombre o mujer casado, célibe, religioso, monja, sacerdote, misionero. En el ejercicio de nuestra profesión, nuestras responsabilidades familiares, en medio de nuestros amigos e incluso en momentos de esparcimiento. Tenemos que ser santos en el mundo de hoy. Esta es la vocación de todo bautizado.

No debemos buscar imitar personalmente a Carlos de Foucauld que quiso pisar la tierra donde vivió Jesús. No tenemos que imitarlo literalmente, sino tratar de vivir con la misma actitud de corazón e inteligencia.

Los santos son santos para todas las edades. De lo contrario, si solo los miráramos en su contexto preciso, estarían anticuados, obsoletos. Ya no serían modelos a seguir.

Y los santos son modelos, pero también intercesores. En la comunión de los santos, oran con nosotros y por nosotros. No disfrutan egoístamente de la visión de Dios.

Foucauld mostró el camino, «hay que ir a la soledad para escuchar la voz de Dios»

Vázquez Borau: Foucauld mostró el camino, «hay que ir a la soledad para escuchar la voz de Dios»

La espiritualidad del desierto de Charles de Foucauld puede vivirse también en las condiciones urbanas contemporáneas.

La figura del Beato Charles de Foucauld (1858-1916), el místico que se convirtió entre los tuareg, nos recuerda la necesidad de la soledad y el silencio para poder escuchar la voz de Dios. Así lo plantea José Luiz Vázquez Borau en su libro, de reciente aparición, Charles de Foucauld: encontrar a Dios en el desierto (Digital Reasons).

-¿Por qué escribir ahora sobre este converso francés?

-Escribir sobre Foucauld es una deuda personal. Le conocí cuando tenía dieciséis años, gracias al libro de Jean-François Six Itinerario espiritual de Carlos de Foucauld  y a que, a los veinte años, se me encarnó en la persona del ermitaño de Montserrat, el padre Estanislao Llopart, que fue mi padre espiritual, del que retengo principalmente estas palabras: «Haz silencio».

José Luis Vázquez Borau es doctor en Filosofía y en Teología. Es presidente de RIES (Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas), presidente de honor del Instituto Emmanuel Mounier de Cataluña y fundador y animador de la Comunidad Ecuménica Horeb-Carlos de Foucauld.

-En su libro califica de «adolescencia desastrosa» la que vivió Foucauld. ¿Por qué?

-Una señora me decía que le gustaba mucho la vida de Foucauld, especialmente antes de su conversión. Como se puede leer en el libro, Foucauld, descendiente de noble familia, pierde la fe en su adolescencia y se desliza por el camino de la búsqueda de todo tipo de placeres, llegando esto al colmo cuando ya mayor de edad toma posesión de su herencia. 

-¿Cómo nació el atractivo que el islam ejerció sobre él?

-A los veinticuatro años decide explorar Marruecos, país conocido tan solo superficialmente por los europeos. Lo hará disfrazado de judío, acompañado de su guía, también judío, llamado Mardoqueo. Le impacta, a él, científico naturalista, la religiosidad de sus gentes, que, cinco veces al día, paran sus labores para adorar al Misericordioso, en un ambiente desértico que le favorece la interioridad.

-¿Qué le condujo a convertirse al cristianismo?

-A su vuelta a París, habiéndole concedido la medalla de oro de la Sociedad Francesa de Geografía,  está en una profunda crisis y quiere investigar sobre la religión. Pero la acogida de la familia de su prima, la Sra. de Bondy, y ver que ésta es inteligente y creyente, le sorprenden por dentro. Comienza a rezar en su interior: «Señor, si existes, haz que te conozca». Va a ver a un amigo de la familia, el sacerdote Huvelin, que conoce su trayectoria, para conversar de religión. Y éste le invita a confesarse de su pasado. Cosa que hace y después de comulgar dirá: «Después de conocer que existes, no puedo hacer otra cosa que vivir para Ti«.

-En el libro, usted detalla el proceso de su vida hasta encontrar su auténtica vocación…

-Su padre espiritual le dirá de hacer un viaje al país de Jesús, donde quedará marcado por Nazaret, lugar donde Jesús obrero vivió el mayor tiempo de su vida. A su vuelta ingresará en la Trapa, pidiendo ir a la más pobre en Akbès (Siria). Pasado los años, el Espíritu Santo lo llevará de nuevo a Nazaret, donde vivirá como un ermitaño recadero de las monjas clarisas de allí, hasta es invitado a ordenarse sacerdote. Luego le ofrecen ir hacia los más abandonados y a un lugar que él conoce donde no hay presencia cristiana: Marruecos. Pero como en este país no podían entrar los extranjeros, irá al oasis sahariano de Beni-Abbés (Argelia), que está en la frontera de ambos países, con la esperanza de poder entrar algún día. Años más tarde conocerá la existencia de una población más abandonada: los hombres azules del desierto, los Tuareg. Y allí encarnó su existencia hasta que fue asesinado.

-Fue su conversión radical a los hermanos…

-Se instala en un pequeño poblado, Tamanrasset, en la zona tuareg del Sahara. Y allí, como Jesús, vivirá su Nazaret: vida de relación amical y fraterna con todos. Allí enfermará gravemente y en medio de una tremenda sequía, sus amigos saldrán a buscar un poco de leche para alimentar a su santo ermitaño. Este hecho fue crucial para hacerse plenamente tuareg entre los tuareg.

-¿Cómo influyó el desierto en la espiritualidad de Foucauld?

-Foucauld, fruto de su experiencia nos dice: «Es necesario pasar por el desierto y permanecer en él para recibir la gracia de Dios: es en el desierto donde uno se vacía y se desprende de todo lo que no es Dios y donde se vacía completamente nuestro interior para dejar todo el sitio a Dios solo». Viviendo en Tamanrasset construyó una ermita en las fantásticas montañas del Hoggar, lugar donde hay menor gravedad del planeta tierra, como indicando que en medio de las tareas de la vida, hay que ir al desierto, a la soledad, para callar y poder escuchar la voz de Dios, que nos habla a través de los acontecimientos de la vida.

-¿Qué nos dice el ermitaño Foucauld a los cristianos urbanitas del siglo XXI?

-Que en el encuentro con el Señor, en el silencio de la oración, descubriremos nuestra vocación para vivir la fraternidad y la solidaridad humana. Hay que hacer silencio, porque en el silencio se alumbran grandes cosas.

¿Sigue siendo actual el testimonio de Carlos de Foucauld?

 31 dic 2020, 08:48  0 Comentarios

Xavier Gufflet es Hermano del Evangelio. Su congregación se inspira en la espiritualidad de Carlos de Foucauld, y nos presenta lo que constituye el corazón de la misma: el apego a Jesús y la lectura reiterada del Evangelio, que nos llaman al encuentro con comunidades humanas diferentes.

La posible canonización de Carlos de Foucauld ha suscitado recientemente algunas controversias. ¿Tiene aún algo que decirnos hoy Carlos de Foucauld?

Carlos de Foucauld puede enseñarnos muchas cosas, pero nada nuevo. Es su insistencia en Jesús y el Evangelio lo que es valioso para nosotros actualmente. Él le decía a Louis Massignon que leer una y otra vez el Evangelio debería ser como la gota que cae sobre una losa día tras día, que acaba dejando su huella. Una lectura regular y continua del Evangelio deja en nosotros la huella del espíritu del Evangelio.

Carlos de Foucauld se convirtió a los 28 años. ¿Podemos decir que consideraba a Jesús un amigo cercano?

Efectivamente, y este vínculo tan íntimo con Cristo es la fuente de toda su vida. El abad Huvelin le había enseñado a Jesús y él nos lo enseñó a nosotros, enseñándonos también el gusto de leer y meditar el Evangelio.

Sin embargo, incluso después de su conversión, su recorrido fue bastante caótico: primero pensó en ser trapense, después partió a Tierra Santa? ¿Le costó seguir a Cristo?

Yo no hablaría de un recorrido caótico. Creo más bien que necesitó una formación. Estuvo siete años en un monasterio trapense, después fue a Palestina donde permaneció tres años. Para él fueron dos etapas formativas en ámbitos diferentes. Ya ordenado sacerdote, en 1901, encontró su plenitud al volver a entrar en contacto con el mundo que lo marcó durante su exploración de Marruecos. Se instaló en Béni-Abbès, cerca de la frontera marroquí. Entre los tuaregs encontró un equilibrio. Los militares desplazados a Béni-Abbès, como también los tuaregs, dieron testimonio de su alegría y felicidad después de su largo periodo de preparación, primero en el monasterio trapense y después en Tierra Santa. Para él, cuestionar sus decisiones no era algo negativo, lo llamaba un «cambio de pista». Fue Dios el que le llamó al monasterio trapense y, después, a Palestina o al Sahara. Su relación con Dios le ayudaba a avanzar y cambiar.

Carlos de Foucauld vivió feliz entre los musulmanes. ¿Cómo se inscribe la figura de Jesús en este recorrido?

Por el carisma de fraternidad. Carlos de Foucauld meditó mucho el capítulo 25 del evangelio de Mateo sobre el juicio final. Para él, encontrarse con el otro es encontrarse con Jesús. No contraponía el tiempo que pasaba orando ante el Santísimo Sacramento con el tiempo durante el cual acogía a los que llamaban a su puerta. Esta disponibilidad y su mirada sobre Jesús y los hombres le daban una unidad de vida extraordinaria.

¿Por qué pasaba tanto tiempo en adoración delante del Santísimo Sacramento?

Fue Marie de Bondy quien le ayudó a entrar en esta espiritualidad. Pero cuando estuvo en la Trapa descubrió otra espiritualidad, marcada por los oficios comunitarios. En Béni-Abbès se levantaba muy pronto para poder estar durante mucho tiempo ante el Santísimo Sacramento antes de que la gente llamara a su puerta. Asimismo, a partir de 1904, cuando vivió entre los tuaregs, se levantaba pronto para celebrar la misa antes de recorrer los 30 o 40 km que hacía a diario en camello. Siempre conservó ese tiempo de soledad con Jesús. Solo dejó de levantarse temprano cuando ya no tuvo fuerzas. Pero él ya vivía lo que san Pablo nos pide: rezar siempre, y esta última época no se opone a las anteriores.

Usted es Hermano del Evangelio. ¿Ha aprendido a vivir el Evangelio con Carlos de Foucauld?

Sí; y no he acabado de aprender. Carlos de Foucauld nos ha enseñado el contacto con la gente y es lo que yo vivo donde me encuentro. Como nos pide el papa Francisco, hay que entrar en contacto con las «periferias», no tener solo un conocimiento teórico de las mismas. Para Carlos de Foucauld era necesario ir hacia los más alejados. Es lo que hizo en Marruecos y con los tuaregs.

Xavier Gufflet, Hermano del Evangelio. Entrevista realizada por Sophie de Villeneuve.

¿Sigue siendo actual el testimonio de Carlos de Foucauld?- Entrevista al hno. del Evangelio Xavier Gufflet

Xavier Gufflet es Hermano del Evangelio. Su congregación se inspira en la espiritualidad de Carlos de Foucauld, y nos presenta lo que constituye el corazón de la misma: el apego a Jesús y la lectura reiterada del Evangelio, que nos llaman al encuentro con comunidades humanas diferentes.

La posible canonización de Carlos de Foucauld ha suscitado recientemente algunas controversias. ¿Tiene aún algo que decirnos hoy Carlos de Foucauld?

Carlos de Foucauld puede enseñarnos muchas cosas, pero nada nuevo. Es su insistencia en Jesús y el Evangelio lo que es valioso para nosotros actualmente. Él le decía a Louis Massignon que leer una y otra vez el Evangelio debería ser como la gota que cae sobre una losa día tras día, que acaba dejando su huella. Una lectura regular y continua del Evangelio deja en nosotros la huella del espíritu del Evangelio.

Carlos de Foucauld se convirtió a los 28 años. ¿Podemos decir que consideraba a Jesús un amigo cercano?

Efectivamente, y este vínculo tan íntimo con Cristo es la fuente de toda su vida. El abad Huvelin le había enseñado a Jesús y él nos lo enseñó a nosotros, enseñándonos también el gusto de leer y meditar el Evangelio.

Sin embargo, incluso después de su conversión, su recorrido fue bastante caótico: primero pensó en ser trapense, después partió a Tierra Santa? ¿Le costó seguir a Cristo?

Yo no hablaría de un recorrido caótico. Creo más bien que necesitó una formación. Estuvo siete años en un monasterio trapense, después fue a Palestina donde permaneció tres años. Para él fueron dos etapas formativas en ámbitos diferentes. Ya ordenado sacerdote, en 1901, encontró su plenitud al volver a entrar en contacto con el mundo que lo marcó durante su exploración de Marruecos. Se instaló en Béni-Abbès, cerca de la frontera marroquí. Entre los tuaregs encontró un equilibrio. Los militares desplazados a Béni-Abbès, como también los tuaregs, dieron testimonio de su alegría y felicidad después de su largo periodo de preparación, primero en el monasterio trapense y después en Tierra Santa. Para él, cuestionar sus decisiones no era algo negativo, lo llamaba un «cambio de pista». Fue Dios el que le llamó al monasterio trapense y, después, a Palestina o al Sahara. Su relación con Dios le ayudaba a avanzar y cambiar.

Carlos de Foucauld vivió feliz entre los musulmanes. ¿Cómo se inscribe la figura de Jesús en este recorrido?

Por el carisma de fraternidad. Carlos de Foucauld meditó mucho el capítulo 25 del evangelio de Mateo sobre el juicio final. Para él, encontrarse con el otro es encontrarse con Jesús. No contraponía el tiempo que pasaba orando ante el Santísimo Sacramento con el tiempo durante el cual acogía a los que llamaban a su puerta. Esta disponibilidad y su mirada sobre Jesús y los hombres le daban una unidad de vida extraordinaria.

¿Por qué pasaba tanto tiempo en adoración delante del Santísimo Sacramento?

Fue Marie de Bondy quien le ayudó a entrar en esta espiritualidad. Pero cuando estuvo en la Trapa descubrió otra espiritualidad, marcada por los oficios comunitarios. En Béni-Abbès se levantaba muy pronto para poder estar durante mucho tiempo ante el Santísimo Sacramento antes de que la gente llamara a su puerta. Asimismo, a partir de 1904, cuando vivió entre los tuaregs, se levantaba pronto para celebrar la misa antes de recorrer los 30 o 40 km que hacía a diario en camello. Siempre conservó ese tiempo de soledad con Jesús. Solo dejó de levantarse temprano cuando ya no tuvo fuerzas. Pero él ya vivía lo que san Pablo nos pide: rezar siempre, y esta última época no se opone a las anteriores.

Usted es Hermano del Evangelio. ¿Ha aprendido a vivir el Evangelio con Carlos de Foucauld?

Sí; y no he acabado de aprender. Carlos de Foucauld nos ha enseñado el contacto con la gente y es lo que yo vivo donde me encuentro. Como nos pide el papa Francisco, hay que entrar en contacto con las «periferias», no tener solo un conocimiento teórico de las mismas. Para Carlos de Foucauld era necesario ir hacia los más alejados. Es lo que hizo en Marruecos y con los tuaregs.

Xavier Gufflet, Hermano del Evangelio. Entrevista realizada por Sophie de Villeneuve.

Carlos de Foucauld en «acoger y compartir»

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 CARLOS DE FOUCAULD
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Fechas importantes de su vida
15 septiembre 1858 Nacimiento de Charles de Foucauld en Estrasburgo (Francia).1864 Queda huérfano. Es adoptado por su abuelo, el coronel de Morlet.1870-1871 La familia deja Estrasburgo y se instala en Nancy28 avril 1872 Primera comunión y confirmación en la catedral de Nancy.1874 Pérdida de la fe. Se prepara para entrar en Saint-Cyr.1876-1881 Carrera militar: St Cyr, Saumur, Pont-à-Mousson, Argelia.1882-1886 Viaje a Marruecos, después al sur de Argelia y Túnez.Fin octobre1886 Regreso a París, conversión en la iglesia de St Augustin, seguido de un período de reflexión y una peregrinación a Tierra Santa.15 janvier 1890 Ingresa en la Trapa : 7 años como monje trapense.1897-1900 Estancia y vida de eremita en Nazaret y en Jerusalén1900-1901 Estancia en la abadía de Notre-Dame des Neiges para prepararse a su ordenación sacerdotal. Ordenado sacerdote en Viviers el 9 de junio de 1901.
28 octobre 1901 Llegada a Beni-Abbès (oeste de Argelia) y construcción de una Fraternidad.1904 Primeros contactos con los Tuaregs de Hoggar ( al sur de Argelia).11 août 190 Llegada al Hoggar e instalación en Tamanrasset.1909 et 1911 Corta estancia en Francia para consultar sobre su proyecto de fundar una cofradía de Hermanos y Hermanas del Sagrado Corazón de Jesús.1911 Estancia de cinco meses en la meseta del Assekrem.1913 Estancia de cuatro meses en Francia. Le acompaña Ouksem, un tuareg, a quien él quiere presentar algunas familias francesas.1915-1916 Amenazas y alertas en el Sahara.1er décembre 1916 Muerte de Charles de Foucauld en Tamanrasset.1929 Traslado de sus restos e inhumación en el cementerio de El-Golea.Misionero de los TuaregsEntre 1858 y 1916, transcurrió la vida de Charles Eugene de Foucauld. Nació en Estrasburgo, de origen aristocrático, heredó el título de vizconde de Foucauld. A los 6 años quedó huérfano de padre y madre. Fue militar, exploró Marruecos y ganó la medalla de oro de la Sociedad Geográfica Francesa.A los 28 años descubrió la fe cristiana y se consagró totalmente a ella. El momento central de su conversión tuvo lugar a finales del mes de octubre del año 1886 en la iglesia de San Agustín de París, de manos del padre Huvelkin, que será desde entonces su guía espiritual. Peregrina a Tierra Santa y vive otras experiencias que marcarán su vida.Se hace monje trapense y toma el nombre de hermano Marie-Alberic. Era el año 1890. Pronto, en 1897, es dispensado de sus votos y autorizado a seguir su propia vocación. Vuelve a tierra santa y durante cuatro años trabaja como criado de las clarisas de Nazaret. Escribe entonces gran parte de sus escritos espirituales.El 9 de junio de 1901 es ordenado sacerdote en Viviers (Francia) y decide partir al Sahara. Quería imitar la vida oculta de Jesús de Nazaret, viviendo en pobreza, contemplación y humildad y testimoniando fraternalmente el amor de Dios entre cristianos, judíos y musulmanes.A partir de 1904 empieza a conocer y a convivir con los tuaregs y se establece en Tamanrasset.Siempre vivió una intensa búsqueda de Dios y de servicio a los más desfavorecidos como amigo, ermitaño y misionero. Aprendió el idioma de los tuaregs para traducir los Evangelios y publicar un diccionario francés-tuaregs, y una selección de poesías tuaregs.Durante una escaramuza entre los nómadas del desierto en levantamiento contra los franceses, la muerte le llegó de manos de uno de los vigilantes tuaregs senusitas.El 1 de diciembre de 1916 una bala segó su vida. Foucauld estaba en oración ante el Santísimo Sacramento y junto a su cuerpo muerto, cayó también la custodia que contenía al Señor Sacramentado.
BEATIFICACION
El 13 de noviembre 2005 tuvo lugar en la Basílica Vaticana la beatificación de Carlos de Foucauld en presencia de miles de peregrinos. En primera fila de ellos, una decena de tuaregs vestidos con sus habituales túnicas azules y tocados con sus blancos turbantes. El Papa Benedicto XVI dijo al saludar a los peregrinos: “A través de su vida contemplativa y oculta de Nazaret, volvió a encontrar la verdad de la humanidad de Jesús, invitándonos a contemplar el misterio de la Encarnación; en ese lugar, aprendió mucho sobre el Señor al que quería seguir con humildad y pobreza. Descubrió que Jesús, venido para unirse a nosotros en nuestra humanidad, nos invita a la fraternidad universal que vivió más tarde en el Sahara, al amor del que Cristo nos dio ejemplo. Como sacerdote, puso la Eucaristía y el Evangelio en el centro de su existencia, las dos mesas de la Palabra y del Pan, fuente de vida cristiana y de la misión”.El cardenal Saraiva que presidió la celebración dijo en la homilía: “Ha tenido una influencia notable en la espiritualidad del siglo XX y sigue siendo, a comienzos del tercer milenio, una fecunda referencia, una invitación a un estilo de vida radicalmente evangélico, y esto más allá de los que pertenecen a los diferentes grupos que forman su familia espiritual, numerosa y diversificada. Acoger el Evangelio en toda su sencillez, evangelizar sin querer imponer, dar testimonio de Jesús respetando otras experiencias religiosas, reafirmar el principio de la caridad vivida en la fraternidad, éstos son solamente algunos de los aspectos más importantes de su preciosa herencia”.
ENTREVISTA
El prior general de los Hermanos de Jesús, que son 235 y están presentes en cuatro continentes, ha concedido una entrevista a Vida Nueva (nº 2494), en la que entre otras cosas dice, hablando de la espiritualidad de Carlos de Foucauld:- “Al principio, él pensaba que, si
quería seguir a Jesús, lo normal era irse del mundo, a un monasterio, y cuanto más pobre, mejor. Por eso entra en la Trapa. Pero, poco a poco, a la luz de Nazaret, va descubriendo que si quiere seguir a Jesús y buscar el rostro de Dios, no puede ponerse detrás del mundo, sino “ir a Nazaret”, donde está la gente. Me parece uno de los puntos clave de su vida y su espiritualidad: no apartarse, sino acercarse.- “Va al desierto, no por la soledad,
sino porque allí hay gente perdida, para estar con ella. Creo que hoy sería cualquier tipo de personas un poco despreciadas, abandonadas, dejadas de lado…(a las que hoy dedicaría su tiempo y su vida)- Hay un texto muy bonito de Carlos
de Foucauld, escrito en 1912, en el que se pregunta por los medios para ser un buen apóstol, y dice que hay que buscar los mejores medios con cualquier persona que se presente, sin excepción: la bondad, la ternura, la atención fraterna, el ejemplo de la virtud, la humildad, la dulzura… A algunos no les vas a hablar nunca de Dios ni de la religión; a otros –quizás porque él vivía con musulmanes– les hablarás de valores humanos que todos tenemos en común; a otros, hablando de Dios en la medida en que ellos pueden llevarlo dentro; a otros, que buscan la verdad a través del estudio de la religión, poniéndole en relación con un sacerdote que les pueda ayudar… sobre todo, con todos, ver en cada ser humano a un hermano, dice en esa carta. Y dejar de lado el espíritu militante, porque nos hace ver enemigos donde quizá sólo hay gente caída en manos de bandidos y necesitada de un buen samaritano.Con motivo de la beatificación, el Vicario general de la diócesis de Getafe, José María Avendaño, ha escrito sobre Carlos de Foucauld: “La humanidad de Carlos de Foucauld nos aviva el rescoldo de nuestra alma para articular la acogida, la escucha y el diálogo interreligioso. Disponer los oídos del corazón a la “escucha del sufrimiento del mundo”.Así se expresaba desde su encarnación con el pueblo de Beni-Abbés: “Quiero acostumbrar a todos los habitantes cristianos, musulmanes, judíos o idólatras a mirarme como su hermano, el hermano universal. Comienzan a llamar a esta casa “la fraternidad”, (al jaoua en árabe), y me resulta muy amable”.Instala en la “fraternidad” un cuarto para viajeros pobres. “Los pobres tienen aquí un amigo, y no solo los pobres, sino todos los hombres… todos los días hay huéspedes, a quienes hay que dar de cenar, cama y almuerzo. Esto no ha estado nunca vacío… Tengo entre sesenta y cien visitas diarias”.El predicaba el diálogo entre las religiones y hoy representa un puente entre las culturas cristiana y musulmana. Somos conscientes de que la verdad de Dios en Jesucristo nos anima a considerar a las demás religiones como instrumentos de salvación de Dios para esos hombres y mujeres.… Carlos de Foucauld supo encarnar: que la misión es una forma de vida, no una estrategia; que ese modo de vivir es consecuencia de la experiencia cristiana de Dios y cómo esa experiencia, si es auténtica, nos guía y acompaña a servir a nuestro prójimo custodiando la vida de nuestros hermanos y hermanas más débiles
SOBRE SU “DIRECTORIO”
Los Consejos evangélicos o Directorio son el comentario de los Estatutos redactados por Foucauld en 1909 y provienen de las Constituciones escritas entre 1899 y 1901 para la comunidad religiosa que pensaba fundar, y que solo se hizo realidad después de su muerte.Es un texto para orientar el “espíritu”. Algunos fragmentos
SOBRE LA FE
Tanto amó Dios al mundo que le dio su Unigénito Hijo para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga la vida eterna.El que cree en Él no se condena, pero el que no cree ya está condenado, porque no cree en el nombre del Hijo de Dios.
El que cree en el que me envió tiene la vida eterna y no es juzgado porque pasó de la muerte a la vida.Yo he venido como luz al mundo, para que todo el que crea en mí no permanezca en tinieblas.En verdad os digo: el que cree en mí posee la vida eterna. El que cree en mí, ríos de agua viva correrán de su seno.El que no recibe mis palabras tiene por juez la palabra misma que he anunciado, ella le juzgará en el último día.El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. Que no se turbe vuestro corazón. Creed en Dios y creed en mi.¿Por qué teméis, hombres de poca fe?
Si tenéis fe, sin vacilación alguna, y decís a esa montaña: apártate y arrójate al mar, así se hará; y todo lo que pidáis con fe en la oración, lo obtendréis.
SOBRE LA ORACIÓN
Velad y orad en todo tiempo.Allí donde haya dos o tres personas reunidas en mi nombre, yo estaré en medio de ellas.Todo lo que pidáis en mi nombre os lo daré.Si dos de vosotros se conciertan, lo que pidan les será concedido.No habléis mucho al orar, porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis.
Buscad el reino de Dios y su justicia, y el resto se os dará por añadidura.Pedid y se os dará; buscad y encontraréis; llamad y se os abrirá. Si vosotros que sois malos sabéis dar buenas cosas a vuestros hijos, ¿cómo vuestro Padre celestial no dará el buen espíritu a los que se lo piden?
Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga a nos tu reino. Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. El pan nuestro de cada día dánosle hoy y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores y no nos pongas en tentación, mas líbranos del mal.María estaba sentada a los pies de Jesús escuchando su palabra. Ella escogió la mejor parte. Una sola cosa es necesaria.
Habiéndose levantado al amanecer, salió y marchó a un lugar desierto en el que oraba.Subió a una montaña para orar y en ella pasó toda la noche en oración.
Padre, glorifica tu nombre.
Os pido, no por el mundo, sino por los que yo envío, y os pido también por todos los que creerán por ellos.
Que sean todos uno, para que todo el mundo crea.
Se prosternó con el rostro en tierra, orando.
Marchó de nuevo y oró por tercera vez, diciendo las mismas palabras.
Habiendo entrado en agonía redoblaba su oración.
Padre mío, si quieres, aleja de mí este cáliz; pero no mi voluntad, sino la vuestra.
Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.
Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.
SOBRE LA ESPERANZA
El que venga a mi no será rechazado
Es voluntad de mi Padre que ninguno de estos pequeños perezca.
No he venido a amar a los justos, sino a los pecadores.Muchos de los primeros serán los últimos, y muchos de los últimos serán los primeros.
Vuestro Padre celestial es misericordioso. Tened confianza. Que vuestro corazón no se turbe; creed en Dios y creed en mí.
Padre mío, quiero que donde yo esté también estén ellos, para que vean mi gloria.No temáis, pequeño rebaño, ha complacido a vuestro Padre daros un reino.
El que cree en mí vivirá eternamente.
El que pierde su vida por mí, la recobrará.Bienaventurados los pobres de espíritu.
Bienaventurados los mansos.
Bienaventurados los que lloran.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia.
Bienaventurados los misericordiosos
Bienaventurados los corazones puros.
Bienaventurados los pacíficos.
Bienaventurados los que padecen persecución por la justicia.No juzguéis y no seréis juzgados.
Dad y se os dará. Se os medirá con la misma medida que hayáis aplicado a los otros. Perdonad y seréis perdonados.Venid, benditos de mi Padre. Estuve desnudo, enfermo, hambriento, errante, y tuvisteis cuidado de mí.Hay muchas moradas en la casa de mi Padre; yo os voy a preparar el lugar.
Os llevaré conmigo, y donde yo esté estaréis también vosotros.
ORACIÓN DEL ABANDONO
Padre mío, me pongo en tus manos;
Padre mío, me confío a ti;
Padre mío, me abandono a ti,
Haz de mi lo que quieras.
Sea lo que sea.
Lo acepto todo con tal que tu voluntad se cumpla en mi
y en todas tus criaturas.
No deseo nada más, Padre.
No deseo nada más.
Pongo mi alma en tus manos.
Te la doy, Dios mío,
Con todo el amor del que soy capaz,
Porque te amo.
Porque para mi amarte es darme,
Entregarme en tus manos sin medida,
Con infinita confianza,
Porque Tú eres mi Padre.

«Carlos de Foucauld fue un hombre siempre en búsqueda» – José Mari, hermano de Jesús

Josemari de la Piedad es uno de los tres Hermanos de Jesús presentes en Málaga. Así han recibido la noticia de la próxima canonización de Carlos de Foucauld.

Me llamo Josemari de la Piedad y pertenezco a los Hermanos de Jesús, congregación religiosa fundada en Francia en septiembre de 1933 (15 años después de la muerte de Carlos de Foucauld). Queremos ser una comunidad de hermanos (en pequeñas fraternidades); comunidad de trabajadores o jubilados ordinarios (trabajos sencillos…); reunidos por la fe en un Dios cercano; comunidad de orantes (en cada fraternidad hay un espacio para pasar momentos de silencio e intimidad ante la Eucaristía, saborear la Palabra, rezar juntos…) y en la alegría de una vida compartida con la gente sencilla. Estamos presentes en Málaga desde 1959. Actualmente estamos tres hermanos (un hermano mayor en una residencia de ancianos) y dos en la fraternidad del barrio del Nuevo San Andrés.

¿Cómo definiría a Carlos de Foucauld?

Un hombre siempre en búsqueda. Seducido y fascinado por la vida de Jesús en Nazaret. A lo largo de su vida buscará vivir en presencia de Jesús, sabrá encontrar los lugares donde Jesús está presente: la Eucaristía, el Evangelio y los pobres. Su presencia en el desierto del sur de Argelia estará marcada, más que por una búsqueda de soledad, por un estar cercano a los más alejados.

¿Cuál es la tarea que lleva a cabo en Málaga su congregación?

Nos gusta definirnos como “contemplativos en el corazón del mundo”. Los pueblos, los barrios donde vivimos, nuestros lugares de trabajo son los cruces de los caminos a los que Jesús nos envía a ir para descubrirlo y para invitar a cojos, enfermos, dejados de lado, marginados a esa mesa de fraternidad que Dios nos ofrece. Sí, descubrir la presencia de Dios en medio de la vida y celebrarla y alegrarse y compartir este descubrimiento. En medio de esta vida, Carlos de Foucauld nos invita a “Gritar el Evangelio con toda nuestra vida”

¿Qué aporta la espiritualidad de Carlos de Foucauld, su legado, a la realidad concreta de Málaga?

Nos invita a descubrir que nuestras vidas de familia, de trabajo, de amistad, de solidaridades compartidas es un lugar privilegiado para encontrarnos con Jesús “Nuestro bien amado hermano y Señor”. Recordarnos que nuestras vidas rutinarias están habitadas por la presencia de Jesús.

¿Cómo recibe la noticia del avance de su proceso de canonización?

Bueno, es una gozada… que la Iglesia nos diga que la vida de este hombre tan discreta, perdida en puro amor en tierras lejanas tiene sabor y gusto a Evangelio nos anima, a nosotros también, a vivir nuestra vida con pasión.

Josemari de la Piedad, Hermano de Jesús Publicado: 01/06/2020: 8918