
Todo empezó con un «Ven». O con muchos.
Ven a poblar nuestra soledad, decía el abandono
Ven a traer respuestas, pedía la inquietud.
Ven a sanar las heridas, clamaba la compasión.
Ven a tender puentes, proponían los abismos.
Ven a mostrarnos un camino, gritaba el extravío.
Ven a saciar nuestra hambre, rogaba la pobreza.
Ven a mostrarnos tu rostro, decía el amor.
Y Dios quiso venir.
Las llamadas desencadenaron una respuesta.
El silencio se abrió a la Palabra.
La Palabra se hizo carne.
La carne se volvió abrazo y en ese abrazo cabíamos todos.
En Belén, la soledad se encontró con el cariño.
La pregunta se convirtió en sabiduría.
Las heridas dejaron de doler.
Se trenzaron caminos en la niebla.
La mesa se dispuso para todos,
y Dios se hizo historia, con rostro de niño.
Hoy, mucho tiempo después, seguimos llamando: *Ven*.
Es el momento de recordar una respuesta que, desde entonces, es promesa cumplida.
Dios-con-nosotros. ¡Para siempre!
(José María R. Olaizola, SJ)

24.12.’24 NAVIDAD Jesús no vino a cambiar el mundo. Jesús vino a transformar la Humanidad. No la Humana genérica, Sino el Ser Humano concreto: Uno por uno Una por una. Y por eso la cruz. No de mortificación, Ni masoquismo Ni menos sadismo Sino por las dificultades del día a día. De las turbulencias interiores Del alejamiento de la Fuente. La cruz es UNIR, No separar. Y pide esfuerzo amoroso: Una teología del ego, Un ego integral o ser consciente de la Cualidad Humana Profunda. Y por estar los dos palos juntos, unidos, formando una cruz, que el ego gestiona, hay TOTALIDAD: ILUMINACIÓN CONSCIENCIA PLENA DESPERTAR CLARO RESURRECCIÓN MADUREZ INTEGRAL. La cruz es ESTRELLA, LUZ FARO: Natividad. Navidad. Nacimiento. Nación. Noción. Negación. NOTICIA.
UNA FORTA ABRAÇADA NADALENCA I ANYAL
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