
Carta de Albert Peyriguère, sacerdote seguidor de Charles de Foucauld, que vivió muchos años en Marruecos, que nos habla del bien que ofrece el desierto
Talence, 16 de octubre de 1926
«He recibido su cartita de Lourdes: me la han enviado de Ghardaia hacia aquí donde estoy obligado a tomar un poco de reposo.
Era casi fatal: salí muy cansado hacia el Sahara y en pleno verano: la sacudida fue muy dura y la prudencia me recomendaba replegarme momentáneamente.
Digo «momentáneamente», pues pienso poder volver al final de diciembre o a principios de enero.
He pasado allí los días más maravillosos de mi vida: fueron los más verdaderos y los más profundos. El buen Dios me ha hecho morder el fruto: guardo el áspero paladar.
Es tan bueno para el alma el desierto: uno se siente tan cerca de Dios, tan cerca de Dios solo, y, por tanto, tan libre, verdadero, libre de esclavitudes y fingimientos.
Ya os he dicho que en el umbral del desierto, uno deja todas las ataduras que no hacen sino estorbar y dispersar la pobre alma. Sólo lleva aquellas afecciones profundas en las que el corazón, deshecho de todos los demás fardos, se entrega más enteramente. Necesito deciros que su recuerdo fue de aquellos que quedaron más sólidamente agarrados a mi alma: he orado mucho por usted y por los vuestros.
Orad algo por mí: que Dios no me juzgue indigno de la gran vocación que me ha concedido. «
Albert Peyriguère, Siguiendo los caminos de Dios, Barcelona: Ed. Nueva tierra, 1967, p. 126-127.

Gracias
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Es muy buen e intresante. El tema te ayuda arefelxionar y profundizar el el camino elgido.
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