«EL  POR QUÉ AMAMOS AL PADRE DE FOUCAULD» Madeleine Delbrêl

Madeleine Delbrel falleció el 24 de octubre de 1964.  Había nacido en 1904. En el “Boletín trimestral de las Amistades de Carlos de Foucauld”, hay un artículo muy interesante sobre este aniversario. Henos aquí algunos extractos, traducidos del francés:

“Asistencia social, poeta y mística, Madeleine Delbrel vivió en Ivry-sur-Seine (barriada  parisina, Francia), barriada marxista, tierra de misión, como ella llamaba a Ivry en uno de los títulos de su libro. Ella testifica sin ruido, con algunas compañeras, de su fe cristiana y de su fidelidad a la Iglesia. Con su equipo, lee y relee los escritos de Carlos de Foucauld que están ya publicados, y redacta en noviembre de 1946 un artículo para una revista de los PP. Dominicos”

 He aquí algunos párrafos de ese artículo:

«EL  POR QUÉ AMAMOS AL PADRE DE FOUCAULD

La considerable influencia que el “hombre del desierto” tuvo sobre nuestro tiempo entrenó un buen número de vocaciones contemporáneas. La amplia síntesis que representa su vida explica  por qué  vidas tan dispares pueden reclamarse de él. ¡Por sí mismo él es la reunión de tantos contrastes!

Necesidad incoercible de oración delante de Dios; don sin medida a todo ser que lo solicita. Imitación cándida de la vida en Cristo en Palestina, de sus gestos, de sus actos; conocimiento de su ambiente y adaptación a él.

Amor apasionado del prójimo más próximo; amor fiel a cada instante por la humanidad entera.

Una reconstitución tan tierna de la casa de Nazaret alrededor de una hostia expuesta; ‘recorridos de amistad’ por las pistas saharianas.

Obstinación heroica en una vocación diseñada con dureza; comprensión y preparación de la vocación del otro.

Dedicación al trabajo manual; perseverancia incansable en un trabajo de erudición.

Deseo incesante de una familia espiritual; vocación divina a una soledad de la que la muerte será su culminación.

¡Cómo sorprenderse que tantos que actualmente se entregan a Dios reconozcan su llamada y encuentren su modelo en estos cruces de gracias que fue su vida, cualquiera que sea el modelo de este don.

Del Padre de Foucauld hemos aprendido que, si para darse al mundo entero hay que aceptar de romper tantas amarras para dejarse “llevar”, no es necesario que este dejarse llevar esté contenido entre los muros de un monasterio. Puede hacerse marcando una clausura con piedras secas sobre la arena; puede hacerse en una caravana africana; puede realizarse en una de nuestras casas, en uno de nuestros talleres, mientras se sube una escalera, en un autobús; este dejarse llevar lo encontramos aceptando la estrechez, la incesante clausura del amor del prójimo más cercano. Dar a cada uno de los que nos acercamos la totalidad de una caridad perfecta, dejándose encadenar por esta dependencia constante y devoradora, vivir de forma natural el Sermón de la montaña, eso es dejarse llevar, la puerta estrecha que desemboca en la caridad universal.

Nos ha enseñado a estar perfectamente contentos de ocupar un lugar en este cruce de vida, dispuestos a amar a quienquiera que pase y a través de él todo aquello que, en el mundo, está sufriendo, perdido o en tinieblas. Él nos ha explicado que en su magnífica gratuidad reside la soberana eficiencia y que consentir en no ver nada de lo que hacemos, sino a amar de igual forma y para siempre, es el mejor camino para salvar a alguien, en cualquier lugar de la tierra”

Boletín trimestral de las Amistades de Carlos de Foucauld  Nº 153-154, 2004.

 

La humildad de Carlos de Foucauld y el misterio de Nazaret

BŁ. KAROL DE FOUCAULD

EAST NEWS

Jose Luis Vázquez Borau – 

La ciudad donde Jesús creció no es sólo preparación, sino ya salvación cuando Dios asume por amor compartir la pobreza con sus hijos

De entre los muchos aspectos que se podrían resaltar de Carlos de Foucauld, uno me parece esencial para la Iglesia de hoy: NAZARET.

La Gran Iglesia no crecerá si ignora que sus raíces están escondidas en la atmósfera de Nazaret.

Será Carlos de Foucauld quien, en busca del “último lugar”, durante su peregrinación a Tierra Santa, descubrió Nazaret, y fue el lugar que más le llamó la atención:

“No se sintió llamado a caminar siguiendo a Jesús en su vida pública. Es Nazaret lo que le hiere en el fondo de su corazón ”.

M. Carrouges, Charles de Foucauld, explorateur mystique, Cerf, Paris 1958, 93

Imágenes poco conocidas de Charles de Foucauld que hablan de la espiritualidad del desiertoGalería fotográfica

El último lugar

Quería seguir a Jesús silencioso, pobre y trabajador. Quería cumplir al pie de la letra la palabra de Jesús:

“Cuando te inviten, ve y ponte en el último lugar”. Lucas 14, 10

Sabía que Jesús mismo había dado la explicación de esta palabra viviéndola primero; sabía que, incluso antes de su muerte en la cruz, desnudo y sin nada, Jesús había elegido el último lugar en Nazaret.

Trabajo saludable

Carlos de Foucauld encontró su Nazaret primero en la Trapa de “Nuestra Señora de las Nieves” (1890).

Luego, sólo seis meses después, en Siria, en una trapa aún más pobre, en “Nuestra Señora del Sagrado Corazón”. Es desde allí que escribió a su hermana:

“Hacemos trabajo campesino, trabajo infinitamente saludable para el alma durante el cual puedes rezar y meditar … ¡Entiendes tan bien lo que es un trozo de pan cuando conoces por experiencia el cansancio que se requiere para producirlo!“.

Ibíd., 106

Redescubrir la pobreza

Public Domain

Este proceso de Foucauld de trabajar con Jesús obrero y sumergirse en “Nazaret” sirvió de punto de partida para la idea y realidad de los “sacerdotes obreros”.

Para la Iglesia fue un redescubrimiento de la pobreza.

«La Nueva Alianza no comienza en el Templo, ni en el Monte Santo, sino en la casita de la Virgen, en la casa del trabajador, en uno de los lugares olvidados de la “Galilea de los paganos” de la que nadie esperaba nada. Solo a partir de ahí la Iglesia podrá reiniciarse y sanar. Nunca podrá dar la verdadera respuesta a la revuelta de nuestro siglo contra el poder de la riqueza si, en su seno, Nazaret no se convierte en una realidad vivida».

J. Ratzinguer, El Dios de los cristianos, Sígueme, Salamanca 1979, 72-74

Las 3 claves que mostraron a Carlos su camino

EAST NEWS

¿Cómo llega Carlos de Foucauld a descubrir que su camino de seguimiento consiste en la imitación de la vida de Jesús en Nazaret? Gracias a estos tres elementos:

1JESÚS ELIGIÓ SER EL ÚLTIMO

Por un lado, las palabras de Abbé Huvelin, que Carlos recordará toda su vida:

“Cristo ha elegido para sí el último puesto, de tal manera, que nadie se lo podrá arrebatar”. 

Esto hizo que Carlos viera a Jesús como un pobre y, más aún, como el último entre los pobres.

2EL MONJE HARAPIENTO

En segundo lugar, Foucauld tuvo una experiencia que lo marcó fuertemente. Visitó la abadía de Fontgombault y fue recibido por un monje vestido de manera sucia y con la ropa raída.

Ese encuentro, muy simple, le causó tal impresión que alimentó su deseo de imitar a Jesús en su condición de pobre obrero de Nazaret.

3VISITAR NAZARET

Y el acontecimiento definitivo fue la peregrinación a Tierra Santa que realizó por recomendación de Abbè Huvelin en 1888.

Y es que cuando Foucauld entró en la aldea de Nazaret se encontró con un lugar perdido y abandonado.

Ahí tomó plena conciencia de que Jesús, el Cristo, el Hijo de Dios, había vivido treinta años de vida, como todo el mundo, en el máximo ocultamiento, pasando prácticamente inadvertido.

Ahí tocó casi con la mano, el amor de Dios por nosotros, ya que el Hijo, había recorrido un camino de pequeñez y de desprendimiento radical, por nosotros y por nuestra salvación.

Desde ese momento no tuvo dudas de que su camino de seguimiento consistía en abrazar, como su Señor, el último lugar, imitando la vida de Nazaret, es decir, la de un pobre y humilde obrero.

Abandono escogido

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Ermitage du père Charles de Foucauld, dit «La Frégate», l’Assekrem, Tamanrasset, en Algérie.

P.RAZZO/CIRIC

El 13 de agosto de 1905, llega a Tamanrasset, donde vivirá hasta su muerte el 1 de diciembre de 1916.

Tamanrasset era un conjunto de veinte pobres cabañas en el corazón del macizo de Hoggar, a 1400 metros de altitud, en el oeste del Sáhara, al sur de Argelia.

Decide establecerse ahí, porque sabe que ningún tipo de ayuda llegará hasta ellos, y por lo mismo, son los más abandonados de todos.

Ahí aprenderá la lengua de los tuaregs y se dedicará a traducir el evangelio a este idioma, y a recopilar gran cantidad de poemas y textos propios de la cultura de este pueblo.

Es decir, se sumergirá en cuerpo y alma en el conocimiento y el servicio de estas poblaciones nómadas del África sudsahariana.

Nazaret es encarnación y ya salvación

Carlos se establece en Tamanrasset para hacerse uno de ellos, siguiendo a Jesús, a través del misterio de Nazaret.

Es un acto de redención, en cuanto es encarnación del Verbo, que asume nuestra humanidad plenamente, haciendo suya nuestra carne y todas sus vicisitudes, sin escatimar nada.

Como una semilla que cae en tierra, y es cubierta, pasando inadvertida, transformándose ella misma en tierra, muriendo, posibilitando así que brote una planta nueva.

Nazaret es Encarnación y, por lo mismo, es salvación, porque Dios salva asumiendo en sí todo lo que somos, incluido el pecado.

Nazaret no es preparación para la misión ni mera condición histórica, es ya cumplimiento de la misión del Hijo, y no sólo prolongación de la infancia y de Belén, es misterio del Jesús adulto.

“Si me persiguieron a mí, también os perseguirán a vosotros” (Jn 15,20)- Meditación de Carlos de Foucauld

“Si me persiguieron a mí, también los perseguirán a ustedes” (Jn 15,20)

Cuando seremos abandonados de los hombres, tentados por el diablo, cundo Dios se esconderá de nosotros, o sufrimos todos los dolores del cuerpo y del alma, demos gracias a Dios. En ese día “¡Alégrense y regocíjense!” (Lc 6.23) porque estamos caminando de la mano de Jesús (…).
Cuando recemos día y noche y sin embargo estemos en la oscuridad, el dolor, el sufrimiento amargo o cuando recemos por motivos que es necesario rezar y no somos escuchados…y el mal, el mal moral, el pecado, sigue inundando fuera y dentro de nosotros, demos gracias a Dios. En ese día “¡Alégrense y regocíjense!” (Lc 6.23) porque estamos caminando de la mano de Jesús.
Cuando seremos menospreciados por todos como el último de los hombres, cuando nos tiran piedras en sentido real o figurado o si los desconocidos nos ignoran y los que nos conocen juegan y nos desdeñan, si nos calumnian, nos desprecian, demos gracias a Dios. En ese día “¡Alégrense y regocíjense!” (Lc 6.23) porque estamos caminando de la mano de Jesús.
Cuando se burlarán de nosotros o nos llenen de injurias en la calle, si pasando cerca nos ponen en ridículo o dicen palabras ofensivas o groseras…, demos gracias a Dios. En ese día “¡Alégrense y regocíjense!” (Lc 6.23) porque estamos caminando de la mano de Jesús.

Beato Carlos de Foucauld (1858-1916)
ermitaño y misionero en el Sahara
Salmo 21 (Méditations sur les psaumes, Nouvelle Cité, 2002), trad. sc©evangelizo.org

TAMANRASSET

Carlos de Foucauld llegó a Tamanrasset el 13 de agosto de 1905, junto con Paul Embarek, un antiguo esclavo​ La instalación de Foucauld en Tamanrasset se habría facilitado merced a las relaciones existentes entre las autoridades coloniales francesas y la Kel Ahaggar, una confederación tuareg local, luego de la derrota de esta última en la batalla de Tit en 1902. Construyó una casa de piedra y tierra. Carlos adoptó como objetivo comprender mejor la cultura tuareg, e hizo de la redacción de un diccionario tuareg-francés una prioridad de su apostolado.Ayudó a las poblaciones con las que se encontraba y continuó con la distribución de medicamentos y alimentos que coadyuvaba a mantener la confianza mutua y, en sus propias palabras, «a demostrar que los cristianos los aman»​

El 25 de agosto de 1905, Moussa Ag Amastan obtuvo oficialmente de las autoridades francesas la investidura de amenokal del Ahaggar.​ Visitó en varias ocasiones a Carlos y le pidió consejo sobre la actitud a adoptar frente a las autoridades francesas. Carlos le aconsejó buscar el bien de su pueblo, así como desarrollar la instrucción y el derecho de la mujer. Paul Embarek, que lo acompañaba, mostraba por entonces un comportamiento poco ejemplar y Carlos terminó por despedirlo. Embarek decidió salir de Tamanrasset en mayo de 1906. Habiendo quedado solo, Carlos no pudo oficiar más la misa, que en esa época requería la asistencia de al menos una persona para poder celebrarse.​

Los estudios de Carlos le permitieron descubrir la complejidad oculta de la lengua y de la cultura tuareg.​ Al principio pensó que se trataba de una lengua muy simple, con un léxico tan pobre que convendría introducir «algunas palabras indispensables para expresar ideas religiosas». Pero muy pronto tomó conciencia de lo contrario. Y así, escribió a María de Bondy:»Aquí mi vida está dedicada sobre todo al estudio de la lengua tuareg. Es mucho más largo de lo que creía, ya que la lengua es muy diferente de lo que se sospechaba; se la creía muy pobre y muy simple; ella es, por el contrario, rica y menos simple de lo que se pensaba». Carta a María de Bondy, 20 de septiembre de 1908

Hizo venir durante el verano de 1906 a su amigo Adolphe de Calassanti Motylinski para que lo ayudara a concluir su diccionario tuareg-francés En septiembre de 1906, después de la partida de Motylinski, Carlos decidió retornar a Béni Abbès.​ Se propuso repartir su tiempo entre las dos regiones: tres meses en Béni Abbès, seis meses en Tamanrasset, y tres meses para viajar de un sitio a otro, pero acabaría por abandonar definitivamente Béni Abbès.

Su regreso a Tamanrasset reveló el fuerte compromiso de los tuaregs con él, lo cual recibió con alegría.​ Esa admiración por Carlos de Foucauld no significaba una conversión de los tuaregs al cristianismo, como indicó Dominique Casajus:Una mujer noble del Ahaggar, que tuvo un profundo reconocimiento al padre de Foucauld desde que salvó a sus cinco niños pequeños de la hambruna de 1907, dijo un día: «Cuán terrible es pensar que un hombre tan bueno irá al infierno a su muerte por no ser musulmán». Y reconoció que ella y muchas de sus compañeras oraban a Alá cada día para que el marabout se convirtiera en musulmánCasajus, 1997

Foucauld recibió a menudo a oficiales franceses, entre los cuales se cita al capitán Edouard Charlet, con quien tuvo intercambios muy fructíferos. Carlos percibía, sin embargo, que la atención que le demostraban constituía un obstáculo en su búsqueda del «último lugar».​

El 29 de noviembre de 1905, Carlos se encontró con monseñor Guérin en la Maison Carrée (El-Harrach) de los Padres Blancos y le pidió que enviara religiosos. Guérin se negó, alegando el ambiente difícil que reinaba en Francia, vinculado con la ley francesa de separación de la Iglesia y el Estado de 1905, la división de los franceses en relación con el caso Dreyfus y la primera crisis marroquí, que generó tensiones entre Alemania y Francia en relación con el estatus colonial de Marruecos.​ Sin embargo, monseñor Guérin aceptó en parte las solicitudes de Carlos de Foucauld, al autorizarlo a vivir, por primera vez, su regla de vida religiosa en compañía del hermano Michel Goyat. Recibió además la autorización excepcional de poder exponer el Santísimo Sacramento para la adoración eucarística cuando hubiera dos personas que realizaran el culto de adoración durante al menos tres horas.​

El 10 de diciembre, Carlos se dirigió de nuevo a Beni Abbès y se entrevistó con el general Lyautey.​ Después, Carlos y el hermano Michel partieron en dirección de In Salah, pero rápidamente la salud de hermano Michel se deterioró, pues no soportaba la austeridad y la penitenciaEntonces, interrumpieron su viaje durante un mes y Carlos estudió el tuareg con Ben-Messis, un letrado árabe.Trabajaron incansablemente. El 14 de marzo de 1907, Carlos supo de la muerte de su amigo Adolphe de Calassanti Motylinski.​

De julio de 1907 hasta la Navidad de 1908, Carlos reanudó su vida eremítica en Tamanrasset, recogiendo poesías tuaregs y trabajando más horas por día. Llegaría a recoger unos 6 000 versos. Sin embargo, Carlos siguió profundamente solo, sin recibir ningún correo durante más de seis meses. Ya no tenía la posibilidad de oficiar la misa, de custodiar la Eucaristía y, por lo tanto, de celebrar la adoración eucarística. Todavía no había conversos. A esas dificultades se sumaron otras, como la hambruna que golpeó el Ahaggar.

Carlos dudó de la eficacia de su misión, pero quiso permanecer con los más pobres. Reinaba el hambre y la miseria en Tamanrasset después de dos años sin lluvia, y Carlos compartió con los más carenciados todas sus reservas de alimentos.​ Pasó la Navidad sin poder celebrar la misa, mientras escribía: «Esta noche, sin misa, por primera vez, desde hace 21 años».​ En enero de 1908, enfermo, agotado y demacrado,​ Carlos no se pudo mover y creyó morir.​ Fue salvado por los tuaregs, quienes le dieron en plena hambruna leche de cabra. Este episodio marcó una segunda conversión en Carlos de Foucauld, al aceptarlo como un llamamiento a un mayor abandono espiritual en Dios.

Al saber que Carlos estaba enfermo, Laperrine le hizo llegar alimentos. El 31 de enero de 1908, monseñor Guérin le envió de Roma una carta procedente del papa Pío X que lo autorizaba por excepción a celebrar la misa sin fieles. Esta autorización le dio una gran alegría. Todos esos acontecimientos recientes, incluyendo el hecho de haber sido salvado por los tuaregs, cambiaron profundamente la forma de pensar de Carlos de Foucauld, quien no buscó más «convertir», sino «amar».»Estoy aquí, no para convertir de un golpe a los tuaregs, sino para tratar de comprenderlos y ayudarlos. Estoy convencido de que Dios en su bondad acogerá en el Cielo a quienes fueron buenos y justos, sin necesidad de que sean católicos romanos. Ud. es protestante, Teissre es incrédulo, los tuaregs son musulmanes, estoy persuadido de que Dios nos recibirá a todos si nos lo merecemos«.​Carlos de Foucauld al Dr. Dhauteville, de confesión protestante

Carlos reanudó su trabajo sobre la cultura y las lenguas tuaregs. Trabajaba hasta once horas por día dedicado a los trabajos lingüísticos, que lo absorberían hasta su muerte: redacción de un glosario, transcripción, traducción y comentario de poesías tuaregs.​ En esa época, el ejército construyó un nuevo fuerte a pocos kilómetros de Tamanrasset, llamado Fort-Motylinski. Carlos quiso fundar una asociación de laicos, y pidió la aprobación de Henri Huvelin y de monseñor Guérin para ir a Francia a desarrollar dicha asociación.​ El 28 de octubre de 1908, Carlos recibió el estímulo del padre Huvelin y decidió partir. El 16 de febrero de 1909 se embarcó en Argel para Francia​.

Fuente: Wikipedia

Este viernes 23 de abril serán beatificados en Guatemala 10 mártires – Entrevista a Mons. Rosolino Bianchetti, Obispo de Quiché, Guatemala, por Oswaldo Curuchich de la Comunidad Iesus Caritas

Este viernes 23 de abril serán beatificados en Guatemala 10 mártires, entre ellos tres
sacerdotes españoles Misioneros del Sagrado Corazón. En la segunda mitad del siglo
pasado, durante el conflicto armado interno, fueron martirizados muchos cristianos “en
odio a la fe”; los próximos beatos son solamente los representantes de ellos.
Compartimos esta entrevista que el Obispo de dicha diócesis nos ha concedido; él conoce
muy bien la espiritualidad de Carlos de Foucauld y es amigo de las Fraternitdades.
Monseñor: la Diócesis del Quiché que usted guía como pastor se prepara a un evento
trascendental que es la beatificación de 10 mártires reconocidos como tales por el Papa
Francisco. ¿Qué significa para la Iglesia de Guatemala y para el pueblo Quiché en
particular este acontecimiento?
En primer lugar significa que durante las décadas de los años 80’ y 90’ del siglo pasado, en
estas tierras de Quiché hubieron discípulos de Jesús que después de una vida entregada al
servicio del Reino de Dios, derramaron su sangre como testigos fieles del Señor.
Así mismo, su testimonio nos muestra los frutos de la obra de la evangelización en nuestras
comunidades, impregnadas todavía de la cultura y valores mayas. Es el reconocimiento de
que ya no solo hay semillas del Verbo.
La Iglesia de Guatemala, como en toda América Latina, es una iglesia misionera y se
caracteriza por el papel fundamental que realizan los laicos. El Papa Francisco en
varias ocasiones ha subrayado la necesidad para toda la Iglesia de ser evangelizadora:
¿Nos puede compartir algo acerca de su experiencia?
Desde los años 40’ siempre del siglo pasado, como en otros lugares del altiplano
guatemalteco, en Quiché se inició un trabajo intenso de evangelización por medio del
método y la espiritualidad de la Acción Católica; método que ha sido apropiado e
inculturado por las comunidades, tomando las características de un fuerte protagonismo de
los laicos. Desde la lectura de la Palabra de Dios y un empeño decisivo para llevar a la
realidad el proyecto de Jesús de Nazaret, las comunidades fueron creciendo en una
experiencia cristiana nunca vista en estas tierras. La vida y el testimonio de nuestros
mártires se caracterizó por sus obras de servicio y caridad, convencidos que el cristiano no
puede desentenderse de la realidad en la que vive. Lucha por su pueblo y con su pueblo,
bajo el signo del amor a Dios y a los hermanos. El seguidor de Cristo, se abre con
generosidad a las grandes necesidades del pueblo, lucha contra la pobreza y la injusticia.
Sabe unir fe y vida, sin separar la lucha por la igual dignidad humana de la confianza en
Dios. Si el Evangelio fue su camino, la fe los transformó en testigos. En aquel momento
histórico que les tocó en suerte, la misión de la Iglesia les ayudaba a entender la vida como
un tiempo de gracia que los impulsaba a vivir una tensión continua hacia la eternidad, sin
dejar de tener los pies en la tierra. De esta conciencia surgió su compromiso social: fueron
promotores de la justicia, constructores de la paz, artesanos del bien común, defensores
inclaudicables de la persona y sus derechos, amantes y defensores de la Madre Tierra,
heredada de sus antepasados.

Usted y Mons. Julio Cabrera, su predecesor, han entrado en contacto con la
espiritualidad del beato Charles de Foucauld que será canonizado probablemente
hacia finales de este año. ¿Nos puede decir algo al respecto?
La vida y el testimonio que ha dejado el Beato Charles de Foucauld, ha sido como el
horizonte que nos ha inspirado en nuestra misión al servicio del Reino de Dios en esta
Iglesia que camina en las tierras de Quiché. El espíritu de fraternidad, de condivisión con
los pobres y oprimidos que también ha caracterizado al Beato Carlos nos ha acompañado en
la vivencia con estos pueblos originarios. La mirada contemplativa a la vida de las personas,
las familias y comunidades, ha sido también un elemento que la espiritualidad del Hermano
Carlos nos ha regalado.
La última encíclica de Papa Francisco, Fratelli Tutti, sobre la fraternidad universal, es
un documento que lanza una invitación y también un desafío al mundo entero. Padre
de Foucauld es también llamado el Hermano Universal, y precisamente por eso el
Papa afirma que se ha inspirado también a él. ¿Cómo advierte el tema de la
fraternidad universal en su diócesis y en Guatemala?
Hay que reconocer el hecho que el conflicto armado nos ha heredado un tejido social
bastante lastimado por distintos factores: religiosos, sociales y políticos. La reconstrucción
del mismo tejido ha sido uno de los esfuerzos principales que como Iglesia hemos tratado de
llevar adelante, mediante una labor que propiciara la reconciliación y la promoción del
trabajo común en las comunidades de cara a un desarrollo integral para mejorar la calidad
de vida y las relaciones fraternas.
¿Desea compartir algo más en particular para terminar nuestra conversación?
El testimonio de nuestros mártires quiere ser un aporte a toda la Iglesia desde una vida
sencilla y humilde, puesta al servicio del Reino de Dios. Una vida sellada como la del
Maestro con su propia sangre; y también quieren inspirarnos para que conjuguemos fe y
vida en el seguimiento de Jesús de Nazaret.
Y por último estos son los nombres de los futuros beatos:
P. José María Gran Cirera, MSC, cuyo nombre lleva la causa de beatificación por ser el
primer mártir de este grupo, nacido en Barcelona, España, y asesinado a los 35 años.
Domingo del Barrio Batz, padre de familia, sacristán y compañero del P. José María, muerto
a los 29 años en la misma emboscada que el Padre.
Tomás Ramírez Caba, casado, sacristán mayor de Chajul, acribillado por la espalda en las
dependencias del templo a sus 46 años.
P. Faustino Villanueva, MSC, nacido en Navarra, España, asesinado en el despacho
parroquial de Joyabaj de un tiro en la cabeza, tenía 49 años.
Nicolás Castro, ministro extraordinario de la comunión, se jugó la vida varias veces
llevando la santa Eucaristía a su gente por las montañas; casado, baleado frente a su familia
a los 35 años.
Reyes Us Hernández, líder nato, promotor de la salud, emprendedor de obras en favor de la
comunidad y catequista. Asesinado el 21 de noviembre de 1980.

Juan Barrera Méndez, el niño que sabía leer y acompañaba a los catequistas para leer la
Biblia y enseñaba la historia sagrada a los de su edad mientras los catequistas cumplían su
misión; torturado y asesinado a los 12 años.
P. Juan Alonso, MSC, natural de Asturias, España, hombre fuerte, amante de lo más difícil,
con una vida de oración fuerte; fue torturado en dos ocasiones y continúo con su labor hasta
que lo asesinaron con disparos en la cabeza, tenía 47 años.
Don Rosalío Benito, de 80 años, uno de los primeros catequistas desde 1940; analfabeto,
aprendió de memoria todos los rezos de su tiempo y los enseñaba a la comunidad, así como
párrafos enteros de la Biblia; fue torturado y echado su cuerpo en un pozo.
Miguel Tiu, catequista fiel y que siempre decía la verdad, por ello fue perseguido, torturado
y asesinado a sus 50 años.

En una Iglesia humilde y pobre, el testimonio de la amistad

H. Charles de Foucauld (1858-1916) Este testimonio del obispo Pierre Gaudette, exdecano de la Facultad de Teología y exlíder nacional de las Fraternidades Jesús-Caritas, fue elaborado a petición del comité organizador del Coloquio Charles de Foucauld titulado «¡Una espiritualidad en movimiento!» con motivo del centenario de su muerte. Esta conferencia se lleva a cabo del 1 al 3 de diciembre de 2016 en Laval University, Quebec, Canadá. Se debe a la iniciativa de la profesora Elaine Champagne, titular de la Cátedra de Liderazgo en la Enseñanza de la Teología Espiritual y Espiritualidades en la Facultad de Teología y Ciencias Religiosas (FTSR) de la Universidad Laval.

Para más detalles sobre el Beato Carlos de Foucauld, beatificado el 13 de noviembre de 2005 por el Papa Benedicto XVI, vea la página que le dediqué en mis notas del curso sobre la historia de la espiritualidad. Véase también en el periódico La Croix un interesante artículo de Anne-Bénédicte Hoffner: «La herencia polifacética de Charles de Foucauld» el 1 de diciembre de 2016

En una Iglesia humilde y pobre, el testimonio de la amistad

El deseo de una Iglesia humilde y pobre

20 de febrero de 1959. Estoy en el segundo año de teología en el Grand Séminaire de Québec. Somos unos doscientos seminaristas y nos estamos preparando para mudarnos a un edificio nuevo en el corazón de la Cité Universitaire. Pertenecemos a una Iglesia rica y poderosa que ejerce su autoridad sobre todos los estratos de la población. Ser sacerdote es una profesión valorada que inspira respeto. Ese día, el padre René Voillaume, discípulo del padre de Foucauld y fundador de los Hermanitos de Jesús, está invitado a darnos una conferencia. Para muchos, incluido yo mismo, es un descubrimiento. Con calidez y convicción nos presenta la figura de Charles de Foucauld y nos introduce en una espiritualidad centrada enteramente en una relación íntima con Jesús adorado en la Eucaristía y encontrado en los pobres, una relación que provoca el despojo, la sencillez, el abandono, a la adoración, al amor fraternal. Su libro titulado En el corazón de las masas, rápidamente se convirtió en un éxito de ventas en el Seminario Mayor y tiñó la espiritualidad de varias generaciones de estudiantes.
Estas cartas dirigidas a los Hermanitos de Jesús abordan con sencillez y profundidad diferentes puntos de la vida espiritual desplegando las grandes intuiciones de Charles de Foucauld. Es fácil para un futuro sacerdote diocesano reconocerse cerca de estos hermanitos que no viven en una gran comunidad pero están comprometidos a llevar la vida de Nazaret, una vida de adoración y sencillez fraterna «en el corazón de las masas». Ya empieza a emerger la imagen de una Iglesia que no se complace en sus riquezas y su autoridad, pero que es humilde y discreta, ansiosa por convertirse en la servidora de una humanidad que a menudo está en desorden. Con todo el entusiasmo – y en ocasiones la dureza – de la juventud, denunciamos a los sacerdotes que buscan las «grandes» parroquias para tener mejores ingresos, criticamos los privilegios otorgados a los sacerdotes (descuentos del 10% en varios grandes almacenes, gratis en ciertos autobuses rutas, etc.), nos sentimos cada vez más incómodos con un disfraz (la sotana) que distingue a toda la población y que se percibe como un signo de poder. Y empapamos de los escritos espirituales del hermano Charles, extractos de los cuales se acaban de publicar.

Otoño de 1964. Me encuentro en Roma para estudiar teología moral. Es la efervescencia del Concilio que se encuentra en su tercer período de sesiones. Muchos trastornos ya han sacudido a la Iglesia, y están por ocurrir más. De las deliberaciones conciliares surge una nueva visión de la Iglesia y del sacerdote. Más que poder y dignidad, estamos hablando de servicio y pobreza.

En torno al obispo Helder Camara, los obispos se agrupan para promover la idea de una Iglesia humilde y pobre. Un hermano me presentó una fraternidad de lo que entonces se llamaba Unión Sacerdotal Jesús-Caritas. Los sacerdotes estudiantes de diversas nacionalidades se reúnen regularmente «por Jesús y el Evangelio» para revisar la vida a la luz del Evangelio y la espiritualidad de Charles de Foucauld. Mantienen sus reuniones con las Hermanitas de Jesús, una comunidad fundada por otro gran discípulo del Hermano Carlos, la Hermanita Magdalena de Jesús. Su proximidad a las Hermanitas matiza sus discusiones e influye en su visión de la Iglesia. Las hermanas encarnan admirablemente el ideal del hermano Carlos viviendo una vida de adoración y fraternidad en las zonas más desfavorecidas: barriadas de Roma, caravana de gitanos, circo ambulante, etc. Aparece entonces un nuevo rostro de la Iglesia, una Iglesia que quiere ser «sierva y pobre», una Iglesia que quiere acercarse a la miseria humana y signo del amor incondicional de Dios por los pequeños.

Un acontecimiento de mi vida iluminado por el hermano Carlos

En un momento de mi vida, esta visión de la Iglesia me llevó a tomar ciertas decisiones. En 1982, dejé un puesto directivo en la Universidad Laval. En años anteriores, se había hecho un inmenso esfuerzo en todo Quebec para dar cabida a un gran número de «balseros» que huían del régimen comunista. Pero los campos de refugiados continuaron llenándose en Asia, especialmente con jóvenes que no querían ser reclutados por el ejército invasor de Camboya o que veían su futuro bloqueado por todos lados debido a sus compromisos religiosos o de religión. los americanos. Un joven estudiante vietnamita matriculado en la Universidad buscaba patrocinadores para repatriar a su hermano que se hizo cargo en un barco noruego. Al mismo tiempo, un jesuita de Quebec había compilado una lista de alrededor de 100 soldados vietnamitas que el gobierno canadiense estaba dispuesto a aceptar como refugiados si se descubría que estaban patrocinados. Teniendo un poco más de tiempo disponible, decidí involucrarme en algunos grupos de patrocinio, luego, unos años más tarde, en una asociación enfocada en la recepción y apoyo a los refugiados: el Servicio de Recepción de Refugiados de Quebec. Así comenzó una larga historia de acompañamiento de refugiados, marcada por una acogida que debía ser incondicional y el desarrollo de profundos lazos de amistad que siguen siendo una gran riqueza para mí hoy. A lo largo de estos años, el testimonio de amistad del hermano Charles con los tuareg fue una fuente de inspiración

Un aspecto de la herencia del hermano Carlos: el testimonio de la amistad

El hermano Charles no quería teorizar sobre la evangelización o inventar un nuevo estilo de iglesia. Siguió a Jesús de manera radical y poco a poco se dejó llevar desde la soledad del claustro al corazón del desierto en total proximidad a los más pobres. Favoreció así el surgimiento de un nuevo estilo de evangelización enraizado en una relación íntima de amistad con Cristo y expresada en una acogida incondicional a todos y especialmente a los más pobres.

Esto es muy sorprendente en la evolución de su visión de su relación con los musulmanes. Ansioso por anunciarles el Evangelio, en 1903 escribió un breve catecismo titulado: El Evangelio presentado a los pobres del Sahara. Ante el fracaso de sus intentos de conversión, descubrió la necesidad de un primer acercamiento basado en la amistad fraterna. En 1916, año de su muerte, le escribió a René Bazin: «Debemos hacernos acoger a los musulmanes, convertirnos para ellos en el amigo seguro, al que acudimos cuando tenemos dudas o sufrimos, sobre el tema. Afecto, sabiduría y justicia de la que se cuenta absolutamente. Sólo cuando hayamos llegado allí podremos lograr hacer el bien a sus almas ”. Estas palabras encuentran su fuente en el profundo amor que siente por Jesús el Salvador; son la expresión del amor incondicional que siente por las personas que acuden a su ermita: tuaregs, oficiales o soldados franceses, creyentes o no creyentes. Este amor se desarrolla de una manera particular en un compartir cada vez más íntimo de la vida de los tuareg, en un esfuerzo por comprender su cultura que lleva a Charles a estudiar su idioma y a componer un diccionario francés tuareg, allanando así el camino para una verdadera inculturación de el Evangelio. En su hogar hay unidad entre el amor a Dios y el amor al prójimo de tal modo que se convierte en «hermanito universal» al arraigarse en una población muy concreta.

Una fuente de inspiración todavía hoy

El camino del hermano Carlos es un camino muy particular, concretamente inimitable, ya que lleva al extremo las posibilidades de la voluntad. Pero, es un viaje ejemplar que puede inspirar a cualquiera que quiera encontrarse con Jesús. Como hemos dicho, este camino tiene su origen en un apego inquebrantable a Cristo Jesús a quien Carlos quiere adorar en la Eucaristía llevando la vida muy sencilla de la Sagrada Familia en Nazaret. Y es el mismo Jesús quien lo arranca de esta visión excesivamente romántica y lo conduce a los pueblos más abandonados del Sahara. En su retiro preparatorio para la ordenación sacerdotal, percibió que estaba llamado a llevar la vida de Nazaret no en Tierra Santa en el Monte de las Bienaventuranzas o como capellán de las Clarisas en Jerusalén, sino “adonde iría Jesús; a la oveja más descarriada, al hermano más enfermo de Jesús, al más desamparado, al que tiene menos pastores, al […] más perdido. Primero a los infieles mahometanos y paganos de Marruecos y países limítrofes del norte de África. […] Así puedo glorificar más a Jesús, explica, amarlo, obedecerlo, imitarlo ”. (Cartas y cuadernos, Umbral. pag. 157-158). En este camino no hay discontinuidad, no hay ruptura: hay una profundización real de la experiencia de Nazaret. Se trata ahora de una intensa comunión con los sentimientos que eran los de Jesús y de adoptar su mirada compasiva del mundo. La intuición del retiro de ordenación se hará cada vez más clara y resumirá la dirección que dará Charles de su imitación de Jesús. Algunas frases explícitas dan testimonio de esto. De camino a Béni-Abbès, donde había una guarnición francesa, escribió durante un retiro en 1902: «Imitad a Jesús haciendo de la salvación de los hombres la obra de nuestra vida, que esta palabra Jesús Salvador expresa perfectamente lo que somos. ya que él significa perfectamente lo que es ”(Spiritual Works, p. 537). Esto es lo que le llevará a los tuareg ofreciéndoles simplemente este amor que extrae del corazón de Jesús-Caritas.

Una interpelación para toda la Iglesia

Esta amistad incondicional es invitada a vivir por toda la Iglesia en un mundo en el que ha sido despojada de muchos de sus privilegios y en el que a menudo se siente impotente. Este despojo es una gracia del Señor en cuanto lo devuelve a lo esencial, donde lo invita a redescubrir en la fe el sentido de su misión y abandono a los medios de salvación que el Señor le ofrece. De este modo, puede descubrir mejor que, como escribe Joseph Moinat, “la característica del servicio cristiano del hombre, como Jesús lo expresó solemnemente con el lavamiento de los pies de sus discípulos, es llevar en ayuda o en ayuda de el más pequeño, el más humilde, el más pobre, el más sufriente, el más abandonado, el más perseguido, pero también el más pecador, el más rebelde, el más hostil hacia nosotros, el más descarriado, de quien ha caído a lo más bajo de la escalera humana, de aquel en quien nadie se interesa, si uno se da cuenta, o de quien todos se apartan, a veces con disgusto. Actuar así, de hecho, es participar del misterio de la abatimiento del Verbo en la carne, de la compasión del Padre por los sufrimientos del Hijo colgado en la horca, de la venida del Consolador a las víctimas a quienes nadie visita. Sólo el amor de Dios, «el Amor que es Dios», permite a los hombres amar así; el cristiano que se dedica al servicio de los pequeños da testimonio y visibiliza el Amor que inspira el suyo; aquellos a quienes su ejemplo incite a actuar de la misma manera, experimentarán ser llevados allí por un amor que no tiene su fuente en ellos ”

Mgr Pierre Gaudette P.H.
Professeur associé à la Faculté de théologie et de
sciences religieuses de l’Université Laval (Québec)

31 octobre 2016

Le déset de Tamanrasset au Sahara en Algérie.

El desierto de Tamanrasset en el Sahara argelino.