CARLOS DE FOUCAULD ESCRIBE DE LA BIENAVENTURANZA DE LA POBREZA


¡Oh, mi Señor Jesús, he aquí esta divina pobreza! ¡Cuán
necesario es que me instruyáis! ¡Vos la habéis amado tanto!
Desde el Antiguo Testamento habéis mostrado por ella todas
vuestras complacencias… En vuestra vida mortal habéis hecho
de ella vuestra fiel compañera … La habéis dejado en herencia a
vuestros santos, a todos aquellos que quieren seguros, a todos
aquellos que quieren ser vuestros discípulos … La habéis
enseñado por los ejemplos de toda vuestra vida, la habéis
glorificado, beatificado, proclamada necesaria, por vuestras
palabras… Vos habéis escogido a vuestros padres entre pobres
obreros… Habéis nacido en una gruta sirviendo de establo;
habéis sido pobre en los trabajos de vuestra infancia; los
primeros que os adoraron fueron pastores … En vuestra
presentación en el templo se ofreció el don de los pobres… Habéis
vivido treinta años como un pobre obrero, en este Nazaret que yo
tengo la dicha de pisar, donde yo tengo la alegría indecible,
profunda, inexpresable, la bienaventuranza de recoger estiércol…
Después, durante vuestra vida pública, habéis vivido de limosna
en medio de pobres pescadores, que escogisteis como
compañeros… «Sin una piedra donde descansar la cabeza…» En
aquel tiempo, habéis dicho a Santa Teresa, que frecuentemente
habíais dormido al sereno, por falta de un techo bajo el cual
cobíjaros… Sobre el Calvario habéis estado despojados de
vuestros vestidos, y lo único que poseíais, los soldados se lo han
jugado entre ellos… Habéis muerto desnudo y habéis sido
enterrado de limosna por extraños… «¡Bienaventurados
los pobres!»
Mi Señor Jesús, ¡cuán presto se hará pobre aquel que
amándoos con todo su corazón, no podrá soportar ser
más rico que su Bienamado!… Mi Señor Jesús, ¡cuán presto se
hará pobre aquel que, pensando que todo lo que se
hace a uno de estos pequeños, os lo hace a Vos y que
todo lo que no se hace a ellos, se deja de hacer a Vos;
aliviará todas las miserias que halle en su camino!…
¡Cuán presto se hará pobre aquel que recibirá con fe
vuestras palabras: «Si quieres ser perfecto, vende lo que
tienes y dáselo a los pobres… ¡Bienaventurados los pobres, pues
cualquiera que haya dejado sus bienes por Mí recibirá aquí abajo
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el ciento por uno y en el cielo la vida eterna! … », y tantas otras.
Dios mío, yo no sé si es posible a ciertas almas veros
pobres y permanecer voluntariamente ricas; verse más
grandes que su Maestro, que su Bienamado, y no querer
parecerse a Vos en todo, aun en lo que depende de ellas,
y sobre todo en vuestras humillaciones; yo bien deseo
que ellas os amen, Dios mío, pero, sin embargo, yo creo
que falta alguna cosa a su amor y, en todo caso, yo no
puedo concebir el amor sin una necesidad, una necesidad imperiosa,
de conformidad, de parecido y sobre todo de participación, en
todas las penas, en las dificultades y en todas las durezas de la
vida… Ser rico a mis anchas, vivir cómodamente de mis bienes.
cuando Vos habéis sido pobre. sin dinero. viviendo
penosamente de un duro trabajo: Por mi parte, yo no puedo.
Dios mío… yo no puedo amar así..; «No conviene que el
servidor sea mayor que su Dueño, ni que la esposa sea rica
cuando el Esposo es pobre, cuando Él es voluntariamente
pobre, sobre todo porque Él es perfecto… Santa Teresa,
cansada de las instancias que la hacían para que aceptase
rentas para su monasterio de Ávila, estaba a veces
a punto de consentir, pero cuando volvía a su oratorio
y veía la Cruz, caía a sus pies y suplicaba a Jesús, desnudo
sobre esta Cruz, de hacerle la gracia de no tener
nunca rentas y ser tan pobre como Él… Yo no juzgo
a nadie, Dios mío; los demás son vuestros servidores y
mis hermanos, y yo debo amarlos, hacerles el bien y
orar por ellos; pero para mí me es imposible comprender el
amor, sin la busca de la semejanza y sin la necesidad de
participar todas las cruces…
Y, por otra parte, sus bienes son inmensos; el pobre
que no tiene nada, que no ama nada sobre la tierra,
¡tiene el alma bien libre’!… Todo le es igual: que se le
envíe aquí o allá poco le importa; no tiene ni quiere nada
en ninguna parte… Encuentra por todas partes a Aquel
de quien .solo espera todo, Dios, que le da siempre, si es
fiel, lo que es mejor para su alma… ¡Qué libertad la
suya! ¡Cuán ligero está su espíritu para subir al Cielo!
¡De qué manera nada entorpece a su alma! ¡Cómo sus
pensamientos, desligados de todos los lazos terrenos, vuelan
puros hacia el Cielo! ¡Cómo los pensamientos de las cosas
materiales, pequeñas o grandes (pues las pequeñas, aun las
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más pequeñas. turban tanto como las grandes), le molestan
poco en su oración!… ¡Todo esto no existe para él!…
«A esto es a lo que habéis llegado en la Santa Baume,
bendita Santa Magdalena: Esa voz que Jesús me ha
entregado para enseñarme la pobreza, yo la siento… La
pobreza completa, perfecta, que no es solamente «no tener
nada de más como posesión, ni en uso, que lo que
tenga un pobre obrero», como yo he hecho el voto y lo
pido a imitación de Jesús… Es más que esto la completa
pobreza, es la pobreza de espíritu que habéis proclamado
bienaventurada, mi señor Jesús, que hace que todo lo
material sea totalmente indiferente, que se rompa con
todo, lo mismo que Santa Magdalena en la Santa Baume; que no
deje ninguna, ninguna atadura y lo deje todo por Dios sólo. Dios
lo llena entonces y reina sólo; lo ocupa enteramente y le pone
por encima de Él, por Él, para Él, el amor de todos los hombres,
sus hijos. El corazón no conoce ni contiene más que estos dos
amores; el resto no existe para Él y vive sobre la tierra como si
no existiera, en continua contemplación de lo único necesario,
del solo Ser y en intercesión por aquellos que el corazón de Dios
quiere tanto amar…
Mi Señor Jesús, dignaos hacerme Vos mismo esta
meditación. Sois Vos el que habéis dicho: «No conviene que el
discípulo sea mayor que el Maestro… » Vos me ordenáis por esto
no estar por encima de Vos a los ojos de los hombres, en la vida
de este mundo… ¿Cómo será necesario que yo practique la
abyección?…
-Observa primeramente que después de haber dicho «el
discípulo no será mayor que el Maestro», Yo he añadido: «Pero
es perfecto si es semejante a su Maestro». Así, pues, no quiero
que estés por debajo de lo que yo he estado, no quiero tampoco
que seas inferior… Si existen excepciones, no es precisamente
para ti, a quien tantas veces te he dado por vocación mi perfecta
imitación, imítame, e imítame a Mí sólo… Procura, pues, ser a los
ojos del mundo lo que Yo era En mi vida de Nazaret, ni más ni
menos. Yo he sido pobre obrero, viviendo del trabajo de mis
manos; he pasado por ignorante e iletrado; tenía por padres,
prójimos, primos, amigos, a pobres obreros como Yo, artesanos
y pescadores; les hablaba de igual a igual; estaba vestido y
alojado como ellos, comía como ellos cuando estaba entre los
mismos … Como todos los pobres, estaba expuesto al desprecio,
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y es por lo que Yo, que no era a los ojos del mundo más
que el pobre «Nazareno», por lo que fui tan perseguido y
maltratado en mi vida pública, que cuando hablé la
primera vez en la sinagoga de Nazaret quisieron despeñarme;
que en Galilea se me llamaba Belcebú y en
Judea demonio y poseído; que se me trataba como impostor y
seductor y que se me hizo morir sobre el patíbulo entre dos
ladrones. Se me miraba como un vulgar ambicioso… Pasa por
esto que Yo he pasado, hijo mío; por ignorante, pobre, de
nacimiento vulgar; para que lo seas realmente, sin inteligencia
ni talento, ni virtud; busca en todo las ocupaciones más bajas;
cultiva, sin embargo, tu inteligencia en la medida en que tu
director espiritual te lo ordene; pero que esto sea a escondidas
e ignorado del mundo. Yo era infinitamente sabio, pero
se ignoraba; no temas instruirte, es beneficioso para tu
alma; instrúyete con celo para ser mejor, para conocerme
y amarme más, para conocer mejor mi voluntad y hacerla, y
también para parecerte a Mí, la Ciencia perfecta; sé muy
ignorante a los ojos de los hombres y muy sabio en la ciencia
divina al pie de mi Sagrario… Yo era humilde y desdeñado sin
medida; busca, pide las ocupaciones que te humillen más:
recoger estiércol, cavar la tierra, todo lo que exista de más bajo
y vulgar; cuanto más pequeño seas en este sentido más te
parecerás a Mí… ¿Que se te mira como loco? ¡Mejor!
Agradécelo infinito: a Mí se me trataba lo mismo; es un
parecido que Yo te doy… ¿Que te tiran piedras, que se
burlan de ti, que te dicen injurias en las calles? ¡Tanto
mejor! Agradécemelo; es una gracia infinita que te
hago, pues a Mí ¿no me hicieron otro tanto? ¡Cómo
debes considerarte dichoso si Yo te doy este parecido!
Pero no hagas nada para merecer este trato de excéntrico y
extraño; […]Haz todo lo que Yo habría hecho, todo lo que
hice; no hagas más que el bien, pero dedícate a los trabajos más
viles, los más humillantes; muéstrate en todo por tus vestidos,
tu alojamiento, tus cortesías obsequiosas y fraternas para con
los pequeños, al igual de los más humildes… Oculta con cuidado
todo lo que pueda elevarte a los ojos del prójimo…
[Escritos Espirituales de Carlos de Foucauld. Ermitaño
del Sahara- Apóstol de los Tuareg
(Madrid 1958) 82-87]

«Oscar Romero y los mártires de ayer y de hoy» – Piccoli Fratelli di Jesus Caritas

Oscar Romero y los mártires de ayer y de hoy

Categories: Espiritualidad1 Comentario

El pasado 28 de diciembre el Patriarca de la Iglesia Católica Armenia, Karekin II, en su carta encíclica, denunció el “genocidio contra el pueblo armenio” realizado por los turcos del imperio Otomano a partir del 1894 y tocando el fondo de la violencia entre el 1915 y 1916. Inicia con este caso la tremenda lista de genocidios y delitos contra la humanidad que ensangrentaron nuestro planeta durante todo el siglo XX. Actualmente, el reconocimiento oficial del martirio de Mons. Oscar Romero, después de un largo y delicado proceso, nos obliga a reflexionar sobre algunos temas que tocan la conciencia cristiana y no solo.

A propósito del genocidio de los armenios contamos también con el testimonio personal del hermano Marie-Alberic (hoy el Beato Carlos de Foucauld) que vivía entonces en el monasterio de Akbés (Siria): “Ha habido en toda Armenia, y también muy cerca de aquí, tremendos masacres; pero creo que nosotros realmente nunca estuvimos en peligro. Siendo europeos pasamos tranquilamente en medio de la tempestad, pero para los armenios fue terrible… Se habla de cienmil víctimas asesinadas tranquilamente, ejecuciones, ciudades y pueblos incendiados: los sobrevivientes son más desafortunados que los muertos, porque para ellos todo es miseria y despojo de todo; no tienen como defenderse, no hay dónde refugiarse y protegerse de este tremendo frío; no hay víveres, ningún tipo de medios, enemigos por todas partes, y nadie que ayude a esta pobre gente… Todo esto es muy doloroso” (carta a Marie de Bondy, 19-02-1896).

El hecho de la desaparición de la mitad y tal vez de dos tercios de la población armenia ha sido completamente retirado de parte del gobierno turco (de las escuelas y todas las instituciones) que aun hoy se opone a cualquier tipo de reconocimiento oficial de un acontecimiento que es parte constitutiva para la autocomprensión de los armenios como pueblo y como nación. Pero el próximo 23 de abril el Patriarca Karkin II reconocerá oficialmente como mártires a todas las víctimas y el 24 de abril será proclamada la jornada de la memoria… Querer ocultar, o incluso negar, un genocidio no sucede solo en Turquía sino casi en todos los paises que han vivido esas cosas. Es exactamente lo que está sucediendo en los países centroamericanos: El Salvador (de Oscar Romero) y Guatemala (de Juan Gerardi). Sabemos muy bien cómo en estos últimos años ha habido un plan escandaloso y homicida “desde lo alto” para hacer callar todo y negar el genocidio de las poblaciones indígenas durante la década de los 80s. Y todo par evitar que el ex dictador Rios Montt y quienes como él o con él paguen las consecuencias de sus propios actos.

A menudo, por estos lugares, nos da la impresión que sea muy fácil hablar de la “barbarie” de las poblaciones, que viven lejos de nosotros, que reconocer las propias culpas, las del pasado y las del presente. Pero no podemos olvidar que el siglo XX es “hijo” del Iluminismo, es decir el movimiento intelectual que abarcó todos las areas de la cultura europea y que exaltó a la razón poniendo al hombre al centro de sus reflexiones. In esa visión del mundo (o cosmología como prefieren algunos) el progreso de la historia coincidía con la liberación de todos los mitos del pasado y sobre todo de la religión, es decir liberarse de Dios. Las lineas que siguen son del profesor Clemente Sparaco que nos ayudan a profundizar nuestro tema: “En Europa, el continente de la razón y de la civilización, lo irracional triunfó y la cultura perdió. En Auschwitz (campo de exterminio creado por los Nazi) murieron la confianza y la auto exaltación del hombre, la fe en el progreso y en la historia. Por otro lado, el genocidio de los Judíos no puede ser interpretado como un puro y simple retorno de la barbarie al centro de una Europa que había alcanzado altos niveles de fineza cultural. La barbarie que retorna lo hace, de hecho, en las formas y en los modelos de la ciencia y de la técnica. El exterminio de los Judíos no ha sido fruto de una violencia ciega e impulsiva, sino fue calculado científicamente y experimentado con atención y lucidez.

oscar-romero

Volviendo al caso Romero, del que mucho se ha hablado y escrito, aunque no se ha dicho todo estando aun en vida varios de los protagonistas del conflicto cruento de los años 70-80s. Muchos se preguntan –y también lo hacía quien escribe– acerca del motivo o las causas que impedían el reconocimiento del martirio del Arzobispo de San Salvador asesinado mientras celebraba la Eucaristía. Creo haber obtenido una buena respuesta de parte del autor italiano Alberto Vitali que en su libro “Oscar Romero. Pastore di agnelli e lupi” (Pastor de ovejas y lobos) presenta ese tema complejo y delicado, más o menos en estos términos: cuando quienes persiguen a los cristianos son los “enemigos de la fe”, normalmente miembros de otras religiones, o personas que se inspiran a ideologías ateas, la Iglesia no duda un solo momento en declarar mártires de Cristo a sus propios miembros; pero cuando quien pronuncia la sentencia de muerte de un cristiano, de un obispo como Oscar Romero –y como Juan Gerardi– son los mismos que ocupan la primera fila durante las celebraciones de la Eucaristía o para el canto del Te Deum, las cosas se complican…y no poco. A este problema se refería también el gesuita y teólogo della liberación Jon Sobrino, sobreviviente del masacre de los Gesuitas de la UCA, cuando afirmaba que habría sido ridículo para algunas personas, hoy constituidas en autoridad, tener que ocupar las primeras filas, posiblemente en la basílica de San Pedro, y aplaudir a la beatificación de Aquel que durante su vida habían odiado y después eliminado físicamente.

El tema es amplio y las preguntas sobran, pero una cosa es cierta: el hombre alejándose de Dios ha perdido el sentido, no reconoce ya a la persona y tampoco que la vida es sagrada. Sea que hablemos de los Armenios, de los Judíos, de los pueblos latinoamericanos y africanos, y hoy de aquellos que viven en el Medio Oriente, nada sucede “en nombre de Dios”, sino al contrario todo puede suceder cuando se actúa como si Dios no existiera. Pero final de cuentas vencerá siempre la verdad.

Oswaldo Curuchich jc

Venerable: Hermanita Madeleine de Jesús

Juan Pablo I (Albino Luciani)
Juan Pablo I (Albino Luciani)

El Papa autoriza los decretos de nuevos beatos, entre ellos Juan Pablo I

El Santo Padre ha autorizado a la Congregación para las Causas de los Santos, promulgar el decreto sobre la curación milagrosa atribuida a la intercesión de Juan Pablo I, junto a la de la colombiana María Berenice Duque Hencker, dos mártires y otros Siervos de Dios.

Ciudad del Vaticano

El Papa Francisco ha recibido esta mañana en audiencia al Cardenal Marcello Semeraro, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, y ha autorizado a la Congregación a promulgar los Decretos relativos al milagro atribuido a la intercesión del Venerable Siervo de Dios Juan Pablo I (Albino Luciani), Sumo Pontífice; nacido el 17 de octubre de 1912 en Forno di Canale, (hoy Canale d’Agordo, Italia) y fallecido el 28 de septiembre de 1978 en el Palacio Apostólico (Estado de la Ciudad del Vaticano). Asimismo, ha autorizado el decreto del milagro atribuido a la intercesión de la Venerable Sierva de Dios María Berenice Duque Hencker (nacida Ana Julia), Fundadora de la Congregación de las Hermanitas de la Anunciación; nacida el 14 de agosto de 1898 en Salamina (Colombia) y fallecida el 25 de julio de 1993 en Medellín (Colombia).

Dos nuevos mártires

En el mismo decreto, el Papa ha autorizado reconocer el martirio de los Siervos de Dios Pedro Ortiz de Zárate, sacerdote diocesano, y Juan Antonio Solinas, sacerdote profeso de la Compañía de Jesús, asesinados por odio a la fe el 27 de octubre de 1683 en el Valle del Zenta (Argentina).

Virtudes heroicas de los Siervos de Dios

Además, el Santo Padre ha reconocido las virtudes heroicas del Siervo de Dios Diego Hernández González, sacerdote diocesano; nacido el 3 de enero de 1915 en Javalí Nuevo (España) y fallecido el 26 de enero de 1976 en Alicante (España); del Siervo de Dios Giuseppe Spoletini (en el siglo: Rocco Giocondo Pasquale), sacerdote profeso de la Orden de los Frailes  Menores; nacido el 16 de agosto de 1870 en Civitella (hoy Bellegra, Italia) y fallecido el 25 de marzo de 1951 en Roma (Italia); de la Sierva de Dios Magdeleine de Jésus (en el siglo: Élisabeth Marie Magdeleine Hutin), Fundadora de la Fraternidad de las Hermanitas de Jesús; nacida el 26 de abril de 1898 en París (Francia) y fallecida el 6 de noviembre de 1989 en Roma (Italia); de la Sierva de Dios Elisabetta Martinez, Fundadora de la Congregación de las Hijas de Santa María de Leuca; nacida el 25 de marzo de 1905 en Galatina (Italia) y fallecida el 8 de febrero de 1991 en Roma (Italia).

AFRICA/ALGERIA – Charles de Foucauld: ejemplo para nuestro mundo, testimonio de misericordia

Argel (Agencia Fides) – “Charles de Foucauld sigue siendo una figura ejemplar para nuestro mundo y un testigo del Evangelio. Su vida estuvo marcada por la oración, la adoración, el sentido profundo de la Eucaristía, pero también por la presencia de Jesús en los más pobres. Superó las barreras de la afiliación religiosa, se hizo hombre para todo el mundo”. Son las palabras que escriben los Obispos de Argelia en una carta que recuerda el centenario de la muerte de Charles de Foucauld (1858-1916), que se celebrará el 1 de diciembre de 2016, y motivo por el cual se le dedicará un año entero, conjuntamente con el Jubileo de la Misericordia.
Las celebraciones iniciaron el 4 de diciembre de 2015, en El Meniaa, donde descansa su cuerpo desde 1929, y culminarán el 1 de diciembre de 2016. Durante este tiempo, “todos estamos invitados, en cada diócesis, a celebrar su memoria y a aprender más acerca de su vida y de su testimonio”. Una exposición permanente se mantendrá abierta durante todo el año en la iglesia de El Meniaa cerca del cementerio donde está enterrado, y otra exposición itinerante pasará por diferentes localidades.
En la carta, los obispos recorren la vida de Charles de Foucauld, los frutos de su trabajo, hasta llegar a su beatificación, en 2005, así como mencionan “su deseo de ser el “hermano universal”, siguiendo el ejemplo de Jesús, abierto a la acogida de todos, de cualquier sector social, religión o etnia”.
Los obispos terminan con esta pregunta: “¿Lo seguiremos en su arduo camino de imitación de Jesús, como uno de los testimonios por excelencia de la misericordia de Dios más allá de todas las fronteras?”.
Charles de Foucauld (Hermano Carlos de Jesús) nace en Francia, en Estrasburgo, el 15 de septiembre 1858. Huérfano a los 6 años, creció con su hermana Maria, bajo los cuidados de su abuelo, orientándose hacia la carrera militar. Durante la adolescencia, perdió la fe. Durante una peligrosa exploración a Marruecos, el testimonio de fe de los Musulmanes despierta en él la pregunta sobre la existencia de Dios. Al regresar a Francia, comienza una búsqueda encontrando la fe a los 28 años. En una peregrinación a Tierra Santa descubre su vocación: seguir e imitar a Jesús en su vida de Nazaret.  
Vive durante 7 años en la Trapa, primero en N.S. de las Nieves, después Akbes, en Syria. Y después de esto vive solo en la oración y adoración, con gran pobreza, cerca de las Clarisas de Nazareth. Ordenado sacerdote a los 43 años (1901) parte al desierto del Sahara,en Argelia, viviendo una vida de oración con el incesante deseo de ser, para cada persona “el hermano universal”, imagen viva del Amor de Jesús. En el atardecer del 1 de Diciembre de 1916, fue asesinado por una banda de bandidos. (SL) (Agencia Fides 12/03/2016)

http://www.chire.frARGELIA

«Carlos de Foucauld fue un aventurero de Dios» – Htas de Jesús

Hermanita de Jesús Martina

Martina pertenece a las Hermanitas de Jesús presentes en Málaga, y comparte su vivencia ante la noticia de la próxima canonización de Carlos de Foucauld.

Me llamo Martina, soy hermanita de Jesús, una congregación Inspirada en la vida del Hermano Carlos de Foucauld, fundada por la Hermanita Magdeleine en 1939 en Argelia, apoyándose en un grupo de nómadas musulmanes pobres. Con ellos experimentó una confianza recíproca entre personas de pueblos y religiones diferentes, una forma de vida contemplativa sencilla marcada por la precariedad y la amistad. Luego el Espíritu Santo la condujo a fundar pequeñas fraternidades por todo el mundo, en lugares de división o exclusión. En Málaga la fraternidad empezó en los años 50 en las chabolas de la playa san Andrés, y luego las hermanitas se fueron con los vecinos hasta la Palmilla, como una familia más. Hoy somos cuatro hermanitas en un piso de la Palmilla, y Elisa en una residencia de personas mayores donde sigue muy comprometida.

¿Cómo definiría a Carlos de Foucauld?

Es una personalidad sumamente rica. Fue una oveja perdida que experimentó todo el cariño y la alegría del Padre que vino a buscarlo. Luego nunca desesperó de nadie, nunca excluyó ni al más perdido. Fue el hermano de los más abandonados, el «hermano universal». Fue un aventurero de Dios, apasionado por Jesús de Nazaret pobre. Imitándole, y dejándose guiar siempre más allá por el Espíritu, el Evangelio y la realidad, volvió a ser un profeta que abrió otras maneras de vivir misión, evangelización, contemplación, y hasta la relación al «Corpus Christi».

¿Cuál es tarea que lleva a cabo en Málaga su congregación?

El compartir concreto de una condición social sencilla nos sitúa como simples vecinas, sin poder, pero atentas a lo que está pasando a cada uno de los que vienen a nuestra casa, o que encontramos en su casa, en la calle, o en la cárcel. Compartimos nuestro cariño, acompañándolos a los servicios sociales, a unas citas, contactando asociaciones… Nuestra mirada quiere creer en el otro, en sus capacidades y en su valor, pues la oración nos va aprendiendo a ver más allá de lo visible… ¡Cuántos tesoros de fe o de humanidad aquí o en la cárcel! El que adoramos diariamente en el Santísimo está aquí y actúa entre los más pequeños…

¿Qué aporta la espiritualidad de Carlos de Foucauld, su legado, a la realidad concreta de Málaga?

El hermano Carlos nos ofrece a todos un camino para abrirnos a la llamada de Dios hoy: volver al Evangelio, conformando nuestros sentimientos y actitudes a los sentimientos y actitudes de Jesús. Así nos convertimos en «Evangelios vivos», gritando el Evangelio con nuestra vida, siendo hermanos y hermanas de los extranjeros, de los marginados y de los más afectados por la crisis. Sabríamos recibir de ellos y dialogar, percibiendo los momentos propicios para un compartir recíproco sobre la fe. Ya no habría ninguna separación entre el amor a Jesús y el amor a sus hermanos y hermanas, que son su mismo Cuerpo. Tras el largo ayuno eucarístico y comunitario que vivimos durante el confinamiento, eso podría renovar y ampliar nuestra relación con el Santísimo en su dimensión de unidad con la Iglesia y el mundo.

¿Cómo recibe la noticia del avance de su proceso de canonización?

En los albores del siglo XX, Carlos de Foucauld tuvo esta intuición de que los laicos podían tener un papel imprescindible en la evangelización de los ambientes más inaccesibles… Con su canonización se va a proclamar que sus intuiciones son una luz para todo el mundo. ¡Cuánta sal tendrá la vida ordinaria! Así que, ¡nos alegramos!

» La casita de un pobre obrero» – Carlos Carretto

¿Qué implica elegir la pobreza evangélica?

«La pobreza que Jesús declaró bienaventurada es aquella hecha a base de desprendimiento, de confianza en Dios, de sobriedad y disposición a compartir con otros.» J. Ratzinger

Jesús invitó a sus discípulos a seguirlo «sin mirar atrás». Ellos no llevarían no morral ni sandalias ni dinero. Tampoco recibirían un salario por las cosas que hicieran. En suma, Jesús invitó a vivir la pobreza evangélica, pues anuncia el Evangelio, que es Buena Noticia, como un modo de vida que pretende estar cerca de Dios.

¿Qué implica ser un seguidor de la pobreza evangélica de Jesús? En diversos pasajes, Jesús habla sobre las características que deben tener los que se deciden a anunciar el Evangelio y vivir como hijos del Padre. De este modo dice: «Quien toma el arado y mira hacia atrás no sirve para el Reino de Dios» (Lc 9, 62).Y en otro lugar dice: «Deja que los muertos entierren a sus muertos» (Lc 9, 60) Y también leemos: «Sin pan, no alforja, ni dinero en la faja». (Mc 6,8) En suma, Jesús llama a la pobreza, pues dejar los bienes materiales por un bien superior a ellos implica un tipo de pobreza: la evangélica.

Joseph Ratzinger, posteriormente Papa Benedicto XVI, habla brevemente de las 4 características que debe tener el seguidor de la pobreza evangélica. En la declaración Libertatis Conscientia, escrita para esclarecer algunos temas sobre la teología de la liberación en 1986, el entonces Cardenal Ratzinger propuso cuatro características de la pobreza que Jesús alaba: «La pobreza que Jesús declaró bienaventurada es aquella hecha a base de desprendimiento, de confianza en Dios, de sobriedad y disposición a compartir con otros.» (Libertatis Conscientia No. 66)

Notemos que la pobreza evangélica no es la misma que la pobreza originada por condiciones o sistemas económicos injustos. La pobreza evangélica es elegida voluntariamente como una manera óptima de ser discípulo de Cristo. Esto no significa que el deseo razonable de los bienes materiales sea malo, sino que se subordina a la vida que va hacia Dios.

El desprendimiento

La primera característica propia de los que siguen la pobreza evangélica es el desprendimiento. Desprenderse significa no estar aferrado a los bienes materiales o vivir para ellos, sino tenerlos como medios para un bien mayor. También se puede entender como la capacidad para ser libres de la esclavitud que pueden ejercer sobre nosotros los bienes materiales si los consideramos como fines en sí mismos en vez de medios para un fin mejor.

Una de las mejores maneras de ejercer el desprendimiento es a través de la limosna. Desgraciadamente se entiende por limosna la entrega de un bien  que nos sobra para un necesitado. Es insuficiente entender la limosna de tal manera porque si damos lo que nos sobra no somos desprendidos, pues lo superficial que demos no es una parte de nosotros y no se «desprende» de nosotros en sentido pleno. El desprendimiento implica dar limosna de lo que necesitamos, o sea, compartir plenamente un bien es hacer participar al necesitado de lo que nosotros tenemos. Esto lo hacemos a imitación de Cristo y no para gozo de nuestra propia virtud, sino por el verdadero deseo del bien del prójimo.

Confianza en Dios

La pobreza evangélica se apoya en la confianza en Dios como valedor y garante de nuestro bien. Cristo mismo ha dicho cómo hay que disponerse a seguir el camino del Evangelio: « Les ordenó que tomasen para el camino, un bastón y nada más pero ni pan, ni alforja, ni dinero en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto. » (Mc 6, 8)

El cristiano que sigue la pobreza evangélica se apoya en Dios, pues sabe que está en sus manos y que su Providencia guiará sus pasos hacia su plenificación. Una manifestación de esta confianza es la alegría que provoca servir a Dios y a la difusión de su Evangelio.

Por otra parte, la confianza en Dios no anula los méritos del trabajo propio y de la capacidad para trabajar por el bienestar aceptable propio. Por ejemplo, se puede trabajar para comer, vivir y vestir dignamente sin hacer falta a la pobreza evangélica.

Sobriedad

Podemos hablar de la sobriedad en el sentido de la coherencia de los ideales de la pobreza evangélica con la vida práctica. Quien hace una acción diferente a su modo de concebir la acción no es coherente, y no es sobrio, pues la sobriedad tiene un sentido público de exclusión de hipocresía y de tranquilidad.

Sobriedad también es recato: en el vestir, comer, divertirse, expresarse, etc. No hay coherencia en nuestras acciones y pensamientos si, por una parte, nos decimos ser seguidores del Evangelio que reclama una pobreza adecuada a Él para la persecución de Dios, y si al mismo tiempo no estamos dispuestos a considerar los bienes materiales como medios para la obtención de un bien mayor.

Disposición a compartir con otros

El seguidor de Cristo es otro Cristo. Está llamado a imitarlo para ser óptimo como él fue óptimo. Cristo hizo partícipes a los hombres de muchos bienes: su salvación, su cuerpo, su sangre, curaciones, alimentos, etc. Como Cristo, los cristianos están llamados a compartir los bienes que han recibido.

Un cristiano que no sepa compartir no ha logrado un acercamiento completo al Evangelio pues no actúa como Cristo actuó cuando participó a los hombres de su salvación. Además, el compartir los bienes es símbolo de que los reconocemos como un medio para llegar a la felicidad y a Dios. Quien tiene presente que no hay mayor y mejor bien que Dios también podrá disponer de sus bienes materiales en orden a los espirituales y divinos. Y si, con caridad, se desprende de lo material para que otros puedan disfrutarlos hace un doble bien, pues se hace semejante a Cristo y busca el bien de los otros.

Fuente: https://encuentra.com/imitacion_de_cristo/que-implica-elegir-la-pobreza-evangelica/

«Esperanza en un mundo vulnerable» – Boletín Iesus Caritas (Familia espiritual Carlos de Foucauld) – Octubre-Diciembre 2021

SIEMPRE, AUNQUE SEA EN LONTANANZA,
HAY LUCES DE
ESPERANZA

La pandemia inesperada está siendo para la humanidad,
especialmente del mundo de la abundancia, una gran prueba al
poner límite a la autosuficiencia del ser humano. La alta
tecnología y el estado de bienestar han sido humillados por un
insignificante y mortal virus que solo parece vencido con el
distanciamiento social y, en consecuencia, con la desaparición de
fiestas y aglomeraciones. Algunos, con innegable buena
voluntad, pensaban que “saldríamos de ésta fortalecidos”.
Cuando escribo estas líneas, septiembre de 2021, parece que hay
cierta esperanza en volver poco a poco a la normalidad, pero ahí
quedan las huellas de una lucha. En general, me remito a los
datos a los estudios sociológicos divulgados estos últimos días
donde se habla de una apostasía silenciosa en la Iglesia española.
El título y el contenido de este BOLETÍN fue concebido y diseñado
en los momentos más virulentos de la pandemia. Su título sigue
siendo de una actualidad grande porque intentamos
humildemente sembrar esperanza en este mundo que se nos ha
revelado tan vulnerable donde necesariamente está naciendo un
mundo nuevo como leemos en la imagen simbólica de san Pablo:
«La creación entera gime dolores de parto» (Rom 8,22).
Ante la situación global que padecemos, prendemos la
humilde lámpara de la esperanza. Todos necesitamos esperar
algo. Ahora bien, las cosas pueden ofrecernos satisfacciones, pero
no nos aportan la felicidad. Así pues, no nos basta con esperar
algo. Necesitamos esperar a alguien. Lo sabemos por experiencia
todos cuando aguardamos la aparición de la persona en la que
deseamos depositar nuestro amor. Y lo saben los esposos que
esperan la llegada de sus hijos. Vivir “en estado de esperanza” es
la imagen de toda la existencia humana. Esperar a alguien exige
estar muy atentos a los signos que pueden anunciarnos su
llegada. No dejar pasar el momento. Y hacer de él un verdadero

encuentro que nos saque de nosotros mismos. Además de esperar
a alguien, necesitamos esperar en alguien. Poner en otra persona
nuestra confianza. Descansar en ella. Eso es lo que acerca la
esperanza a la fe humana y al amor interpersonal. Claro que el
esperar en otro puede a veces defraudarnos. A fin de cuentas,
deseamos poder esperar en Otro, mayor que nosotros. Queremos
que nos acoja con alegría y generosidad, que nos ame hasta
perdonarnos y que nos ayude a comenzar el camino cada día,
como si fuera el primero de nuestra vida. En realidad, de esa
forma solo podemos esperar en Dios.
Y, finalmente, necesitamos que alguien espere algo bueno
de nosotros. Y que espere en nosotros. Necesitamos sentirnos
necesitados. Todos agradecemos que los demás confíen en
nosotros y se fíen de nosotros. Queremos que estén seguros de
que podemos hacer algo significativo en nuestra vida y para la
vida de los demás. Pues bien, una esperanza tan firme y tan
inmotivada, tan amante y tan fiel, sólo Dios nos la puede
demostrar.
En este Boletín que anuncia el invierno divisamos en
lontananza las luces de esperanza como invitación de mirar a
Jesús y volver al Evangelio. El camino de la esperanza se rotula
acompañando a los débiles (A. Rodríguez Carmona) y frágiles de
los que Dios protector y materno, como un ave que recoge a sus
polluelos y bajo cuyas alas se encuentra refugio (Rut 2,12) (D.
Aleixandre), en misión y en camino hacia los más débiles (B.
García Traba). Un glosario espléndido de testimonios arropa la
reflexión sobre la esperanza cristiana y la lección de vida de
Mons. López Romero. El Manifiesto de la Esperanza, las letanías
de la esperanza y varios poemas escogidos llenan nuestro
apartado para la reflexión y oración.
Nuestra gratitud a Natalia Fernández por sus dibujos y a
Demetrio González Cordero por su reflexión sencilla y profunda
sobre esta virtud teologal en ediciones Paulinas (2000).
MANUEL POZO OLLER
Director

SUMARIO

FRANCISCO DE ASÍS Y CARLOS DE FOUCAULD

C. de Foucauld y el Espíritu de Asís, Raíz de Europa (Agustín Ortega)

Como se ha dicho, hay claras semejanzas entre Foucauld y Francisco de Asís, que recoge lo más valioso de la fe, de la santidad y tradición de la iglesia. Efectivamente, ambos europeos, la primera etapa de su existencia llevaron una vida más superficial y egolátrica, centradas en sus ambiciones e intereses individuales. Tras lo cual, experimentaron un proceso de conversión a Jesús en una espiritualidad de encarnación en la pobreza fraterna y solidaria con los pobres de la tierra; frente a los ídolos del poder y de la riqueza-ser rico. Como manifestaba Foucauld, “no sé si habrá alguien que pueda contemplarte en el pesebre y seguir siendo rico: yo no puedo”.

Una vida de fe mística en comunión con Dios en Cristo, con la iglesia y con los otros, con los pobres, excluidos y últimos de este mundo. Esta espiritualidad de encarnación, desde el último lugar en la pobreza solidaria y liberadora, como se revela en Jesús de Nazaret, asume la realidad y el mundo. Con sus alegrías e injusticias, sus gozos, trabajos, sufrimientos u opresiones. En el espesor u hondura de la realidad e historia, se realiza una vida espiritual profunda y madura que integra e inter-relaciona: la fe y la misión, la mística y el servicio, la contemplación y la lucha por la justicia; la oración y el compromiso liberador con los pobres, la celebración de la liturgia con sus sacramentos, como la eucaristía, y una vida honrada. Con una moral que promueve el desarrollo humano e integral.

Ante las autoridades y poderosos de la tierra, Foucauld denuncia constantemente la injusticia, tal como es la esclavitud. Como él mismo afirma, «hace falta querer la justicia y odiar la iniquidad, y cuando se comete una gran injusticia contra alguien, tenemos responsabilidad, hace falta decirlo…No tenemos derecho a ser centinelas dormidos o perros mudos o pastores indiferentes”. En Foucauld, como en Francisco de Asís, no hay dualismos espiritualistas o esquizofrenias entre la mística y la vida, la fe y la cultura o razón, la oración y la militancia por la justicia frente al mal e injusticia. El proceso de conversión en el seguimiento de Jesús, con una vida espiritual madura e intensa, se va realizando en la misión del Evangelio que se hace servicio de la fe, de la solidaridad y de la justicia con los pobres. Con un diálogo profundo con los otros, con las otras culturas, naciones o etnias y religiones que acoge todo lo bueno, bello y verdadero de esta alteridad. Y que, al mismo tiempo, va promoviendo la liberación integral de todo mal, pecado e injusticia.

La vida de humildad, entrega y pobreza encarnada en la solidaridad fraterna con los pobres, lleva a Foucauld a este diálogo de la fe con la cultura empleando las mediaciones de la razón e inteligencia. Frente a todo fundamentalismo y sectarismo, fanatismo e integrismo, es una espiritualidad y ética efectiva e inteligente que promueve la cultura, el estudio e investigación. En un conocimiento, compresión y transformación de la realidad, que es imprescindible en la misión evangelizadora. Es la misión de la inteligencia de la fe que transmite el Evangelio de la no violencia, de la paz y de la justicia con los pobres. Para testimoniar así el bien, la bondad y la misericordia, la verdad y la belleza del Dios que se revela en Jesús de Nazaret.

Todo un testimonio de inculturación de la fe que encarna el Evangelio en la realidad. Una mística de los ojos abiertos, asumiendo toda la realidad de los otros, la realidad social e histórica, para promover la salvación liberadora e integral de todo lo que deshumaniza u oprime. Como se observa, esta mística y espiritualidad que expresa todo este humanismo solidario e integral, es y debe ser la raíz de Europa. Frente a la Europa de los mercaderes, del capital y del mercado convertidos en falsos dioses con sus ídolos del poder y de la riqueza-ser rico. La Europa de las armas, guerras y violencias, de la destrucción cultural, social y ecológica, con sus vallas y fronteras excluyentes, que no respeta la vida, dignidad y derechos de las personas.

Por tanto, Carlos de Focauld en el espíritu de Asís, que es la más auténtica raíz de Europa como son sus santos, nos ofrecen toda una alternativa espiritual, cultural, moral y social. Desde la fraternidad y moral universal (católica) de la fe, que se hace pobreza solidaria en la paz y justicia con los pobres de la tierra. Con la acogida y cuidado de los otros, de los pueblos, culturas y de esa casa común como es el planeta (la naturaleza y hábitat ecológico). En un dialogo (encuentro) inter-religioso e inter-cultural que lleva al desarrollo y ecología integral, espiritual, humana, social y ambiental. Una espiritualidad y trascendencia de la existencia, hacia los otros y los pobres, hacia el cosmos y Dios que, en Cristo, es comunión con todo el universo.