Los ricos y la opción preferencial por los pobres

La Iglesia es para los pobres, y ellos poseen en ella una «eminente dignidad». Y, sin embargo, muchas veces, la Iglesia ha preferido «el sacrificio a la misericordia», ha dilapidado bienes de los pobres, y se ha encarnado en otras clases sociales mucho más que en ellos. Consecuentemente, el lujo y la superficialidad es incompatible con el ser cristiano. El compartir no es una caridad supererogatoria, sino una obligación de justicia. Los ricos carecen de verdaderas relaciones humanas y son, además, destructores de sí mismos.

Hoy en día, la moderna organización económica tiene como lema que la consecución de la riqueza es la meta suprema de la vida humana y el criterio más alto para el éxito humano. Hoy tenemos un crecimiento deforme, que amenaza seriamente con convertir a nuestro mundo en un mosntruo: un desarrollo enorme en lo político y económico, junto a un subdesarrollo alarmante en lo social y espiritual. Riqueza y solidaridad han dejado de ser vasos comunicantes, para convertirse en magnitudes inversamente proporcionales. El aumento de la riqueza no ha servido hasta hoy más que para aumentar las demandas de los ricos y la pobreza de los pobres. Y no ha servido porque ese aumento de producción que genera el capitalismo, no lo hace para las necesidades sino para los deseos. Y las necesidades del ser humano son limitadas, pero sus deseos son ilimitados. Y como dijo el papa Juan Pablo II en África: «La solidaridad no es un sentimiento superficial y vago por los males que sufren tantas personas cercanas o lejanas. Al contrario, es la determinación firme y perseverante de trabajar por el bien común, es decir, por el bien de todos y cada uno, porque todos somos de verdad responsables de todos. ¿Quien no desearía que el mundo fuera de hecho fraternal? La fraternidad, para que no sea una palabra vacía, tiene que generar compromisos» (JUAN PABLO II, Sollicitudo Rei Socialis, número 38, 30 de diciembre de 1987).

«No se puede ser cristiano sin una clara opción por los pobres». Es decir, asumir su causa. La Iglesia es para los pobres, y ellos poseen en ella una «eminente dignidad». Y, sin embargo, muchas veces, la Iglesia ha preferido «el sacrificio a la misericordia» (Cf. Mt 9,13 y 12,7), ha dilapidado bienes de los pobres, y se ha encarnado en otras clases sociales mucho más que en ellos. Consecuentemente, el lujo y la superficialidad es incompatible con el ser cristiano. El compartir no es una caridad supererogatoria, sino una obligación de justicia. Los ricos carecen de verdaderas relaciones humanas y son, además, destructores de sí mismos.

Jesús decía que no se puede servir a Dios y al Dinero, porque Dios «hace salir su sol sobre buenos y malos y llueve sobre justos e injustos». mientras que el Dinero hace salir su sol solo para los buenos del sistema, y llueve solo sobre los justos del sistema. Por ello la historia de la Iglesia (como la de todo el mundo, a otra escala) parece ser una lucha entre el Dios de Jesús, que da la razón de ser, y el Dinero, que da a todo posibilidad de ser.


Dedicado a José Ignacio Gonzáles Faus in memoria

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Santa Teresa de Calcuta. (La Madre de los pobres)

 | Francisca Abad Martín

“Una pobre entre los más pobres” Así fue Teresa de Calcuta

Agnes Conxha nació en Skopie (en la actual Macedonia del Norte) el 26 de agosto de 1910, aunque ella siempre consideró como fecha de su nacimiento, el 27, día de su bautismo. Fue la menor de los hijos de un matrimonio de origen albanés, procedentes de Kosovo. Su padre, involucrado en la política, murió repentina y misteriosamente cuando ella tenía 8 años. Su madre la educó cristianamente; asistió a la escuela estatal y participó en el coro de su parroquia. A los 5 años hizo la primera comunión y a los 6 la confirmación. Cuando tenía 12 comienza ya a vislumbrar su vocación religiosa.

Al cumplir los 18 años se dirige a la abadía de Loreto en Irlanda, para aprender el inglés, pues en realidad ella tenía muy claro que ese era el idioma oficial de la India y allí era donde quería ir. Ya no volvió a ver a su familia. Fue admitida como postulante y en noviembre de 1928 se traslada a la India. Después de cumplir el año de noviciado, marcha a un convento próximo al Himalaya, donde también aprende bengalí. Después va a Calcuta, al Convento de las Religiosas de Loreto. Allí pronuncia sus votos, cambiando su nombre por el de Teresa (en recuerdo a Santa Teresa de Lisieux, patrona de las misiones). Comienza a trabajar como profesora de historia y geografía y así durante 20 años. En 1944 se convierte en directora del Centro.

Estando allí, empieza a preocuparse mucho por la dramática situación en que vivían los pobres, la miseria que sufrían, agravada por la violencia hindú-musulmana, que aterrorizaba a la gente. El 11 de septiembre de 1946 experimentó lo que ella denominó “la llamada dentro de la llamada” y comprendió que a partir de ese momento quería ser “una pobre entre los más pobres”.

Fue a París, con el apoyo de un empresario indio católico, donde recibió capacitación médica y a su regreso a la India solicitó la nacionalidad, recibiendo formación como enfermera durante 3 meses. Se vistió con un “sari” blanco con ribetes azules y se fue a los barrios más pobres para enseñar a leer a los niños, inauguró una sencilla escuelita y después se dedica a ayudar a los más pobres, a los indigentes, a los hambrientos y a los enfermos. A comienzos de 1949 se le unió un grupito de jóvenes y sentó las bases para crear una comunidad religiosa destinada a ayudar a los más necesitados. Como no tenían dinero tuvieron que recurrir a las limosnas, donaciones, etc.

Monjas de la madre Teresa en Gaza junto al padre Francis Xavier
Monjas de la madre Teresa en Gaza junto al padre Francis Xavier

En 1948 envió al Vaticano la solicitud para que la Santa Sede aprobara su nueva Congregación. En 1950 recibió la autorización, con el nombre de Misioneras de la Caridad. El número de jóvenes que se les unían fue creciendo. En 1952 inauguró el primer hogar para moribundos en un templo hindú, operación no exenta de problemas y altercados, porque algunos dirigentes hindúes no querían que fuera reutilizado para esos fines. Tuvo que intervenir la policía. No habría de ser el único caso. Serían muchos los detractores que cuestionaron su obra y la santidad de su vida, llegándola a acusar   de gestionar mal los fondos, de no atender debidamente a los enfermos, de tener poca higiene en unos hospitales, a los que pusieron el sobrenombre de “Casas de muerte”.   Detractores que solo acertarán a ver en ella una figura propagandística de corte integrista, que practicaba el proselitismo barriendo para casa, como si no fuera de todos sabido que en sus casas eran acogidos todos sin importar para nada la religión que profesara cada cual.  Todo parece responder a la embestida de un sector del progresismo laicista, que no ha podido perdonar que una mujer portadora de los valores cristianos,con una concepción sobrenatural del sufrimiento y la muerte, combatiente acérrima de la ideología de género, del aborto y de la cultura de la muerte, se convirtiera en símbolo universal de una generación entera.

La mayoría de los mortales, en cambio, ha podido ver en ella una benefactora universal, lo cual no deja de ser una evidencia por lo que, a lo largo de su fructífera y dilatada vida, recibiría muchos premios, que ahora no es el caso citar, entre ellos el Nobel de la Paz en 1979. El 13 de marzo de 1997, agotada y enferma, cedió el puesto de superiora a sor Nirmala, falleciendo el 5 de septiembre de ese mismo año, a consecuencia de un paro cardiaco a los 87 años. El gobierno indio le concedió un funeral de Estado igual que en su día tributó a Mahatma Gandhi. Su cuerpo quedó sepultado en la Casa Central en Calcuta.

Fue beatificada por S. Juan Pablo II en el año 2003 y canonizada por el Papa Francisco el 4 de septiembre de 2016.

La oración del Cardenal Newman que la Madre Teresa recomendaba para irradiar a Cristo

Imagen de Madre Teresa en la posición que ella solía rezar en CalcutaI

Imagen de Madre Teresa en la posición que ella solía rezar en Calcuta |

Querido Jesús,
ayúdame a esparcir tu fragancia dondequiera que vaya,
inunda mi alma con tu Espíritu y tu Vida.
Penetra y posee todo mi ser, tan completamente que mi vida
no sea más que un brillante reflejo tuyo. 
Brilla a través de mí, y hazte tan presente en mí,
que cada alma con la que entre en contacto experimente
tu presencia en mi alma.
Que levanten los ojos y ya no me vean a mí, sino sólo a Jesús.
Quédate conmigo,
y entonces empezaré a brillar como tú brillas; 
brilla de tal manera que seas luz para los demás. 
La luz, oh Jesús, vendrá toda de ti; 
ninguna será mía. 
Tú brillarás sobre los demás a través de mí. 
Permíteme, así, alabarte de la manera que tú amas:
brillando con luz sobre los que me rodean. 
Permíteme proclamarte sin predicar, 
no con palabras, sino con el ejemplo, 
con un poder que atrae, 
con la influencia benévola de lo que hago, 
con la plenitud tangible del amor 
que mi corazón lleva por Ti. Amén
.

El más pobre


El más pobre, el más repulsivo, un recién nacido, un pecador, el mayor pecador, el más ignorante, el último de los últimos, el que más repugna tanto física como moralmente es un hijo de Dios, un hijo del Altísimo, acompañado de un ángel de la guarda resplandeciente de belleza y poder.¡Cómo debemos valorar a todo ser humano, cómo debemos amarle! Es hijo de Dios. Dios quiere que sus hijos se amen entre ellos como un tierno padre quiere que sus hijos se amen entre sí. Amemos a todo hombre, porque es nuestro hermano y porque Dios quiere que le miremos y le amemos muy tiernamente como tal, ¡pues es hijo del Dios bienamado y adorado! Porque es el precio de la sangre de Nuestro Señor, cubierto con su sangre como de un manto, amado por Dios y por Jesús hasta consumar por él el sacrificio del Calvario, amado de Dios hasta entregar a su Hijo, amado de Jesús en asociación, en imitación de unión, en conformidad perfecta con Dios, hasta inmolarse por él. Amemos a este hombre a quien Dios ama todos los instantes de su vida, a quien Él da, hasta el último minuto de su existencia, con paciencia y bondad infinitas, los medios para vivir eternamente en el cielo participando maravillosamente de la herencia divina. Estimemos, amemos desde el fondo del corazón a todo hombre por Dios, nuestro Padre común” (CARLOS DE FOUCAULD)
 

Bienaventurados los pobres

«Bienaventurados aquellos que tengan la pobreza de espíritu; que no solamente rechacen los bienes materiales, que es «el primer grado, sino que suban más arriba y vacíen completamente su alma de toda amarra, de todo gusto, de todo deseo, de toda búsqueda que no me tiene por meta (…) Esta pobreza de espíritu hace el vacío completo en el alma, vaciándola del amor, de las cosas materiales, del amor del prójimo y del amor de sí mismo (…) echando fuera todo … todo, dejando sólo un lugar vacío que ocupo enteramente (…) Pero entonces, Yo les devuelvo divinizado este amor a las creaturas materiales que ellos han echado de su alma para darme todo el lugar (…) Ellos han echado de su alma estos amores; sólo yo ocupo su alma vacía y llena de Mi; pero en Mi, comienzan de nuevo a amar estas cosas, no por ellas mismas, ni para ellos, sino para Mi. Es la caridad ordenada. Amarán todas las creaturas por Mí y ninguna por ellas mismas, porque me deben todo su amor, deben perderse en Mí, el amor como el resto. Bienaventurados aquellos que sean pobres de espíritu, vacíos de todo y llenos de Mi» (…)».

CARLOS DE FOUCAULD,

Escritos espirituales.

«No puedo concebir el amor sin una necesidad, una imperiosa necesidad de conformación, de semejanza, y sobre todo de compartir todas las penas, todas las dificultades, todas las durezas de la vida» (Carlos de Foucauld)

Darse todo, porque Cristo se ha dado todo

        Mi Señor Jesús, qué pronto se hará pobre quién amándoos de todo corazón, no pueda soportar ser más rico que su Bienamado… Mi Señor Jesús, qué pronto se hará pobre, quien pensando que todo lo que se hace a uno de estos pequeños, es a Vos a quien se hace (Mt 25,40.45), que todo lo que no se les hace, es a Vos a quien no se hace, aliviará todas las miserias a su alcance… Qué deprisa se hará pobre, quien reciba con fe vuestras palabras: «Si queréis ser perfectos, vended lo que tenéis, y dádselo a los pobres… Bienaventurados los pobres… Todo aquel que deje sus bienes por mi, recibirá aquí abajo, cien veces más y en el cielo la vida eterna…» (Mt 19,21.29; 5,3). Y tantas otras.
        ¡Dios mío, no sé si es posible a algunas almas veros pobres y seguir a gusto siendo ricas, verse mayores que su Maestro, que su Bienamado, no quererse parecer a Vos  en todo lo que de ellas depende y sobre todo en vuestras humillaciones; yo creo que ellas os aman, Dios mío, y sin embargo creo que falta algo a su amor, y en todo caso yo no puedo concebir el amor sin una necesidad, una imperiosa necesidad de conformación, de semejanza, y sobre todo de compartir todas las penas, todas las dificultades, todas las durezas de la vida… Ser rico, a mi gusto, vivir tranquilamente de mis bienes, cuando Vos habéis sido pobre, machacado, viviendo penosamente de un trabajo rudo! Yo no puedo, Dios mío… Yo no puedo amar así.
        «No conviene que el criado sea mayor que el Amo» (Jn 13,16), ni que la esposa sea rica, cuando el Esposo es pobre… a mí me resulta imposible entender el amor, sin la búsqueda de la semejanza… sin la necesidad de compartir todas las cruces…

CARLOS DE FOUCAULD ESCRIBE DE LA BIENAVENTURANZA DE LA POBREZA


¡Oh, mi Señor Jesús, he aquí esta divina pobreza! ¡Cuán
necesario es que me instruyáis! ¡Vos la habéis amado tanto!
Desde el Antiguo Testamento habéis mostrado por ella todas
vuestras complacencias… En vuestra vida mortal habéis hecho
de ella vuestra fiel compañera … La habéis dejado en herencia a
vuestros santos, a todos aquellos que quieren seguros, a todos
aquellos que quieren ser vuestros discípulos … La habéis
enseñado por los ejemplos de toda vuestra vida, la habéis
glorificado, beatificado, proclamada necesaria, por vuestras
palabras… Vos habéis escogido a vuestros padres entre pobres
obreros… Habéis nacido en una gruta sirviendo de establo;
habéis sido pobre en los trabajos de vuestra infancia; los
primeros que os adoraron fueron pastores … En vuestra
presentación en el templo se ofreció el don de los pobres… Habéis
vivido treinta años como un pobre obrero, en este Nazaret que yo
tengo la dicha de pisar, donde yo tengo la alegría indecible,
profunda, inexpresable, la bienaventuranza de recoger estiércol…
Después, durante vuestra vida pública, habéis vivido de limosna
en medio de pobres pescadores, que escogisteis como
compañeros… «Sin una piedra donde descansar la cabeza…» En
aquel tiempo, habéis dicho a Santa Teresa, que frecuentemente
habíais dormido al sereno, por falta de un techo bajo el cual
cobíjaros… Sobre el Calvario habéis estado despojados de
vuestros vestidos, y lo único que poseíais, los soldados se lo han
jugado entre ellos… Habéis muerto desnudo y habéis sido
enterrado de limosna por extraños… «¡Bienaventurados
los pobres!»
Mi Señor Jesús, ¡cuán presto se hará pobre aquel que
amándoos con todo su corazón, no podrá soportar ser
más rico que su Bienamado!… Mi Señor Jesús, ¡cuán presto se
hará pobre aquel que, pensando que todo lo que se
hace a uno de estos pequeños, os lo hace a Vos y que
todo lo que no se hace a ellos, se deja de hacer a Vos;
aliviará todas las miserias que halle en su camino!…
¡Cuán presto se hará pobre aquel que recibirá con fe
vuestras palabras: «Si quieres ser perfecto, vende lo que
tienes y dáselo a los pobres… ¡Bienaventurados los pobres, pues
cualquiera que haya dejado sus bienes por Mí recibirá aquí abajo
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el ciento por uno y en el cielo la vida eterna! … », y tantas otras.
Dios mío, yo no sé si es posible a ciertas almas veros
pobres y permanecer voluntariamente ricas; verse más
grandes que su Maestro, que su Bienamado, y no querer
parecerse a Vos en todo, aun en lo que depende de ellas,
y sobre todo en vuestras humillaciones; yo bien deseo
que ellas os amen, Dios mío, pero, sin embargo, yo creo
que falta alguna cosa a su amor y, en todo caso, yo no
puedo concebir el amor sin una necesidad, una necesidad imperiosa,
de conformidad, de parecido y sobre todo de participación, en
todas las penas, en las dificultades y en todas las durezas de la
vida… Ser rico a mis anchas, vivir cómodamente de mis bienes.
cuando Vos habéis sido pobre. sin dinero. viviendo
penosamente de un duro trabajo: Por mi parte, yo no puedo.
Dios mío… yo no puedo amar así..; «No conviene que el
servidor sea mayor que su Dueño, ni que la esposa sea rica
cuando el Esposo es pobre, cuando Él es voluntariamente
pobre, sobre todo porque Él es perfecto… Santa Teresa,
cansada de las instancias que la hacían para que aceptase
rentas para su monasterio de Ávila, estaba a veces
a punto de consentir, pero cuando volvía a su oratorio
y veía la Cruz, caía a sus pies y suplicaba a Jesús, desnudo
sobre esta Cruz, de hacerle la gracia de no tener
nunca rentas y ser tan pobre como Él… Yo no juzgo
a nadie, Dios mío; los demás son vuestros servidores y
mis hermanos, y yo debo amarlos, hacerles el bien y
orar por ellos; pero para mí me es imposible comprender el
amor, sin la busca de la semejanza y sin la necesidad de
participar todas las cruces…
Y, por otra parte, sus bienes son inmensos; el pobre
que no tiene nada, que no ama nada sobre la tierra,
¡tiene el alma bien libre’!… Todo le es igual: que se le
envíe aquí o allá poco le importa; no tiene ni quiere nada
en ninguna parte… Encuentra por todas partes a Aquel
de quien .solo espera todo, Dios, que le da siempre, si es
fiel, lo que es mejor para su alma… ¡Qué libertad la
suya! ¡Cuán ligero está su espíritu para subir al Cielo!
¡De qué manera nada entorpece a su alma! ¡Cómo sus
pensamientos, desligados de todos los lazos terrenos, vuelan
puros hacia el Cielo! ¡Cómo los pensamientos de las cosas
materiales, pequeñas o grandes (pues las pequeñas, aun las
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más pequeñas. turban tanto como las grandes), le molestan
poco en su oración!… ¡Todo esto no existe para él!…
«A esto es a lo que habéis llegado en la Santa Baume,
bendita Santa Magdalena: Esa voz que Jesús me ha
entregado para enseñarme la pobreza, yo la siento… La
pobreza completa, perfecta, que no es solamente «no tener
nada de más como posesión, ni en uso, que lo que
tenga un pobre obrero», como yo he hecho el voto y lo
pido a imitación de Jesús… Es más que esto la completa
pobreza, es la pobreza de espíritu que habéis proclamado
bienaventurada, mi señor Jesús, que hace que todo lo
material sea totalmente indiferente, que se rompa con
todo, lo mismo que Santa Magdalena en la Santa Baume; que no
deje ninguna, ninguna atadura y lo deje todo por Dios sólo. Dios
lo llena entonces y reina sólo; lo ocupa enteramente y le pone
por encima de Él, por Él, para Él, el amor de todos los hombres,
sus hijos. El corazón no conoce ni contiene más que estos dos
amores; el resto no existe para Él y vive sobre la tierra como si
no existiera, en continua contemplación de lo único necesario,
del solo Ser y en intercesión por aquellos que el corazón de Dios
quiere tanto amar…
Mi Señor Jesús, dignaos hacerme Vos mismo esta
meditación. Sois Vos el que habéis dicho: «No conviene que el
discípulo sea mayor que el Maestro… » Vos me ordenáis por esto
no estar por encima de Vos a los ojos de los hombres, en la vida
de este mundo… ¿Cómo será necesario que yo practique la
abyección?…
-Observa primeramente que después de haber dicho «el
discípulo no será mayor que el Maestro», Yo he añadido: «Pero
es perfecto si es semejante a su Maestro». Así, pues, no quiero
que estés por debajo de lo que yo he estado, no quiero tampoco
que seas inferior… Si existen excepciones, no es precisamente
para ti, a quien tantas veces te he dado por vocación mi perfecta
imitación, imítame, e imítame a Mí sólo… Procura, pues, ser a los
ojos del mundo lo que Yo era En mi vida de Nazaret, ni más ni
menos. Yo he sido pobre obrero, viviendo del trabajo de mis
manos; he pasado por ignorante e iletrado; tenía por padres,
prójimos, primos, amigos, a pobres obreros como Yo, artesanos
y pescadores; les hablaba de igual a igual; estaba vestido y
alojado como ellos, comía como ellos cuando estaba entre los
mismos … Como todos los pobres, estaba expuesto al desprecio,
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y es por lo que Yo, que no era a los ojos del mundo más
que el pobre «Nazareno», por lo que fui tan perseguido y
maltratado en mi vida pública, que cuando hablé la
primera vez en la sinagoga de Nazaret quisieron despeñarme;
que en Galilea se me llamaba Belcebú y en
Judea demonio y poseído; que se me trataba como impostor y
seductor y que se me hizo morir sobre el patíbulo entre dos
ladrones. Se me miraba como un vulgar ambicioso… Pasa por
esto que Yo he pasado, hijo mío; por ignorante, pobre, de
nacimiento vulgar; para que lo seas realmente, sin inteligencia
ni talento, ni virtud; busca en todo las ocupaciones más bajas;
cultiva, sin embargo, tu inteligencia en la medida en que tu
director espiritual te lo ordene; pero que esto sea a escondidas
e ignorado del mundo. Yo era infinitamente sabio, pero
se ignoraba; no temas instruirte, es beneficioso para tu
alma; instrúyete con celo para ser mejor, para conocerme
y amarme más, para conocer mejor mi voluntad y hacerla, y
también para parecerte a Mí, la Ciencia perfecta; sé muy
ignorante a los ojos de los hombres y muy sabio en la ciencia
divina al pie de mi Sagrario… Yo era humilde y desdeñado sin
medida; busca, pide las ocupaciones que te humillen más:
recoger estiércol, cavar la tierra, todo lo que exista de más bajo
y vulgar; cuanto más pequeño seas en este sentido más te
parecerás a Mí… ¿Que se te mira como loco? ¡Mejor!
Agradécelo infinito: a Mí se me trataba lo mismo; es un
parecido que Yo te doy… ¿Que te tiran piedras, que se
burlan de ti, que te dicen injurias en las calles? ¡Tanto
mejor! Agradécemelo; es una gracia infinita que te
hago, pues a Mí ¿no me hicieron otro tanto? ¡Cómo
debes considerarte dichoso si Yo te doy este parecido!
Pero no hagas nada para merecer este trato de excéntrico y
extraño; […]Haz todo lo que Yo habría hecho, todo lo que
hice; no hagas más que el bien, pero dedícate a los trabajos más
viles, los más humillantes; muéstrate en todo por tus vestidos,
tu alojamiento, tus cortesías obsequiosas y fraternas para con
los pequeños, al igual de los más humildes… Oculta con cuidado
todo lo que pueda elevarte a los ojos del prójimo…
[Escritos Espirituales de Carlos de Foucauld. Ermitaño
del Sahara- Apóstol de los Tuareg
(Madrid 1958) 82-87]

La pobreza salvará al mundo

Charles-Eugène de Foucauld (1858-1916) – Oficial de caballería, explorador en Marruecos, sacerdote, monje-misionero en el Sahara
¡La pobreza salvará al mundo!

Estas pocas líneas (abajo) del padre Charles de Foucauld, escritas el día del martirio de su prima Marie de Bondy, resuenan poderosamente en mi alma como un eco de mi propia vida.

Cuando el mundo habla de la exaltación de la persona humana, nuestro Señor Jesucristo nos muestra el camino a la aniquilación. Cuando el mundo habla de riquezas, la imitación de Jesucristo y la Sagrada Familia nos invita a la pobreza. Cuando el mundo considera el sufrimiento como una injusticia y un mal, los fieles ven en él una gracia divina para poder expresar su amor a la Santísima Trinidad y al Inmaculado Corazón de María. Cuando el mundo se desespera ante las pruebas y los sufrimientos, los fieles católicos, hijos de Dios y de la Virgen, alimentan la esperanza de ir al Cielo por la gracia de la Cruz y de la Divina Misericordia.

Aquí hay un extracto de su última carta:

“[…] Estos sufrimientos, estas preocupaciones antiguas y recientes, aceptadas con resignación, ofrecidas a Dios en unión y por las intenciones de los dolores de Jesús, no son lo único, sino lo más precioso que Dios te ofrece para que vengas antes. Él con las manos llenas.

Nuestra aniquilación es la forma más poderosa que tenemos para unirnos con Jesús y hacer el bien a las almas; esto es lo que repite casi en todos los versos San Juan de la Cruz. Cuando podemos sufrir y amar, podemos hacer mucho, podemos hacer lo máximo que podemos en este mundo: sentimos que estamos sufriendo, no siempre sentimos que amamos y este es otro gran sufrimiento; pero sabemos que nos gustaría amar y queremos amar, eso es amar. Descubrimos que no amamos lo suficiente, es cierto, nunca amaremos lo suficiente, pero el buen Dios, que sabe de qué barro nos ha amasado, y que nos ama mucho más de lo que la madre no puede amar a su hijo, nos dijo. , El que no miente, para que no rechace al que viene a él … «

Tras los pasos de Jesús – Carlos de Foucauld

passi croce

El padre Huvelin, que se convirtió en compañero en el camino de la conversión, propone a Carlos una peregrinación a Tierra Santa. Tras la exploración de Marruecos, otro viaje marca su camino.

Gerusalemme

Esta vez el itinerario atraviesa los lugares de la vida terrena de Jesús: Belén, Jerusalén y Nazaret. Es sobre todo este país lo que entra en el corazón de Carlos: por esas calles Jesús pasó los años ocultos de su existencia, trabajando con humildad, compartiendo la vida cotidiana de su pueblo.

Después de una investigación continua y de innumerables lecturas, es el encuentro con Jesús, que emergió con fuerza durante ese viaje, el que imprime un nuevo estilo en los días de Carlos y lo lleva a abrirse a la vida religiosa convirtiéndose en monje.

El deseo de amar a Jesús de una manera cada vez más convincente mueve los pasos del hermano Charles hacia opciones más radicales. La contemplación de la vida de Jesús en Nazaret, el impulso de compartir ese camino de pobreza lo fascina cada vez más y lo lleva al país donde vivió Jesús.

El H. Charles se traslada al cobertizo de herramientas del convento de las Clarisas de Nazaret. Aquí lleva una vida de silencio, meditación, oración, sencillez y pobreza.
La Palabra y la Eucaristía están en el centro de su existencia.

Debemos intentar imbuirnos del Espíritu de Jesús, leyendo y releyendo, meditando y reevaluando sin cesar sus palabras y ejemplos: que hacen en nuestra alma como la gota de agua que cae y cae sobre una losa de piedra, siempre en el mismo lugar . _ Carta a L. Massignon, 22 de julio de 1914

Durante unos tres años, fr. Carlos lleva esa vida, pero en su pensamiento se perfila un nuevo horizonte para caminar más fielmente en las huellas de Jesús, para convertirse en su discípulo.

Porque caminando está cambiando … ¡para mejor!

AMPLIAR LA MIRADA

•    Carlos se abre al encuentro con Jesús, quiere conocerlo más para imitarlo fielmente, como verdadero discípulo. Y tú, ¿sientes el deseo de conocer personalmente a Jesús a través de su palabra, la lectura del Evangelio? ¿O está satisfecho con algunas palabras que se han informado o escuchado? ¿A quién y qué buscas en esta barbilla de tu vida?

povero

•   La pobreza, la vida oculta de Nazaret son los aspectos de la vida de Cristo que más fascinan el corazón de fr. Charles. ¿Y qué te fascina? ¿Qué tiene el poder de atraer tu vida? ¿Y cuáles son los rasgos de Jesús que más te gustan y en los que te sientes más involucrado? Su capacidad de curar, la palabra que consuela, la relación de oración con el Padre, su humanidad, cuidar a todos sin distinción …

•   ¿Qué significa para tí la palabra «pobreza»? ¿Esta dimensión tiene algo que ver con tu vida o no forma parte de tu vocabulario? ¿Quiénes son los pobres? ¿Y conoces a alguno personalmente? ¿Lo cuidas tú o … lo hará otra persona?