– Carlos de Foucauld no fundó nada, no «consiguió» nada como misionero en el Sahara, no dejó nada… sólo nos dejó su vida.
«Es impactante el contraste entre la vida particular de este hombre, tan marcada por sus orígenes, su época, su ambiente y su trayectoria de vida fuera de lo común, y la universalidad de su mensaje, que iluminó el camino de tantas personas a lo ancho del mundo». (Fraternidad Secular de África).
– Aunque fue una vida tan «particular», su vida ha sido a lo largo del siglo XX, la clave de su «carisma».
– Todos, creo yo, tenemos la experiencia de que ha sido su vida lo que en un comienzo nos fascinó y ha sido su vida la que nos ha hecho llegar hasta aquí.
– Ahí está la pequeña historia de todas las familias para demostrar lo que ha supuesto la vida de Carlos de Foucauld.
– Creo que aquí está el primer dato para el futuro del carisma de Carlos de Foucauld en el siglo XXI. Dejándonos de «historicismos», tomar su vida como inspiración.
– Viene la hora de «rehacer su vida», «revivirla» en las coordenadas de este siglo. Pero, que quede claro, lo primero es vivir lo que Carlos de Foucauld vivió. Aquí está el futuro.
EL RADICALISMO.
– Lo que más llama la atención en la vida de Carlos de Foucauld es su radicalismo. Quizá no se daba la encarnación del radicalismo evangélico a esta altura desde un San Francisco de Asís.
«Tan pronto como yo creí que había un Dios, comprendí que no podía hacer otra cosa más que vivir para El». (Carlos de Foucauld).
– No estamos en tiempos de radicalismos, hoy todo es ‘light’, aún en la Iglesia. Y sin embargo es hoy cuando más necesitamos del radicalismo de un Carlos de Foucauld.
– Es propio del carisma de Carlos de Foucauld hacer suyo el radicalismo evangélico. Y le haríamos un flaco servicio al futuro de este movimiento al «rebajar» las exigencias.
– Pensando en este siglo y en el futuro del «movimiento de Jesús», mucho nos vamos a jugar si no nos tomamos en serio el radicalismo evangélico como lo vivió Carlos de Foucauld.
– No nos debe poder el que «nos quedemos pocos». Recordemos cuántos tenía Carlos de Foucauld cuando murió. Quizás este sea el destino de nuestro carisma.
DESDE NAZARET AL DESIERTO.
– Y del Desierto a Nazaret. Estos son los caminos que transitamos, por esta ruta deben encontrarnos los hombres del siglo XXI, estos son los lugares donde florecerá el carisma de Carlos de Foucauld.
NAZARET
«Toma como objetivo la vida de Nazaret en todo y por todo, en su sencillez y anchura».
«Tu vida de Nazaret puede llevarse en todas partes: llévala al lugar más útil para el prójimo». (Carlos de Foucauld).
– Sin abandonar nunca lo que se ha ido madurando en este siglo pasado lo que se llama Nazaret en la espiritualidad de los que han seguido a Jesús tras las huellas de Carlos de Foucauld, es hora de insistir en algo específico para estos nuevos tiempos.
– Nazaret está hoy con los empobrecidos, con los excluidos y con las víctimas del sistema neoliberal.
– Nazaret está hoy en la inserción, la encarnación y la inculturación en el mundo de los empobrecidos, los excluidos y las víctimas de este sistema económico-político-social.
– Nazaret está hoy en asumir las causas del mundo de los empobrecidos, los excluidos y víctimas de esta situación en la que vivimos.
EL DESIERTO.
«Es necesario pasar por el desierto y allí permanecer para recibir la gracia de Dios; es allí donde nos vaciamos, se echa de sí todo lo que no es Dios». (Carlos de Foucauld).
– Sin prescindir nunca de lo que ha sido el desierto en nuestra tradición y hacer nuestra toda la riqueza de la experiencia de desierto de tantos seguidores de Carlos de Foucauld, debemos priorizar dos aspectos para estos tiempos:
– Lo que el desierto tiene de huída del mundo. No se refiere a la materialidad. Lo que antes fue «fuga mundi», ahora sería «fuga sistemae».
– Y el desierto nos tiene que hacer vivir «en las fronteras». Con los que se aventuran en la búsqueda de otro mundo distinto.
EUCARISTIA.
– La Eucaristía debe tener, en el carisma de Carlos de Foucauld tres características: la celebración, la adoración y la transformación en seres eucarísticos
«¡La Eucaristía es Jesús, es todo Jesús!».
«La fe…querría pasar toda la vida inmóvil a los pies del tabernáculo».
«La Santa Eucaristía nos debe volver tiernos, buenos, para todos los hombres». (Carlos de Foucauld).
– La celebración de la Eucaristía. Algo importantísimo es hacer la celebración de la Eucaristía el «centro y el culmen» de nuestra vida de seguidores de Jesús siguiendo las huellas de Foucauld.
– La adoración. La adoración ante la Eucaristía es para nosotros el lugar donde madura nuestra vertiente mística, donde debe darse el éxtasis, la salida de nosotros mismos y el encuentro con todos, con todo y con el Todo.
– La eucaristización. El que celebra y adora la Eucaristía termina siendo eucaristizado. Es el que asume, personaliza y es transformado por todos los componentes de la Eucaristía.
– Este último aspecto es el que tiene futuro en el carisma de Carlos de Foucauld.
HERMANO UNIVERSAL.
– Esta característica del Hermano Carlos, sobre todo en la última etapa de su vida, quizás será el aspecto más relevante de su carisma para los tiempos que vivimos.
LA AMISTAD.
«Hacerme todo a todos: reír con los que ríen, llorar con los que lloran para llevarlos a Jesús. Ponerse al alcance de todos, para atraerlos todos a Jesús». (Carlos de Foucauld).
– La amistad es el mejor medio que tenemos para llegar a los no-creyentes que serán la mayoría en los nuevos tiempos que nos han tocado vivir, como el mejor aval de los seguidores de Jesús.
– La amistad será nuestra forma privilegiada en las relaciones entre nosotros y con los que nos relacionemos en los ámbitos de nuestra vida cotidiana.
– La amistad deberá ser en estos tiempos nuestra característica como seguidores de Foucauld. Debemos ser ante todo y sobre todo amigos.
. HERMANO DE LOS DISTINTOS
«Que su caridad universal brille como un faro». (Carlos de Foucauld).
– Hoy que el mundo se vuelve una «aldea» se necesitan hombres y mujeres abiertos a todos, sean quienes sean.
– Hoy que nos llegan hombres y mujeres de otras culturas debemos ser de horizontes sin límites que nos señalemos por la acogida.
– Hoy que se da el conflicto entre culturas, religiones y cosmovisiones tendremos que estar abiertos, integrar, aprender de los otros. Es cuestión de abrirnos a los otros abriéndonos al Otro.
CONCLUSION
«Jesús es el Señor: Jesús es el dueño de lo imposible». (Carlos de Foucauld).
– El dueño de lo imposible, a los que queremos seguir a Jesús tras las huellas de Carlos de Foucauld, nos tiene que llevar a la seguridad de que nuestro caminar por el mundo en la iglesia, es acertado.
– El dueño de lo imposible, a los que queremos seguir a Jesús tras las huellas de Carlos de Foucauld, nos tiene que llevar a decir en nuestro corazón: «Padre mío me abandono a Ti…»
– El dueño de lo imposible a los que queremos seguir a Jesús tras las huellas de Carlos de Foucauld, nos tiene que llevar al último lugar, el de los empobrecidos, los excluidos y las víctimas.
– Y allí vivir con la alegría en el corazón para poder proclamar con María de Nazaret: «Proclama mi alma la grandeza del Señor».
El centro de esta vigilia no es un cuerpo, ni muerto ni vivo, sino el fuego y el agua. Ya tenemos la primera clave para entender lo que estamos celebrando en la liturgia más importante de todo el año. Fuego y agua son los dos elementos indispensables para la vida biológica. Del fuego surgen dos cualidades sin las cuales no puede haber vida: luz y calor. El agua es el elemento fundamental para formar un ser vivo. El 80% de cualquier ser vivo es agua. Recordar nuestro bautismo es la clave para descubrir de qué Vida estamos hablando. Hoy, fuego y agua simbolizan la nueva Vida de Jesús, porque le recordamos VIVO y comunicando VIDA.
La vida que esta noche nos interesa, no es la física, ni la psíquica, sino la trascendente. Por no tener en cuenta la diferencia entre estas dos vidas, nos hemos armado un buen lío con la resurrección de Jesús. La vida biológica tiene poca importancia para la realidad que estamos tratando. “El que cree en mí, aunque haya muerto vivirá; y todo el que vive y cree en mí no morirá para siempre”. La vida psíquica tiene importancia, porque es la que nos capacita para alcanzar la espiritual. Solo el ser humano, que es capaz de conocer y de amar, puede acceder a la Vida divina. Si nuestra preocupación se limita a la vida biológica, estamos perdidos.
Lo que estamos celebrando esta noche es la llegada de Jesús a esa cumbre. Jesús, como hombre, alcanzó la plenitud de Vida. Posee la Vida definitiva, que es la de Dios. Esa vida ya no puede perderse porque es eterna. Podemos seguir empleando el término “resurrección”, pero creo que no es hoy el más adecuado porque inconscientemente lo aplicamos a la vida biológica y psicológica, que son las que nosotros podemos descubrir por los sentidos. Pero lo que hay de Dios en Jesús no se puede descubrir mirando, oyendo, palpando o razonando. Es de otro orden.
Ni vivo ni muerto ni resucitado, puede nadie descubrir la divinidad de Jesús. Tampoco puede ser el resultado de alguna demostración lógica. Lo divino no cae dentro del objeto de nuestra razón. A la convicción de que Jesús está vivo, no se puede llegar por razonamientos. Lo divino que hay en Jesús, y por lo tanto su resurrección, solo puede ser objeto de fe. Para los apóstoles, como para nosotros, se trata de una experiencia interior de fe. A través del convencimiento de que Jesús les está dando VIDA, descubren que tiene que estar necesariamente VIVO.
Creer en la resurrección exige haber pasado de la muerte a la Vida. Por eso tiene en esta vigilia tanta importancia el recuerdo de nuestro bautismo. Jesús estuvo constantemente muriendo y resucitando. Muriendo a lo terreno y caduco, al egoísmo, y naciendo a la verdadera Vida, la divina. Tenemos una concepción estática del bautismo. Creemos que hemos sido bautizados un día y una hora y que allí se realizó un milagro. Hay que tomar conciencia de lo que es un sacramento.
Todos los sacramentos están constituidos por dos elementos: un signo y una realidad significada. El signo es lo que podemos ver oír, tocar. La realidad significada ni se ve ni se oye ni se palpa, pero está ahí siempre porque depende de Dios. En el bautismo, la realidad significada es esa Vida divina que significamos para descubrirla presente y vivirla. Un día han hecho el signo sobre mí, pero vivir lo significado es tarea de toda la vida. Cada día, tengo que estar haciendo mía esa Vida. Y el único camino para hacer mía la Vida de Dios, que es AMOR, es superando el egoísmo.