Iglesia de puertas abiertas y no fiscales de la fe

EL PAPA FRANCISCO DIJO: «Piensen en una madre soltera que va a la Iglesia o a la parroquia, y le dice al secretario: QUIERO BAUTIZAR A MI HIJO. Y el que la atiende le dice: No, no se puede, porque Ud. no se ha casado… Tengamos en cuenta que esta madre tuvo el valor para continuar con un embarazo, y ¿con qué se encuentra? ¡Con una puerta cerrada! Y así, si seguimos este camino y con esta actitud, no estamos haciendo bien a la gente, al Pueblo de Dios. Jesús creó los siete sacramentos y con este tipo de actitud creamos un octavo: ¡el sacramento de la aduana pastoral! QUIEN SE ACERCA A LA IGLESIA DEBE ENCONTRAR PUERTAS ABIERTAS Y NO FISCALES DE LA FE». El papa Francisco acaba de decir: «Necesitamos santos sin velo, sin sotana. Necesitamos santos de jeans y zapatillas. Necesitamos santos que vayan al cine, escuchen música y paseen con sus amigos. Necesitamos santos que coloquen a Dios en primer lugar y que sobresalgan en la Universidad. Necesitamos santos que busquen tiempo para rezar cada día y que sepan enamorarse en la pureza y castidad, o que consagren su castidad. Necesitamos santos modernos, santos del siglo XXI con una espiritualidad insertada en nuestro tiempo. Necesitamos santos comprometidos con los pobres y los necesarios cambios sociales. Necesitamos santos que vivan en el mundo, se santifiquen en el mundo y que no tengan miedo de vivir en el mundo. Necesitamos santos que tomen Coca Cola y coman hot-dogs, que sean internautas, que escuchen iPod. Necesitamos santos que amen la Eucaristía y que no tengan vergüenza de tomar una cerveza o comer pizza el fin de semana con los amigos. Necesitamos santos a los que les guste el cine, el teatro, la música, la danza, el deporte. Necesitamos santos sociables, abiertos, normales, amigos, alegres, compañeros. Necesitamos santos que estén en el mundo y que sepan saborear las cosas puras y buenas del mundo, pero sin ser mundanos». Esos tenemos que ser nosotros!!!

Breve panorama de los santos del Papa Francisco

Anna Kurian – Con la canonización de «Mama Antula» el 11 de febrero, el Papa Francisco habrá canonizado la cifra récord de 912 santos desde el inicio de su pontificado. Aunque las canonizaciones son fruto de un proceso muy largo, que puede durar varias décadas o incluso siglos, podemos esbozar algunos rasgos del panorama de los «santos de Francisco»

Si excluimos a los 813 mártires italianos de Otranto, masacrados en 1480 por los turcos y canonizados en una única ocasión por Francisco en 2013, el Pontífice argentino habrá elevado a la gloria de los altares a 99 santos desde el inicio de su pontificado. Y algunas de estas canonizaciones parecen más personales de Jorge Mario Bergoglio, el primer papa sudamericano y el primer papa salido de los jesuitas.

Por ejemplo, no es baladí que Mama Antula sea la primera santa argentina de la historia de la Iglesia, ya que difundió la espiritualidad ignaciana en el país natal de Francisco en el siglo XVIII. Al parecer, el Papa argentino, que también decretó su beatificación en 2016, ha impulsado esta causa en el dicasterio, donde se estudian más de 2 mi expedientes. Del mismo modo, llama la atención que desde 2013, después de Italia, el segundo país con más santos es Brasil, con 31. Pero si tuviéramos que ofrecer un panorama de los santos de Francisco, este podría ser:

Testigos clave

Karol de Foucauld
Charles de Foucauld

Antoine Lorgnier – AFP | East News

Desde 2013, grandes testigos católicos han sido canonizados, entre ellos la Madre Teresa de Calcuta (2016), el arzobispo Óscar Romero (2018), el cardenal John Henry Newman (2019) y Charles de Foucauld (2022), el «hermano universal». Este último es muy querido por el Papa Francisco, ya que fue uno de los inspiradores de su encíclica Fratelli tutti. «Francisco es el Papa de las periferias y va a canonizar a Carlos de Foucauld, el santo de las periferias», ha dicho el postulador de la causa, el padre Bernard Ardura.

Pontífices

El pontífice argentino también ha elevado a los altares a tres de sus predecesores: Juan XXIII (2014), Pablo VI (2018) y Juan Pablo II (2014), tres papas del siglo XX y del Concilio Vaticano II. Estas elecciones son especialmente llamativas dadas las numerosas referencias del Papa Francisco al Concilio, cuyos frutos considera que aún no se han desplegado. Especialmente simbólica fue la ceremonia de canonización de Juan Pablo II y Juan XXIII, que reunió en la plaza de San Pedro nada menos que a cuatro papas, con Benedicto XVI saliendo de su retiro para la ocasión.

POPE JOHN XXIII

El primer matrimonio

saint zelie and Louis martin
Luis y Celia Martin

El Papa más prolífico en el reconocimiento de santos ha honrado perfiles muy variados: ha incluido en el catálogo de santos al primer matrimonio canonizado juntos, Luis y Celia Martin (2015), padres de Teresa del Niño Jesús. También ha incluido a dos niños, hermano y hermana, Jacinta y Francesco Marto (2017), los dos pastores videntes de las apariciones de Fátima. Se podría pensar que estos perfiles estaban cerca del corazón del 266º Papa, que a menudo ha confiado que la monja carmelita de Lisieux era su santa favorita, y que ha expresado su particular apego a Fátima, que ha visitado dos veces.

saint zelie and Louis martin

Perfiles atípicos

En los santos de Francisco han destacado perfiles atípicos, como el del carmelita Tito Bransma (2022), un holandés que fundó la primera escuela europea de periodismo y fue mártir del nazismo. El pontífice argentino también ha querido ofrecer modelos de orígenes más raros, dando a Sri Lanka su primer santo en la persona de Joseph Vaz (2015), o canonizando al primer laico de la India, Lazarus Devasahayam Pillai (2022). Aunque estas canonizaciones de figuras lejanas no son nada nuevo en la Iglesia, resuenan con la conocida atracción del Papa Francisco por las periferias.

Canonizaciones equipolentes

En varias ocasiones, Francisco ha utilizado un procedimiento excepcional, decretando canonizaciones llamadas «equipolentes», sin reconocer un milagro o sin ceremonia de canonización. Este procedimiento particularmente raro, al que se recurre sobre todo cuando los hechos se refieren a un pasado lejano, ha permitido sin duda al Papa promover a figuras a las que tenía especial apego, como Pierre Favre (2013), miembro del primer grupo de jesuitas que trabajó con san Ignacio de Loyola en el siglo XVI.

Santos ecuménicos

Recientemente, en mayo de 2023, el Pontífice anunció una iniciativa histórica: los 21 mártires cristianos, entre ellos 20 coptos ortodoxos, asesinados por Daech en Libia en 2015, serán incluidos en el Martirologio Romano. Aunque la Iglesia católica y la copta tienen santos de los primeros siglos en común, estos serán los primeros santos reconocidos por ambas Iglesias desde la ruptura del siglo V. Un signo que representa el «ecumenismo del martirio» del que habla a menudo el Papa Francisco.

Fraternidad para el cuidado de la casa común

“Movimientos Tectónicos” por Guadalupe Valdés, 2021. (Óleo sobre tela 132 x 202 cm).

  • Alejandra Marinovic  

¿Qué nos dice Laudate Deum? Para aportar a la reflexión sobre la crisis climática.

 

El 4 de octubre, día en que comenzó la Asamblea del Sínodo de Obispos y en que la Iglesia celebra a san Francisco de Asís, el Papa Francisco vuelve a lanzar las palabras del santo “Alabado sea Dios por todas sus criaturas”[1] para convocarnos con urgencia al cuidado de la casa común. Esta exhortación apostólica nos llama en medio de la guerra, la crisis humanitaria y climática, y los esfuerzos hacia la sinodalidad, y manifiesta preocupación por la insuficiencia de las acciones desde la publicación de Laudato si’ [2], frente a un mundo que se desmorona y que se acerca a un punto de quiebre.[3] A continuación, se ofrecen reflexiones sobre esta exhortación; en particular, sobre el rol del paradigma tecnocrático en la crisis climática desde la perspectiva más amplia de la ecología integral, y se rescata la fraternidad como motor relacional del cambio cultural y estructural que sería necesario para el desarrollo humano integral.

Ecología integral

En el capítulo cuarto de Laudato si’, Francisco plantea los componentes esenciales de una ecología integral que incorpora dimensiones ambientales, humanas, sociales y políticas. Dicha ecología está íntimamente relacionada con el concepto de desarrollo integral.

La encíclica Populorum progressio es el punto de inflexión en el magisterio de la Iglesia hacia el desarrollo integral, pues avanza desde la cuestión obrera de la encíclica Rerum novarum[4] hacia este: “Por esto hoy dirigimos a todos este solemne llamamiento para una acción concreta en favor del desarrollo integral del hombre y del desarrollo solidario de la humanidad”[5]. El desarrollo integral tiene dimensiones tanto personales como sociales: “El desarrollo no se reduce al simple crecimiento económico. Para ser auténtico, debe ser integral, es decir, promover a todos los hombres y a todo el hombre”[6].[7] San Juan Pablo II retoma el mensaje de Populorum progressio en Sollicitudo rei socialis, donde reconoce en dicha encíclica una respuesta al llamado de Gaudium et spes del Concilio Vaticano II.[8] Benedicto XVI, en la encíclica Caritas in Veritate, manifiesta su convicción de que Populorum progressio es “la Rerum novarum de la época contemporánea”[9] y pone al desarrollo integral en el corazón de la Iglesia y su quehacer: “toda la Iglesia, en todo su ser y obrar, cuando anuncia, celebra y actúa en la caridad, tiende a promover el desarrollo integral del hombre”[10].

El paradigma tecnocrático

La raíz de la crisis ecológica, según Francisco, es

el modo como la humanidad de hecho ha asumido la tecnología y su desarrollo junto con un paradigma homogéneo y unidimensional. En él se destaca un concepto del sujeto que progresivamente, en el proceso lógicoracional, abarca y así posee el objeto que se halla afuera. […] De aquí se pasa fácilmente a la idea de un crecimiento infinito o ilimitado, que ha entusiasmado tanto a economistas, financistas y tecnólogos. Supone la mentira de la disponibilidad infinita de los bienes del planeta, que lleva a ‘estrujarlo’ hasta el límite y más allá del límite.[11]

Tres elementos componen este paradigma: tecnología, el sufijo cracia (de Krátos, gobierno) y su dominación sobre otros modos de ver la relación del ser humano con la creación. Francisco, y el magisterio de la Iglesia, no condenan la ciencia y la tecnología; al contrario, las consideran de enorme valor.[12] No obstante, preocupa que teniendo tanto poder, este se acumule en pocas manos,[13] y domine la economía y la política,[14] generando formas de gobierno cuyo poder está en el manejo de la tecnología. Es decir, dicha forma de poder no solo se manifiesta en las decisiones individuales, sino también en culturas y estructuras. Por último, esta mirada extendida y dominante la hace difícil de evitar:

No puede pensarse que sea posible sostener otro paradigma cultural y servirse de la técnica como de un mero instrumento, porque hoy el paradigma tecnocrático se ha vuelto tan dominante que es muy difícil prescindir de sus recursos, y más difícil todavía es utilizarlos sin ser dominados por su lógica.[15]

Francisco lamenta que la libertad del ser humano

 se enferma cuando se entrega a las fuerzas ciegas del inconsciente, de las necesidades inmediatas, del egoísmo, de la violencia. En ese sentido, está desnudo y expuesto frente a su propio poder, que sigue creciendo, sin tener los elementos para controlarlo. Puede disponer de mecanismos superficiales, pero podemos sostener que le falta una ética sólida, una cultura y una espiritualidad que realmente lo limiten y lo contengan en una lúcida abnegación.[16]

Más aún, no solo se ha vuelto el paradigma dominante, sino que se “retroalimenta monstruosamente”[17].

De estos planteamientos surgen al menos dos dimensiones del paradigma tecnocrático. Primero, la tecnología como forma de aprehender las cosas (en tal sentido, un planteamiento filosófico sobre la naturaleza, o metafísico): si la naturaleza es un recurso, artefacto o máquina, el conocimiento se torna esencialmente ingeniería, y la verdad de dicho conocimiento es la factibilidad técnica. En segundo lugar, si podemos extender los límites de la naturaleza así concebida mediante la tecnología, entramos en el deseo perpetuo de más, porque es posible y, si es posible, es bueno; un imperativo tecnológico que puede hacer al ser humano esclavo y víctima de su tecnología.[18]

Francisco plantea que la superación de este paradigma requiere reflexionar sobre el ser humano y el sentido de nuestras acciones: la reflexión ética. Resuenan con gran actualidad las palabras del Papa en la película documental La Carta (2020), cuando habla sobre la Torre de Babel (Gen 11, 1-9), aquella torre que llegaría hasta los cielos, construida no con piedras y mezcla, sino con ladrillos cocidos y asfalto; y luego viene el derrumbe de esa torre infinita y la dispersión de los pueblos que ya no se lograban entender.

Si podemos extender los límites de la naturaleza así concebida mediante la tecnología, entramos en el deseo perpetuo de más, porque es posible y, si es posible, es bueno; un imperativo tecnológico que puede hacer al ser humano esclavo y víctima de su tecnología.

La fraternidad para el cuidado de la casa común

Pablo VI sostiene que la razón del subdesarrollo es la falta de fraternidad: “El mundo está enfermo. Su mal está menos en la esterilización de los recursos y en su acaparamiento por parte de algunos que en la falta de fraternidad entre los hombres y entre los pueblos”[19]. Numerosos documentos eclesiales posteriores reiteran la centralidad de la fraternidad en relación con el desarrollo, no sólo en cuanto vivencia interpersonal, sino también permeando culturas y estructuras.[20] Por ejemplo, Francisco en Lumen fidei: “Las manos de la fe se alzan al cielo, pero a la vez edifican, en la caridad, una ciudad construida sobre relaciones, que tienen como fundamento el amor de Dios”[21]. Y en Laudato si’: “Porque no se puede proponer una relación con el ambiente aislada de la relación con las demás personas y con Dios”[22].

La fraternidad así entendida cobra dimensiones teológicas, sociales y políticas. No bastan personas fraternas si las instituciones que las reúnen en naciones no valoran la fraternidad. En efecto, las instituciones que derivan del paradigma tecnocrático son políticamente excluyentes por naturaleza, y socavan la democracia.

Todo esto supone generar un nuevo procedimiento de toma de decisiones y de legitimación de esas decisiones, […] en definitiva una suerte de mayor ‘democratización’ en el ámbito global […]. Ya no nos servirá sostener instituciones para preservar los derechos de los más fuertes sin cuidar los de todos.[23]

Desde este ‘ethos’ fraterno es que resulta posible el llamado del Papa Francisco a la reconciliación con el mundo que nos alberga, porque es casa, y porque solo en la fraternidad es casa común.

Con razón la Síntesis de la XVI Asamblea General del Sínodo, en su introducción, nos recuerda que la fraternidad es como la lámpara: no se debe poner debajo de un almud, sino en un candelabro, para que alumbre toda la casa (cfr. Mt 5, 15). Desde este ethos fraterno es que resulta posible el llamado del Papa Francisco a la reconciliación con el mundo que nos alberga,[24] porque es casa, y porque solo en la fraternidad es casa común.


Notas

​​* Alejandra Marinovic es profesora asistente del Instituto de Éticas Aplicadas de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Es ingeniera comercial y magíster en Economía de la UC, además de máster y PhD en Economía de Columbia University, Estados Unidos.
[1] Francisco; Exhortación Apostólica Laudate Deum, 2023, n. 1.
[2] Francisco; Carta encíclica Laudato si’, 2015.
[3] Cf. Laudate Deum, n. 2.
[4] León XIII; Carta encíclica Rerum novarum, 1891. También en Pontificio Consejo para la Justicia y la Paz; Compendio de la doctrina social de la Iglesia, 2004, n. 87.
[5] Pablo VI; Carta encíclica Populorum progressio, 1967, n. 5.
[6] Populorum progressio, n. 14.
[7] Ver Marinovic, Alejandra; “Desarrollo económico e integral desde la perspectiva del capital social”. En Hodge, Cristián y Leal, Claudia (eds.), Hacia un Desarrollo Humano Integral y Sostenible. Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago, 2019, pp. 89-111.
[8] Cf. Juan Pablo II; Carta encíclica Sollicitudo rei socialis, 1987, nn. 6 y 7.
[9] Benedicto XVI; Carta encíclica Caritas in veritate, 2009, n. 8.
[10] Caritas in veritate, n. 11.
[11] Laudato si’, n. 106.
[12] Cf. Laudato si’, nn. 192, 103 y 131.
[13] Cf. Laudato si’, n. 104.
[14] Cf. Laudato si’, n. 109.
[15] Laudato si’, n. 108.
[16] Laudato si’, n. 107, en Laudate Deum, n. 24.
[17] Laudate Deum, n. 21.
[18] Hanby, Michael; “The Gospel of Creation and the Technocratic Paradigm: Reflections on a Central Teaching of Laudato si’”. Communio Int. Cathol. Rev 42, 2015, pp. 724-747.
[19] Populorum progressio, n. 66.
[20] Ver Mardones, Rodrigo y Marinovic, Alejandra; “Tracing fraternity in the social sciences and Catholic Social Teaching”. Logos: A Journal of Catholic Thought and Culture 19.2, 2016, pp. 53-80.
[21] Francisco; Carta encíclica Lumen fidei, 2013, n. 51.
[22] Laudato si’, n. 119.
[23] Laudate Deum, n. 43.
[24] Laudate Deum, n. 69.

Humanitas 2023, CV, págs. 466 – 471

La evangelización no se hace por proselitismo, sino por testimonio

Siguiendo al Papa

  • Por: Anam Cara
  • El Papa Francisco: La evangelización no se hace por proselitismo, sino por testimonio, por atracción. Nosotros sacerdotes necesitamos mucho tener a nuestro lado a estos laicos que creen de verdad y con su testimonio nos enseñan el camino. Carlos de Foucauld con esta experiencia anticipa los tiempos del Concilio Vaticano II, intuye la importancia de los laicos y comprende que el anuncio del Evangelio pertenece a todo el pueblo de Dios. Del 13 al 19 de octubre de 2023.

Audiencia general. Proseguimos nuestro encuentro repasando algunos cristianos que han sido ejemplo de este celo apostólico. Hoy quisiera hablaros de un hombre que ha hecho de Jesús y de los hermanos más pobres la pasión de su vida.

Me refiero a san Carlos de Foucauld el cual, «desde su intensa experiencia de Dios, hizo un camino de transformación hasta sentirse hermano de todos» ¿Y cuál ha sido el “secreto” de Carlos de Foucauld, de su vida? 

Él, después de haber vivido una juventud alejada de Dios, sin creer en nada si no en la búsqueda desordenada del placer, lo confía a un amigo no creyente, al que, después de haberse convertido acogiendo la gracia del perdón de Dios en la Confesión, revela la razón de su vivir. Escribe: «He perdido mi corazón por Jesús de Nazaret»[1]. 

El hermano Carlos nos recuerda así que el primer paso para evangelizar es tener a Jesús dentro del corazón, es “perder la cabeza” por Él. Si esto no sucede, difícilmente logramos mostrarlo con la vida. 

Más bien corremos el riesgo de hablar de nosotros mismos, de nuestro grupo de pertenencia, de una moral o, peor todavía, de un conjunto de reglas, pero no de Jesús, de su amor, de su misericordia. 

Creo que hoy sería bonito que cada uno de nosotros se pregunte: Yo, ¿tengo a Jesús en el centro del corazón? ¿He perdido un poco la cabeza por Jesús? Carlos sí, hasta el punto que pasa de la atracción por Jesús a la imitación de Jesús.

Aconsejado por su confesor, va a Tierra Santa para visitar los lugares en los que el Señor ha vivido y para caminar donde el Maestro ha caminado. En particular es en Nazaret que comprende que tiene que formarse en la escuela de Cristo. Vive una relación intensa con el Señor, pasa largas horas leyendo los Evangelios y se siente su hermano pequeño. 

Y conociendo a Jesús, nace en él, el deseo de darlo a conocer. Siempre sucede así: Cuando cada uno de nosotros conoce más a Jesús, nace el deseo de darlo a conocer, de compartir este tesoro. Al comentar el pasaje de la visita de la Virgen a santa Isabel, le hace decir: «Me he donado al mundo… llevadme al mundo». 

Sí, pero ¿cómo? Como María en el misterio de la Visitación: «en silencio, con el ejemplo, con la vida»[2]. Con la vida, porque «toda nuestra existencia – escribe el hermano Carlos – debe gritar el Evangelio»[3]. 

Y muchas veces nuestra existencia grita mundanidad, grita muchas cosas estúpidas, cosas extrañas y él dice: “No, toda nuestra existencia debe gritar el Evangelio”. Entonces decide establecerse en regiones lejanas para gritar el Evangelio en el silencio, viviendo en el espíritu de Nazaret, en pobreza y en lo escondido. 

Va al desierto del Sahara, entre los no cristianos, y allí llega como amigo y hermano, llevando la mansedumbre de Jesús Eucaristía. Carlos deja que sea Jesús quien actúe silenciosamente, convencido de que la “vida eucarística” evangeliza. 
De hecho, cree que es Cristo el primer evangelizador. …Y nosotros, me pregunto, ¿creemos en la fuerza de la Eucaristía? Nuestro ir hacia los otros, nuestro servicio, ¿encuentra ahí, en la adoración, su inicio y su cumplimiento?

Estoy convencido de que nosotros hemos perdido el sentido de la adoración; debemos retomarlo, empezando por nosotros los consagrados, los obispos, los sacerdotes, las monjas y todos los consagrados. “Perder” tiempo delante del tabernáculo, retomar el sentido de la adoración. 

Carlos de Foucauld escribe: «Todo cristiano es apóstol»[4]; y recuerda a un amigo que «cerca de los sacerdotes hacen falta laicos que vean lo que el sacerdote no ve, que evangelizan con una cercanía de caridad, con una bondad para todos, con un afecto siempre preparado para donarse»[5]. 

Y esos laicos, ese laico, esa laica que están enamorados de Jesús hacen entender al sacerdote que él no es un funcionario, que él es un mediador, un sacerdote. 

Francisco lanza más oración y ayuno por la paz y mira a Charles de Foucauld

El Papa ha convocado para el viernes 27 de octubre una Jornada ecuménica e interreligiosa de Oración, Ayuno y Penitencia por la paz en Tierra Santa, a la que ha invitado “a todos los que tienen en el corazón la causa de la paz en el mundo”. Además, esta tarde de miércoles habrá una hora de oración en San Pedro por la paz. En la catequesis se ha fijado en san Charles de Foucauld.

A raíz de las guerras en Ucrania y en Palestina e Israel, el Santo Padre Francisco intensifica la oración por la paz, y urge a la causa de la paz a todo el mundo. Esta mañana, en la catequesis de los miércoles sobre la pasión por la evangelización: el celo apostólico del creyente, ha anunciado una Jornada ecuménica e interreligiosa de Oración, Ayuno y Penitencia por la Paz en Tierra Santa el próximo 27 de octubre, y ha puesto la mirada en el corazón de san Charles de Foucauld

Por otra parte, al dirigirse a los peregrinos de lengua italiana y a todos los fieles, ha convocado a la 6 de la tarde de hoy mismo, fiesta de san Lucas evangelista, en la Plaza de San Pedro, a vivir “en espíritu de penitencia una hora de oración para implorar la paz para nuestros días, la paz en el mundo. Pido a todas las iglesias particulares que participen, estableciendo iniciativas semejantes que involucren al Pueblo de Dios”.

El Pontífice ha señalado que las víctimas aumentan, la situación en Gaza es desesperante, y ha efectuado un llamamiento: “Que se haga por favor todo lo posible para evitar una catástrofe humanitaria. Nos preocupa el posible alargamiento del conflicto, mientras en el mundo están abiertos diferentes frentes bélicos”.

“Que callen las armas, que se escuche el grito de paz de los pobres, de la gente, de los niños”, ha añadido. “Hermanas y hermanos, la guerra no resuelve ningún problema, siembra solo muerte y destrucción, aumenta el odio, multiplica la venganza. La guerra cancela el futuro” (lo dijo por dos veces). “Exhorto a los creyentes a tomar en este conflicto una sola parte, la parte de la paz, no con palabras, sino con la oración, con la dedicación total”.

Domingo misionero mundial, san Juan Pablo II

Entre otros temas que han surgido en la catequesis, el próximo domingo se celebra la Jornada misionera mundial, que tiene como lema ‘Corazones ardientes’, ha recordado el Papa, al invitar “a las diócesis y parroquias a que participen en esta cita anual con la oración y la ayuda concreta para las necesidades de la misión evangelizadora de la Iglesia”.

En su saludo a los peregrinos de lengua polaca, el Santo Padre ha manifestado que “el lunes pasado conmemoramos el 45 aniversario de la elección de Karol Wojtyla a la Sede de Pedro. Durante su pontificado resonó con gran fuerza la llamada a abrir de par en par las puertas a Cristo. Esto ha dado fruto tanto en conversiones personales como en cambios sociales en muchos países hasta ahora cerrados a Cristo. Siguiendo el ejemplo de este santo Papa, continuad la obra de nueva evangelización que él inició. Os bendigo de corazón”.

Francisco ha saludado también a los grupos de feligreses y estudiantes de lengua francesa, venidos de Suiza, Costa de Marfil, Francia y Marruecos, incluida la delegación del Instituto Teológico Ecuménico Al Mowafaqa, acompañada por el cardenal Cristóbal López Romero y la Sra. Karen Smith. “Que San Charles de Foucauld nos enseñe el valor del silencio y el poder evangelizador de una vida escondida en Dios”, les ha dicho. 

San Charles de Foucauld: Eucaristía, el sagrario

En esta catequesis sobre el celo apostólico, Francisco ha compartido en la Audiencia el testimonio de san Charles de Foucauld, canonizado el 15 de mayo de 2022 junto a otros siete beatos, que vivió una juventud alejada de Dios, hasta que conoció a Jesús de Nazaret. 

Hoy quisiera hablaros de un hombre que ha hecho de Jesús y de los hermanos más pobres la pasión de su vida. Me refiero a san Carlos de Foucauld el cual, ‘desde su intensa experiencia de Dios, hizo un camino de transformación hasta sentirse hermano de todos’ (Fratelli tutti, 286)”. 

Experimentando una profunda conversión, pasó de ser atraído por Jesús al deseo de imitarlo, sintiéndose su “hermano pequeño”, ha subrayado el Papa. “De la atracción pasó a la imitación. Aconsejado por su confesor fue a Tierra Santa y, recorriendo los Santos Lugares, descubrió la llamada a vivir en el espíritu de Nazaret, pobre y oculto, manso y humilde de corazón”.

Francisco ha destacado en su reflexión que Charles de Foucauld “dedicaba mucho tiempo a meditar el Evangelio, pero esto no lo hacía encerrarse en sí mismo, al contrario, lo impulsaba a anunciarlo a los demás. Para él, la vida eucarística era el punto de partida para la misión, por eso rezaba durante horas ante el sagrario, y allí encontraba la fuerza evangelizadora para ir al encuentro de las personas que no conocían a Jesús”.

El secreto: “Perder la cabeza por Él”

¿Cuál era el “secreto” de su vida?, se ha preguntado el Papa. “He perdido mi corazón por Jesús de Nazaret”, confió a un amigo no creyente. “El Hermano Charles nos recuerda así que el primer paso para evangelizar es tener a Jesús en el centro del corazón, es ‘perder la cabeza’ por Él. Si esto no sucede, difícilmente podremos demostrarlo con nuestra vida. Corremos el riesgo de hablar de nosotros mismos, de nuestro grupo, de una moral o, peor aún, de un conjunto de normas, pero no de Jesús, de su amor, de su misericordia”, ha continuado el Papa. 

Preguntémonos entonces: tengo a Jesús en el centro de mi corazón, ¿he perdido un poco la cabeza por Él? Charles sí, hasta el punto de pasar de la atracción por Jesús a la imitación de Jesús. Carlos deja a Jesús actuar en silencio, convencido de que la ‘vida eucarística’ evangeliza. Cree de hecho que Cristo es el primer evangelizador.  ¿Y nosotros, me pregunto, creemos en la fuerza de la Eucaristía?”

Los laicos. Anticipa el Concilio Vaticano II

‘Todo cristiano es un apóstol’, escribía Charles de Foucauld a un amigo laico, a quien recordaba que “cerca de los sacerdotes necesitamos laicos que vean lo que el sacerdote no ve, que evangelicen con una cercanía de caridad, con una bondad para con todos, con un afecto siempre dispuesto a entregarse”, ha recordado el Papa. 

Charles anticipa así los tiempos del Concilio Vaticano II, intuye la importancia de los laicos y comprende que el anuncio del Evangelio pertenece a todo el Pueblo de Dios. Pero, ¿cómo podemos aumentar esta participación? Como hizo Carlos: poniéndonos de rodillas y acogiendo la acción del Espíritu, que siempre suscita formas nuevas para involucrar, encontrar, escuchar y dialogar, siempre en la colaboración y en la confianza, siempre en comunión con la Iglesia y con los pastores”.

Por último, el Santo Padre ha llamado a san Charles de Foucauld “figura profética para nuestro tiempo”, y nos ha preguntado “si llevamos en nosotros y a los otros la alegría cristiana, que no es simple gozo, sino caridad del corazón. La alegría es el termómetro que mide el calor de nuestro anuncio de Jesús, Él que es para todos la buena noticia”.

Francisco Otamendi

El Papa: Carlos de Foucauld, ejemplo de Evangelio anunciado con mansedumbre

El testigo del celo apostólico al que Francisco dedica su catequesis en la audiencia general es un santo que, nacido en Francia, «perdió la cabeza» por Jesús y eligió establecerse en el desierto del Sahara.

Adriana Masotti – Ciudad del Vaticano 

«Hoy quisiera hablarles de un hombre que hizo de Jesús y de sus hermanos más pobres la pasión de su vida», anunció el Papa Francisco a los fieles presentes en la Plaza de San Pedro para la audiencia de los miércoles. Es san Carlos de Foucauld, testigo del celo en el anuncio del Evangelio y testigo de la mansedumbre, de la búsqueda del diálogo y de la cercanía con todos. En el centro de su vida está la Eucaristía, ante la que se detiene largamente en oración y adoración, sintiendo que sólo Jesús, allí presente, puede acercarle a tantos hermanos y hermanas no cristianos.

«Perdí mi corazón por Jesús»

«San Carlos de Foucauld, corazón palpitante de caridad en la vida oculta», es el título de la catequesis. Después de una juventud -dice el Papa Francisco- vivida en la lejanía de Dios, habiéndose convertido, san de Foucauld dice de sí mismo: «Perdí mi corazón por Jesús de Nazaret». Continúa el Papa: 

“El Hermano Carlos nos recuerda así que el primer paso para evangelizar es tener a Jesús en el corazón, es «perder la cabeza» por Él. Si esto no sucede, difícilmente podremos demostrarlo con nuestras vidas. En cambio, corremos el riesgo de hablar de nosotros mismos, de nuestro grupo, de una moral o, peor aún, de un conjunto de reglas, pero no de Jesús, de su amor, de su misericordia. (…) Creo que hoy sería bueno que cada uno de nosotros se preguntara: «¿Tengo a Jesús en el centro de mi corazón? ¿He perdido un poco la cabeza por Jesús?»”

Dar a conocer a Jesús con toda la vida

De Focauld quiere profundizar en el conocimiento de Jesús y quiere imitarlo, por eso visita Tierra Santa, donde vivió, «pasa largas horas leyendo los Evangelios», y conociéndolo siente el deseo de darlo a conocer a los demás. «Cuando cada uno de nosotros -añade el Papa Francisco- conoce a Jesús, surge el deseo de darlo a conocer, de compartir este tesoro.»

“Sí, pero ¿cómo? Como María en el misterio de la Visitación: «en silencio, con el ejemplo, con la vida» . Con la vida, porque «toda nuestra existencia -escribe el Hermano Charles- debe gritar el Evangelio». Y muchas veces nuestra existencia grita mundanidad, grita muchas estupideces, cosas extrañas, y él dice: «No, toda nuestra existencia debe gritar el Evangelio».”

¿Creemos en el poder de la Eucaristía?

Charles decide entonces trasladarse a tierras lejanas, se instala en el desierto del Sahara entre los Tuaregs que no son cristianos, y a ellos lleva su amistad y el testimonio silencioso y manso del Evangelio. Tiene a Jesús presente junto a él en la Eucaristía y le confía todo. Continúa el Papa:

“Así, permanece en oración a los pies de Jesús, ante el sagrario, durante unas diez horas al día, seguro de que allí reside el poder de la evangelización y sintiendo que es Jesús quien le acerca a tantos hermanos y hermanas lejanos. Y nosotros, me pregunto, ¿creemos en el poder de la Eucaristía? Nuestra salida hacia los demás, nuestro servicio, ¿encuentra ahí, en la adoración, su comienzo y su plenitud? Estoy convencido de que hemos perdido el sentido de la adoración: debemos recuperarlo.”

«Todo cristiano es un apóstol»

El Papa Francisco describe otro aspecto de la espiritualidad de san Carlos de Foucauld que «anticipa los tiempos del Concilio Vaticano II» y es la convicción de que «todo cristiano es apóstol» y que el anuncio del Evangelio es responsabilidad de todo el pueblo de Dios. Pero esto sólo es posible en actitud de oración y de escucha del Espíritu, siempre creativo. Y respecto a los laicos, «santos, no escaladores, enamorados de Jesús», el Papa observa: «Cuánta necesidad tenemos los sacerdotes de tener a nuestro lado a estos laicos que creen en serio y con su testimonio nos enseñan el camino». Y continúa:

“San Carlos de Foucauld, figura profética para nuestro tiempo, dio testimonio de la belleza de comunicar el Evangelio mediante el apostolado de la mansedumbre: él, que se sentía «hermano universal» y acogía a todos, nos muestra la fuerza evangelizadora de la ternura (…) Vivir la bondad de Jesús le llevó a forjar lazos fraternos de amistad con los pobres, con los Tuareg, con los más alejados de su mentalidad. Poco a poco, esos lazos generaron fraternidad, inclusión, aprecio por la cultura del otro.”

La importancia de regalar incluso una sonrisa

La bondad también se demuestra con una sonrisa, y el Papa concluye invitando a todos a preguntarse, por tanto, si «llevamos alegría cristiana, mansedumbre cristiana, ternura cristiana, compasión cristiana, cercanía cristiana» a nosotros mismos y a los demás.

CATEQUESIS COMPLETA:

https://www.google.com/amp/s/aciprensa.com/amp/noticias/101624/catequesis-completa-papa-francisco-sobre-san-carlos-de-foucauld

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La bendición del Papa a los fieles en la Plaza de San Pedro
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Plaza de San pedro en el vaticano, 18 de octubre 2023.