¿Porqué la Comunidad Ecuménica Horeb Carlos de Foucauld es un «monasterio invisible» en la comunión de los santos, con vocación ecuménica?

La idea de «monasterio invisible» proviene del místico y pionero del ecumenismo espiritual el padre Couturier (1881-1953), que, en 1943, hizo una invitación a abrir los horizontes de la espiritualidad ecuménica por encima de las barreras confesionales. Un monasterio constituido por personas abiertas a la llama y luz del Espíritu Santo. Un monasterio distinto de los demás porque es «invisible», diseminado entre todas las confesiones y todos los paises del mundo, con miembros aislados cada uno en su propio Nazaret, pero intercomunicados gracias a las nuevas tecnologías. El vínculo que los une es la comunión espiritual que existe entre ellos.

Los miembros de este monasterio se caracterizan: a) por la radicalidad de su intención, son conscientes de la urgencia de la unidad en nuestro mundo pues solo desde la unidad se puede evangelizar e ir a la misión; b) por el sufrimiento común ante el espectáculo de Cristo roto, el amor de los hermanos separados con quienes no se puede compartir la cena del Señor, la indiferencia de muchos, la ignorancia, las persecuciones de los cristianos por los cristianos; c) por la alegría, pues los habitantes de este monasterio se saben en las manos de Dios, abandonados en sus misterios, y con confianza suplican «concédenos la unidad cuando quieras y por los caminos que quieras», y con fe y esperanza empujados por la caridad y el amor, oran con la fórmula de Jesús en la última cena, en él y con él en una actitud cristiana: y, c) por su fraternidad, gracias a sus oraciones y su trabajo han caído muchos muros y el ecumenismo ha hecho milagros.

Los moradores de este monasterio son cristianos sensibles a la causa de la unidad que oran y sufren por ella. El ecumenismo nos llama a la esperanza de que se realice la oración de Jesús, a esta caridad que es el mandamiento nuevo de Cristo y el don por el que el Espíritu Santo une a todos los fieles. La auténtica espiritualidad cristiana está comprometida en la labor ecuménica y quienes se identifican con Cristo deben configurarse con su oración, en especial con su oración por la unidad; quienes viven en el Espíritu deben dejarse transformar por el amor por la unidad, que «lo soporta todo, lo cree todo, lo espera todo, lo aguanta todo» (1 Co 13,7).