El martirio de los jesuitas de la UCA: La Iglesia que molesta desde la experiencia de Jesús de Nazaret

Los mártires de la UCA
Los mártires de la UCA Claudia Munaiz

«Ignacio Ellacuría, Nacho Martín-Baró, Segundo Montes, Armando López, Joaquín López, Juan Ramón Moreno, Elba y Celina Ramos, gracias por vuestro testimonio, seguís vivos junto a nosotros y nos seguís ayudando como pueblo y como creyentes»

«No queremos que en El Salvador, ni en ninguna parte se mate a nadie, cristiano o no, pero la gran pregunta en cualquier parte del mundo, es cómo estamos haciendo los cristianos que ya no somos molestos, qué hacemos para que no seamos molestos para casi nadie, qué hacen nuestras comunidades cristianas, de parte de quién estamos los que celebramos la Eucaristía cada domingo»

«Hoy los jesuitas seguirían siendo molestos y volverían sin duda a ser asesinados, por decir y vivir lo que dijeron, y lo único que decían era que todos tenemos derecho a vivir, y a vivir dignamente, que nadie tiene derecho a aprovecharse del otro, especialmente del pobre»

Javier Sánchez. Párroco de Navalcarnero

Siempre que llega un aniversario tan importante para mí como este, el del martirio de los jesuitas de la UCA, lo que me sale es decir: ¡de nuevo ha pasado un año! ¡Parece que fue ayer cuando celebrábamos el anterior! Pero me pongo a escribir y a pensar como si fuera ayer, porque además, por desgracia, miro alrededor y descubro que las circunstancias van siendo las mismas que el año anterior, y las del anterior….

Y las del mismo día que sucedió el acontecimiento que celebramos. Y digo, celebramos, porque ciertamente para mí cada año es una celebración nueva, porque es una celebración, de vida, de evangelio y de felicidad, como también diría el papa Francisco. Cada aniversario es una llamada también por eso a cuestionarme y a preguntarme cómo vivo yo también esa misma felicidad, cómo voy pasando mi vida desde el encuentro con Jesús y con los hermanos, y sobre todo cómo voy “pasando la vida”, disfrutando de ella y haciendo que otros disfruten.

Un año más, 36, celebramos este acontecimiento, desde la alegría y desde la esperanza. Desde la alegría de tener con nosotros a personas que han dado la vida precisamente por eso; por hacer felices a los demás, y desde la esperanza de saber que sus vidas entregadas, como la de Jesús, como la de Monseñor Romero, como la de Rutilio Grande, o la de Gerardi, no han sido en vano, sino que han abierto una senda nueva de humanidad, de esperanza y por tanto de evangelio.

La muerte de los jesuitas y nuestras dos amigas, en la UCA fue una muerte de alguna manera “anunciada», porque lo que decían y lo que hacían les llevó a eso. Lo que decían y hacían era molesto para los poderes del momento, su vida era una vida que no gustaba a muchos, y por eso los mataron, no podían vivir. Su vida molesta, atrevida, contestataria y crítica fue la causa de su asesinato y de su martirio. En el fondo, como la de Jesús de Nazaret, su muerte fue consecuencia de su vida. Ellos no querían morir, querían vivir y dar vida otros, querían decirnos que todos tenemos derecho a esa misma vida y a esa misma dignidad; pero algunos piensan que la vida “solo es para ellos”, y por eso algunos sobran.

Aniversario de los mártires de la UCA
Aniversario de los mártires de la UCA RD

Y decía que por desgracia las causas que dieron muerte a los jesuitas, a Celina y a Elba, son las mismas que siguen dando muerte a millones de seres humanos. Porque las causas son la pobreza, el poder y el dinero, y eso es lo que sigue matando a muchas personas en el mundo. El  genocidio y exterminio de Gaza continúa porque los poderosos quieren el dinero; en Ucrania sigue la guerra, porque quieren arrebatar los derechos de las personas; en casi todos los países de África se sigue expoliando a los débiles y a los pobres, en América Latina solo se mira el dinero y el que no lo tiene no cuenta…

En lugar de protestar porque en algunas ocasiones se la persigue, nuestra Iglesia debería preguntarse justamente lo contrario:  por qué no siempre se la persigue, por qué no es molesta

Los jesuitas eran molestos, y por eso no “tenían derecho a vivir”. Pero quizás por eso la Iglesia tenía que preguntarse cuál es su actitud; en lugar de protestar porque en algunas ocasiones se la persigue, nuestra Iglesia debería preguntarse justamente lo contrario:  por qué no siempre se la persigue, por qué no es molesta. Ya lo decía Jacques Gaillot “Una Iglesia que no sirve, no sirve para nada”, entendiendo como servicio la defensa de los pobres y los humildes, el lavar los pies a aquellos a los que nadie quiere lavárselos y no cuentan. Pero por desgracia, no es siempre así, la Iglesia no solo no sirve a los pobres, sin que sigue siendo “servil de los ricos”, y por eso quizás no es molesta, su mensaje y sobre todo su testimonio, no causa dificultad a nadie.

De ahí que el martirio de los jesuitas, de Celina y de Elba se pueda considerar un martirio político, es decir un martirio no que favoreciera a un partido político concreto, sino un martirio que “tomaba partido” por un grupo concreto de personas, es decir que tomaba partido por los pobres, por los desheredados, por los que nadie quiere. Un martirio que iba claramente en contra de los que “fabricaban la muerte”, que eran, son y serán siempre los ricos, los que creen que tienen derecho a vivir a consta de los pobres. Los que criticaba fuertemente el libro de Amós y que leíamos en la liturgia del domingo XXVI del tiempo ordinario: “Ay de aquellos que se sienten seguros en Sion; confiados en la montaña de Samaría! Se acuestan en lechos de marfil, se arrellanan en sus divanes”(Amós 6, 1a).

Recuerdo a los mártires de la UCA
Recuerdo a los mártires de la UCA

O cuando el mismo profeta Amós seguía diciendo: “Escuchad esto, los que pisoteáis al pobre y elimináis a los humildes del país diciendo: “¿Cuando pasará la luna nueva, para vender el grano, y el sábado para abrir los sacos de cereal – reduciendo el peso y aumentado el precio, y modificando las balanzas con engaño- para comprar al indigente por plata y al pobre por un par de sandalias, para vender hasta el salvado del grano?”.

Quizás al escuchar estas palabras algunos dirían que “el profeta Amós era comunista o el precursor de Carlos Marx”, como tantas veces se dijo de los jesuitas, de Monseñor Romero, de Rutilio Grande o incluso del mismo papa Francisco. Pero no, no son palabras de Carlos Marx, sino del profeta Amós, y cuando hemos proclamado esas palabras en nuestras eucaristías, al final hemos dicho “Palabra de Dios”, porque hemos reconocido que en esas palabras nos hablaba y nos habla el mismo Dios.

Era tan molesta su actitud y su testimonio que estaban abocados a su martirio, y es lo que también reconocía la propia compañía de Jesús en su XXXII Congregación General: “No trabajaremos en la promoción de la justicia sin que paguemos un precio” (C.G. XXXII, D4, N.46). Ellos pagaron un precio demasiado caro, pagaron el precio con su propia vida.

Se sigue persiguiendo como antaño a los que critican la “violencia de la pobreza”, porque es la violencia que el actual presidente, Nayib Bukele, sigue sin querer atajar

En el pequeño país centroamericano, en la Tierra Santa de Monseñor Romero y de los mártires de la UCA, sin embargo sigue existiendo la injusticia, la pobreza y el asesinato por hambre de millones de personas. Y se sigue persiguiendo como antaño a los que critican la “violencia de la pobreza”, porque es la violencia que el actual presidente, Nayib Bukele, sigue sin querer atajar: la pobreza y desigualdad que hace que varios millones de salvadoreños tengan que estar fuera de su país y otros millones tengan que malvivir en El Salvador. La violencia de la pobreza que favorece el que los pobres y desvalidos estén en las cárceles, mientras los ricos están “en lechos de marfil”, que decía el profeta.

¿Y la Iglesia, mientras qué? ¿Qué está haciendo la Iglesia salvadoreña? ¿Es molesta y perseguida como lo fueron los jesuitas, Monseñor Romero o Rutilio Grande? Parece que tiene poco que decir, y no es que nadie quiera que se mate a nadie, ni tampoco a los cristianos, pero cuando le preguntaron a Monseñor Romero en una ocasión si no estaba preocupado porque mataran a sus sacerdotes, cuando estaba la represión de antes de la guerra, sus palabras fueron muy claras: “Si no mataran a los sacerdotes, sería triste que en una patria donde se está asesinando tan horrorosamente no contáramos entre las víctimas también a los sacerdotes. Son el testimonio de una Iglesia encarnada en los problemas del pueblo”.

No queremos que en El Salvador, ni en ninguna parte se mate a nadie, cristiano o no , pero la gran pregunta en cualquier parte del mundo, es cómo estamos haciendo los cristianos que ya no somos molestos, qué hacemos para que no seamos molestos para casi nadie, qué hacen nuestras comunidades cristianas, de parte de quién estamos los que celebramos la Eucaristía cada domingo. Son preguntas, que yo, como cura, me hago cada día, son preguntas que nos tienen que llevar a un “verdadero y auténtico examen de conciencia” que nos haga tomar una postura real y militante a favor de las minorías pobres, necesitadas y machacadas.

Martires UCA
Martires UCA

Jesús de Nazaret no murió, lo asesinaron, los jesuitas, Celina y Elba no murieron, fueron asesinados, Monseñor Romero no murió, fue asesinado… los miles de palestinos que han seguido ayudando en los hospitales y lo siguen haciendo en el genocidio de Gaza, no han muerto, los han asesinado vilmente, y las bombas y las balas que los han asesinado, no han ido contra terroristas o contra “comunistas”, sino contra aquellos que defendían las causas de los “sin voz”. Detrás del extermino de los terroristas en Gaza, se ha exterminado al pueblo pobre y desamparado, porque los 70.000 asesinados en Gaza no eran precisamente terroristas, como no lo eran los más de 20.000 niños asesinados y mutilados.

Hoy los jesuitas seguirían siendo molestos y volverían sin duda a ser asesinados, por decir y vivir lo que dijeron, y lo único que decían era que todos tenemos derecho a vivir, y a vivir dignamente, que nadie tiene derecho a aprovecharse del otro, especialmente del pobre, y que lo más cruel en este mundo es enfrentarse al caído para expoliarle y maltratarle. Los jesuitas hoy, como tantos mártires salvadoreños y de todo el mundo, nos siguen haciendo la misma pregunta que hizo Dios a Caín: “¿Dónde está tu hermano?» , ¿qué has hecho con él? “Tuve hambre, tuve sed, estuve enfermo o en la cárcel y no me asististeis” (Mateo 25).

Su buscar la justicia y la dignidad para todos los salvadoreños se sigue ansiando allí, precisamente porque no existe, porque lo que sigue primando allí es la terrible desigualdad

Pero la causa de los jesuitas, Celina y Elba, sigue abierta en la actualidad, sigue abierto su proyecto de vida, sigue abierto por lo que ellos lucharon y dieron la vida. Su buscar la justicia y la dignidad para todos los salvadoreños se sigue ansiando allí, precisamente porque no existe, porque lo que sigue primando allí es la terrible desigualdad entre ricos y pobres, lo sigue sucediendo en  El Salvador, es que los pobres son cada vez más pobres y los ricos son cada vez más ricos.

“Han matado a toda mi familia”, dijo nada más enterarse de la noticia el teólogo Jon Sobrino, porque para él esa era su familia, junto los pobres y desheredados de El Salvador. La familia jesuítica y las dos mujeres que los cuidaban fueron asesinados por el poder opresor que no aguanta que alguien les critique ni les diga que todos somos iguales. El libro de Moltmann, “El Dios crucificado”, fue el que cayó a los pies del cadáver de Ignacio Ellacuría, cubierto de sangre, porque era el mismo Jesús crucificado el que volvía a ser de nuevo crucificado en aquellos hombres y mujeres cuyo único delito era predicar la fraternidad y la igualdad entre todos.

Los jesuitas habían sido solidarios con los crucificados salvadoreños, les habían defendido, habían hecho de la teología la justificación de su propia fe, pero una fe encarnada y que efectivamente era molesta para los ricos. Tanto se solidarizaron con ellos, tanto les defendieron, tanto fueron su voz que murieron como ellos: asesinados y crucificados. Y junto a ellos “el pueblo crucificado” salvadoreño, del que tanto habla también Jon Sobrino.

Reliquias de Romero y Ellacuría
Reliquias de Romero y Ellacuría

Ignacio Ellacuría afirmaba: “El problema radical de los derechos humanos es el de la lucha de la vida en contra de la muerte”, unos derechos que significan reconocer al otro como persona, y como tal con los mismos derechos que tiene cualquier ser humano, sea cual sea su posición o condición social.

Para Monseñor Romero, “el gran mal de El Salvador es la riqueza, la propiedad privada”, una riqueza que subyuga a los pobres, aun todavía, una pobreza que se convierte en la auténtica y radical violencia que existía entonces y que sigue existiendo ahora. La violencia no es solo la de las pandillas, es la del pobrerío hambriento que sigue gritando justicia. Y eso no desde una simple ideología, sino desde Dios, desde su palabra, desde su proyecto para todas las personas “Dios no ha hecho la muerte, sino la vida”, que también decía el obispo asesinado.

Hace apenas dos meses nos dejó también el que era provincial de los jesuitas en aquel momento, José María Tojeira, un hombre entregado hasta el final al pueblo. Y con él se nos fue también lo que significó aquel día cruento para él: el encuentro con sus hermanos asesinados. Fue Francisco Estrada el que se asomó donde estaba aseándose el padre Tojeira y le comunicó lo sucedido: “Chema, acaba de llegar Obdulio (el marido de Elba) y dice que han asesinado a los jesuitas de la UCA y también a su mujer y a su hija”. Y cuando los periodistas entrevistaron al padre Tojeira y a Monseñor Rivera y Damas y le preguntaron “Arzobispo, ¿quién mató a los padres jesuitas?, y él les contesto: los mató el mismo odio que mató a Monseñor Romero”.

Y así fue, el mismo odio que siguió matando a Monseñor ese mismo día, porque la fotografía suya que se encuentra ahora en el centro Monseñor Romero, estaba también cubierta a balazos, como si los propios asesinos del ejército (sí, porque fue el ejército pagado por la derecha rica del país y de los Estados Unidos, los que los mataron a ellos y a Monseñor ), hubieran “vuelto a matar en la foto a Monseñor Romero”, porque descubrieron que Monseñor no estaba muerto, sino que seguía vivo entre su pueblo y entre su pobrerío.

Último adiós al jesuita José María Tojeira
Último adiós al jesuita José María Tojeira

Ese mismo odio que mató a miles de salvadoreños antes de la guerra con una cruel represión, que los siguió matando durante la guerra, y que ahora en una falsa paz los siguió matando, primero por las pandillas callejeras, y ahora por “el orden violento establecido” del nuevo presidente Nayib Bukele, que simplemente ha sustituido la violencia callejera por la violencia institucional impuesta por él mismo. Pero sin llegar a hacer caso a la auténtica violencia que asuela el pequeño país centroamericano desde hace años: LA VIOLENCIA DE LA POBREZA Y DE LA INJUSTICIA.

Un año más seguimos recordando sus asesinatos, y lo seguimos haciendo con esperanza, mirando hacia adelante, y sobre todo con una profunda alegría, porque podemos honrar a unos hermanos y hermanas nuestras que dieron la vida por el evangelio, dieron la vida porque los salvadoreños y salvadoreñas fueran más felices. Su vida, no ha sido en vano, como la de Jesús, “Si el grano de trigo cae en tierra y muere da mucho fruto” (Juan 12,24). Y así fue y es el grano de trigo de los mártires jesuitas, de Celina y de Elba. Es un grano que sigue dando fruto en medio de la tierra santa y del pueblo de El Salvador.

Ellos fueron Iglesia molesta, ellos fueron Iglesia que estorbaba, ojalá que la Iglesia siempre sea molesta, que siempre estorbe, ojalá que la Iglesia en cualquier parte del mundo siga anunciando con su vida el evangelio, siga anunciando que todos somos hermanos, que Dios nos quiere a todos por ser hijos de Él y que por eso todos tenemos derecho a vivir con dignidad. Ojalá que la Iglesia “nunca se case con nadie”, sino que siga siendo fiel al Espíritu de Jesús. Ojalá que la Iglesia salvadoreña y la del mundo entero siga siendo voz para los sin voz, y semilla de algo nuevo.

El asesinato de los jesuitas, de Elba y de Celina nos invita un año más a tomar partido, ¿de parte de quién estamos los cristianos? ¿de los que asesinan en Gaza? ¿De los que oprimen en las cárceles de El Salvador?

El asesinato de los jesuitas, de Elba y de Celina nos invita un año más a tomar partido, ¿de parte de quién estamos los cristianos? ¿de los que asesinan en Gaza? ¿De los que oprimen en las cárceles de El Salvador? ¿De los que bombardean en Ucrania? ¿De los que expolian a los pueblos de Africa, América latina y Asia? No todo vale, no podemos hacer “componendas”, sino que como Iglesia tenemos también que pronunciarnos y condenar la injusticia en cualquier parte. Estamos llamados a ser molestos por seguir a alguien que fue molesto, y que por eso lo crucificaron.

Ignacio Ellacuría, Nacho Martín-Baró, Segundo Montes, Armando López, Joaquín López, Juan Ramón Moreno, Elba y Celina Ramos, gracias por vuestro testimonio, seguís vivos junto a nosotros y nos seguís ayudando como pueblo y como creyentes. Ayudadnos a pronunciarnos cada día a favor de la justicia social y la dignidad para todos. Jesús resucitado os tiene vivos junto a él y abrazados para siempre. Vuestra vida sigue siendo antorcha y luz para todos nosotros. Gracias por hablarnos de un Dios Padre-Madre que nos quiere a todos. Seguiremos celebrando año tras año vuestro aniversario, pero no como un recuerdo de muerte, sino como un recuerdo y esperanza de vida y futuro. Seguiremos unidos a vuestro proyecto, que es el de Jesús de Nazaret. Seguiremos haciendo nuestras vuestras esperanzas, y el Dios crucificado y resucitado seguirá siempre en nuestro pueblo salvadoreño, entre nuestra gente.

El pensamiento vivo de Ignacio Ellacuría

El día que mataron a Ellacuría
El día que mataron a Ellacuría

En el 36 aniversario de su asesinato

«Ellacuría entiende la teología de la liberación como teología histórica a partir del clamor ante la injusticia, aplica el método de la historificación de los conceptos a los grandes temas y categorías del cristianismo: revelación, salvación, gracia, pecado, Iglesia, Dios, Jesús, presentados tradicionalmente de forma espiritualista y evasiva, establece una correcta articulación entre teología y ciencias sociales y asume un compromiso por la transformación de la realidad histórica desde la opción por las personas más vulnerables, los colectivos empobrecidos y los pueblos oprimidos por el capitalismo y el sistema colonial»

Juan José Tamayo

«Ellacuría debe ser eliminado y no quiero testigos»

Esa fue la orden que dio el coronel René Emilio Ponce al batallón Atlacatl, el más sanguinario del Ejército salvadoreño. Se cumplió la noche del 16 de noviembre de 1989 en que fueron asesinados en la Universidad Centroamericana de San Salvador (UCA) con premeditación, nocturnidad y alevosía los jesuitas Ignacio Ellacuría, Segundo Montes, Ignacio Martín Baró, Armando López, Juan Ramón Moreno y Joaquín López y López, la trabajadora doméstica Julia Elba Ramos y su hija Celina, de 15 años. La masacre conmocionó al mundo. Las ocho personas asesinadas se sumaban a los 80.000 que hasta entonces había causado la guerra en ese pequeño país centroamericano, donde se había instalado una inmisericorde cultura de la muerte con el apoyo político y militar de los Estados Unidos.

El teólogo Jon Sobrino podía haber sido el séptimo jesuita asesinado, pero esa noche no se encontraba en casa. Había viajado a Tailandia para impartir un curso de teología en Hua Hin, a 200 kilómetros de Bangkok. Un sacerdote irlandés le despertó para comunicarle la noticia. «Toda la comunidad, toda mi comunidad ha sido asesinada», fue su comentario. Enseguida se preguntó por qué él estaba vivo. En Tailandia, donde el número de cristianos es muy escaso, alguien le preguntó, entre sorprendido e incrédulo: «¿Y en El Salvador hay católicos que asesinan a sacerdotes?».

Reliquias de Romero y Ellacuría
Reliquias de Romero y Ellacuría

36 años después, los jesuitas asesinados no han caído en el olvido. Su figura y su obra han adquirido nuevas dimensiones y han ido creciendo en relevancia social, significación intelectual e influencia religiosa. Tras su muerte se han publicado importantes obras suyas que gozan de una amplia difusión, permiten descubrir aspectos de su vida y pensamiento desconocidos hasta ahora y abren nuevas perspectivas en el estudio de las disciplinas cultivadas por ellos y en los compromiso por la justicia y la liberación que asumieron. A sus obras cabe añadir las numerosas investigaciones llevadas a cabo en torno a su vida y pensamiento.

Uno de los asesinados fue el jesuita vasco, nacionalizado salvadoreño, Ignacio Ellacuría, rector de la UCA, discípulo de Zubiri y editor de algunas de sus principales obras. Era filósofo y teólogo de la liberación, analista político, científico social, intelectual comprometido e impulsor de la teoría crítica de los derechos humanos, dimensiones que son difíciles de encontrar y de armonizar en una sola persona, pero que  convivieron en su persona no sin conflictos internos y externos, y se desarrollaron con lucidez intelectual y coherencia.

Ignacio Ellacuría
Ignacio Ellacuría

“Revertir la historia… evitar un desenlace fatal”

«Revertir la historia, subvertirla y lanzarla en otra dirección», «sanar la civilización enferma», «superar la civilización del capital», «evitar un desenlace fatídico y fatal», «bajar a los crucificados de la cruz» (son expresiones suyas) fueron los desafíos a los que Ellacuría quiso responder con la palabra y la escritura, el compromiso político y la vivencia religiosa. Y lo pagó con su vida.

36 años después de su asesinato Ellacuría sigue vivo y activo en sus obras, muchas de ellas publicadas póstumamente. En 1990 y 1991 aparecieron dos de sus libros mayores: Conceptos fundamentales de la teología de la liberación, de la que fue editor junto con su compañero Jon Sobrino, entonces la mejor y más completa visión global de dicha corriente teológica latinoamericana, y Filosofía de la realidad histórica, editada por su colaborador Antonio González, cuyo hilo conductor es la filosofía de Zubiri, pero recreada y abierta a otras corrientes como Hegel y Marx, leídos críticamente. Era parte de un proyecto más ambicioso trabajado desde las décadas setenta y ochenta del siglo pasado y que quedó truncado con el asesinato. Posteriormente la UCA editores publicó sus Escritos Políticos, 3 vols., 1991; Escritos Filosóficos, 3 vols., 1996-2001; Cursos Universitarios, 2009; Escritos Teológicos, 4 vols., 2000-2004. La editorial Comares está preparando una edición de sus Obras Completas.

Los mártires de la UCA
Los mártires de la UCA Claudia Munaiz

En los treinta y seis años transcurridos desde su asesinato se han sucedido ininterrumpidamente los estudios, monografías, tesis doctorales, congresos, conferencias, investigaciones, cursos monográficos, círculos de estudio, Cátedras universitarias con su nombre –una de ellas la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones “Ignacio Ellacuría”, que dirigí en la Universidad Carlos III de Madrid desde 2002 hasta mi jubilación-, que demuestran la «autenticidad» de su vida y la creatividad y vigencia de su pensamiento en los diferentes campos del saber y del quehacer humano: política, religión, derechos humanos, universidad, ciencias sociales, filosofía, teología, ética, etc.

Lo que descubrimos con la publicación de sus escritos y los estudios sobre su figura es que Ellacuría tuvo excelentes maestros: Rahner en teología, Zubiri en filosofía, monseñor Romero en espiritualidad y compromiso liberador, de quienes aprendió a pensar y actuar, y colegas como Jon Sobrino, profesor de la UCA y uno de los grandes teólogos de la liberación. Pero su discipulado no fue escolar, sino creativo, ya que, inspirándose en sus maestros, desarrolló un pensamiento propio y él mismo se convirtió en maestro, si por tal entendemos no solo el que da lecciones magistrales en el aula, sino, en expresión de Kant aplicada al profesor de filosofía, el que enseña a pensar.

Ellacuría parte del pensamiento de sus maestros, pero no se queda en ellos; avanza, va más allá, los interpreta en el nuevo contexto global, latinoamericano y centroamericano y, en buena medida, los enriquece e incluso transforma. Su relación con ellos es, por tanto, dialógica, de colaboración e influencia mutuas. Sus obras así lo acreditan y los estudios sobre él lo confirman.

Ignacio Ellacuría
Ignacio Ellacuría

He aquí una síntesis muy apretada de sus principales aportaciones, que debe ser completadas con la lectura de sus obras.

Teología 

Su colega y amigo Jon Sobrino ha escrito páginas de necesaria lectura sobre el «Ellacuría olvidado», en las que recupera tres pensamientos teológicos fundamentales suyos: el pueblo crucificado, el trabajo por una civilización de la pobreza, superadora de la civilización del capital, y la historización de Dios en la vida de sus testigos, que Ellacuría acuñó con una aforismo memorable: «Con monseñor Romero Dios pasó por la historia».

Ellacuría entiende la teología de la liberación como teología histórica a partir del clamor ante la injusticia, aplica el método de la historificación de los conceptos a los grandes temas y categorías del cristianismo: revelación, salvación, gracia, pecado, Iglesia, Dios, Jesús, presentados tradicionalmente de forma espiritualista y evasiva, establece una correcta articulación entre teología y ciencias sociales y asume un compromiso por la transformación de la realidad histórica desde la opción por las personas más vulnerables, los colectivos empobrecidos y los pueblos oprimidos por el capitalismo y el sistema colonial. La historia es el lugar de la revelación, la mediación del encuentro con Dios, el escenario de la salvación o del fracaso de la humanidad y el lugar de realización y verificación de la ética. Pero la historia no pensada idílicamente, sino en toda su conflictividad.

Ellacuría
Ellacuría

La historización de los conceptos se presenta como correctivo al uso ideologizado (= falseador) y ahistórico de los mismos. Con dicho método pretende desenmascarar la trampa idealista -tan presente en la teología y la filosofía tradicionales, así como en el lenguaje político-, que adormece las conciencias e impide enfrentarse con la realidad en toda su crudeza. La historicidad forma parte de la estructura del conocimiento filosófico y teológico.

El teólogo austriaco Sebastián Pittl recupera la primera idea destacada por Jon Sobrino y la interpreta teológicamente: la realidad histórica de los pueblos crucificados como lugar hermenéutico y social de la teología. Asimismo, hace una lectura de la concepción ellacuriana de la espiritualidad radicada en la historia desde la opción por las personas y los colectivos empobrecidos.

El resultado es una teología post-idealista, que tiene un fuerte componente ético-profético. Aplicándole a ella la consideración lévinasiana de la ética como filosofía primera, bien podría decirse que, para el teólogo hispano-salvadoreño, la ética es la teología primera, el profetismo la manifestación crítico-pública de la ética y la utopía de la liberación de las mayorías populares el horizonte al que dirigir todo proyecto humano.

San Ignacio y los mártires de la UCA
San Ignacio y los mártires de la UCA

Filosofía

El objeto de su filosofía es la realidad histórica como unidad física, dinámica, procesual y ascendente. De aquí emanan los conceptos y las ideas fundamentales de su pensamiento: historia (materialidad, componente social, componente personal, temporalidad, realidad formal, estructura dinámica), praxis histórica, liberación y unidad de la historia. Su método, como acabo de indicar, es la historización de los conceptos filosóficos para liberarlos del idealismo y de la idealización en que suelen incurrir la filosofía y la teoría universalista de los derechos humanos.

Héctor Samour, uno de sus mejores intérpretes y especialistas, reinterpreta al maestro relacionando su pensamiento con la realidad histórica contemporánea, al tiempo que considera la filosofía de la historia como filosofía de la praxis. Otra línea de investigación del pensamiento filosófico de Ellacuría es la que hace una lectura pluridimensional con las siguientes derivaciones creativas, que enriquecen, recrean y reformulan su filosofía:

  1. a) Su conexión con la dialéctica hegeliano-marxista, que implica analizar la concepción que Ellacuría tiene de la dialéctica, la utilización del método dialéctico en su análisis político e histórico, y la dialéctica entre historia personal -biografía- e historia colectiva -el pueblo salvadoreño-, en otras palabras, el impacto y la capacidad transformadora de su vida y de su muerte en la historia de El Salvador.
  2. b) Su conexión con la teoría crítica de la primera Escuela de Frankfurt, que integra dialécticamente las diferentes disciplinas dando lugar a un conocimiento emancipador, así como su incidencia en la negatividad de la historia.
  3. c) Su conexión con la filosofía utópica de Bloch en uno de los últimos textos más emblemáticos de Ellacuría, considerado su testamento intelectual: «Utopía y profetismo en América Latina», cuyo origen fue la conferencia pronunciada en Madrid en 1988 en el VIII Congreso de Teología sobre “Cristianismo: profecía y utopía”.
  4. d) Su original teoría del «mal común» como mal histórico, la crítica de la civilización del capital y las diferentes formas de superarla.
  5. e) La relación mutuamente fecundante del pensamiento de Ellacuría con la denuncia profética de monseñor Romero y la crítica ético-estética del poeta salvadoreño Roque Dalton, así como la recuperación filosófica del cristianismo liberador.
  6. f) La fundamentación moral de la actividad intelectual y la relevancia del lugar de los oprimidos en los diferentes campos y facetas de quehacer teórico.
  7. g) La importante -y poco conocida- aportación de Ellacuría al pensamiento decolonial latinoamericano y su original lectura de la conquista como encubrimiento violento de los pueblos originarios y del despojo de sus riquezas, el desenmascaramiento de la gran mentira que fue la intención de los conquistadores de cristianizar los territorios indígenas y de la verdadera motivación de su viaje a América: dominar, conquistar, ampliar su poder y sus fuentes de riqueza.

Teoría crítica de los derechos humanos

Ellacuría ha hecho aportaciones relevantes en el terreno de la teoría y de una nueva fundamentación de los derechos humanos. Cabe destacar a este respecto su contribución a la superación del universalismo jurídico abstracto, su crítica de una visión desarrollista de los derechos humanos y a elaboración de una teoría crítica de los derechos humanos

El pensamiento de Ellacuría no es intemporal, sino histórico, y debe ser interpretado no de manera esencialista, sino al rito de la procesos históricos en diálogo con los nuevos climas culturales. Así leído e interpretado puede abrir nuevos horizontes e iluminar la realidad histórica contemporánea.

En los últimos años Héctor Samour -fallecido en 2022- José Manuel Romero y yo hemos publicado tres obras que profundizan en la vida y el pensamiento del filósofo y teólogo de la liberación y destacan la actualidad de su legado:

– Juan José Tamayo y José Manuel Romero, Ignacio Ellacuría. Teología, filosofía y critica de la ideología, Anthropos, Barcelona, 2019.

– Héctor Samour y Juan José Tamayo (editores), Ignacio Ellacuría, 30 años después (Tirant, Valencia, 2021): recoge las cuarenta conferencias del Coloquio Internacional celebrado en celebrado en noviembre de 2019 en San Salvador en conmemoración del trigésimo aniversario de su asesinato.

            – Juan José Tamayo y José Manuel Romero (editores), El pensamiento vivo de Ignacio Ellacuría, Tirant, Valencia, 2025. Recoge las ponencias del Simposio Internacional celebrado en la Universidad de Alcalá en noviembre de 2022 con la participación de Diego Gracia Guillén, Antonio González Fernández, Marcela Lisseth Brito de Gutter, Fernando Lautero Ramírez, Juan Antonio Nicolás, Fernando Monedero García, Javier López Goicoechea de Zabala, José Manuel Romero Cuevas y Juan José Tamayo Acosta.

Violencia religiosa en un entorno en crisis de valores

Funeral del sacerdote Bertoldo Pantaleón, quien fue asesinado el pasado 6 de octubre en el municipio de Eduardo Neri, el pasado 6 de octubre. Foto
Funeral del sacerdote Bertoldo Pantaleón, quien fue asesinado el pasado 6 de octubre en el municipio de Eduardo Neri, el pasado 6 de octubre. Foto La Jornada

Simón Vargas Aguilar*

En un mundo donde la fe debería ser refugio y no blanco de ataques, la violencia contra las religiones se erige como una plaga silenciosa que devora comunidades enteras. Desde las iglesias incendiadas en Nigeria hasta las sinagogas profanadas en Europa, pasando por los templos budistas atacados en Asia, el odio religioso no discrimina dogmas ni fronteras 

Pero es la muerte de sacerdotes, pastores, religiosos y feligreses la que nos insta con mayor urgencia a revisar las acciones y a replantearnos la forma en la que hemos enfrentado la violencia en el mundo y por supuesto en nuestro país. Según datos del informe de Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN, por sus siglas en inglés) de 2024, se registraron 38 secuestros, 71 detenciones arbitrarias y 13 asesinatos de miembros del clero y religiosos. Por otro lado, la Lista Mundial de la Persecución de Puertas Abiertas revela que, en 2024, 7 mil 679 iglesias fueron atacadas y 4 mil 476 cristianos asesinados en el mundo. 

Esta ola de intolerancia es un síntoma de sociedades polarizadas por el extremismo y el crimen organizado. Tristemente, la violencia religiosa trasciende el cristianismo: ataca el judaísmo en sinagogas neoyorquinas vandalizadas, el islam en mezquitas europeas tiroteadas y el sijismo en ataques racistas post 11-S

De acuerdo con el Departamento de Estado de EE. UU., en su Informe Internacional de Libertad Religiosa 2023, 62 por ciento de la población mundial vive en naciones donde la fe es restringida o violada, con 380 millones de creyentes perseguidos. ¿Por qué? Porque la religión, en su esencia, desafía el statu quo: promueve la dignidad humana en tiempos de deshumanización, la paz en eras de guerra y la compasión ante la codicia y el individualismo. 

Lamentablemente, nuestro país no es la excepción, es así que durante 2024 el Centro Católico Multimedial (CCM) registró 95 hechos violentos contra clérigos, el doble que en 2023, con énfasis en robos armados y amenazas de muerte. También se menciona que de 2018 a 2024, 10 sacerdotes fueron asesinados, por lo que diversos especialistas afirman que México se ha convertido en uno de los países más peligrosos para ser sacerdote. 

Guerrero se erige como el estado más violento para los sacerdotes, con 11 casos documentados desde 2018. En este estado, donde el crimen organizado parece no tener límites, ser sacerdote se ha convertido es sinónimo de valentía suicida. 

Estos no son números abstractos; son vidas truncadas, como la del padre Marcelo Pérez, un sacerdote indígena chiapaneco baleado en octubre de 2024 mientras se dirigía a celebrar misa. 

El crimen de los jesuitas en Chihuahua, ocurrido el 20 de junio de 2022, ilustra esta barbarie con una crudeza que será difícil de olvidar; los padres Javier Campos Morales y Joaquín César Mora Salazar, misioneros de la Tarahumara, fueron acribillados en el interior de su iglesia en Cerocahui. La Compañía de Jesús denunció que este doble homicidio elevó a siete el número de sacerdotes católicos asesinados en Chihuahua en tres años, muchos por mediar en disputas con el narco o defender indígenas tarahumaras desplazados por la deforestación ilegal. 

El Papa Francisco, en su misiva de condolencia, clamó: “Nunca se puede usar el nombre de Dios para justificar la violencia. Sólo la paz es santa”, recordándonos que tales actos no son meros crímenes, sino sacrilegios contra la humanidad. 

Más reciente es el asesinato del padre Bertoldo Pantaleón Estrada, párroco de San Cristóbal en Mezcala, Guerrero, hallado sin vida el pasado 6 de octubre, apenas dos días después de su desaparición. El sacerdote de 58 años, defensor de derechos humanos en una zona controlada por grupos criminales, fue ejecutado a bordo de su camioneta y según las autoridades la principal hipótesis apunta a su chofer como perpetrador, posiblemente por deudas o venganzas locales. 

La Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) condenó el hecho y a través de un comunicado mencionó que “ninguna forma de violencia puede tener cabida en una sociedad que honra la vida y busca el bien, la verdad y la paz en todos sus ciudadanos”, además, “exigieron a las autoridades una investigación pronta exhaustiva y transparente”. Pantaleón, originario de Chilpancingo, sepultado en su natal Changata, representa a esos pastores que, pese al terror, permanecen en medio de estos lugares llevando la fe y la palabra de Dios como escudo contra las agresiones. 

Las instituciones religiosas mexicanas no se limitan a lamentar, actúan con una tenacidad digna de reconocimiento. Por ejemplo, la CEM, a través de su iniciativa “Diálogo Nacional por la Paz”, ha impulsado mesas de diálogo con víctimas de desapariciones, reuniendo a obispos, ONGs y familiares en foros como el de abril de 2025, donde se demandó una comisión de búsqueda eclesial para los miles de desaparecidos en nuestro país. 

Incluso en colaboración con el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, la Iglesia participa en el programa “Sí al desarme, sí a la paz”, recolectando armas voluntariamente en atrios parroquiales desde enero de 2025, una alianza que el Arzobispo primado Carlos Aguiar Retes refirió como “un paso concreto hacia la reconciliación”. 

El asesinato de Pantaleón, apenas días atrás, tristemente, no es el cierre de un capítulo, sino prólogo de resistencia. Como dijo el Papa Francisco en su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz: “Dios está con los operadores de paz, no con quien emplea la violencia”. Hoy es necesario trabajar con más compromiso y determinación en construir no en destruir; porque en un mundo sin fe, ¿qué queda sino el vacío de la indiferencia? 

*Consultor en temas de seguridad, inteligencia, educación, religión, justicia y política

Fuente: https://www.jornada.com.mx/noticia/2025/10/10/opinion/violencia-religiosa-en-un-entorno-en-crisis-de-valores

Conmemoración Ecuménica de los Mártires Cristianos Modernos

La iniciativa surge del Dicasterio para las Causas de los Santos y su Comisión para los Nuevos Mártires-Testigos de la Fe, organismo creado por el Papa Francisco en 2023 para documentar y preservar la memoria de los mártires contemporáneos

El 14 de septiembre, festividad de la Exaltación de la Santa Cruz, el Papa León XIV presidirá una solemne liturgia en la Basílica de San Pablo Extramuros para recordar a quienes, en este siglo, dieron su vida por Cristo. El evento, titulado «Conmemoración Ecuménica de los Mártires y Testigos de la Fe del Siglo XXI», pretende ser no solo un acto de memoria, sino también un signo de unidad entre las tradiciones cristianas. La iniciativa surge del Dicasterio para las Causas de los Santos y su Comisión para los Nuevos Mártires-Testigos de la Fe, organismo creado por el Papa Francisco en 2023 para documentar y preservar la memoria de los mártires contemporáneos. Su mandato trasciende el catolicismo y refleja una visión del martirio que trasciende las fronteras confesionales. El cardenal Kurt Koch, jefe del Dicasterio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, recordó a los participantes de una reciente reunión ecuménica que la sangre de los mártires se ha considerado desde hace mucho tiempo un factor de unión entre los cristianos. «La Iglesia», afirmó, «ya es una en la sangre de sus mártires».

El arzobispo Fabio Fabene, presidente de la Comisión, subrayó en rueda de prensa que la investigación que dio origen a esta conmemoración abarcó a cristianos de todas las confesiones. «La vitalidad del bautismo une a todos los que dieron su vida», explicó, invocando la expresión «ecumenismo de sangre», frecuentemente utilizada por san Juan Pablo II. Añadió que el papa León XIV espera que estas vidas «se conviertan en semillas de paz, reconciliación, fraternidad y amor».

Andrea Riccardi, vicepresidente de la Comisión y fundador de la Comunidad de San Egidio, trazó un mapa del martirio moderno: cristianos asesinados por cárteles de la droga y bandas criminales en América; Misioneros asesinados en África, especialmente en regiones azotadas por la violencia yihadista; víctimas de conflictos sectarios en Oriente Medio y el Norte de África; y fieles abatidos durante los atentados de Pascua de 2019 en Sri Lanka. Según Riccardi, África subsahariana sigue siendo «el continente donde mueren más cristianos que en ningún otro lugar».

«Los cristianos siguen muriendo en todo el mundo», afirmó Riccardi. «Las circunstancias varían, pero su testimonio es constante: viven y mueren por amor a Dios y al prójimo, ofreciendo el Evangelio con libertad y convicción». La conmemoración se realizará mediante una Liturgia de la Palabra, presidida por el Papa León XIV junto a representantes de 24 comunidades cristianas. El programa incluye la lectura de testimonios de varios mártires, permitiendo que sus voces resuenen a través de su sacrificio. Monseñor Marco Gnavi, secretario de la Comisión, explicó que la liturgia está diseñada para expandir la memoria y promover el diálogo entre diversas tradiciones.

“Estar juntos mientras los mártires hablan a través de su muerte es un inmenso estímulo hacia la unidad, tanto entre los cristianos como dentro de la familia humana en general”, afirmó. El evento recuerda un precedente establecido en el Jubileo del Año 2000, cuando Juan Pablo II presidió un servicio ecuménico en el Coliseo en honor a los mártires del siglo XX. Este nuevo memorial extiende ese gesto al siglo XXI, dejando claro que el martirio, considerado una reliquia de la Iglesia primitiva, es una realidad acuciante y contemporánea. Al honrar a estos testigos, el Vaticano busca subrayar una paradoja: las divisiones entre los cristianos siguen sin resolverse, pero los mártires ya dan testimonio de una unidad escrita no en documentos ni diálogos, sino en sangre. ZENIT – Espanol

El Papa se compromete a «custodiar la memoria» de los mártires «de todas las tradiciones cristianas»

El Papa y los líderes de otras confesiones cristianas, en la vigilia
El Papa y los líderes de otras confesiones cristianas, en la vigilia

«Allí donde el odio parecía impregnar cada aspecto de la vida, estos audaces servidores del Evangelio  y mártires de la fe demostraron evidentemente que «el amor es más fuerte que la muerte»»

«Son mujeres y hombres,  religiosas y religiosos, laicos y sacerdotes, que pagan con la vida la fidelidad al Evangelio, el  compromiso con la justicia, la lucha por la libertad religiosa allí donde todavía es transgredida, la  solidaridad con los más pobres»

«Apesar  del fin de las grandes dictaduras del siglo XX, todavía hoy no ha terminado la persecución de los  cristianos, es más, en algunas partes del mundo ha aumentado»

Es una esperanza llena de inmortalidad, porque su martirio sigue difundiendo el  Evangelio en un mundo marcado por el odio, la violencia y la guerra; es una esperanza llena de  inmortalidad, porque, aunque fueron asesinados en el cuerpo, nadie podrá apagar su voz ni borrar el  amor que donaron; es una esperanza llena de inmortalidad, porque su testimonio permanece como  profecía de la victoria del bien sobre el mal»

 Jesús Bastante

«Queremos preservar la  memoria junto a nuestros hermanos y hermanas de las demás Iglesias y Comuniones cristianas.  Deseo, por tanto, reafirmar el compromiso de la Iglesia Católica de custodiar la memoria de los  testigos de la fe de todas las tradiciones cristianas. La Comisión para los Nuevos Mártires, en el  Dicasterio para las Causas de los Santos, cumple esta tarea, colaborando con el Dicasterio para la  Promoción de la Unidad de los Cristianos». El Papa León lanzó un mensaje de unidad de los cristianos en el mayor de los ejemplos, el del «ecumenismo de la sangre», durante una emocionante vigilia vivida en la basílica de San Pablo Extramuros.

León, durante su homilía
León, durante su homilía

En la fiesta de la Exaltación de la Cruz, y de su 70 cumpleaños, Prevost rindió homenaje a los más de 1.600 mártires y testigos de la fe de este siglo XXI, recordando su ejemplo como «la comunión más auténtica que existe con Cristo». Parafraseando a Juan Pablo II, León XIV insistió en que «allí donde el odio parecía impregnar cada aspecto de la vida, estos audaces servidores del Evangelio  y mártires de la fe demostraron evidentemente que «el amor es más fuerte que la muerte»».

«Muchos hermanos y hermanas, también hoy, a causa de su testimonio de fe en situaciones  difíciles y contextos hostiles, cargan con la misma cruz del Señor», recordó el Papa. «Al igual que Él son perseguidos,  condenados, asesinados». Se trata de «mujeres y hombres,  religiosas y religiosos, laicos y sacerdotes, que pagan con la vida la fidelidad al Evangelio, el  compromiso con la justicia, la lucha por la libertad religiosa allí donde todavía es transgredida, la  solidaridad con los más pobres».

San Pablo Extramuros
San Pablo Extramuros

Una esperanza llena de inmortalidad

Duarnte este Año Jubilar, trazó el Papa, «celebramos la esperanza de estos valientes  testigos de la fe». «Es una esperanza llena de inmortalidad, porque su martirio sigue difundiendo el  Evangelio en un mundo marcado por el odio, la violencia y la guerra; es una esperanza llena de  inmortalidad, porque, aunque fueron asesinados en el cuerpo, nadie podrá apagar su voz ni borrar el  amor que donaron; es una esperanza llena de inmortalidad, porque su testimonio permanece como  profecía de la victoria del bien sobre el mal», recalcó.

También, «una esperanza desarmada», pues los mártires «han testimoniado la fe sin usar jamás las armas de la  fuerza ni de la violencia, sino abrazando la débil y mansa fuerza del Evangelio». Entre los ejemplos, Prevost sitó a Dorothy Stang, «comprometida con los “sin  tierra” en la Amazonía. A quienes se disponían a matarla y le pedían un arma, ella les mostró la Biblia  respondiendo: “He aquí mi única arma”». También, el Ragheed Ganni, sacerdote caldeo de  Mosul, «que renunció a combatir para testimoniar cómo se comporta un verdadero cristiano».  O en Francis Tofi, anglicano «que dio la  vida por la paz en las Islas Salomón«.

León, durante la homilía
León, durante la homilía

«Los ejemplos serían muchos, porque lamentablemente, a pesar  del fin de las grandes dictaduras del siglo XX, todavía hoy no ha terminado la persecución de los  cristianos, es más, en algunas partes del mundo ha aumentado», recordó el pontífice. «No podemos, no queremos olvidar. Queremos recordar. Lo  hacemos seguros de que, como en los primeros siglos, también en el tercer milenio la sangre de los  mártires es semilla de nuevos cristianos»,culminó Prevost, reivindicando el «ecumenismo de la sangre» que «une a los cristianos de distintas tradiciones que junto sdan su vida por la fe en Jesucristo».

El Papa agustino terminó sus palabras haciendo suyas las que un niño pakistaní, Abish Masih, asesinado en un atentado contra la Iglesia  católica, había escrito en su cuaderno: ««Making the world a better place», «Hacer del mundo un lugar  mejor». Que el sueño de este niño nos impulse a testimoniar con valentía nuestra fe, para ser juntos  levadura de una humanidad pacífica y fraterna». 

THE 21 – La historia de los mártires egipcios cristianos

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Los 21 cristianos asesinados en Libia, mártires en el calendario copto

Un martirio hecho arte inmediatamente La devoción por los 21 mártires coptos se ha difundido rápidamente por Egipto. Hasta tal punto, que un joven pintor copto, Wael Mories, pintó un cuadro [el que encabeza estas líneas] en el que los representó con el mono anaranjado de prisioneros avanzando en una fila, como los llevaban a su martirio los asesinos, encabezada por Jesús cargando la cruz.E.M. / Agencias | 26-02-2015
El patriarca de la iglesia copta ortodoxa, Tawadros II, ha anunciado que los 21 cristianos egipcios coptos asesinados por una filial del Estado Islámico en Libia serán incluidos en el Synaxarion, el equivalente oriental del martirologio romano. Se trata de un procedimiento que equivale a la canonización en la Iglesia latina.
El martirio de estos 21 fieles será conmemorado el 8 de Amshir del calendario copto, 15 de febrero del calendario gregoriano, fiesta además de la Presentación de Jesús en el Templo.
Tawadros II, refiriéndose a los 21 egipcios decapitados en Libia, afirmó que fueron asesinados porque profesaban la fe cristiana.

Jery Popieluszko, martir


Profesión: Sacerdote
Fieles: Obreros
Lugar de celebración de la Misa: fábricas
Sus enemigos: no eran los empresarios, sino la falta de libertad de su pueblo polaco…
Tal día como hoy en 1984 Brutalmente torturado y asesinado a la corta edad de 37 años por el régimen comunista de Polonia.

Hoy se cumple el 40º aniversario del martirio del Beato P. Jerzy Popiełuszko y de su memoria litúrgica.

Informe de la autopsia del sacerdote católico polaco Jerzy Popiełuszko.

La autopsia reveló la terrible magnitud de las torturas que sufrió por parte de los comunistas antes de morir. Los resultados mostraron que había sido brutalmente golpeado, con múltiples fracturas y hematomas en todo el cuerpo, incluida la cabeza, el pecho y las extremidades. Había signos claros de abuso prolongado, como lesiones internas y órganos desgarrados.

Beato Padre Jerzy, ruega por nosotros.

Martirio en Burkina Faso

Al día siguiente de que un ataque reivindicado por la filial de Al Qaeda se cobrase cien vidas

Más de 25 personas asesinadas en un ataque contra una iglesia en el oeste de Burkina Faso

Ibrahim Traoré, al frente de la junta militar que gobierna Burkina Fasso
Ibrahim Traoré, al frente de la junta militar que gobierna Burkina Fasso RRSS

Los atacantes rodearon la iglesia en la aldea de Kounla, tras lo que dejaron escapar a mujeres y niños antes de ejecutar a los hombres presentes en la iglesia

Asimismo, los asaltantes incendiaron varias viviendas antes de darse a la fuga con un número no especificado de cabezas de ganado

Alrededor de 25 personas murieron en un nuevo ataque perpetrado por personas armadas no identificadas contra una iglesia situada en el oeste de Burkina Faso, apenas un día después de la muerte de alrededor de un centenar de civiles en otro asalto ejecutado por la filial de Al Qaeda en el norte del país africano.

Según las informaciones recogidas por la emisora francesa Radio France Internationale, los atacantes rodearon la iglesia en la aldea de Kounla, tras lo que dejaron escapar a mujeres y niños antes de ejecutar a los hombres presentes en la iglesia. Asimismo, los asaltantes incendiaron varias viviendas antes de darse a la fuga con un número no especificado de cabezas de ganado.

El ataque, cuya autoría no ha sido reclamada por el momento, provocó la huida de la población de Kounla hacia la cercana Sanaba, situada al sur de la aldea. La junta militar en el poder en Burkina Faso no se ha pronunciado sobre estas informaciones, que surgen después de que el ministro de Defensa, Kassoum Coulibaly, asegurara que el presidente de transición, Ibrahim Traoré, reforzará el despliegue de seguridad en la región de Centro-Norte a raíz del citado ataque en Barsalogho.

Una mujer desplazada por los ataques yihadistas en Burkina
Una mujer desplazada por los ataques yihadistas en Burkina Radio France

Coulibaly, que viajó junto a otros dos ministros a Mané durante la jornada del miércoles, defendió desde allí la necesidad de un «diálogo directo» con los residentes de esta zona para «comprender mejor las realidades sobre el terreno y adaptar sus estrategias en consecuencia», según ha informado la agencia estatal burkinesa de noticias, AIB.

El ataque contra Barsalogho fue ejecutado por el Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes (JNIM) -filial de Al Qaeda en la región del Sahel-, con informaciones que apuntan a que la cifra de fallecidos podría llegar a rondar los 200, extremo no confirmado por Uagadugú.

Burkina Faso, dirigido desde 2022 por una junta militar encabezada por Traoré, ha experimentado un aumento significativo de la inseguridad desde 2015 tanto por la presencia del JNIM y la rama de Estado Islámico, lo que ha provocado una oleada de desplazados internos y refugiados hacia otros países de la región.

Hospitalidad y Santidad de la puerta de al lado

La Oficina para las Causas de los Santos ha asistido a un interesante Congreso sobre los mártires de Argelia durante los días 30 y 1 de diciembre.

Un nuevo adviento nos prepara para la acogida del gran misterio de amor que penetra la historia humana, la Encarnación del Hijo Dios. Son semanas en las que se nos hace aún más patente la necesidad de la acogida de Dios en lo más íntimo del propio ser y la urgencia de la hospitalidad fraterna.

En este contexto de la esperanza, desde la Oficina para las Causas de los Santos de la Conferencia Episcopal Española hemos recibido el don de compartir dos jornadas de estudio y convivencia con ocasión del Colloque 5ème anniversaire de la béatification des 19 martyrs d’Algérie, lo que ha sido una buena ocasión para conocer muchos aspectos inéditos de estos mártires y acompañar a las religiosas y religiosos españoles miembros de las comunidades en las que vivieron y ofrecieron su vida.

El evento ha sido organizado por el Instituto de Espiritualidad de la Universidad Pontificia de Comillas y el Comité Científico Les écrits de Tibhirine. Se ha celebrado en la sede de Alberto Aguilera (Madrid), los días 30 de noviembre y 1 de diciembre, en francés y español y con formato mixto: por las mañanas sendos Seminarios en los que profesores, investigadores y expertos en causas de martirio de los siglos XX y XXI han compartido sus estudios en curso; por la tarde Conferencias abiertas al público para dar a conocer el testimonio de la vida de estos testigos de la fe y la herencia que nos han legado.

La ocasión ha sido el quinto aniversario de la beatificación de los mártires de Argelia que tuvo lugar el 8 de diciembre de 2018 en la Catedral de Orán, hecho que conmovió a la opinión pública mundial y especialmente a toda la Iglesia Católica del Norte de África.

Hoy sigue viva la memoria gracias a la Iglesia que peregrina en Argelia y a un grupo de personas tocadas especialmente por la gracia de Dios, que han decidido dejar atrás la tranquilidad de una acomodada vida cristiana, para comprometerse en difundir la devoción y el ejemplo de vida y santidad de estos beatos: Mg Pierre Claverie, obispo de Orán; cuatro Padres Blancos de Tizi Ouzou; un hermano marista; una hermanita de la Asunción; dos hermanas Agustinas Misioneras; una hermanita del Sagrado Corazón de Carlos de Foucauld; dos hermanas de Nuestra Señora de los Apóstoles y los siete monjes de Tibhirine, cuya historia se difundió especialmente en España gracias a la película “De dioses y hombres” (2010).

El Congreso ha contado con la presencia y la palabra del cardenal Cristóbal López, Arzobispo de Rabat; Mons. Jean Paul Vesco, OP, actual arzobispo de Argel, tras nueve años al frente de la diócesis de Orán, donde acogió la beatificación de los 19 mártires de Argelia, entre ellos monseñor Pierre Claverie, antiguo obispo de Orán asesinado en 1996; Mons. Claude Rault, M. Afr., obispo emérito de Laghouat (Argelia); Dom Bernardus Peeters, abad general del Cister; el P. Thomas Georgeon (trapista, postulador de esta causa) y las testigos de excepción Hna. Chantal Galicher, hermanita del Sagrado Corazón de Charles de Foucauld, y  Hna. Lourdes Miguelez, agustina misionera, quienes vivían en sus comunidades en Argelia en el momento en que fueron martirizadas sus hermanas.

Nos alegra constatar la acogida universitaria del tema del “martirio” que fecunda la vida de la Iglesia y recorre su historia desde los orígenes hasta nuestros días; ¡cuán actual es que “la sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos”!

Esta realidad nos es muy cercana. De los más de 10.000 mártires de la persecución religiosa del siglo XX en España, ya han sido beatificados 2.128 (de entre ellos 11 canonizados) y son cerca de 4.000 las personas cuyas causas están actualmente en estudio. Una riqueza inmensa y sobrecogedora, a la vez que desconocida para muchos  españoles.

Desde la Oficina para las Causas de los Santos deseamos continuar profundizando en la investigación sobre el verdadero significado del perdón y la reconciliación, virtudes tan necesarias para alcanzar la paz y concordia social que todos deseamos.