
«No se trata de llevarles a Dios, sino de encontrarlo entre ellos» (No. 79)


Dos lecturas de interés en digital, papel y audiolibro sobre dos papas cruciales para nuestro tiempo:
Juan XXIII
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ARTURO PAOLI. POR UNA IGLESIA LIBERADORA es una obra atípica,
escrita por el autor hace tiempo y conocida sólo recién después de pasar por
un “pueblo de manos”. Un libro sobre la iglesia compilado por dos supuestos
“ateos” y militantes de la oralidad en un lugar inusual: ¡una montaña de cartas!
De un sacerdote “casado” con el reino de Dios en la tierra, el producto de la
creación intelectual y literaria de un hombre excepcionalmente culto, fértil en
la producción de ideas y teorías del conocimiento, un “dador de la palabra”, un
sacerdote sensible al sufrimiento humano, luchador incansable por el triunfo
del reino de Jesús aquí y ahora a través de los paradigmas de la fraternidad, el
amor, la lucha y la liberación.
“El padre Artuto Paoli”, como afectuosamente lo conocimos y tratamos
en las comunidades rurales de Monte Carmelo y Bojó, y también en Sanare,
municipio “Andres Eloy Blanco” del estado Lara en Venezuela, se nos presenta
en las páginas que siguen entre lo humano y lo divino, crítico, autocrítico,
comprometido, creador, sincero y con una fe inquebrantable en el cambio.
Arturo está entre los primeros participantes de la Fraternidad “Hermanos de
Foucauld”, promotor entusiasta junto a Mario Grippo y otros en la fundación de
la Cooperativa de producción agrícola “La Alianza” en nuestro contexto local.
A nuestro municipio llegó un buen día, a mediados de la década del setenta
del siglo pasado. ¿Cuándo? El archivo epistolar de Arturo Paoli, trabajado por
nosotros en esta oportunidad, cronológicamente ubica el momento entre los
años 1976-1981. Una mina de cartas parió un libro quedando varios tomos por
hacer y comprometidos en ello todos y todas. Es de advertir que excluimos aquí
las misivas escritas en otros idiomas tales como el italiano y el portugués, por
razones obvias.
La idea inicial era escribir sobre nuestro hermano Pedro Jiménez, nunca
muerto. El lugar ideal ¡las cartas del padre Arturo! Su esposa, la profesora
Judith Rivero, gentilmente nos cede el archivo ¿y qué hicimos ante tamaño
compromiso?: fuimos leyendo y saboreando pacientemente una histórica y
polifacética montaña de cartas escritas a máquina y una que otra de su puño
y letra. También incluimos un ensayo y algunos mensajes escritos de sus
homilías en páginas sueltas. Luego se ordenó la información por temáticas, se
le colocaron subtítulos, se buscó a la gente ¡a los campesinos de la República
¡Bolivariana! que desde Bojó y Monte Carmelo le dieron el aval y sus nutritivas
opiniones.
Gracias a la pasión de Arturo por el cultivo sistemático de la cultura epistolar
y a la custodia que en vida tuvo con este archivo personal ese inolvidable
amigo, hijo y hermano de utopías, de luchas y de permanente confidencias de
Arturo como lo fue Pedro Jiménez, quien además de inspirarle el libro titulado
“El rostro de tu hermano” fue para este apóstol de la amistad, uno de sus más
queridos amigos y condiscípulos en nuestra querida patria venezolana.
La obra consta de cinco capítulos: Capítulo I La juventud y la historia,
Capítulo II La patria es donde se ama o donde uno se siente amado, Capítulo III
Mi amistad con Pedro… Un camino de veinte años, Capítulo IV Un modelo de
Fraternidad y Capítulo V Línea profética.
Este libro está basado fundamentalmente en las comunicaciones epistolares
de Arturo Paoli con el mundo. Este eminente intelectual italiano reconoce y
confiesa al respecto que:
“recibir cartas es muy alegre, pero responder es un poco duro. Sinceramente
me gusta mucho escribir cartas, pero le puedo dedicar un tiempo muy limitado.
Siento como una vocación muy especial del Señor al escribir, sé qué hace parte
de mi misión y de mi obediencia. Pienso que hay obreros que no tienen tiempo
de escribir a sus familias y tengo que aceptar la ley del tiempo como todos los
humanos”
En lo que a nosotros se refiere, en nuestra condición de compiladores de
la obra, nuestra tarea consistió como ya explicamos anteriormente, en leer,
seleccionar, extraer y en fin último sistematizar ese sustancial cúmulo de
mensajes que a nuestro criterio como investigadores populares y amigos
del Padre Arturo Paoli, consideramos muy particularmente placentero y de
irrefutable importancia histórica, cultural, educativa y política e indispensable
para estudiar y comprender la historia de vida tanto de la “Fraternidad” como
de los pioneros y continuadores de la Teología de la Liberación dentro y fuera
de nuestro contexto municipal, nacional y continental.
Cual arqueólogos de la palabra nos adentramos en la intimidad de Arturo
con una mezcla de curiosidad antropológica, de emoción, compromiso
y afinidad con el paradigma de liberación y de búsqueda planteados con
sabia reiteración por el autor. Así fuimos “encantándonos” con la sabiduría,
vigencia y profundidad con la cual este sacerdote y escritor sistematiza cual
vivencial y acertado historiador una multiplicidad de hechos, acontecimientos
y reflexiones filosóficas y humanas en torno a los principios e ideales
humanísticos y cristianos que lo motivan a escribir, actuar y a educar. En el
fondo de sus escritos filosóficos y evangelizadores, Arturo muestra sus facetas
de ser humano, de persona sensible y amorosa e incluso nos llega a contar de
sus “enamoramientos de infancia” así como sus momentos críticos. El Arturo
profeta y el historiador están sobreentendidos tanto como el filósofo, maestro
de juventudes y revolucionario permanente e incorruptible.
A través del epistolario personal conocemos hoy el incansable y fecundo
trabajo ideológico e intelectual de un sacerdote que se hace revolucionario
auténtico a partir de su sincera y alentadora militancia con una fe que despierta
conciencias, con un amor que él define superior pues “el amor infinito es Dios”.
Según su propia confesión, su vida es sinónimo de amor ya que “ésta ha sido
mi historia de toda mi vida: una enorme capacidad de amar, no frustrada, al
contrario, muy captada y correspondida”. Un amor militante en su corazón y
en su clara conciencia de vertical e inconfundible ductor. Este esencial valor
florece y germina a partir del compromiso con el pueblo, con una liberación
que nace y crece desde el cristianismo revolucionario del maestro Jesús, desde
el sol irreductible de la Teología de la Liberación y desde la propia praxis de
una Fraternidad que no concilia con la opresión de ninguna naturaleza.
Gracias a esta trascendental y atípica siembra de luz, de filosofía liberadora
y desalienante podemos reencontrarnos a nosotros los mismos como entes
espirituales y promotores de quehaceres formativos y políticos al servicio de
la emancipación y del triunfo definitivo de la revolución de amor, justicia y
fraternidad que auspicia e inspira desde ésta y la otra vida el maestro Jesús de
Nazareth.
Arturo, como ninguno sabe que seguir a Jesús es un desafío nada fácil
y que se corren riesgos. Por eso alerta con su voz de sacerdote del ejemplo
que “para seguir a Jesús no tenemos que tener miedo a la lucha”. Con toda
firmeza y valentía Arturo nos alumbra los caminos por recorrer. Su mensaje
está a años luz de los escuchados por nosotros en la lejana infancia y en la
palpitante realidad actual de los ortodoxos y aburguesados “ministros de Dios”
de la Teología de la Opresión. Como es de suponer Arturo dice y ratifica aquí
y en cualquiera situación y escenario, las axiomáticas verdades por la cual se
ha hecho respetado, leído, admirado y apreciado por quienes siendo o no
“creyentes” militamos y coincidimos con él en la gran mayoría de sus reflexiones
y puntos de vista. El Arturo historiador nos interpela en la siguiente reflexión a
la búsqueda de estadios superiores: “tenemos que llegar a la conclusión que
la historia avanza como el mar, pero estoy seguro que el movimiento de la
historia no está circunscrito como el movimiento del mar, avanzamos hacia el
Cristo total”. Y luego ratifica la inevitabilidad de los cambios y el destino de los
pueblos “(…) es verdad que la historia es irreversible que la revolución procede
sin la iglesia o con la iglesia”.
El padre Arturo es un fervoroso estudioso de la historia del Jesús liberador
y también de la historia contemporánea del “viejo y nuevo mundo”. Ha sido
él un testigo de excepción en el devenir histórico de la sociedad europea
y latinoamericana, pero no solamente ha sido testigo sino también actor y
promotor de cambios de paradigmas. Ha sufrido persecuciones y guerras sucias
tanto en las dictaduras militares de viejo cuño en nuestro continente de décadas
pasadas, así como también incomprensiones y vigilancias de las democracias
burguesas de cualquier parte del mundo. En todas partes infructuosamente
se quiere globalizar la opresión y en este escenario el evangelio y sus actores,
igual que la ecología son subversivos, dejemos que sea el mismo quien nos
cuente: “yo he tenido en América Latina, como en todas partes, dificultades
y facilidades, momentos muy lindos y momentos muy tristes, acogidas e
incomprensiones, me ha ayudado ha salir a flote siempre la seguridad de estar
acá porque Dios lo quiso. No tengo dudas con respecto a eso, porque soy uno
de los pocos que no ha elegido a América Latina. Fueron las circunstancias
interpretadas por el padre Voillaume en aquel entonces mi superior, que me
dirigieron a América. Ahora después de casi veinte años doy gracias al Señor de
rodillas, pero a veces me ha costado”.
Gracias también damos nosotros al creador Universal, en Venezuela, en Lara
y sobretodo en las comunidades campesinas de Monte Carmelo y Bojó por su
histórica y contribución ideológica y organizativa en pro de la creación de una
nueva realidad socio cultural y ética en nuestro contexto local, donde sembró
amistad, cultura y luz. Gracias por ser nuestro amigo y también por facilitar
en estos Caseríos un proceso de reafirmación de la identidad, de incentivar el
estudio razonado, auspiciar niveles de criticidad y sobretodo por alumbrarle el
camino a quienes fueron precursores del movimiento cooperativista en la zona.
Retomando lo anteriormente dicho a propósito de las dificultades
conseguidas en camino por Arturo Paoli en su condición de sacerdote y
educador de procesos de liberación en nuestra patria americana, obvias son las
razones, pero admirable también que se haya mantenido firme y perseverante
sin dar ni pedir tregua a ningún poder establecido. Este “revolucionario de
la fe” no se amilanó jamás ni ante las peores amenazas, solamente cuando
estas condiciones eran extremadamente peligrosas y más por recomendación
de sus hermanos de Fraternidad que por propia voluntad dejó, junto a otros
“Hermanos del Evangelio” por ejemplo de vivir en la Argentina dictatorial de
aquella tristemente célebre década del setenta. Pero en compensación no dejó
éste de escribir, activando su proyecto y educando para el cambio desde que
llegó a América y Venezuela.
Arturo es un hombre de convicciones, fiel creyente de su ideología, no
desde la retórica y el comodismo, sino desde el pleno campo de batalla, de la
discusión ideológica y política de nuevo tipo, desde sus aportes sociológicos y
antropológicos, desde su inconfundible posición de intelectual religioso y de
facilitador permanente de procesos de sensibilización, formación, búsqueda y
consolidación de la “Fraternidad como modelo”.
Para el teólogo de la liberación Arturo Paoli: “la misión fundamental de la
vida religiosa es ser un modelo en la relación. No podemos decir de haberla
logrado pero de proponérnosla como tema fundamental de nuestra vida”. Y
como conocedor del evangelio profetiza “el evangelio solamente puede inspirar
una revolución que sea verdadera, profunda y humana”. Un ser de la calidad
humanística y social de Arturo, sin duda rompe los esquemas establecidos y se
convierte sin proponérselo en un guía de juventudes, porque en el fondo de
su corazón y en la amplitud de sus ideales, la juventud previamente firmada es
semilla de redención, es esperanza auténtica para hacer florecer los valores del
amor, la amistad y la solidaridad. Y también le asigna un protagonismo histórico
que le permite entender y asumir con autenticidad y coherencia el derrumbe
de paradigmas, dentro y fuera de nuestro continente americano “Pienso que
la juventud actualmente con mucho valor y mucho acierto está tirando abajo
muchas estructuras falsas que nosotros hemos contribuido a levantar (…)
sería bueno que jóvenes del pueblo se pongan a disposición del Señor para
hacer una iglesia de los oprimidos, una iglesia liberadora”. Y esto lo dice a
sabiendas que conoce perfectamente su rol de educador y amigo de las nuevas
generaciones, cuando exterioriza a todos(as) lo siguiente: “Yo siento que mi
vocación particular es sembrar” Por tal motivo este sembrador de innovadoras
ideas humanísticas, cristianas y paradigmáticas reconoce igualmente sobre
su carisma y sus limitaciones “Mi carisma evidente no es el de superior y
organizador sino el de transmitir ciertas ideas y ciertas orientaciones que
pueden ser útiles a un grupo” Luego nos alerta, primero para que entendamos
de una vez y por todas que no debemos bajar la guardia porque “la burguesía
se defiende religiosamente idealizando, espiritualizando la religión y haciendo
perder su fuerza de cuestionamiento” y para que tampoco magnifiquemos
la fortaleza del sector de avanzada. Nos aclara una aparente debilidad “en la
iglesia los grupos que piensan con el pueblo y desde el pueblo son una minoría
impresionante, pero pienso que están en la línea que el espíritu santo exige de
su iglesia hoy”. Seguidamente cual un chaman de la etnomedicina aborigen
o contemporánea, receta “la medicina” adecuada para el mal antes descrito,
planteando directamente la transformación de las estructuras eclesiales, en tal
sentido expone “es muy urgente una revolución cultural en la iglesia que no
se da por un camino ideológico o teológico, se da con una vivencia nueva”.
Arturo, por ser un pensador y visionario con sentido de la historia y con sentido
holístico de la vida sociocultural y espiritual concibe que “si el hombre necesita
la liberación tiene que liberarse en todo sentido”.
El padre Arturo Paoli habla con conocimiento de causa de su propia
condición de cuestionador: “gracias a Dios que me ha hecho polémico pero
no enjuiciador”. Y sigue en su misionera labor de decir las verdades más
inocultables a propósito del tema religioso y reiterando que en realidad “el
problema de la iglesia hoy y mañana es uno solo: lo de hacerse (…) iglesia de
los pobres, insertarse en el mundo proletario popular, en aquel mundo que en
este momento no tiene expresión en la iglesia”.
A la amistad le asigna un papel fundamental “diría que si en el mundo
podemos dejar un pequeño testimonio de amistad algo hemos hecho, sino
estamos fritos (…) nuestra vida tiene que ser una búsqueda de amistad, la
amistad o es liberadora o no es amistad”. Por eso el padre Arturo es tan querido
en nuestro mundo rural-citadino del hoy municipio “Andrés Eloy Blanco”,
dentro y fuera de nuestro país y continente. Es un sincero y permanente amigo
del género humano. Su amor lo expresa no solamente a Dios, a su patria italiana
que es la tierra toda. Pese a haber sido formado en la ortodoxia, él es un hombre
amplio de criterios, es un activista y pensador sin fronteras. Para Arturo “toda la
tierra es patria porque es reino de Dios (…) la patria es donde se ama o donde
uno siente que es amado en el sentido que pueda ser útil a alguien y por eso
mismo recibe amor.
Arturo Paoli es también un reconocido y talentoso escritor, con una
abundante bibliografía ya conocida y mucha más por nacer, como ésta, que
también es de su cosecha. Varios libros fueron escritos allí en Monte Carmelo e
incluso nuestra preciada amiga y compañera de lucha, la “Guajera” Gaudi García
fundadora de la Cooperativa la Alianza, docente y luchadora comunitaria le
motiva un libro titulado: “Se hace camino al andar”.
Para él escribir es: “una catarsis, un acto de coraje, un mirar la vida de
frente (…) cuando escribo me siento como un enfermo porque todo se mueve
adentro, no pienso con la cabeza sino con todo el cuerpo, escribir es un gozo y
un sufrimiento grande, creo que la sola comparación que se pueda hacer es la
maternidad”.
Para nosotros, Arturo ha sido un indoblegable luchador internacionalista
de la justicia social, del desarrollo sustentable, de la democratización auténtica
de las sociedades actuales, así como del crecimiento espiritual y filosófico
del mundo entero que tiene lógicamente el legítimo derecho a expresar su
simpatía por nuestro continente americano y muy especialmente por ciertos
países “toñecos” como él mismo lo confiesa “tengo tres países en el corazón
(y eso hace rabiar un poco a los venezolanos) y son Brasil, México y Colombia.
Me gustaría muchísimo vivir en uno de estos tres países. Todavía no está dicha
la última palabra”. Y luego en otra explicación epistolar advierte “mi trabajo
es para América Latina y no tanto fijado a un lugar, aunque sea necesario el
contacto con la base”. Y en otra misiva afirma “me cuestiono siempre si es
justo que Brasil ocupe todo el espacio que dedico afuera de Monte Carmelo
y pienso desengancharme si puedo lograrlo. Uno tiene la impresión que aquí
cualquier ladrillo que uno aporte es bien aprovechado en una construcción
orgánica. Todo lo contrario de lo que pasaría por ejemplo en Venezuela donde
uno puede hacer el Juan Bautista voz que grita en el desierto. No discuto que
sería mejor una u otra opción, pero las circunstancias me han traído al Brasil y
en Venezuela los obispos no piensan que pueda ser útil a su pastoral o no-
pastoral”. Menos mal que este fiel militante de la Teología de la Liberación vivió
entre nosotros los venezolanos, los Sanareños, Montecarmeleños y Bojoeños
entre otros. Aquí no solo dejó buenas y perpetuas amistades, dejó también una
filosofía de vida dando cosecha de lucha, de organización y de sensibilización
para el cambio integral. Coincidimos con él en la certeza de que “la vida es una
lucha permanente” y que acierta también cuando expresa “es mejor vivir que
analizar la vida”.
A nuestro país, el de las décadas del setenta y del ochenta, lo percibe así
“empiezo en Venezuela a tomar contacto con jóvenes, pero es un camino lento.
Es un país terriblemente enajenado por el petróleo, por suerte hay venezolanos
ilustres que tienen conciencia de eso y han escrito artículos y libros bastante
claros (…) Venezuela es un país adolescente y de adolescentes. A veces tiene
salidas imprevistas e imprevisibles, viviendo adentro veo que las cosas no son
tan dramáticas (…) en Venezuela tengo raíces que son necesarias para no
caer en el intelectualismo, tentación muy grande en mi”. Y luego en diferente
correspondencias alude a nuestro caserío natal “no puedo dejar Monte
Carmelo sobretodo que representa para mí un lugar ideal de descanso, de
recogimiento, de meditación (…) uno de los sufrimientos mayores es para mi
dejar Monte Carmelo, aunque no sea una separación definitiva (…) estoy en
la paz de Monte Carmelo atendiendo con mucho sufrimiento a mi libro que se
desentraña poco a poco de todo el envolvimiento interior provocando los gritos
del alumbramiento (…) me parece un siglo desde que dejé el rincón querido de
Monte Carmelo (…) aquí también la naturaleza es espléndida y ahora en marzo
las orquídeas compiten entre sí cuál de ella es más bonita que la otra”.
Como un homenaje en vida a este inolvidable luchador de las causas nobles
y Apóstol de la hidalguía, la amistad y la liberación de América y el mundo tierra
nace esta semilla amigable e irreverente como su padre intelectual. Esperamos
que esta obra bautizada por nosotros, sus compiladores con el título: “Arturo
Paoli. Por una iglesia liberadora” sea finalmente conocida y apreciada en todos
los continentes del planeta cual mágica y holística Carta Abierta a la conciencia
mundial de los pueblos que han de transmutarse en unitarios “protagonistas” de
la liberación humanística e integral, para que la siembra de Arturo y su ejército
de revolucionarios de la no violencia y sí del mucho amor y lucha puedan
sentirse orgullosos y satisfechos de sus siempre amigos pueblos de Venezuela,
América y el mundo, que cada generación de miradas que se adentre en esta
polifacética lectura se siembre también de conciencia, compromiso y amor por
los paradigmas filosóficos y societarios que sueña y visualiza Arturo Paoli para
que hoy y mañana otros se encarguen de hacer triunfar el contenido mismo de
éste su epistolar discurso que a continuación ustedes comprobarán. El mismo
posee un profundo sentido dialéctico, trascendencia histórica, un mensaje
sustancial, extraordinariamente vigente y como es lógico, polémico, interesante
y útil en la didáctica de la verdad y la teología. Está destinado a comunidades
de base, dentro y fuera de las universidades y contextos religiosos. Nadie se
llame a engaños, todo cambiará. El padre Arturo nos reitera desde su condición
de misionero y profeta que “no existe tierra absolutamente estéril donde la
semilla de la palabra no pueda brotar”.
Por ello nos invita con su coherencia, sabiduría y convicción para que
tengamos la seguridad que “el reino está en marcha, los trabajos del reino no
están parados y América Latina, continente donde se dan acontecimientos
políticos verdaderamente ricos de esperanza y de vida, sufrimientos extremos
de hombres y mujeres comprometidos con la justicia, donde se dan núcleos
de iglesia que se identifica con la búsqueda sincera del reino puede ser signo
de este reino que crece en la historia (…) creo que los cristianos hoy no tienen
otra cosa especial para dar sino un modelo de vida comunitaria realizada entre
los pobres”.
Ante la cruda realidad de ciertas cúpulas de la iglesia venezolana
alérgicas al cambio que predican “el evangelio según el capital”, “el golpe”
y “FEDECAMARAS”, insurge un pueblo en su mayoría cristiano clamando
revolución de amor y justicia ante la desesperanza. He aquí la profecía de otro
“sacerdote”, el poeta Pablo Neruda, el misionero de la poesía, quien nos dejó
para alimentar los sueños un veredicto: “¡aunque tú no lo creas, nosotros, los
humildes, venceremos, venceremos!”.
Sanare 8 de octubre de 2000

Espiritualidad para un mundo urbano – libro en pdf


«Por favor, dejadnos vivir íntimamente mezcladas con la humanidad, como la levadura
en la masa». Esa fue la petición ardiente que hizo hermanita Magdeleine al papa Pío XII
en los orígenes de su fundación. Y ese fue también el testamento que dejó a las que
quieran seguir el camino de la Congregación de Hermanitas de Jesús: «Testigo de Jesús,
vivirás mezclada con la humanidad como la levadura en la masa».
Este libro de sus Escritos esenciales nos pone en contacto con el sueño y el
proyecto de una mujer que se adelantó al concilio y de la que podemos decir: «La vida
religiosa no es igual a partir de hermanita Magdeleine».