
En la inmensa quietud del desierto argelino, San Carlos de Foucauld y Lilias Trotter siguieron caminos distintos, pero sus almas se encontraron en un mismo anhelo: vivir solo para el amor de Cristo. Ambos comprendieron que la santidad no busca ser vista, sino ofrecerse en silencio, como la flor del desierto que florece solo para Dios. En su humildad y entrega aprendieron que la verdadera misión nace del amor vivido, no del ruido ni del éxito.
Que sus vidas nos inspiren a encontrar, en medio de nuestros propios desiertos, el gozo de servir en lo oculto y amar sin medida.
> “El desierto y el yermo se alegrarán; florecerá como el lirio.”
— Isaías 35:1
San Carlos de Foucauld (1858–1916) fue un misionero francés que vivió entre los tuareg del Sahara, llevando una vida de oración, servicio y fraternidad. Su espiritualidad inspiró numerosas comunidades religiosas.
Lilias Trotter (1853–1928) fue una artista inglesa y misionera protestante que renunció a la fama para llevar el Evangelio a Argelia. Su vida unió belleza, sencillez y una profunda fe en el poder transformador del amor de Dios.
Hermano Rogelio (CEHCF)

