Laudem Gloriae – Thérèse Bénédicte de la Croix

La unión con Cristo es nuestra bienaventuranza y la profundización de nuestra unión con Él hace nuestra felicidad aquí abajo; El amor de la cruz no está pues en contradicción con nuestra alegría de ser hijos de Dios. Ayudar a llevar la cruz de Cristo da una alegría fuerte y pura, y quienes están llamados a hacerlo y son capaces de hacerlo, quienes así participan en la construcción del Reino de Dios, son verdaderamente hijos de Dios. Así pues, la predilección por el camino de la cruz no significa que uno sea reacio a ver pasado el Viernes Santo y realizada la obra de la Redención. Sólo los redimidos, únicos hijos de la gracia, pueden llevar verdaderamente la cruz de Cristo.

Sólo desde la unión con la Cabeza divina el sufrimiento humano recibe un poder de expiación. Sufrir y ser bienaventurado en el sufrimiento, estar en la tierra, recorrer los caminos polvorientos y pedregosos de esta tierra sentados con Cristo a la diestra del Padre, reír y llorar con los hijos de este mundo sin dejar de cantar con los coros angélicos las alabanzas de Dios, esta es la vida del cristiano, hasta que amanezca la eternidad.

San Juan de la Cruz en Navidad, alternativa de vida y amor

Una modelo de vida y amor en la encarnación del Dios de la misericordia

La celebración de la fiesta y memoria de San Juan de la Cruz (SJC), el 14 de diciembre, es muy adecuada para ir adentrándonos en el Acontecimiento de la Navidad. SJC es uno de los santos y místicos más relevantes de la historia de la fe, Doctor de la iglesia, maestro espiritual, una de las cumbres de la literatura y de la poesía junto a su compañera, Santa Teresa de Jesús. Ciertamente pues la vida y obra de SJC, que son inseparables, nos viene muy bien para irnos adentrando en la experiencia del Misterio de La Navidad que es la realidad fundante, junto a la Pascua, de la fe. Él supo comprender y vivir profundamente la entraña de esta fe, como se nos manifiesta en dicho acontecimiento de La Navidad. Como nos presenta en su Romance de Nacimiento, “era llegado el tiempo en que de nacer había, así como desposado que en sus brazos la traía, al cual la graciosa Madre en su pesebre ponía…Dios en el pesebre allí lloraba y gemía, que eran joyas que la esposa al desposorio traía, y la Madre estaba en pasmo de que tal trueque veía: el llanto del hombre en Dios, y en el hombre la alegría, lo cual del uno y del otro tan ajeno ser solía”.

SJC nos transmite así el sentido profundo de la Navidad y de la fe, como es la Encarnación de Dios en Jesús, que con su amor misericordioso asume solidariamente todo el sufrimiento, el mal e injusticia que padece la humanidad; para salvarnos liberadora e integralmente por este amor compasivo e inseparable de la justicia, que nos regala la auténtica alegría y felicidad. Este cristocentrismo es rotundo en SJC, cundo expresa que “una vez que Dios había pronunciado su palabra en su Hijo, ya no tenía más que decir. Pon los ojos sólo en Él, porque en Él lo tengo todo dicho y revelado. Él es toda mi Palabra y respuesta” (Subida al Monte Carmelo II, 22,5).

Dios en Cristo se ha encarnado en solidaridad fraterna con toda la humanidad, acogiendo con misericordia este dolor, maldad e injusticia que padece. Y, de esta forma, traernos el sentido de la vida, una vida alegre y feliz en este amor solidario que nos libera de toda maldad, del pecado e injusticia. En la Encarnación de Cristo, Dios se hace pequeño, humilde y pobre en fraternidad liberadora con los pobres de la tierra, en solidaridad y justicia con las víctimas de la historia u oprimidos del mundo. Otro testimonio de santidad y espiritualidad, San Carlos de Foucauld que vivió toda esta mística de la Navidad y Nazaret, nos lo comunicó de manera similar: “no sé si habrá alguien que pueda contemplarte en el pesebre y seguir siendo rico; yo no puedo”

Dios se encarna y nace en las periferias del mundo, en los márgenes y reverso de la historia. Como afirma SJC, “del Verbo divino la Virgen preñada viene de camino. ¡Si le dais posada!” (Letrilla, 13 Navideña). Tal como nos narra el Evangelio, “le acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón” (Lc 2,7). De esta forma, el niño-Dios pobre nos trae la salvación con este amor fraterno y solidario, nos dona la justicia y liberación integral del mal, pecado y egoísmo con sus ídolos de la riqueza-ser rico, del poder y de la violencia. Así lo muestra SJC: “para venir a poseerlo todo, no quieras poseer algo en nada; para venir a serlo todo, no quieras ser algo en nada…” (Monte de perfección 5).  Lo primero y esencia de todo es el Don (Gracia) del amor de Dios, como se nos muestra en Navidad que, siguiendo a Cristo humilde y pobre en su Espíritu, nos lleva a la pobreza fraterna, solidaria y liberadora de los falsos dioses del poseer, del tener e idolatrías de la riqueza-ser rico y del poder. Como afirma bellamente SJC, “en la interior bodega de mi Amado bebí… y el ganado que antes seguía perdí…Mi alma se ha empleado, y todo mi caudal, en su servicio; ya no guardo ganado, ni ya tengo otro oficio, que ya sólo en amar es mi ejercicio…” (Cántico Espiritual 17, 19)

Por todo ello, como nos revela el Dios encarnado en el niño pobre y en la familia empobrecida de Nazaret, este Don (Gracia) de su amor, que se realiza en esta fraternidad y pobreza solidaria, nos va liberando de toda esclavitud, de la opresión e injusticia, nos hace libres y liberadores. Frente a todo poder y dominación que cause el mal, la injusticia, la desigualdad y exclusión.  Tal como muestra SJC, “buscando mis amores, iré por esos montes y riberas; ni cogeré las flores, ni temeré las fieras, y pasaré los fuertes y fronteras” (Cántico espiritual 15). En Navidad, se nos presenta así el verdadero rostro e imagen de Dios que se ha encarnado y manifestado en Jesús. Es el Dios de la misericordia compasiva, del amor fraterno y de la justicia con los pobres de la tierra, para liberarnos del mal, de la injusticia e idolatría del poder y de la riqueza-ser rico que oprimen a los hambrientos, a los pobres y marginados. Se trata de no se caer en la soberbia para que no se produzca la humillación, que no nos convirtamos en poderosos ni en ricos (enriquecidos) para que no se generen pobres (empobrecidos) y oprimidos. Tal nos revela todo ello la madre del niño-Dios Jesús que va a nacer, María de Nazaret en el Magníficat (Lc 1, 46-55).

Y, en esta dirección, irnos aproximando a la belleza de Dios que con su Gracia nos salva y libera, a la gloria, esplendor y amor de Dios como se refleja en la naturaleza, en la creación, en todo el universo. Dios en Cristo se ha encarnado y asumido en solidaridad todo el cosmos e historia, para traernos la liberación fraterna e integral (cf. Rm 8, 22-39). Como nos muestra SJC, “Mil gracias derramando, pasó por estos sotos con presura, y yéndolos mirando, con sola su figura vestidos los dejó de hermosura…Mi Amado, las montañas, los valles solitarios nemorosos, las ínsulas extrañas, los ríos sonorosos, el silbo de los aires amorosos… la noche sosegada” (Cántico Espiritual 25, 65).

Hay noche oscura sí, más es noche confiada y serena, la vida de espiritualidad y de fe, cultivando esa profundidad e interioridad mística con la amistad y “atención amorosa” de Dios en Cristo. Por todo ello, con sentido liberador, asumiendo e integrando así la vulnerabilidad, las heridas y el mal, transformando lo negativo en bien, alegría y caridad (amor fraterno) que conforma esta fe en la esperanza. Realmente, como transmite La Navidad, es la Nochebuena que inicia ya la Noche de Pascua, donde con SJC podemos exclamar: “En una noche oscura, con ansias en amores inflamada ¡oh dichosa ventura! salí sin ser notada, estando ya mi casa sosegada. A oscuras y segura, por la secreta escala, disfrazada, ¡oh dichosa ventura! a oscuras y en celada, estando ya mi casa sosegada. En la noche dichosa, en secreto, que nadie me veía, ni yo miraba cosa, sin otra luz y guía sino la que en el corazón ardía Aquesta me guiaba más cierto que la luz del mediodía, adonde me esperaba quien yo bien me sabía, en parte donde nadie parecía. ¡Oh noche que guiaste! ¡Oh noche amable más que la alborada, oh noche que juntaste Amado con Amada. Amada en el Amado transformada!” (Noche oscura 1-5). De ahí que podamos alabar y aclamar, junto a los ángeles (Lc 2, 14), “Noche de paz”, de amor, de justicia y salvación liberadora que nos trae el niño-Dios Jesús.

Es la experiencia espiritual y mística cósmica, con una ecología integral, de comunión amorosa con Dios, con la humanidad y con toda la creación que culmina en la vida plena-eterna, en la tierra nueva y en los cielos nuevos (Ap 21). La vivencia espiritual y mística de SJC: “quedéme y olvidéme, el rostro recliné sobre el amado, cesó todo, y dejéme, dejando mi cuidado entre las azucenas olvidado” (Noche oscura 40). Esta sabiduría espiritual que se realiza en dicha comunión mística con Dios y con todo ser, con el cosmos entero, culmina en la cruz de Cristo-crucificado, la ciencia de cruz como escribió otra santa y mártir carmelita, E. Stein. Esa “ciencia sabrosa” del Dios del amor y de la vida, de los pequeños, humildes y pobres, de esa plenitud de la entrega y de fraternidad liberadora con los otros, como ya se nos indica en el evento de La Navidad.

Fuente: https://www.exaudi.org/es/san-juan-de-la-cruz-en-navidad-alternativa-de-vida-y-amor/

9 de agosto 2024: Santa Teresa Benedicta de la Cruz, la santa de Auschwitz

Edith Stein (1891-1942), también conocida por su nombre de profesión en el Carmelo teresiano, Teresa Benedicta de la Cruz, es una de las figuras más notables de la historia de la Iglesia en Europa en el siglo XX. Sus mayores atractivos han sido siempre su conversión al cristianismo después de haber abandonado la fe judía de su familia, su sólida propuesta filosófica, su experiencia mística y su testimonio en el campo de exterminio en Auschwitz durante la II Guerra mundial. La presente obra repasa la experiencia humana y espiritual de esta religiosa carmelita. Su vida y pensamiento son hoy un ejemplo de amor y valentía para caminar con fidelidad tras las huellas de Cristo Jesús.

https://editorial.sanpablo.es/producto/edith-stein/

Sta. Teresa Benedicta de la Cruz. (Edith Stein) ( Filósofa insigne, mujer de nuestro tiempo, carmelita ejemplar, valerosa mártir, patrona de Europa)

Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein)
Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein)

Ángel Gutiérrez Sanz

Estamos ante una personalidad que despierta interés general en un mundo como el nuestro sembrado de dudas y recelos. Ella es una mujer de nuestro tiempo que habló nuestro mismo lenguaje y estuvo sumida en nuestras mismas miserias intelectuales; con el tiempo supo encontrar la luz iluminadora que le permitió traspasar las barreras tenebrosas y opresoras, no se desentendió de los problemas de su tiempo, luchó por la igualdad de la mujer y fue víctima de muchos odios e incomprensiones. El día de su elevación a los altares Juan Pablo II la saludaba con estas palabras: “Nos inclinamos profundamente ante el testimonio de la vida y la muerte de Edith Stein, hija extraordinaria de Israel e hija al mismo tiempo del Carmelo, Sor Teresa Benedicta de la Cruz; una personalidad que reúne en su rica vida una síntesis dramática de nuestro siglo. La síntesis de una historia llena de heridas profundas que siguen doliendo aún hoy…; síntesis al mismo tiempo de la verdad plena sobre el hombre, en un corazón que estuvo inquieto e insatisfecho hasta que encontró descanso en Dios»

Nace Edith Stein en Breslau (Alemania) un 12 de octubre de 1891. Desde la perspectiva humana, bien podríamos decir que por su condición de judía y de mujer llegaba al mundo en el momento y en el lugar más inapropiado. Fue la última de 11 hermanos.  Su padre se llamaba Siegfried Stein y su madre Auguste Courant ambos judíos practicantes, dedicados al negocio de la madera con aserradora propia. Por la temprana muerte de Siegfried es la madre quien tiene que dedicarse por entero a la familia, lo que más adelante recordaría Edith con cariño diciendo: “En nuestra casa todo recibía vida y calor de nuestra madre”

La benjamina de la familia pronto comenzó a dar muestras de ser una niña inteligente, despierta y testaruda, de alguna manera se siente constreñida en el ambiente familiar y aborrece todo proteccionismo, vive empeñada en conseguir metas en aquel tiempo fuera del alcance de la mujer. Comienza realizando los estudios de bachillerato en su ciudad natal con notable éxito, pero súbitamente, a los 15 años sufre una crisis que le hace abandonar sus estudios y también le lleva a perder su fe, cayendo en el ateísmo.  Busca refugio en casa de su hermana casada que vivía en Hamburgo y aquí pasará una temporada ayudando en las tareas domésticas y en lo que fuera menester; pasados diez meses regresa a su ciudad natal y vuelve a sus estudios logrando ponerse al día sin grandes dificultades.  

Ingresa en la Universidad de Breslau, dando muestras de su brillantez intelectual.  Durante el tiempo que permaneció en esta universidad puso en marcha una asociación de mujeres con el propósito de promover “la equiparación entre los sexos”, colaborando estrechamente con Kaethe Scholz, una profesora que impartía cursos de filosofía a las mujeres. Es una  joven  que se muestra inquieta y rebelde que se subleva contra la mentalidad de la época, según la cual las mujeres debían estar relegadas al ámbito familiar; con pasión  defiende que la mujer tiene el  mismo derecho  que el hombre a dar satisfacción a sus aspiraciones profesionales, lo cual, según nos dice, es saludable para “ el desarrollo de la personalidad individual, que también se corresponden con las demandas sociales que requieren la integración de las fuerzas femeninas en la vida del pueblo y del Estado” . A través de su actuación y de sus escritos ella fue siempre defensora de los valores y derechos de la mujer moderna, al tiempo que supo salvaguardar su identidad y dignidad humana, pero al final acaba dándose cuenta de que esta universidad se le queda corta, por lo que se despide de su familia y traslada su expediente a la Universidad de Götinger.

Edith ha cumplido 21 años y comienza a destacar en este centro universitario.  Ella va a ser la primera mujer doctora en Filosofía de la universidad de Götinger. Alumna preferida de Husserl por encima de Heidegger, aunque éste se aprovechó de su condición de varón, ella iba a ser a pesar de todo, la colaboradora del maestro y su asistente de cátedra, su alumna preferida. Durante la guerra mundial la vemos trabajando de enfermera en un hospital militar y por fin va a tener lugar en su vida un hecho crucial.  En el verano de 1921 fue a pasar unas semanas junto a la Señora Hedwig, viuda del que había sido un gran amigo suyo, discípulo como ella de Husserl y estando allí, casualmente tropezó con la autobiografía de Teresa de Ávila. Cuando terminó de leer el libro lo cerró y se dijo: “Esta es la verdad “. La verdad que ella había estado buscando toda la vida y no acababa de encontrarla.

Lo que va a venir a continuación es una consecuencia de esta sacudida interior. Decide entrar en un convento de clausura de la orden que fundara la santa castellana y el 14 de octubre de 1922 ve cumplidos sus deseos. Aquí se entregaría a la contemplación de los misterios sagrados y a la santificación de su alma, aunque sin abandonar su actividad intelectual, siendo de esta época muchos de sus valiosos escritos. Juan de la Cruz la va enseñando a desprenderse de todo y a vivir solamente del amor, hasta que llegó el fatídico 2 de agosto en que la Gestapo entra en el convento para llevársela detenida. Sobre la mesa quedaban llorando unos folios en los que esta carmelita insigne estaba escribiendo “Ciencia de la Cruz”. Edith permaneció inalterable ante tan trágica situación, hacía tiempo que había puesto su vida en manos de Dios. El 9 de agosto de 1942 desde el campo de Concentración de Auschwitz, juntamente con su hermana Rosa, emprendía su último viaje hasta los brazos del Padre a la edad de 51 años.

Reflexión desde el contexto actual:

Edith Stein es una santa de nuestro días , que se nos presenta como modelo de mujer comprometida con la equiparación de sexos, que lucha por la defensa de la mujer hasta comprometer su propia situación personal, pues gracias a ella se abrieron puertas que hasta ahora estaban cerradas al sexo femenino, que maneja unos argumentos contundentes para defender la dignidad de la mujer, sin tener por ello  que renunciar para nada a su propia identidad femenina, porque no le hace falta, ya que tiene todo lo que hay que tener para sentirse a gusto con lo que es. Edith por muchas razones estaba llamada a ejercer el liderazgo del feminismo que la mujer de nuestro tiempo necesitaba. Fue también ejemplo de filósofa genuina en su búsqueda honesta de la verdad, santa contemplativa, digna hija de Sta. Teresa y discípula de S. Juan de la Cruz, doctora de la Iglesia, copatrona de Europa, juntamente con San Benito. Lo que se dice un regalo de Dios para nuestro tiempo.