
Hemos dividido esta exposición en dos partes. En la primera hablaremos brevemente del proceso de beatificación del hermano Carlos de Foucauld. Y en la segunda de su testamento espiritual1.
Proceso de beatificación
En este momento todos nos alegramos del hecho de que Carlos de Foucauld sea un nuevo beato. Pero ¿cómo es que se han tardado 89 años para poderlo beatificar?2
El proceso comenzó el año 1925 en diez diócesis, Argel, París, Viviers, Périgueux, etc., en donde había testigos de su vida, en lo que se llama el “proceso requisitorio”. Mientras se iba reuniendo, clasificando y descifrando todo lo que el hermano Carlos escribió.
Diez años, entre 1930 y 1940, tardaron las Hermanas Blancas de Argel para mecanografiar todo el material, ya que de trabajos científicos había 539 folios; escritos espirituales 7.624 folios; de correspondencia 6.417 folios. En total 14.580 folios. Todo este material, recogido en tres volúmenes, junto con las Actas de los diferentes Procedimientos, llegó a Roma en 1946.
Diez años más tarde, a causa de la guerra de Argelia, el papa Pío XII pidió parar el proceso, que no se reabrirá de nuevo hasta marzo de 1967. El Concilio Vaticano II, que fue inaugurado por el papa Juan XXIII el 11 de octubre de 1962, dio un nuevo aliento a esta causa, pues sin mencionarlo directamente Carlos de Foucauld estuvo en un primer plano. Si bien su nombre no sale en ningún documento, muchos obispos, las comunidades de base que surgían por todas partes y el movimiento “Por una Iglesia servidora y pobre” liderada por el padre Paul Goutier en Nazaret, hicieron que el proceso avanzara. Fue en este contexto que el padre Congar dijo a los padres conciliares: “Teresa de Lisieux y Carlos de Foucauld son dos faros que Dios ha puesto en nuestro camino”.
Fue el año1979 cuando la Congregación para la causa de los santos pidió una positio documentada, es decir, una relación, con documentación de apoyo, sobre las cuestiones más delicadas. ¿Cuáles eran?
Primera cuestión: Carlos de Foucauld, que vivió con una mujer cuando tuvo una vida disoluta, ¿tuvo descendencia? Pregunta difícil y delicada que el presidente de la asociación Amitiés Charles de Foucauld, el General de Suremain, antiguo especialista en informes militares, durante tres años de búsqueda intentó esclarecer. La señora que vivió con Foucauld, conocida por el nombre de Mimí, era de Pont-à-Mousson y había sido bailarina. El General de Suremain investigó en los archivos de la ópera de París. Investigó en un grupo de bailarinas que venían, invitadas por Foucauld, a sus bulliciosas fiestas. En ningún caso el General encontró rastro de Mimí ni de cualquier otra bailarina que hubiese frecuentado al joven oficial.
Segunda cuestión: La Congregación quería saber la razón de que durante toda su vida, incluso cuando dejó el mundo, había estado tan unido a su familia. Y en concreto, ¿cuál fue su relación con su prima Maria de Bondy? ¿No había una historia amorosa entre ellos? Se demostró que fue una relación de un profundo respeto. Fueron sus directores espirituales quienes le animaron a mantener estos lazos con su familia, que no le desprotegieron de bienes, lo que fue útil para la abadía de la Trapa.
Tercera cuestión de las autoridades vaticanas: Querían saber cual era la situación de la compra que Foucauld hizo de la Montaña de las Bienaventuranzas, pues había un litigio con los franciscanos, que finalmente se hicieron con el lugar. La Postulación pudo demostrar que la persona que actuaba en nombre de Foucauld no ganó dinero en esta gestión y que la familia no pudo recuperar el dinero adelantado.
Cuarta pregunta: Roma quería asegurarse de la estabilidad de su vocación. ¿Cómo explicar que quisiera ser trapista, ermitaño y después misionero? La Postulación ha podido demostrar que era una misma vocación en búsqueda y que se pudo realizar.
Quinta pregunta: ¿Cuáles fueron sus relaciones con los militares franceses, pues algunos lo presentan como espía del ejército francés? La Postulación pudo probar que si estaba próximo a los soldados franceses era porque se sentía responsable de estos y deseaba que tuviesen un comportamiento impecable. En relación a los informes, estos no eran de índole militar ya que llegaban, dadas las distancias, por lo menos dos días después de que los hechos se produjesen..
Sexta cuestión: ¿Porqué fue tan virulento contra Alemania? ¿Porqué tanta pasión-odio, en una persona tan afable? La Postulación demostró que no atacaba a los alemanes, sino a la civilización prusiana profundamente anticatólica. Si hablaba de “cruzada”, palabra nada pacífica, era para defender la civilización cristiana contra el paganismo alemán y contra la idea de una “raza fuerte”. Foucauld pensaba sinceramente que un pueblo que hace la guerra a Francia es hostil a la Iglesia y a la libertad.
Séptima cuestión: ¿Era antisemita cuando describe a los judíos como “sucios, avaros y tramposos”? Esto lo hizo haciendo una descripción, en unas circunstancias concretas, en su viaje a Marruecos, pero se sabe que pronto tuvo amigos judíos.
Todas estas preguntas llevaron mucho tiempo y a partir de 1990 el equipo de Postulación nada más estaba compuesto por cinco o seis personas, auténticos militantes foucouldianos que trabajaban junto a Mons. Bouvier. Pierre Sourisseau, el Secretario, el General de Suremain, el hermano de Jesús Antoine Chatelard en Tamanrasset, Maurice Serpette, y Louis Kergoat, se sintieron a veces un poco solos cuando se tenía que proseguir las investigaciones Además, tuvieron que defender ideas o calumnias contra Foucauld, como la del escritor Jean-Edern Hallier, que ha escrito una biografía novelada y provocadora de Carlos de Foucauld, L’Evangile du fou (El Evangelio del loco)3, donde le acusa de pederastia al estar siempre rodeado de niños; o bien responder adecuadamente a Jean-Marie Muller, miembro fundador del “Movimiento por una alternativa no-violenta”, que acusa a Foucauld, llevado de una ideología rigorista, en primer lugar de colonialista y después de nacionalista recalcitrante por defender la guerra, aunque sea justa, pues, según este autor del libro Charles de Foucauld, hermano universal o monje-soldado4 , ante la guerra nada más vale un absoluto anatema. ¿Qué responder? ¿Cómo probarlo? Estas cuestiones son las que han hecho retardar la causa de beatificación y que de una manera clara y honesta intentan responder en el libro al que ahora haremos referencia, El Testamento de Carlos de Foucauld5.
El testamento espiritual
De la vida de Carlos de Foucauld, hecha de rupturas y de búsquedas, algunos retienen especialmente su búsqueda constante de la imitación de Cristo en el desposeimiento y la pobreza. No hay más que ver su utilización del tiempo de cada día, extremadamente minucioso, para darse cuenta de cómo estuvo influenciado por su paso por la Trapa. Se mantendrá monje hasta el final de sus días, rezando durante largas horas, alimentándose poquísimo, durmiendo poco para poder realizar la adoración del Santísimo. Pero, al mismo tiempo, ha querido llevar esta vida en medio de la gente, no importando el lugar, allí donde el Evangelio no ha sido anunciado. Había en él esta voluntad de llevar la Eucaristía, esta es la razón por la que quiso ser sacerdote, a las colonias francesas de religión musulmana. Fue, por tanto, igualmente misionero.
Sin querer entrar en una falsa polémica, Jean François Six, Maurice Serpette y Pierre Sourisseau, en el libro ya citado del Testamento de Carlos de Foucauld, se fijan especialmente en los años del final de su vida, es decir en el momento en que se instala en Tamanrasset, su Nazaret, donde comienza ya a tener clara su vocación, Nos referimos a los años que van de 1908 a 1916. Incluso si todavía tenía tensión entre diversas “llamadas”, al menos sabía lo que había venido a hacer al Sahara y lo que podría ser esa “cofradía” en la que soñaba durante el periodo último de su vida, esa asociación clérigo-laical, que no era una orden religiosa y que llamará la Unión de los Hermanos y Hermanas del sagrado Corazón de Jesús.
Los tres autores han realizado un trabajo minucioso. Sabemos bien del trabajo obstinado de Jean François Six, especialmente en su trabajo en Itinerario espiritual de Carlos de Foucauld, o del estudio de la correspondencia de este con su director espiritual, el padre Huvelin, o las cartas que dirigió Foucauld a Luís Massignon; pero hay que subrayar el inmenso trabajo de historiador que ha hecho Pierre Sourisseau. En la Postulación es él quien ha hecho el más grande trabajo de documentación y de verificación. Su aportación queda bien reflejada en el citado libro. ¿Qué es pues lo que aprendemos en este escrito? En primer lugar que Carlos de Foucauld participa plenamente en la idea de colonizar Argelia, como la mayoría de los franceses de aquella época, como queda reflejado en las palabras que Jules Ferry dijo en la Cámara de los diputados franceses, con la mentalidad de la época: “Hay que decir claramente que las razas superiores tienen un deber en relación a las razas inferiores. Repito que para las razas superiores hay un derecho porque existe un deber. Tienen el deber de civilizar las razas inferiores”.
Carlos de Foucauld lo veía también así, incluso cuando insistía sobre los deberes de las naciones colonizadoras, añadiendo el verbo “evangelizar”. Él no está en Argelia para servir como auxiliar a la administración francesa, sino para llevar el Evangelio, pues, para él resulta insoportable saber que estas poblaciones abandonadas no han oído nunca hablar de Jesucristo. No pretende tanto hacer cristianos, sabemos que después de sus quince años pasados en el Sahara no hizo ninguna conversión, sino llevarles al menos alguna nueva perspectiva. El desea para estas poblaciones en un primer tiempo una “religión natural”. Como dice el propio Carlos de Foucauld, “no se trata propiamente de una evangelización, pues no soy digno ni capaz y la hora no ha llegado. Se trata de un trabajo preparatorio a la evangelización, el entrar en la confianza y la amistad”. Los autores del libro al que estamos haciendo referencia traducen así la voluntad del hermano Carlos: “El desarrollo de una moral natural y de una religión natural le parece como una apertura para la fe cristiana”. Y sitúan esta frase de Carlos de Foucauld: “Hay que conseguir de ellos que sean iguales a nosotros intelectualmente y moralmente”. Se trata, según Foucauld, de “conducirlos a una vida mejor, según la religión natural, por la palabra y el ejemplo; desarrollar su instrucción, darles una educación igual a la nuestra… Predicar Jesús a los tuareg, no creo que Jesús lo quiera, ni de mi ni de nadie. Esto sería el medio de retrasar no de avanzar su conversión. Esto les pondría en desconfianza, los alejaría, lejos de acercarlos”.
Para poder realizar bien el trabajo imagina la posibilidad de que vengan sacerdotes de incógnito, por ejemplo, le hace esta propuesta a Luís Massignon, que se prepararía con él al sacerdocio i como sacerdote de incógnito, después, trabajaría como Foucauld en un formidable trabajo lingüístico; o que las religiosas sean reemplazadas por “enfermeras laicas”, entregadas a Jesús plenamente, así como laicos, célibes o casados, que sean buenos comerciantes, agricultores, etc. En esto emplea toda su energía, en poner en marcha una cofradía, nombre que aparece en 1908, por la que viene varias veces a Francia para poner en funcionamiento esta asociación espiritual llamada “piadosa unión”.
Verdaderamente ha cambiado mucho su idea a nivel de estructura, pero ha conservado siempre del mismo modo los tres fines que han de seguir los que le quieran seguir, lo que se denomina las tres E (Evangelio, Eucaristía y Evangelización): Imitar a Jesús es el primer fin. Esto concierne al nivel de conversión personal, conversión que se realiza todos los días en relación a los actos que se refieren a Jesús del Evangelio. La segunda finalidad concierne a la manifestación de una vida de fe centrada en Jesús en la Eucaristía. La tercera finalidad lleva a la Evangelización. Carlos de Foucauld quería movilizar a los laicos. Tiene siempre muy presente el ejemplo de Priscila y Aquila, amigos de san Pablo, que “viendo, escribe Foucauld aquello que el sacerdote no ve, penetrando allí donde él no puede penetrar, yendo a aquellos que le huyen, evangelizando por un contacto bienhechor, una bondad desbordante para todos, un afecto siempre dispuesto a entregarse”.
Foucauld propone al final de su vida no una orden religiosa más, sino una “Unión”, que hoy sería, a mi modo de ver, la “familia Foucauld”, compuesta de diferentes grupos y con diferentes sensibilidades dentro del mismo carisma, que como “un movimiento evangelizador universal”, como dicen los autores del libro al que aquí hacemos referencia, “que será una revolución en la Iglesia en tanto que comunidad evangélica y evangelizadora, una comunidad nómada en tanto que sus miembros están dispersos pero que no actúan de una manera dispersa: están reunidos en la Comunión de los santos”. Actuando de qué manera? Por el testimonio personal y comunitario, y practicando el apostolado de la bondad. En un mundo lleno de palabras, frecuentemente engañosas, tenemos necesidad de testimonios de vida auténticos. Tenemos necesidad de silencio adorarador y compromiso por la justicia. La novedad del mensaje de Foucauld es conjugar bien estas tres dimensiones que vivió Jesús: Nazaret, Desierto y Palestina. Es decir, cuando vivimos silenciosamente Nazaret lo hacemos para poder un día anunciar el Reino de Dios y nazca la Iglesia, pero hay que tener la paciencia de Dios y esto no se puede hacer de cualquier manera, pues no es lo mismo ser un portador del Evangelio en Europa o en África, por ejemplo. Por otra parte, no podemos anunciar a Cristo, o vivir Palestina (la Evangelización) si no somos personas enraizadas en el Nazaret de Jesús, es decir, gente humilde y pobre del Pueblo de Dios. I, finalmente, no podemos anunciar a Cristo adecuadamente si no pasamos por el Desierto donde nos purificamos y contemplamos la Gloria de Dios presente en la Eucaristía. Como comunidad de creyentes y seguidores del carpintero de Nazaret, hemos de construir entre todos una Iglesia pobre, como también la quería Francisco de Asís, que utiliza medios pobres, como la caridad fraterna y cercana a los más necesitados de nuestro tiempo. Es decir, realizando acciones que toquen el corazón de las personas. No estamos hablando de marketing. Recuerdo la siguiente anécdota del abbé Pierre: “Un día un obispo joven vino a verme. De una manera ingenua me dijo: Usted que tiene muchos contactos con los medios de comunicación, les podría decir que no son muy amables con nosotros. Le contesté: ¿Qué son los medios de comunicación social? Unas personas que se ganan la vida en función de la audiencia que tienen. Si no tienen oyentes o teleespectadores los quitan. Si no se interesan por vosotros puede ser que entre vosotros no haya muchos que se mojen en los asuntos que tocan el corazón de las personas. La madre Teresa de Calcuta tiene una gran audiencia y vosotros sabéis porqué”6.
El hermano Carlos envía su testamento a su cuñado Raymond de Clic con estas palabras:”Mi querido Raymond: te envío adjunto mi testamento (…). Mi testamento es de risa, pues no tengo nada: no obstante como lo poco que tengo puede servir para la Evangelización y para la gloria de Dios, en las manos de los Padres Blancos, quiero decirte mis intenciones al respecto (Se refiere a sus tres casas: Beni Abbés, Tamanrasset y el Asekrem…). Deseo ser enterrado en el mismo lugar donde muera, y reposar allí hasta la resurrección (…) Te abrazo de todo corazón como te he querido en el Corazón del Bien Amado Jesús”. Podemos preguntarnos, para terminar, ¿qué pasó enseguida después de su muerte? Después de su muerte el 1º de diciembre de 1916, Carlos de Foucauld fue enterrado rápidamente en una fosa que rodeaba el borj o fortín, con los tres militares árabes que fueron abatidos por los tuaregs rebeldes. Allí permanecieron un año. En diciembre de 1917, el general Laperrine, gran amigo de Foucauld, hizo cambiar los cuerpos de lugar pues podían llenarse de agua con las lluvias, y fueron trasladados a doscientos metros del fortín, en la cima de una pequeña colina, que se ve de lejos. La tumba de Foucauld era simple, sin inscripción y coronada con una cruz de madera negra. Fue allí que el general Laperrine fue enterrado cuatro años más tarde cuando murió a causa de un accidente de avión.
Cuando el “proceso informativo sobre la vida, las virtudes y el reconocimiento de santidad” fue abierto en 1927, el prefecto apostólico de Ghardaia hizo trasladar su cuerpo en el cementerio cristiano más cercano, el de El Golea, colocándolo en una gran tumba, que seguramente el padre Foucauld no hubiese querido. Este tumba y cementerio es cuidado por un Padre Blanco, el padre Le Clerc. Pero antes de trasladar el cuerpo del padre Foucauld, su corazón fue extraído y dejado en Tamanrasset en un pequeño mausoleo dedicado al general Laperrine, como detalla el biógrafo de Carlos de Foucauld, René Bazin7. Al final de la guerra de Argelia en 1962 el cuerpo de Laperrine fue llevado a Francia y el corazón de Carlos de Foucauld fue confiado a los hermanos de Tamanrasset. El lugar donde se encuentra es un secreto. Algunos piensan que el corazón de Foucauld, que estaba en buen estado en 1929, podría estar en el Assekrem. Es un secreto. Quizá los hermanos no lo han desvelado para no hacer un culto entorno a Foucauld. La Familia Carlos de Foucauld nunca consideró que la beatificación fuese algo prioritario. Pero una vez que la Iglesia hace este reconocimiento de santidad de uno de sus hijos, todos damos gracias a Dios!.
1 Conferencia realizada el día 19 de enero de 2006 en el seno de la Primer Jornada de estudio del Instituto de Teología Espiritual de Barcelona, acto realizado conjuntamente con la Familia Carlos de Foucauld y el Instituto Emmanuel Mounier Cataluña.
2 Cf. D. GERBAUD, Le processus de béatification. Une longue enquête de personnalité, La Croix, 13 novembre 2005.
3 J. E. HALLIER, l’Evangile du fou. Charles de Foucauld le manuscrit de ma mère morta. Albin Michel, París 1986
4 J. M. MULLER, Charles de Foucauld, frère universel ou moine-soldat, París 2002
5 AA. VV., El Testamento de Carlos de Foucauld, Editorial San Pablo, Madrid 2005
6 ABBÉ PIERRE – B. KOUCHNER, Dieu et les hommes, Ed. Robert Laffont, París 1993
7 “Tal como estaba, el corazón fue colocado en un cofrecito destinado a permanecer en Tamanrasset y que debía de ser depositado en el monumento levantado a la memoria del genral Laperrine… El 20 de abril, el cofrecito que guardaba el corazón del Padre de Foucauld fue colocado en el monumento del general Laperrine. Ese cofrecito fue sellado por el Prefecto Apostólico y encerrado en una caja de madera blanca, en cuyo interior, un segundo documento, colocado en un frasco de vidrio sellado, indica que la llave del cofrecito la tiene como depositario el Prefecto Apostólico de Ghardaia, junto al presente proceso verbal. Tamanrasset 21 de abril de 1929”, R. BAZIN, Carlos de Foucauld, explorador de Marruecos ermitaño en el Sahara, Editorial Difusión, Buenos Aires 1950
