
Hoy hace 37 años de mi ordenación sacerdotal en Montijo.
Las lecturas de hoy me ayudan a ver mi vida en todos estos años como sacerdote. El Papa Francisco nos hablaba con insistencia sobre la memoria. Hacer memoria agradecida. Yo la empleo mucho en los funerales y en muchas ocasiones en mi meditación. Es una oración de realismo, también de pobreza, de no ver promesas, no ver frutos, de verse a uno mismo con los fantasmas de siempre, con lo que soy. Siempre es una oración confortable pero dura a la vez. Dios te hace ver tu historia de pecado y su misericordia y acompañamiento. Ya he expresado esta convicción aprendida de otros. Conocerse así mismo y conocer a Dios es fundamental para una profundización en nuestra relación con el. La nuestra una relación esponsal, de consagracion. Eso no quiere decir no querer de verdad a hombres y mujeres que han pasado y están cerca de nuestras vidas con su cariño hacia nosotros y el nuestro hacia ellos( familias, sacerdotes, amig@s, matrimonios) u un cariño de entrega y servicio a la Iglesia, a las comunidades cristianas donde hemos ejercido y seguimos ejerciendo nuestro ministerio.
El grupo de estudio del Evangelio, el grupo de la fraternidad sacerdotal Jesús Caritas, diocesano y nacional plan sido un fortalecerme en la fraternidad y en el ser y saber y saber hacer mi pastoral sacerdotal.
He sufrido mucho pero he amado mucho. Y siempre esa inquietud de salir como Abrahan y de entrar en lo más profundo de mi interior para sacar las fuerzas para vivir con esperanza, para ponerme en camino, empezar de nuevo, para buscar como el Hermano Carlos donde quería Dios ponerle, después de su etapa de cambios externos y los internos. Su enfermedad, a punto de morirse, hizo que se sintiera pobre y necesitado de los demás. Un cambio profundo en su vida. No busco la soledad, busco estar con las gentes, llevar a Jesús con el testimonio de su vida. No fue llamado a la predicación.
Doy gracias a Dios por estos 37 años de vida sacerdotal.
Solo cuando estoy centrado en Dios los frutos son suyos y fecundos y uno también los ve. Como ve los frutos que otros realizan cuando están arraigados en Dios, en su palabra, en la oración, en los sacramentos, en el ejercicio de la Caridad.
Siempre he vivido los cambios como oportunidad de crecimiento. Ahora, ante las limitaciones físicas para cambios pastorales, quisiera y pido a Dios cambie mi corazón de piedra por un corazón de carne. Sea yo quien cambie de actitud. Soy como los demás sacerdotes, como cualquier cristianó, santo y pecador.
LDoy gracias a Dios, a la Iglesia, a los hombres y mujeres de buena voluntad por todo lo que recibido de ellos y pido perdón por no haber correspondido con generosidad. Que la Santísima Virgen me siga acompañando en mi vida sacerdotal.
Leonardo Terrazas, de la Fraternidad sacerdotal de Exxtremadura
