
Hoy en día, ¿qué me sigue hablando de Carlos de Foucauld? Simplemente, lo que siempre me ha hablado desde el principio de mi
vocación: su amor radical a Jesús, vivido en la pobreza real y la fraternidad universal y superando todas las fronteras de las culturas y
las religiones. Carlos me hizo descubrir el rostro evangélico de Jesús
lejos de los conformismos religiosos y eclesiales heredados de la historia. Hoy este mensaje profético de Carlos es más necesario que
nunca. Además, es sorprendentemente similar al del Papa Francisco:
rechazo de todo clericalismo, del culto al dinero, superando todas las
fronteras, «todos hermanos» (Fratelli tutti). Me entristece ver que
algunos jóvenes religiosos mantienen una religiosidad anticuada,
apegada a tradiciones formalistas, a una etiqueta clerical. Carlos, al
igual que Jesús, nos dice que todo se lo lleva el viento. Nos muestra
el verdadero rostro de Jesús encarnado, cercano a todos, con predilección por los pobres, los marginados, los extranjeros. Sí, considero
a Carlos un verdadero profeta para nuestro tiempo, al igual que todos los verdaderos santos. ( un hermanito de Jesús )
