«Es necesario pasar por el desierto» (Carlos de Foucauld)


«Es necesario pasar por el desierto y quedarse allí, para poder recibir así la gracia de Dios: es ahí
donde se expulsa de sí todo lo que no es Dios y se vacía completamente esta pequeña casa de nuestra
alma, para dejar todo el sitio solamente a Dios.
Los hebreos pasaron por el desierto, Moisés vivió allí antes de recibir su misión, San Pablo se ha
preparado, también en el desierto… Es indispensable… Es un tiempo de gracia, es un periodo por el
que toda persona que quiera dar frutos tiene que pasar necesariamente.
Es necesario al hombre este silencio, este recogimiento, este olvido de todo lo creado, en medio del
cual Dios establece su Reino y forme en nosotros la actitud interior la vida íntima con Dios, la
conversación del hombre con El en la fe, la esperanza y la caridad. Más adelante el hombre producirá
frutos exactamente en la medida en que el hombre interior se haya formado en él.
Si esta vida interior es nula, habrá celo, buenas intenciones, mucho trabajo, pero los frutos serán
nulos. Es algo así como un manantial y quisiera dar santidad a los otros, pero no puedo hacerlo porque
el mismo está seco.
No podemos dar sino aquello que se posee; y desde la fe lo hemos de tener a partir de la soledad,
de esta vida solitaria que es fruto del desierto y debe estar únicamente con Dios en nosotros mismos
es en este recogimiento profundo del hombre que olvida todo lo creado para vivir exclusivamente de
Dios, cuando Dios se da enteramente aquel que se entrega enteramente a Él.
Entreguémonos enteramente a Él y Él se entregará totalmente a nosotros. Y en eso no tengamos
miedo de ser infieles a nuestros hermanos los hombres. Al contrario este es el único medio para
nosotros de poder servir a todos y eficazmente. Fijémonos en San Pablo, San Benito, San Gregorio el
Grande y tantos otros: ¡qué largo tiempo de recogimiento y de silencio han vivido antes de darse a
todos. Subamos más arriba: miremos a San Juan Bautista, contemplamos a nuestro Señor Jesús no tenía necesidad alguna de silencio, pues estaba siempre con el Padre, pero Él ha querido darnos
ejemplo. Demos a Dios aquello que es de Dios».
Carlos de Foucauld en carta al P Jerónimo.

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