
De manera inédita, el Papa Francisco mantiene un pronunciamiento muy avanzado sobre la acción climática. La encíclica Laudato Sí fue la primera en la historia de la Iglesia centrada en la “casa común” desde el punto de vista ambiental, ligado a la pobreza. De igual manera, la exhortación Laudate Deum, publicada el 4 de octubre de 2023 ante la Cumbre de Dubái, se ha centrado directamente en la crisis climática, con una clara llamada a la acción. Sus textos son útiles para contraargumentar discursos negacionistas o retardistas.
Rogelio Fernández-Reyes. Investigador en la comunicación del cambio climático. Doctor en Periodismo por la Universidad de Sevilla y la Universidad Pablo de Olavide. Revista Ecologista nº 118.
Las creencias religiosas pueden promover el aumento o la disminución del impacto del ser humano en la Tierra. El discurso de los líderes espirituales puede tener más peso para los creyentes que los resultados científicos o las legislaciones sobre el tema. Por tanto, sus narrativas a favor de la acción climática pueden complementarse con las planteadas en ámbitos sociales, económicos, políticos y científicos1.
Resulta extraño que un artículo en la revista de Ecologistas en Acción aborde publicaciones de un papa. No sería así si el sumo pontífice de la Iglesia católica no mostrara una actitud especialmente activa en un tema tan candente como es el cambio climático. “El Papa tiene un liderazgo que no veo en los políticos” exponía Naomi Klein. The Guardian, en un editorial, definía al Papa como “un elocuente defensor de los derechos humanos, el medio ambiente y la paz”. Lo cierto es que la actitud de Bergoglio está influyendo para que el desafío climático esté llegando a un público que, de otra manera, no escucharía hablar de este tema en los salones de su casa. Y es que la realidad nos dice que la ciudadanía acepta integrar los retos (como crisis climática) si lo hacen sus referentes, sus iguales, si se abordan desde sus valores, su identidad, su vocabulario, sus emociones… En este sentido mantengo la hipótesis de que buena parte de la ciudadanía conservadora en España ha escuchado hablar del cambio climático de manera receptiva a partir de las palabras del Papa Francisco. Digo buena parte porque la más conservadora parece percibirlo como un hereje o está deseando que llegue un sucesor.
En estas líneas trataré de aproximarme a la evolución del compromiso de Bergoglio hacia la crisis climática a través de dos documentos. En junio de 2015, meses antes de la Cumbre de París, el Papa Francisco publicó la carta encíclica Laudato Si’´2, un documento que supuso un aldabonazo para la Iglesia católica. Significa “Alabado seas” y lo toma del Cántico de las criaturas de Francisco de Asís. El subtítulo es “Sobre el cuidado de nuestra casa común”.

El papa Francisco. Ilustración: Andrés Espinosa.
Por primera vez en la historia, una encíclica situaba los retos ambientales, ligados a la pobreza, en el centro del discurso. En este documento, el Papa reconocía que el cambio climático planteaba “uno de los principales desafíos actuales para la humanidad” (LS:25), apostando por la “ecología integral”. Entre sus frases nos encontramos con palabras que se hallan en línea con los principios constituyentes del paradigma ecológico3: aboga por una alianza entre la humanidad y el ambiente (LS:209), defiende el principio de precaución (LS:186), habla del principio de subordinación de la propiedad privada al destino universal de los bienes (LS:93), apuesta por la sobriedad (LS:222), propone aceptar cierto decrecimiento (LS:193), detener la marcha e incluso volver atrás antes que sea tarde (LS:193), critica el sometimiento de la política ante la tecnología y las finanzas (LS:54), alude al rebasamiento de límites (LS:27), a la mentira de la disponibilidad infinita de los bienes del planeta (LS:106), a un mundo limitado y finito (LS:56), al reto ambiental-pobreza como causa común y prioritaria (LS:139), a las responsabilidades comunes pero diversificadas (LS:52) o diferenciadas (LS:170), o alerta del riesgo de especulación de los bonos de carbono (LS:171). Todo ello en el marco de una percepción holística aludiendo a un cambio radical (LS:4 y 171) y una valiente revolución cultural (LS:114).
Naomi Klein: “El Papa tiene un liderazgo que no veo en los políticos”
La encíclica recibió críticas y alabanzas. Sectores conservadores y liberales la atacaron por su concepción de la propiedad privada, el libre mercado o por reconocer el cambio climático. Desde sectores progresistas y ecologistas le reprocharon las posiciones en torno al género, al aborto y a la demografía, pero, por otro lado, hubo una valoración especialmente positiva de buena parte de la encíclica. En el editorial de Ecologista número 86, otoño 2015, se estimaron las propuestas del Papa: “Nunca se había mandado un mensaje tan rotundo y claro con un contenido tan inequívocamente ecologista y social (…) en no pocos casos, en la encíclica se reflejan planteamientos más avanzados que los defendidos desde algunas posiciones ambientalistas”.
“Lo que está pasando en nuestra casa”
Pero, ciertamente, la encíclica Laudato Si´ no tuvo al cambio climático como referente, sino a “la casa común”. El cambio climático tuvo un protagonismo específico en el Capítulo 1, titulado “Lo que le está pasando a nuestra casa”. El primer epígrafe se dedicaba a la “Contaminación y Cambio climático”. Y éste a su vez se dividía en el apartado “Contaminación, basura y cultura del descarte” y otro titulado “El clima como bien común”. En éste último reivindicaba directamente un cambio: “La humanidad está llamada a tomar conciencia de la necesidad de realizar cambios de estilos de vida, de producción y de consumo, para combatir este calentamiento” (LS:23).
El 4 de octubre de 2023, el Papa iba más allá en su postura y publicaba la exhortación apostólica Laudate Deum (“Alabad a Dios”, también inspirado en Francisco de Asís)4. La exhortación tenía menos páginas (18 frente a las 192 de la encíclica) y tuvo menos eco mediático.
Pero, en esta ocasión, el desafío climático era el protagonista. Bergoglio comenzaba: “Han pasado ya ocho años desde que publiqué la Carta encíclica Laudato Si´ (…) con el paso del tiempo advierto que no tenemos reacciones suficientes mientras el mundo que nos acoge se va desmoronando y quizás acercándose a un punto de quiebre. Más allá de esta posibilidad, es indudable que el impacto del cambio climático perjudicará de modo creciente las vidas y las familias de muchas personas (…) la situación se vuelve más imperiosa” (LD: 2 y 4).
La exhortación abordaba los signos del cambio climático “cada vez más patentes”, citando, hasta en siete ocasiones, al VI Informe del IPCC. La frase “Ya no se puede dudar del origen humano” (LD:11) tumbaba cualquier titubeo negacionista. Y señalaba manifestaciones irreversibles, lamentando que “las demás criaturas de este mundo han dejado de ser compañeros de camino para convertirse en nuestras víctimas” (LD:15). También alertaba de los riesgos de la inercia: “Ya no podemos detener el enorme daño que hemos causado. Solo estamos a tiempo para evitar daños todavía más dramáticos (…) la posibilidad de llegar a un punto crítico es real. Pequeños cambios pueden provocar cambios mayores, imprevistos y quizás ya irreversibles, debido a factores de inercia. Así se terminaría desencadenando una cascada de acontecimientos que se precipiten como una bola de nieve”. Por otro lado, seguía criticando el paradigma tecnocrático: “En el fondo consiste en pensar como si la realidad, el bien y la verdad brotaran espontáneamente del mismo poder tecnológico y económico” (autocita de LS, LD:20). Como lógica consecuencia, “de aquí se pasa fácilmente a la idea de un crecimiento infinito o ilimitado, que ha entusiasmado tanto a economistas, financistas y tecnólogos (autocita de LS, LD:20).
“Terminemos de una vez con las burlas irresponsables que presentan este tema como algo sólo ambiental, “verde”, romántico, frecuentemente ridiculizados por los intereses económicos (…)”
Asistencia a la COP28
Bergoglio mostró su intención de asistir a la COP 28 de Dubái. Las limitaciones por enfermedad se lo impidieron. De haber asistido posiblemente habría generado titulares en las portadas y ejercido cierta presión. En un epígrafe de la exhortación dedicado a dicho evento espetaba: “la transición que se necesita hacia las energías como la eólica o la solar, abandonando los combustibles fósiles, no tiene la velocidad necesaria. Por consiguiente, lo que se está haciendo corre el riesgo de interpretarse solo como un juego para distraer” (LD:55). Y recordaba palabras ya expuestas en Laudato Si´: “las negociaciones internacionales no pueden avanzar significativamente por las posiciones de los países que privilegian sus intereses nacionales sobre el bien común global” (autocita de LS, LD:52).
Otro párrafo interesante, de apoyo al activismo, lo encontramos en el número 58: “Terminemos de una vez con las burlas irresponsables que presentan este tema como algo sólo ambiental, “verde”, romántico, frecuentemente ridiculizados por los intereses económicos (…) Suelen llamar la atención en las Conferencias sobre el clima las acciones de grupos que son criticados como “radicalizados”. Pero en realidad ellos cubren un vacío de la sociedad entera, que debería ejercer una sana “presión”, porque a cada familia le corresponde pensar que está en juego el futuro de sus hijos” (LD:58).
Acaba con el epígrafe de “Las motivaciones espirituales”, destinado a las personas creyentes. Destacaría aquí su convicción de que “todo está conectado”, señalado con anterioridad (LD:19). Aludía a una frase aportada en Laudato Si´: “todos los seres del universo estamos unidos por lazos invisibles y conformamos una especie de familia universal, una sublime comunión que nos mueve a un respeto sagrado, cariñoso y humilde” (LD:62). Esta percepción está también en otras tradiciones, tanto abrahámicas, dhármicas o étnicas: el principio del Tawhid o de unidad en las enseñanzas islámicas; la consideración de que todo está interconectado basado en Prithvi, la diosa hinduista; la narrativa budista sobre la comprensión de la interconexión; o la experiencia de los pueblos indígenas de sentirse parte integral de la Tierra. Es más, esta convicción de que “todo está conectado” también está presente en el mismo paradigma ecológico. Un punto de encuentro para que la fe, la ciencia y la sociedad puedan dialogar.
A mi juicio, la exhortación muestra una limitación al no abordar el crecimiento demográfico desde la opción de la planificación optativa. Pero en general, la exhortación no tiene desperdicio, merece la pena leerla. La gran aportación quizás no sean solo sus planteamientos muy avanzados, sino que sea un líder espiritual (el de una de las religiones con más seguidoras del mundo) el que se pronuncie sobre ellos.
- Fernández-Reyes, R. (2023); Marshall et al., 2016
- Carta encíclica Laudato Si’ del Santo Padre Francisco sobre el cuidado de la casa común (2015).
- Fernández-Reyes, R. (2009). El cambio climático en editoriales de prensa. Ecología política y periodismo ambiental: una propuesta de herramienta de análisis. Tesis doctoral Universidad Pablo de Olavide/
- Exhortación apostólica Laudate Deum a todas las personas de buena voluntad sobre la crisis climática, con el subtítulo “A todas las personas de buena voluntad sobre la crisis climática”.
