
El alma del humilde es como un mar; Si alguien arroja una piedra al mar, la superficie del agua se perturba por un momento y luego la piedra se hunde en el abismo. Así todo dolor es absorbido en el corazón del humilde ya que en él está la Fuerza de Dios.
Silouane de Athos, en: Jacques Loew, Oración en la escuela de las grandes oraciones (Fayard, 1975)
Imagen: Monje del Monte Athos, Grecia (rts.ch)
