«RENÉ VOILLAUME Y LAS FRATERNIDADES DEL PADRE FOUCAULD» – Novedad editorial

René Voillaume,
una mirada retrospectiva a un año decisivo (Un hermanito de Jesús)

Con motivo del vigésimo aniversario de la muerte de René Voillaume, la edición italiana de la revista ‘Jesús-Caritas’ publicó un número especial, con la participación de toda la familia espiritual Carlos de Foucauld. Para los hermanos de Jesús en Italia, le pidieron a Laurent Ch. que escribiera algo. Éste es el texto:
Las líneas que siguen se limitan a considerar a René Voillaume como el fundador de los Hermanos de Jesús. Evidentemente, la personalidad de René Voillaume va mucho más lejos.
Centrarse en un solo aspecto de la vida de una persona puede ayudarnos a conocerla mejor, porque ella es siempre única y compleja.
A principios de 1948, René Voillaume pasó varios meses en El-Abiodh (Argelia). Se encontró en una situación muy diferente a la de los primeros años de la fundación de los Hermanos de Jesús. La vida monástica de los primeros años, que seguía marcando la vida de los hermanos, había evolucionado gracias a un conocimiento más profundo de Carlos de Foucauld, a un mejor acercamiento a la vida local y
también, desde los años de la guerra, gracias también a los cuestionamientos procedentes de los hermanos de las fraternidades que empezaban a propagarse por el mundo.
Esta estancia en El-Abiodh fue un periodo de gracia excepcional para René Voillaume y en consecuencia
para los Hermanos de Jesús.
He aquí lo que escribió en este sentido:
“A principios de 1948, pasé tres meses en El- Abiodh, ocupado con unas charlas para las Hermanitas
de Jesús. Este período fue para mí un tiempo de reflexión sobre nuestra vocación. Sentí que había llegado a un punto en el que podía poner por escrito el fruto de estas reflexiones.
Durante estas semanas redacté una serie de textos destinados principalmente a los hermanos y que serían como el Estatuto espiritual de su ideal de vida. Ésta es la lista de esas cartas que se sucedieron a principios de 1948:

  1. Hermanos de Jesús, 7 de febrero
  2. Salvadores con Jesús, 9 de febrero
  3. Permanentes de la Oración, 16 de febrero
  4. Ejercicios y Liturgia, 20 de febrero
  5. La Ascesis de las Fraternidades, 24 de febrero
  6. El Trabajo, 24 de marzo
  7. También escribí la carta sobre ‘Teología, vida intelectual y perfección evangélica’, que fue enviada igualmente a finales de marzo. Sin embargo, esta última carta fue modificada y la redacción
    definitiva fue el 26 de junio de 1948, en Nazaret.
    Los meses de febrero y marzo de 1948 vieron la finalización y el envío de seis conferencias, sin contar la que seguí escribiendo sobre el sacerdocio”.
    Se trata de un recuerdo excepcional después de unos quince años de vida de la Fraternidad de los Hermanos de Jesús, René Voillaume goza de la cosecha de un largo período de maduración,
    como el segador que ata sus gavillas. “Había llegado a un punto en el que le era posible poner por escrito el fruto de estas reflexiones”. Durante aquellos días de invierno de 1948, lo que
    salió de su tintero fue “la plasmación espiritual de su ideal de vida”. Fue como si hubiera surgido un manantial de agua, hasta entonces subterráneo, y se hubiera vuelto claro, poderoso y abundante. En apenas un mes, nada menos que cinco textos y más de noventa páginas del libro. A finales de marzo, se añaden otra veintena de páginas sobre el trabajo. Y también veintisiete páginas casi terminadas de reflexión sobre la teología, la vida intelectual y la perfección evangélica. Una producción enorme. Se alegraba de ello y anota con cara de satisfacción la rápida sucesión de fechas.
    Esta agua que corre viene de lejos.
    El joven René Voillaume, nacido en una familia acomodada de Versalles en 1905, se veía a sí mismo convertido en ingeniero como su padre. A los dieciséis años, el libro de René Bazin sobre Carlos de
    Foucauld le causó una profunda impresión. Las intuiciones de este hombre de Dios penetraron su corazón. Una llamada del Señor le orienta hacia el sacerdocio y para ello se va al seminario de Issy
    les Moulineaux. Compartiendo el espíritu misionero muy presente en la Iglesia de Francia, siente el deseo de unirse a los Padres Blancos, pero su salud le impidió seguir este camino. A lo largo
    de ese caminar, su mirada a Carlos de Foucauld le acompañará. Con algunos compañeros de Issy les Moulineaux proyecta vivir según una de las reglas de Carlos de Foucauld. Este proyecto tomó
    forma en 1933 y la vida comunitaria de tipo monástico comienza en el desierto argelino, allí el grupo joven y poco experimentado busca cómo seguir el camino iniciado por Carlos de Foucauld. El camino de los cartujos, de los carmelitas o de los benedictinos… cada uno de ellos les atraía, sin embargo, el espíritu de Carlos de Foucauld no cesa de acompañarlos. Los jóvenes hermanos que
    se incorporan traen consigo experiencias de vida que los interroga.
    René Voillaume estaba en el centro de esta vida rebosante de nuevos cuestionamientos. Desde antes de 1933, había sido elegido libremente por los hermanos como Responsable de la comunidad.
    Esta elección fue aprobada por los obispos y responsables eclesiásticos que eran favorables a este grupo religioso que nacía.
    Nos encontramos a principios de 1948 y los cambios en la vida de los hermanos de El-Abiodh se producen con Milad, responsable de esta fraternidad y del noviciado. Cuando René Voillaume
    estaba ausente, los intercambios por carta entre ellos fueron frecuentes; les unía una verdadera confianza mutua, respetando las funciones de cada uno. René Voillaume estaba al corriente de lo que vivían los hermanos de El-Abiodh y de otros lugares. Su vida es la Fraternidad y el Padre Voillaume está íntimamente vinculado a sus hermanos: Viaja para visitarlos, conoce personalmente a cada uno de ellos, comparte sus preocupaciones, sus dificultades y sus dudas. Fue uno de los tres hermanos de la primera fraternidad obrera de Aix… Los hermanos le escriben y él les contesta. Él mismo se hacía preguntas sobre la Fraternidad de la que se sabía fundador, aunque siempre devolvía la responsabilidad a Carlos de Foucauld, el verdadero inspirador. Leyó una y otra vez la vida del Hermano Carlos; se puso en contacto con diversos representantes de la vida religiosa, del mundo del trabajo, intelectuales… Busca comprender lo que estaba en juego en el mundo y en la Iglesia, preocupándose por la vida de sus hermanos. Todo lo que pudo poner por escrito nacía concretamente de la vida de sus hermanos y de su vida entre sus hermanos.
    El 7 de febrero, las primeras palabras del primero de estos textos decían: “Hermano de Jesús, quisiera ayudarte a hacer realidad lo que de verdad encierra tu nombre sobre tu vida y a lo que te
    compromete”. Todo lo que se escribe durante esas semanas tiene este objetivo.
    Una idea fundamental se repite como un estribillo: “nuestra vida debe tender a simplificarse en una unión con Jesús vivo, que se encuentra en la fe, la Eucaristía, el Evangelio y en nuestros
    hermanos”. En efecto, “el Padre Foucauld nos enseña una vez más a ir directamente a Jesús, a vivir con toda sencillez para Él, con todo nuestro amor, después de haberle encontrado en el
    Evangelio. Nos enseña a simplificar nuestra vida y nos conduce a lo esencial”. Y repite: “…Un camino muy sencillo… Unos medios muy sencillos…”. Si buscamos otras espiritualidades y multiplicamos
    nuestras lecturas, “lo complicamos todo, por miedo a vivir el Evangelio. Permanezcamos sencillamente y con valentía siendo un Hermano de Jesús”. Todo se encuentra bajo el signo de la sencillez.
    Tres días más tarde, René Voillaume prosiguió sus reflexiones sobre un tema que le era muy querido: “Salvador con Jesús”. Una vez más, vuelve a repetir: “Nuestra vida de Hermano de Jesús me parece cada vez más sencilla en su acto esencial. Tengo la impresión, cada vez que os hablo de ello, de volver a los mismos problemas,… Esto se debe a que el Evangelio es una vida; su contenido intelectual es sencillo, se expresa rápidamente, pero lo importante está en vivirlo”. Continúa insistiendo en “la sencillez del fundamento interior de nuestra vida… compartir
    la vida de los pobres… sencillamente por amor… por una adhesión sin reservas, valiente, sencilla y confiada … hay que tener la humildad, la sencillez de abandonarse a Jesús … En esto hay que
    ser -como siempre en la vida espiritual- sencillos y verdaderos…. valientes, sencillos y entregados ante todo sufrimiento sea cual sea…. una comunión sencilla y verdadera de nuestro ser tal como
    es, en su miseria, con Jesús presente en la Eucaristía”. Los cinco textos de este mes fundacional reiteran lo sencilla que es y debe ser la vida de los Hermanos de Jesús. Hasta el texto de finales
    de febrero, que dice que “cuando avanzamos hacia Dios en la oración… el método más sencillo es siempre el mejor”.
    Estos textos fundacionales son un verdadero himno a la sencillez, una maravilla de simplificación. La importancia -la centralidad- dada a la sencillez no es un hallazgo de un psicólogo, sociólogo o teólogo. Esta centralidad nace de la visión que René Voillaume tenía de su Señor, expresada un año antes en una reflexión sobre la pobreza: “La pobreza tiene su fuente en el Amor
    de lo infinitamente Sencillo, de la soberana Pobreza encarnada y tiende al amor de los pequeños y de los desdichados”. Con estas palabras, René Voillaume nos hace partícipes de su visión de su
    Señor: “El Sencillo”, así es como conoce a Dios. Simplificar la vida es el camino hacia el Señor y abre senderos hacia un encuentro con Aquel que es El Sencillo. Al escribir estas líneas, René Voillaume expresaba su alegría y su paz de vivir como Hermano de Jesús y su esperanza surge de la vida concreta de sus hermanos, una vida sencilla como la de Jesús en Nazaret, como la que buscaba Carlos de Foucauld. Él, que es El Sencillo, se nos revela haciéndose pobre, amigo de los pequeños y de los desdichados.
    La sencillez de la que hablan estos textos no se limita, evidentemente, a los aspectos más materiales de la vida concreta. En efecto, la sencillez no se limita a los aspectos externos. En los cinco
    textos del invierno de 1948, se trata de simplificarlo todo: tanto en los aspectos prácticos de la vida como en las relaciones sociales y fraternas, con los responsables, en la vida intelectual, en la
    vida eclesial y en la oración.
    Es la esencia de la persona la que se hace sencilla, porque Jesús le muestra el camino. Todo debe tender a la sencillez.
    En 1982, cuando René Voillaume rememora este periodo, vio muy claro que “en este surgir de los comienzos y en apenas seis meses, se había dicho todo lo esencial”.
    Todo estaba dicho sobre lo que era esencial para los Hermanos de Jesús. Para René Voillaume, esto marcó el comienzo de un nuevo foco de atención más allá de su Fraternidad. A partir de los años 50, una actividad multidimensional ocupa poco a poco su vida. Este cambio también estuvo ligado al hecho de que, en aquella época, el mensaje espiritual de Carlos de Foucauld resonaba profundamente tanto en los laicos como en los sacerdotes.
    La Hermanita Magdeleine desempeñó un papel importante en esta nueva apertura. “…creo sinceramente que su principal aporte [el de la Hermanita Magdeleine] fue el de obligarme a
    mirar más allá de la Fraternidad de los Hermanos. Ella me aseguró en varias ocasiones… que mi misión se extendería a las hermanitas, a los sacerdotes y a los laicos de todo el mundo.”
    He aquí lo que la Hermanita Magdeleine escribió a René Voillaume el 9 de noviembre de 1947: “… No rehúya nunca, le aseguro que es a usted a quien esperan, porque lo que yo digo
    tan torpemente, tan pobremente, usted puede darlo magistralmente con todo el peso de su ciencia. Permítanos compartir algunas de sus conferencias o meditaciones… y luego escriba más…”.
    En esta nueva etapa, René Voillaume expande su misión. Él ve más allá de la Fraternidad de los Hermanos de Jesús. Por ejemplo, contribuye de alguna manera en el Concilio Vaticano II. No como
    experto, sino por su amistad con varios obispos. Sobre este tema, el cardenal Georges Cottier recuerda su don para captar los movimientos profundos de la historia, y hablar de ellos con
    sencillez, en diálogo con los teólogos. René Voillaume participó en la creación de la “Fraternidad sacerdotal”, la “Fraternidad secular Carlos de Foucauld”, el instituto secular femenino “Jesus-
    Caritas”, los “Hermanos del Evangelio” (en 1956), la «Fraternidad de la Amistad y Ayuda Internacional” (con el Padre Lebret) y las “Hermanitas del Evangelio” (en 1963). A finales de 1965, presenta su dimisión como prior de los Hermanos de Jesús. Sin dejar de ser Hermano de Jesús acepta, durante el Capítulo General de los Hermanos del Evangelio (Spello, julio de 1967), convertirse en su prior para continuar su participación en su fundación.
    Durante este nuevo periodo, los Hermanos de Jesús siguen considerando a René Voillaume como su fundador. Fue él quien, con los primeros hermanos, dio a luz lo que es esencial en las
    páginas del invierno de 1948, y sigue siendo hoy el alma de su vida. En las décadas siguientes, varios Hermanos de Jesús iniciaron su vida en la Fraternidad sin conocer a Carlos de Foucauld,
    pero a partir de ‘En el corazón de las Masas’. Por supuesto, los escritos del invierno del 48 necesitan hoy una relectura, un “aggiornamento”, porque su teología tiene fecha, pero esos escritos
    siguen estando en la base de la intuición original.
    Aunque se estableció una cierta distancia entre René Voillaume y la Fraternidad de los Hermanos de Jesús, un verdadero afecto se mantuvo a lo largo de los siguientes años. Los hermanos
    saben que le deben una parte de lo que un día cambió sus vidas para iniciarles tras las huellas de
    Jesús, cuya “pobreza tiene su fuente en el Amor de lo infinitamente Sencillo”.
    Para los hermanos mayores, los lazos personales siguieron siendo fuertes.
    Para algunos hermanos que nunca le habían conocido en persona, el encuentro con él fue un feliz
    descubrimiento, como lo cuenta un hermano en una “Carta a René” el día de su muerte: “Una respetuosa distancia me separaba aún de ti, a quien había aprendido a llamar “Padre”. Pero
    las circunstancias permitieron que, después de tantos años en la Fraternidad, volviera a encontrarme de nuevo contigo y con más tiempo… durante tu estancia en París en las Navidades, donde
    pasamos una buena semana juntos. Y así, René, te convertiste en mi hermano”.
    Laurent Chavelet

Presentaciónes del libro previstas:

Septiembre: Presentación virtual Instituto Emmanuel Mounier

Diciembre: Barcelona vigilia del aniversario de la muerte del padre Foucauld.

Para adquirir ejemplares: http://mounier.es/

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