
«Después de haber estado limitada por las
circunstancias, es fácil dejarse embriagar durante un
cierto tiempo por la fiebre de una actividad
desbordante y por la alegría de entregarse al alivio de
todas las miserias, pero pronto llegué a percibir, en
medio de tal derroche de acción, que me faltaba algo
esencial: tiempo para recogerme y rezar.
Sin embargo, Dios me había dado una vocación, no
de monja de clausura, sino de contemplativa en medio
del mundo, para hacer presente a Jesús, como la
Virgen en la Visitación, la misma vocación del
hermano Carlos de Jesús que, en medio de una intensa
actividad, fue uno de los contemplativos más grandes
de su tiempo.
Con el paso del tiempo, yo encontraba cada vez
menos esta posibilidad en Boghari y sufría
profundamente; me sentía turbada y decepcionada en
mi vocación, olvidando aquella frase orientadora: “Sin
duda, esto no será todavía la meta (…) ¡ Dios la tomará
de la mano y, ciegamente, usted le seguirá!”».
HTA. MAGDELEINE, Escritos esenciales (Santander 2016) 40.
[Escrito en Roma 1981]
