
COMPARTIENDO LA VIDA
Un momento para compartir camino y vida con los hermanos
La Iglesia congrega caminos diversos en la búsqueda del amor de Dios y todos ellos
se refuerzan en un solo corazón y una sola alma en Él; compartir y conocer la
peregrinación de otros hermanos contagia, ayuda, ofrece esperanza y refuerza el
camino personal.
Hoy nos habla de su vocación la Hermana Mª Elena, eremita desde la espiritualidad
de Foucauld, en la Comunidad Ecuménica de Horeb Carlos de Foucauld.
Su vida de entrega y su sentir de Dios, nos invita a conocer y compartir su camino
desde la unidad y la fraternidad. Nos une lo esencial de la vida contemplativa.
¡QUE LA PAZ Y LUZ PASCUAL LLENE VUESTRAS VIDAS!
Mi vida eremita es una vocación contemplativa de vida consagrada, con la dimensión exterior
de ir al encuentro de los otros desde la oración en el silencio y la soledad, para vivir en
comunión con la Trinidad que nos habita, desde una común-unión con Cristo Jesús y su
humanidad.
Toda alma tiene esta sed de desierto eremita en algún momento de su vida y ésta llamada
vive en toda alma -coincido con el Padre Francisco amigo filial- en esta verdad intrínseca en
todo ser humano que nos hace «buscar a Dios, esencia misma interior del alma”.
Mi vida eremita se apoya en los siguientes pilares: Nazaret, Desierto, Trabajo, Dimensión
Ecuménica e Interreligiosa.
NAZARET:
La vida de Nazaret es uno de los pilares en la Espiritualidad de Foucauld.
En ese lugar de Nazaret se vive «sabiéndose» en Unión y en la Presencia presente en
nosotros, de Jesús Cristo «ENCARNACIÓN Y PASCUA»; en el compartir diario desde la oración
y puntualmente en el encuentro con vecinos, amigos, familiares, religiosos, familia espiritual
etc. un día a día como pobres, con carencias en el proyecto de salvación, pero que por la
conversión diaria restablecemos el Reino de Dios allí donde vivimos.
“EL REINO DE DIOS ESTA DENTRO DE VOSOTROS» y es por eso que establecemos relaciones
fraternas de lazos de comunión con los otros, como se establece esa unidad común Trinitaria
en cada alma cada vez que venimos a conversión. Esta realidad vivencial se realiza sin cesar
en el Nazaret singular del camino personal de salvación de cada alma, atraída sin cesar por
Cristo y el Padre, en la Fuerza y el Fuego de Amor.
La vida de Nazaret en el eremita de la Espiritualidad de Foucauld se concreta en la oración
diaria, haciendo comunidad espiritual con toda la humanidad en proyección después a
vecinos, familia de sangre y espiritual, amigos y a toda la Iglesia, como una fraternidad
universal.
DESIERTO:
El desierto es un estado del alma al que se llega por el silencio y la soledad, donde toda alma
vive de frente con su pobreza radical, descubre sus carencias y comprende que todo,
absolutamente todo lo esencial, lo tiene por haberlo recibido de Dios que le hace participar
de la Vida que Él es, Camino y Verdad.
En el desierto, lugar de la nada, descubrimos que todo ser humano es atraído a él para
encontrarse consigo, con Dios y con los demás.
En mi vocación de eremita católica este lugar es el pilar central en la Espiritualidad de
Foucauld que nos diferencia de las demás vocaciones consagradas, pasando y viviendo ahí el
mayor tiempo posible de este estado interior del alma, desnuda, desapegada, para
encontrarse con lo esencial que es la Presencia presente del Espíritu Santo, que une al Padre
y al Hijo para vivir en Cristo Jesús.
En el desierto encontramos las tentaciones, bichos, venenos, arena, sed, agotamiento y la
verdadera condición pecadora, pobre, herida, llena de carencias.
Es en el desierto, donde tenemos la necesidad de vivir de Su Presencia, Cristo Jesús sale a
nuestro encuentro, nos Ama, nos toma de la mano, es todo Ternura infinita y Amor
Misericordioso. Nos lleva a exclamar: ABBA, mi papá, y postrada a sus pies: pedir perdón,
reconocer en Acción de Gracias (Eucaristía) tanto impensable Amor real y decir, como el
hermano y Padre de Foucauld dijo:» Una vez se ha conocido así a Jesús Amado, sólo puedo
vivir para ti mi Jesús” y a sus pies orar la oración del abandono: «Padre me pongo en tus
manos, haz de mí lo que quieras… para que tu plan se cumpla en mí y en todas tus
criaturas…”
Por eso el eremita de la espiritualidad de Foucauld, está centrado en la vida Eucarística, es
eremita eucarístico; el desbordar de este Misterio y Sacramento hace que viva horas en
Adoración del Smo. Expuesto, para volver una y otra vez a la Esencia de Vida de Dios
Trinitaria, que en Cristo Jesús es Presencia eucarística, de Acción de Gracias en el Gozo y
Alegría Pascual.
Es una vida de paz y alegría, contemplando la Santa Forma Consagrada, ve su Cuerpo, su
Encarnación en toda la humanidad. Por eso la penitencia: desde ayunos, desapego, ofrenda
de actos de amor, oración litúrgica de las horas, intercesión… nos lleva a participar con Él en
la Resurrección, por conversión y Sacramentos, y nos introduce con Maria en Pentecostés.
Ir al desierto es contemplar, la Adoración al Smo. es contemplar esa realidad eucarística en
cada alma. Es ahí donde Cristo no se escandaliza de mí, sino que se conmueve y me atrae
en su Amor y en sus entrañas de Misericordia.
De aquí surgen la intercesión diaria y las salidas de misión exterior puntual como charlas,
convivencias, oraciones de Hora Santa, acompañamiento de escucha, cuidar un enfermo,
llevar la comunión, a veces dar un paseo, tener una comida fraterna… además del rezo de la
Liturgia de las Horas, Liturgia de la Palabra.
TRABAJO:
En mi caso, el trabajo se centra en la intercesión ante el Smo., en la Liturgia de las Horas,
Rosario, acompañamiento y ayuda espiritual y esporádicamente algún trabajo manual.
Acojo donativos, por ejemplo, la leña (que me regalan) para la estufa.
DIMENSIÓN ECUMENICA E INTERRELIGIOSA:
Mi llamada a vivir como eremita, de la Espiritualidad de Foucauld, es la comunión ecuménica
donde cada camino cristiano es una llamada al encuentro fraterno, cuyo símbolo que nos une
e identifica es la Cruz de Cristo Jesús.
La dimensión ecuménica y el Amor de amistad a todos los que viven su camino, sea cristiano
o interreligioso: fluidez con otras religiones o confesiones, según los lenguajes de Dios;
teniendo como referencia al hno. y Padre de Foucauld que lo vivió desde el principio al
caminar junto a judíos y musulmanes en relación fraterna, y que expresó en la frase:
“Señor que quien me ve piense, si así es el siervo cómo será su Señor».
Vivió así desde el Evangelio de la Bondad, dejándonos como legado el ser el hermano
universal de todos.
Muy unida a todos vosotros en la comunión fraterna y en oración de Iglesia universal, como
familia extensa de Dios, que somos.
Bendiciones y oremos para ser fieles a nuestras llamadas para Gloria de Dios. Dando gracias
por el Don recibido del Espíritu y de la mano de Maria Madre.
Hna. Mª Elena García Cascallana

Revista de espiritualidad MEMORIA JERONIMA, diciembre 2023, nº15, Salamanca
