
¡Oh, mi Señor Jesús, he aquí esta divina pobreza! ¡Cuán
necesario es que me instruyáis! ¡Vos la habéis amado tanto!
Desde el Antiguo Testamento habéis mostrado por ella todas
vuestras complacencias… En vuestra vida mortal habéis hecho
de ella vuestra fiel compañera … La habéis dejado en herencia a
vuestros santos, a todos aquellos que quieren seguros, a todos
aquellos que quieren ser vuestros discípulos … La habéis
enseñado por los ejemplos de toda vuestra vida, la habéis
glorificado, beatificado, proclamada necesaria, por vuestras
palabras… Vos habéis escogido a vuestros padres entre pobres
obreros… Habéis nacido en una gruta sirviendo de establo;
habéis sido pobre en los trabajos de vuestra infancia; los
primeros que os adoraron fueron pastores … En vuestra
presentación en el templo se ofreció el don de los pobres… Habéis
vivido treinta años como un pobre obrero, en este Nazaret que yo
tengo la dicha de pisar, donde yo tengo la alegría indecible,
profunda, inexpresable, la bienaventuranza de recoger estiércol…
Después, durante vuestra vida pública, habéis vivido de limosna
en medio de pobres pescadores, que escogisteis como
compañeros… «Sin una piedra donde descansar la cabeza…» En
aquel tiempo, habéis dicho a Santa Teresa, que frecuentemente
habíais dormido al sereno, por falta de un techo bajo el cual
cobíjaros… Sobre el Calvario habéis estado despojados de
vuestros vestidos, y lo único que poseíais, los soldados se lo han
jugado entre ellos… Habéis muerto desnudo y habéis sido
enterrado de limosna por extraños… «¡Bienaventurados
los pobres!»
Mi Señor Jesús, ¡cuán presto se hará pobre aquel que
amándoos con todo su corazón, no podrá soportar ser
más rico que su Bienamado!… Mi Señor Jesús, ¡cuán presto se
hará pobre aquel que, pensando que todo lo que se
hace a uno de estos pequeños, os lo hace a Vos y que
todo lo que no se hace a ellos, se deja de hacer a Vos;
aliviará todas las miserias que halle en su camino!…
¡Cuán presto se hará pobre aquel que recibirá con fe
vuestras palabras: «Si quieres ser perfecto, vende lo que
tienes y dáselo a los pobres… ¡Bienaventurados los pobres, pues
cualquiera que haya dejado sus bienes por Mí recibirá aquí abajo
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el ciento por uno y en el cielo la vida eterna! … », y tantas otras.
Dios mío, yo no sé si es posible a ciertas almas veros
pobres y permanecer voluntariamente ricas; verse más
grandes que su Maestro, que su Bienamado, y no querer
parecerse a Vos en todo, aun en lo que depende de ellas,
y sobre todo en vuestras humillaciones; yo bien deseo
que ellas os amen, Dios mío, pero, sin embargo, yo creo
que falta alguna cosa a su amor y, en todo caso, yo no
puedo concebir el amor sin una necesidad, una necesidad imperiosa,
de conformidad, de parecido y sobre todo de participación, en
todas las penas, en las dificultades y en todas las durezas de la
vida… Ser rico a mis anchas, vivir cómodamente de mis bienes.
cuando Vos habéis sido pobre. sin dinero. viviendo
penosamente de un duro trabajo: Por mi parte, yo no puedo.
Dios mío… yo no puedo amar así..; «No conviene que el
servidor sea mayor que su Dueño, ni que la esposa sea rica
cuando el Esposo es pobre, cuando Él es voluntariamente
pobre, sobre todo porque Él es perfecto… Santa Teresa,
cansada de las instancias que la hacían para que aceptase
rentas para su monasterio de Ávila, estaba a veces
a punto de consentir, pero cuando volvía a su oratorio
y veía la Cruz, caía a sus pies y suplicaba a Jesús, desnudo
sobre esta Cruz, de hacerle la gracia de no tener
nunca rentas y ser tan pobre como Él… Yo no juzgo
a nadie, Dios mío; los demás son vuestros servidores y
mis hermanos, y yo debo amarlos, hacerles el bien y
orar por ellos; pero para mí me es imposible comprender el
amor, sin la busca de la semejanza y sin la necesidad de
participar todas las cruces…
Y, por otra parte, sus bienes son inmensos; el pobre
que no tiene nada, que no ama nada sobre la tierra,
¡tiene el alma bien libre’!… Todo le es igual: que se le
envíe aquí o allá poco le importa; no tiene ni quiere nada
en ninguna parte… Encuentra por todas partes a Aquel
de quien .solo espera todo, Dios, que le da siempre, si es
fiel, lo que es mejor para su alma… ¡Qué libertad la
suya! ¡Cuán ligero está su espíritu para subir al Cielo!
¡De qué manera nada entorpece a su alma! ¡Cómo sus
pensamientos, desligados de todos los lazos terrenos, vuelan
puros hacia el Cielo! ¡Cómo los pensamientos de las cosas
materiales, pequeñas o grandes (pues las pequeñas, aun las
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más pequeñas. turban tanto como las grandes), le molestan
poco en su oración!… ¡Todo esto no existe para él!…
«A esto es a lo que habéis llegado en la Santa Baume,
bendita Santa Magdalena: Esa voz que Jesús me ha
entregado para enseñarme la pobreza, yo la siento… La
pobreza completa, perfecta, que no es solamente «no tener
nada de más como posesión, ni en uso, que lo que
tenga un pobre obrero», como yo he hecho el voto y lo
pido a imitación de Jesús… Es más que esto la completa
pobreza, es la pobreza de espíritu que habéis proclamado
bienaventurada, mi señor Jesús, que hace que todo lo
material sea totalmente indiferente, que se rompa con
todo, lo mismo que Santa Magdalena en la Santa Baume; que no
deje ninguna, ninguna atadura y lo deje todo por Dios sólo. Dios
lo llena entonces y reina sólo; lo ocupa enteramente y le pone
por encima de Él, por Él, para Él, el amor de todos los hombres,
sus hijos. El corazón no conoce ni contiene más que estos dos
amores; el resto no existe para Él y vive sobre la tierra como si
no existiera, en continua contemplación de lo único necesario,
del solo Ser y en intercesión por aquellos que el corazón de Dios
quiere tanto amar…
Mi Señor Jesús, dignaos hacerme Vos mismo esta
meditación. Sois Vos el que habéis dicho: «No conviene que el
discípulo sea mayor que el Maestro… » Vos me ordenáis por esto
no estar por encima de Vos a los ojos de los hombres, en la vida
de este mundo… ¿Cómo será necesario que yo practique la
abyección?…
-Observa primeramente que después de haber dicho «el
discípulo no será mayor que el Maestro», Yo he añadido: «Pero
es perfecto si es semejante a su Maestro». Así, pues, no quiero
que estés por debajo de lo que yo he estado, no quiero tampoco
que seas inferior… Si existen excepciones, no es precisamente
para ti, a quien tantas veces te he dado por vocación mi perfecta
imitación, imítame, e imítame a Mí sólo… Procura, pues, ser a los
ojos del mundo lo que Yo era En mi vida de Nazaret, ni más ni
menos. Yo he sido pobre obrero, viviendo del trabajo de mis
manos; he pasado por ignorante e iletrado; tenía por padres,
prójimos, primos, amigos, a pobres obreros como Yo, artesanos
y pescadores; les hablaba de igual a igual; estaba vestido y
alojado como ellos, comía como ellos cuando estaba entre los
mismos … Como todos los pobres, estaba expuesto al desprecio,
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y es por lo que Yo, que no era a los ojos del mundo más
que el pobre «Nazareno», por lo que fui tan perseguido y
maltratado en mi vida pública, que cuando hablé la
primera vez en la sinagoga de Nazaret quisieron despeñarme;
que en Galilea se me llamaba Belcebú y en
Judea demonio y poseído; que se me trataba como impostor y
seductor y que se me hizo morir sobre el patíbulo entre dos
ladrones. Se me miraba como un vulgar ambicioso… Pasa por
esto que Yo he pasado, hijo mío; por ignorante, pobre, de
nacimiento vulgar; para que lo seas realmente, sin inteligencia
ni talento, ni virtud; busca en todo las ocupaciones más bajas;
cultiva, sin embargo, tu inteligencia en la medida en que tu
director espiritual te lo ordene; pero que esto sea a escondidas
e ignorado del mundo. Yo era infinitamente sabio, pero
se ignoraba; no temas instruirte, es beneficioso para tu
alma; instrúyete con celo para ser mejor, para conocerme
y amarme más, para conocer mejor mi voluntad y hacerla, y
también para parecerte a Mí, la Ciencia perfecta; sé muy
ignorante a los ojos de los hombres y muy sabio en la ciencia
divina al pie de mi Sagrario… Yo era humilde y desdeñado sin
medida; busca, pide las ocupaciones que te humillen más:
recoger estiércol, cavar la tierra, todo lo que exista de más bajo
y vulgar; cuanto más pequeño seas en este sentido más te
parecerás a Mí… ¿Que se te mira como loco? ¡Mejor!
Agradécelo infinito: a Mí se me trataba lo mismo; es un
parecido que Yo te doy… ¿Que te tiran piedras, que se
burlan de ti, que te dicen injurias en las calles? ¡Tanto
mejor! Agradécemelo; es una gracia infinita que te
hago, pues a Mí ¿no me hicieron otro tanto? ¡Cómo
debes considerarte dichoso si Yo te doy este parecido!
Pero no hagas nada para merecer este trato de excéntrico y
extraño; […]Haz todo lo que Yo habría hecho, todo lo que
hice; no hagas más que el bien, pero dedícate a los trabajos más
viles, los más humillantes; muéstrate en todo por tus vestidos,
tu alojamiento, tus cortesías obsequiosas y fraternas para con
los pequeños, al igual de los más humildes… Oculta con cuidado
todo lo que pueda elevarte a los ojos del prójimo…
[Escritos Espirituales de Carlos de Foucauld. Ermitaño
del Sahara- Apóstol de los Tuareg
(Madrid 1958) 82-87]
