Hno Mauricio Silva, testigo del amor fraterno al estilo de Carlos de Foucauld


Cada 14 de junio, día de Memoria por la desaparición en manos de la dictadura argentina,
del religioso y sacerdote uruguayo Mauricio Silva, en 1977, va sumando corazones,
voluntades, a esta ya “celebración obligatoria de un santoral popular” que sintonizan con su
profundo y silencioso testimonio, como el de “una semilla que cae en tierra y muriendo da
mucho fruto” el de un hombre de Evangelio!
Quiero aquí simplemente compartir una mirada, una reflexión, intentando acercarme a como
habrá sido,(o lo fue) su vivencia de “la fraternidad” en esa última etapa de su vida, como
pequeño Hermano del Evangelio, inspirado en Carlos de Foucauld.
Los que, de una u otra forma intentamos seguir a Jesús a través de la espiritualidad de
Nazareth al estilo propuesto por el Espíritu a Carlos, aún hoy seguimos descubriendo,
vamos profundizando, se nos va “como revelando” el sentido que esta palabra tan querida
tiene dentro de la misma, y es gracias también a la atención minuciosa que se ha ido
haciendo sobre los últimos años de la vida de Carlos ¿tal vez de sus últimos 8 años? donde
él define y acepta su ser más profundo y vocación,“el self” nos dirá hoy la psicólogía, y en
su caso, etapa clave de despojarse, de verse tal cual es, de abandonar proyectos propios
para dejarse guiar y asumir “lo que el Espíritu le susurraba” descubriéndose, aceptándose
como “un misionero aislado”, “un desbrozador evangéliico”, ir solo y sin apoyos visibles, al
encuentro de los hermanos alejados, ocultos, siendo éstos, en lo concreto de su vida “su
única fraternidad”.. sugiriendo así una impronta innovadora y hasta podríamos decir
“revolucionaria” dentro de la misma vida consagrada y o asociativa de quienes luego harán
suyo este carisma en sus diversas modalidades.
Cuando uno tiene la suerte de encontrarse con alguno de los amigos o amigas que
compartieron la vida con Mauricio Silva, nos transmiten la figura de un hombre fraterno,
abierto, compañero, de escucha, el del mate calentito con el que te podía esperar y recibir
en el conventillo de la calle Malabia, donde vivía en fraternidad de Hermanos. Con la
distancia que nos imponen los años ya pasados, pero con la cercanía y calor del corazón,
acompañémosle “en el trillar de su laburo diario” como barrendero municipal, reuniéndose
con sus compañeros para luego salir a la tarea, un hombre profundamente contemplativo,
tratando de escrutar los mensajes que aquellos paisajes callejeros le ofrecían, hechos de
vecinos, transeúntes, comerciantes, personas de diversas edades, realidades..
Tratando de ser hermano de todos en medio de aquellas vivencias cotidianas, me pregunto,
por ejemplo ¿Cómo viviría las tensiones entre empleados y empleadores, de las que
seguramente habrá sido confidente? sobre todo escuchando las justas y dolorosas quejas
del trabajador sobrecargado (tal vez el de las empleadas domésticas..) o viendo el rostro
curtido y cansado de los que realizaban actividades itinerantes y a intemperie para ganarse
el sustento… o en lo personal, recibiendo la mirada agradecida y sonriente de quién le
reconocía su trabajo para el bien común, o por el contrario, la de aquellos que le mirarían
por encima del hombro.. sin lugar a dudas, ese, el que él eligió para vivir, compartir y servir
¡es un último lugar!
Hacer memoria por un testigo como Mauricio, es una Acción de Gracias, también un acto
reivindicatvo por la Verdad, ¡Hasta que toda la verdad sea conocida! y una buena
oportunidad para abrirnos y recibir esa lucesita fraterna que nos llega desde la gran
Comunión de los Santos (dimensión esta, muy sentida por Foucauld) en la que todos

participamos gracias al Espíritu del Resucitado, que nos puede ayudar a cada uno, y
también en lo comunitario, a discernir, asumir y enfrentar los desafíos actuales para ser y
vivir como hermanos de todos, ahí están, y sólo por nombrar algunos: el de las soledades,
en esta sociedad actual, donde estamos “más conectados pero menos comunicados” y ahí
van quedando, muchas veces atrás, nuestros viejos, nuestros enfermos.. o ante el
escándalo de millones de personas viviendo bajo niveles de pobreza, muchos de ellos,
vecinos de nuestros propios barrios.. o ante las minorías y diversidades, tal vez hoy con
más leyes que aseguran sus indiscutibles derechos sociales, etc, pero cuánto aún por
trabajar sobre los dolorosos prejuicios de los que siguen siendo victimas.. o ante el
sufrimiento dantesco de aquellos que son golpeados por las guerras, los conflictos
armados y las masacres de inocentes, (esta última expresión la tomo literal de Papa
Francisco) que estamos presenciando casi a diario, y a la vista de un mundo
mayoritariamente en silencio e inoperante.. o ante las tensiones entre hermanos de
nuestra comunidad cristiana, entre los que tratan de ir sintonizando con el aliento del
Espíritu, que invita a pujar por una Iglesia más despojada, austera, acogedora, de puertas
abiertas, en definitiva, más evangélica, y aquellos que ofrecen duras e implacables
resistencias, abrazados a costumbres y formas por sobre lo esencial…o ante..
¿Cómo ser nosotros hermanos de todos, hermanos universales? Grande es el desafío..
Carlos de Foucauld tratará de ser fiel al mandamiento del Amor que recibimos de Nuestro
Bienamado Señor Jesús, y exclamará ¡Con que ternura debemos recibir a todo ser
humano, sea quien sea! ¡Recibir a todo ser humano como a un hermano muy querido!
pero sabe también que un amor fraterno muchas veces nos exigirá tomar necesarias y
oportunas opciones, con posicionamientos claros y firmes ante el sufrimiento de tantos y
tantos, pues dirá “hay que amar la justicia y odiar la iniquidad, no tenemos derecho a
ser centinelas dormidos, perros mudos, pastores indiferentes”..
Por esas opciones caminó el pequeño Hermano Mauricio, amando, entregándose,
“esperanzando” (diría un querido hno) a todos los de su alrededor, por más que las sombras
de muerte asechaban, a que un Hombre Nuevo, miembro de una Humanidad Resucitada,
construyendo un mundo más fraterno, es posible!
María, Pequeña Nazarena, ayúdanos a estar atentos a todo clamor de liberación y vida
de los pequeños, los últimos, acompáñanos en la hermosa y desafiante aventura de
ser hermanos de todos !
Jorge Márquez, miembro de la Familia Espiritual Carlos de Foucauld.